miércoles, 23 de junio de 2010

Pedagogía Crítica Algunos Componentes Metodológicos

Pedagogía Crítica Algunos Componentes Metodológicos

Mirabal Patterson, Ania. Pedagogía crítica: algunos componentes teórico-metodológicos. En publicación: Paulo Freire. Contribuciones para la pedagogía. Moacir Godotti, Margarita Victoria Gomez, Jason Mafra, Anderson Fernandes de Alencar (compiladores). CLACSO, Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, Buenos Aires. Enero 2008. ISBN 978-987-1183-81-4 Disponible en: http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/


Red de Bibliotecas Virtuales de Ciencias Sociales de América Latina y el Caribe de la Red CLACSO http://www.clacso.org.ar/biblioteca biblioteca@clacso.edu.ar



pedagogía crítica algunos compenentes metodológicos


EL SIGUIENTE TRABAJO es resultado de las actividades realizadas durante el curso virtual Paulo Freire y la pedagogía crítica, impartido por CLACSO. Este artículo pretende un acercamiento a los diferentes principios y elementos de la educación popular, en tanto pedagogía crítica, con un especial énfasis en el papel del diálogo en los procesos de aprendizajes, función centrada en la construcción de significados a partir de las experiencias prácticas de los sujetos involucrados en estos procesos educativos y transformadores. El recorrido histórico-social de los procesos pedagógicos y las corrientes desarrolladas hasta la actualidad ayudan a comprender por qué la pedagogía crítica constituye la cúspide de las vertientes pedagógicas desde sus componentes teóricos-metodológicos y la necesidad palpable de asumirla como opción dentro del mundo desigual y globalizado en que nos encontramos. La pedagogía del oprimido como base de esta pedagogía crítica es la línea a seguir para alcanzar un mundo de paz y esperanza, donde sean posibles las utopías proyectadas. La pedagogía crítica tiene componentes éticos, políticos, metodológicos, y vitaliza al hombre como sujeto dentro del proceso. Un sujeto con conciencia crítica capaz de reconocerse en el mundo y transformarlo, llegando a obtener esta conciencia, necesita una educación dialógica, en la que se establezcan relaciones horizontales y el conocimiento sea reflexivo (y co-construido). Un diálogo que signifique construcción colectiva de conocimientos, que se aleje de las concepciones emisor-receptor, y en el que, en cambio, los sujetos del proceso sean emirec (emisores-receptores al mismo tiempo). La pedagogía crítica supone un crecimiento personal de educadores y educandos; no es puro formalismo o activismo con acciones sin sentidos, sino que supone un accionar reflexivo y transformador. La dialogicidad de esta corriente pedagógica implica que educador y educando intercambien activa y reflexivamente sus conocimientos, no que sea sólo el educador quien de antemano decida sobre qué tema brindará su conferencia, sino que indague en los intereses de los educandos y desde esta posición se construyan, desde la práctica y la realidad de los educandos, el conocimiento y la reflexión crítica del mundo. Un educador que respete a sus educandos y no los subvalore. La humildad, el amor y el respeto son parte de los principios de esta pedagogía crítica. Un educador revolucionario y asertivo es quien caracteriza a esta pedagogía, en la que el respeto al diferente y a la diversidad constituye una de las principales bases. No es posible transformar al mundo pretendiendo establecer relaciones de poder entre opresores y oprimidos, entre educador y educandos, en las que los primeros representen a una minoría que pretenda reproducir un sistema desigual, injusto, marginador. La pedagogía crítica es esperanzadora en tanto brinda la posibilidad de construcción de un mundo nuevo, luego de reconocerlo dentro de cada contexto y con respeto a las tradiciones culturales. En muchos países de América Latina, la educación popular se ha diseminado y está logrando espacios cada vez más diversos en tanto supone una pedagogía crítica con énfasis en la participación, una participación real, cuyos principios sean tener parte, tomar parte y formar parte. Se está superando aquella tradición educativa que supone que el profesor es el que tiene el conocimiento y se lo brinda a los alumnos, y que estos lo asimilan como una verdad dada a la que no critican. Nos encontramos ante realidades que necesitan de un diálogo constante, en el que los revolucionarios de hoy tengamos claro que aunque nuestras intenciones sean buenas no podemos manipular a las poblaciones; estas deben dejar oír su voz, participar, buscar soluciones propias adecuadas a sus contextos. Freire nos conmina a formar sujetos críticos y reflexivos, con conciencia colectiva de cambio, de transformación; a que se parta de su práctica concreta, se vaya a la teoría y se vuelva a la práctica transformada.


Esta propuesta de pedagogía crítica es traspolable a todos los ámbitos de la vida. Es, a mi juicio, pedagogía de vida. No podemos obviarla ni como educadores ni como educandos, pues en ocasiones reproducimos estereotipos en nuestra vida cotidiana, en la que muchas veces nos comportamos de diferentes maneras según el contexto. Es usual que en ocasiones asumamos posiciones respetuosas, dialógicas, en nuestros círculos políticos o de amigos, y luego en el ámbito familiar no las recordemos o sencillamente las obviemos, estableciendo relaciones de poder con nuestros hijos, padres, hermanos, etc., olvidando dialogar, preguntarles cuáles son sus preferencias, deseos, sentimientos y necesidades, imponiéndoles lo que nosotros queremos o pensamos que es mejor para ellos. Se demuestra así la incoherencia de un proceso que requiere de preceptos éticos que apunten a su necesaria coherencia. La lógica indica que debemos ser coherentes, una persona crítica y dialógica en todos los momentos. Como dice Freire, los oprimidos de hoy no pueden convertirse en los opresores de mañana. Lo mismo puede suceder en el plano jefe-subordinado, donde el primero asume el poder para imponer y no para dialogar; también se ve en las relaciones médico-paciente, en las relaciones de pareja hombre mujer, que reproducen relaciones verticales y no horizontales. Desde mi punto de vista, es sumamente importante lo que Freire refiere acerca de la humildad de los hombres necesaria para el diálogo. Y, en este sentido, los interrogantes planteados por él resumen la esencia de esta pedagogía crítica. ¿Cómo puedo dialogar si alieno la ignorancia, esto es, si la veo siempre en el otro y nunca en mí? ¿Cómo puedo dialogar si me admito como un hombre diferente, virtuoso por herencia, frente a los otros, meros objetos en quienes no reconozco otros yo? ¿Cómo puedo dialogar si me siento participante de un gueto de hombres puros, dueños de la verdad y del saber, para quienes todos los que están fuera son esa gente o son nativos inferiores? ¿Cómo puedo dialogar si parto de que la pronunciación del mundo es tarea de hombres selectos y que la presencia de las masas en la historia es síntoma de su deterioro, el cual debo evitar? ¿Cómo puedo dialogar si me cierro a la contribución de los otros, lo cual jamás reconozco, y hasta me siento ofendido por ella? ¿Cómo puedo dialogar si temo la superación y si con sólo pensar en ella sufro y desfallezco? (Freire, 1977). La pedagogía crítica se opone a la pedagogía bancaria que aún coexiste con esta primera. La pedagogía bancaria en el contexto actual sirve de base y manipulación a los gobiernos que pretenden perpetuar las diferencias entre los hombres. Antonio Gramsci, el filósofo italiano, tiene un texto al que siempre hago referencia y es su trabajo Todos somos filósofos (Croce, 1966). Allí demuestra que todos tenemos un conocimiento legitimable y propio. Sus ideas son desarrolladas en el contexto de la lucha contrahegemónica y el poder desigual, y desde esta filosofía auténtica que da poder y sentido a los conocimientos diversos es que los hombres deben erigirse para defenderse y revelarse. Estas cuestiones se encuentran en el pensamiento de Freire cuando plantea que todos los hombres tenemos un saber, un conocimiento, que no estamos totalmente vacíos tal y como la pedagogía bancaria pretende. Gabriel Kaplún (2002), el educador y comunicador popular uruguayo, también a tono con el pensamiento de Freire, ha planteado –a partir de sus experiencias prácticas como docente y revolucionario– la importancia del diálogo y el respeto a las identidades culturales. Ha escrito mucho sobre realidades diversas de trabajos comunitarios, repletos de buenas intenciones, en los que la ausencia del diálogo con las masas ha traído como consecuencia que los procesos de cambios y transformaciones hayan fracasado por el simple hecho de no partir de las realidades de las comunidades, de los deseos de estas, de tener en cuenta sus criterios respecto a los proyectos, y en los que la escasa participación de los implicados ha llevado al fracaso de proyectos cargados de autoritarismo y poder a pesar de tener objetivos transformadores en muchos casos. Ello demuestra que no es posible llevar ideas preconcebidas y dadas a las personas; hay que construirlas en conjunto para que así los proyectos perduren. Resumiendo, la propuesta teórico-metodológica de la pedagogía crítica no debería obviar, para su desarrollo transformador, los siguientes elementos: el principio de práctica-teoría-práctica; el saber popular; la construcción colectiva del conocimiento; el proceso educativo que debe partir de la práctica; el respeto a la identidad cultural; el respeto al diferente; el diálogo como base educativa; el respeto al conocimiento del educando; la coherencia; el reconocimiento del mundo y del hombre dentro de este; el establecimiento de relaciones horizontales; la humildad, el amor, la fe y el compromiso; la posición del hombre como sujeto de los procesos de cambio; la asertividad del educador; la reflexividad. A partir de los elementos anteriores, me gustaría hacer énfasis en alguno de ellos como ejes imprescindibles de la pedagogía crítica. Debe ponerse significado en la formación de actores que interactúen con su realidad y desarrollen una recepción crítica de los procesos educativos, y de esta forma asuman el proceso de aprendizaje desde la práctica concreta de cada educando; que reconozcan los puntos de contacto de sus prácticas con los elementos teóricos de cada proceso, teniendo la posibilidad de confrontar estos con la teoría referida al proceso de trabajo, aportándoles elementos de legitimidad y validación e incluso de mejoramiento de lo empíricamente demostrado. Una vuelta a la práctica mejorada a partir de la incorporación de estos elementos teóricos reconocidos y aprehendidos. Resulta importante para el trabajo educativo y transformador el énfasis en el saber popular. Un saber relacionado con los elementos prácticos y de experiencias cotidianas, que adquiere connotación científica toda vez que es recurrente en las transformaciones y tiene resultados efectivos y legitimados por los actores que lo producen y llevan a la práctica. El saber no es propiedad absoluta de los intelectuales y académicos. De la misma manera, la construcción colectiva del conocimiento debe enfocarse desde la pedagogía crítica a partir de que el saber se desarrolla desde el diálogo y la reflexión colectiva dentro del propio proceso educativo, no en forma individual, sino con el aporte de todos, tomando en cuenta las experiencias diversas de los educandos, orientados por el coordinador. La pedagogía crítica es un eslabón imprescindible para la construcción de un hombre nuevo constructor de un mundo nuevo, teniendo en cuenta que este hombre es el sujeto principal del proceso de cambio. A modo de reflexiones generales podríamos decir que el diálogo es elemento articulador de una pedagogía revolucionaria, transformadora, democrática y popular, y además es una base de sostenibilidad para todos los proyectos humanos. Sostenibilidad vista desde el sentido práctico como garantía de preservación, de continuidad, de posibilitar cambios según el contexto histórico, de mantenimiento de tradiciones culturales. Un diálogo que permita relaciones horizontales entre los diferentes grupos, ya sea a nivel micro y macro. El diálogo se convierte en el punto de encuentro donde se construye conocimiento y se legitima el mismo dentro de la diversidad de realidades en las que se edifica y se rehace necesariamente. El diálogo es un componente ético y político que supone la igualdad, la fraternidad, la lealtad, el respeto y el compromiso, y que no debe admitir estereotipos preestablecidos que lo limiten y lo trunquen, ni prejuicios relacionados con raza, religión, clase; aunque sí es preciso tener en cuenta estas cuestiones para respetarlas en todos sus sentidos. El diálogo es un arma noble que educa desde la esencia humana y puede contribuir a hacer realidad las utopías posibles y un mundo mejor.


 

lunes, 14 de junio de 2010

Dos cosmologías en conflicto

El premio Nóbel de economía Joseph Stiglitz ha dicho recientemente: «el legado de la crisis económico-financiera será un gran debate de ideas sobre el futuro de la Tierra». Concuerdo plenamente con él. Veo que el gran debate será en torno a las dos cosmologías presentes y en conflicto en el escenario de la historia.





Por cosmología entendemos la visión del mundo —cosmovisión— que subyace a las ideas, a las prácticas, a los hábitos y a los sueños de una sociedad. Cada cultura posee su respectiva cosmología. Mediante ella se procura explicar el origen, la evolución y el propósito del universo, y definir el lugar del ser humano dentro de él.




La nuestra actual es la cosmología de la conquista, de la dominación y de la explotación del mundo, con vistas al progreso y al crecimiento ilimitado. Se caracteriza por ser mecanicista, determinista, atomística y reduccionista. Por causa de esta cosmovisión, se crearon innegables beneficios para la vida humana, pero también contradicciones perversas como que el 20% de la población mundial controle y consuma el 80% de todos los recursos naturales, generando un foso entre ricos y pobres como nunca antes ha habido en la historia. La mitad de las grandes selvas ha sido destruida, el 65% de las tierras cultivables, perdidas, cerca de 5.000 especies de seres vivos desaparecidas anualmente y más de mil agentes químicos sintéticos, la mayoría tóxicos, esparcidos por suelo, el aire y las aguas. Se han construido armas de destrucción masiva, capaces de eliminar toda vida humana. El efecto final es el desequilibrio del sistema-Tierra que se expresa por el calentamiento global. Con los gases ya acumulados, en el 2035 se llegará fatalmente a un aumento de 2 grados centígrados, y si no se hace nada, según ciertas previsiones, a finales de siglo serán 4 ó 5 grados, lo que volverá la vida, tal como la conocemos hoy, prácticamente imposible.





El predominio de los intereses económicos especialmente especulativos, capaces de reducir países enteros a la más brutal miseria, y el consumismo han trivializado nuestra percepción del peligro que vivimos y conspiran contra cualquier cambio de rumbo.




En contraposición, está compareciendo con más fuerza cada vez, una cosmología alternativa y potencialmente salvadora. Ya tiene más de un siglo de elaboración y alcanzó su mejor expresión en la Carta de la Tierra. Se deriva de las ciencias del universo, de la Tierra y de la vida. Sitúa nuestra realidad dentro de la cosmogénesis, aquel inmenso proceso evolutivo que se inició a partir del big bang, hace cerca de 13.700 millones de años. El universo está continuamente expandiéndose, organizándose y autocreándose. Su estado natural es la evolución y no la estabilidad, la transformación y la adaptabilidad y no la inmutabilidad y la permanencia. En él todo es relación en redes y nada existe fuera de esta relación. Por eso todos los seres son interdependientes y colaboran entre sí para coevolucionar y garantizar el equilibrio de todos los factores. Por detrás de todos los seres actúa la Energía de fondo que dio origen y anima el universo y hace surgir nuevas emergencias. La más espectacular de ellas es la Tierra viva y nosotros, los seres humanos, como la porción consciente e inteligente de ella, con la misión de cuidarla.



 
Vivimos tiempos de urgencia. El conjunto de las crisis actuales está creando una espiral de necesidades de cambio que, si no son implementadas, nos conducirán fatalmente al caos colectivo, pero que si son asumidas, nos pueden elevar a un estadio más alto de civilización. Y es en este momento cuando la nueva cosmología se revela inspiradora. En vez de dominar la naturaleza, nos sitúa en el seno de ella en profunda sintonía y sinergia. En vez de una globalización niveladora de las diferencias, nos sugiere el biorregionalismo que valora las diferencias. Este modelo procura construir sociedades autosostenibles dentro de las potencialidades y de los límites de las biorregiones, basadas en la ecología, en la cultura local y en la participación de las poblaciones, respetando la naturaleza y buscando el «vivir bien» que es la armonía entre todos y con la madre Tierra.



 


Lo que caracteriza a esta nueva cosmología es el cuidado en lugar de la dominación, el reconocimiento del valor intrínseco de cada ser y no su mera utilización humana, el respeto por toda la vida y los derechos y la dignidad de la naturaleza y no su explotación.



 



La fuerza de esta cosmología reside en el hecho de estar más de acuerdo con las reales necesidades humanas y con la lógica del propio universo. Si optamos por ella, se creará la oportunidad de una civilización planetaria en la cual el cuidado, la cooperación, el amor, el respeto, la alegría y la espiritualidad tendrán centralidad. Será el gran giro salvador que precisamos urgentemente.



 



Autor 



Leonardo Boff



 

viernes, 4 de junio de 2010

La educación el discreto encanto de la burguesía

Nos prometieron tanto que desde generaciones apostamos siempre por la causa que representaba la de las mayorías. Nos prometieron tanto que la democracia la volvieron un rito en el cual cada cinco años deberíamos elegir a quien gobernara el país. Nos prometieron tanto que se olvidaron de la solidaridad, de la equidad, de la diversidad de nuestros pueblos y que cada una de esas palabras tenía un significado de acuerdo al auditorio y población  con la que dialogábamos. Nos prometieron tanto que nos hicieron pensar que la justicia social sólo se alcanzaría desde dos vertientes: la lucha por el poder o la democracia electoral. Nos prometieron tanto que todos los educandos de estos quinquenios seriamos ciudadanos responsables, democráticos, competitivos, deseando siempre, a costa de nuestra felicidad construir el estado de bienestar al que está destinado todo estado desarrollado.

Y como en la película de Buñuel de la cual he extraído el título, nos quedamos discretamente tranquilos deleitándonos por las ofertas de bienestar, la demanda de esfuerzos, el someterse a determinadas reglas, que son por lo general las del mercado, para poder ascender en la escala social. Para nada se tuvo y tiene en cuenta la base cultural, las reglas en juego de la sociedad y sus instituciones que diseñadas para defender derechos hoy venden servicios. Hoy hasta  encontramos lemas de campañas como aquella que demanda "Erradicación del trabajo infantil", sin tener en cuenta la opinión de los niños y adolescentes involucrados que están respaldados por una Convención por los Derechos del Niño aprobada hace veinte años. Se dice que la educación es el puente para salir de esta explotación. Pero ¿qué tipo de educación? ¿Aquella que sólo los prepara –por su calidad-  como mano de obra barata?


Depende de la región en donde haya una escuela pública y si es que se tiene "padrinos políticos". Es parte de la cultura que se ha venido acunando y se desarrolla como algo normal, allá lejos de la capital, del centro del poder. Sin querer hemos adoptado una forma de valorar la educación como un  servicio que el Estado debe dar y para mejorarla es menester pagar por ese servicio. Total en el mercado el dinero es la llave que sirve para comprar todo y en las ciudades que se estimen modernas la tarjeta de plástico es el hada madrina para que los "proveedores" dueños de los mercados modernos nos entreguen todo a cambio de la firma de un Voucher, que luego el Banco se encarga de saldar la cuenta cargándole al cliente –nosotros- los intereses por el servicio prestado. El dulce encanto de sentirnos siendo aceptados como clientes solventes. Hoy hasta se ha "inventado" el llamado trabajo decente. ¿Qué es el trabajo decente? La OIT lo define como el que "resume las aspiraciones de las personas en su vida laboral, aspiraciones en relación a oportunidades e ingresos; derechos, voz y reconocimiento; estabilidad familiar y desarrollo personal; justicia e igualdad de género. Las diversas dimensiones del trabajo decente son pilares de la paz en las comunidades y en la sociedad. (http://www.ilo.org/global). ¿Es posible en una sociedad que clasifica al mundo entre los países muy ricos en materias primas, petróleo y recursos naturales pero esa riqueza no está repartida provocando la pobreza y desamparo de su población? ¿En qué mundo estamos? ¿En el primero o en el cuarto mundo?


Así de groseros son los procedimientos a los que nos está llevando este mundo del toma y daca, pero el toma es sólo para los dueños del capital, y el daca sólo para aquellos que se atrevieron a ser "modernos", tener celular, tarjeta plástica de crédito y débito y "disfrutan" de la vida a pesar de sus exiguos medios monetarios.


Ese discreto encanto de tener todo solucionado y vivir creyendo que se tiene todo, en donde la fuerza laboral no es tenida en cuenta en el reparto de utilidades, nos ha ido domesticando y desensibilizando para aceptar todo lo que nos ofrecen. Se ha ido renunciando a una crítica reflexiva, reemplazándola por una complacencia adormecida por la publicidad encantadora. El ejemplo lo tenemos en el exceso de ofertas para ver el Mundial de Fútbol: televisores de toda calidad y precio y hasta celulares con TV incorporado son medios indispensables para estar informados de lo que hacen 22 jugadores tras una pelota. No es el rechazo al deporte, sino a la forma sutil y perversa como se utilizan hasta los momentos de ocio para seguir esquilmando al ciudadano común y corriente. Quien no entra al juego será tarde o temprano un paria del sistema.


De la misma manera sucede en la educación que se encuentra maniatada al no poder desarrollarse de acuerdo a la identidad de los pueblos, a los derechos de los ciudadanos. Se va imponiendo una especie de "transnacional de la educación" que se nos hace creer que los problemas educativos y las políticas se resuelven y se diseñan en las grandes conferencias, en las cumbres hemisféricas. ¿Por qué? ¿Es el  precio que deben pagar nuestros pueblos para acceder a beneficios que no deben rotularse como mercadería, como se hace con la promesa de "educación de calidad"? ¿Es la que nos proponen hace unos treinta años sin resultados? Todo lo contrario.


Una buena educación demanda un presupuesto diseñado a partir del tipo de ciudadanos y profesionales que el país  requiere y no lo que el mercado nos oferta como profesiones exitosas. Sucedió hace tiempo con la oferta de la profesión de administración de empresas; ahora el mercado está saturado de administradores y no hay empresas que los soliciten. Sin embargo nuestro país siendo agrario y minero por excelencia, descontinuó los institutos agropecuarios y bajó la calidad de oferta de los institutos tecnológicos y dejó que se vayan muriendo por inanición los politécnicos. ¿Por qué? Medidas políticas o política sometida a las demandas de consignas transnacionales que llegaron a nuestras playas en misiones de ayuda como la que citamos ha llegado a Haití. ¿Por qué no defendimos lo nuestro? ¿Por qué seguir siendo  primo exportador  y no darle valor agregado a las materias primas que producimos? La poca atención a la ciencia y tecnología es la prueba patente. La poca investigación es clamorosa. La indiferencia gubernamental, patética.


Caímos, antaño, en un debate ideológico que privilegió el debate internacional de posiciones, antes que "interpretar" cómo este debate enriquecía una propuesta nacional. Polarizar fue la consigna, explotadores por un lado y explotados por otro. Todos estandarizados y sin querer, los explotados haciéndole el juego a consignas político partidarias antes que a respuestas a carencias nacionales. Hemos ido hipotecando derechos, valores, costumbres, riqueza, identidad, lengua a cambio de una sociedad que estaba lejana. Pero debía lucharse esclareciendo y tomando posiciones hasta llegar al poder. ¿Qué poder? ¿De quién? ¿Para qué? Se devaluó el discurso democrático y ciudadano. En el campo educativo y sin debate sustantivo la educación respondía a las recomendaciones dejadas por expertos extranjeros en economía, pero pocos en pedagogía. ¿Por qué nos atrasamos y dejamos de ser vanguardia?


El escenario que tenemos hoy y en el que se regodea el neoliberalismo está domesticado por principios y valores de la globalización, nueva etapa del capitalismo. Y en educación de manera sorda y sin mucho aspaviento se viene formando a nuestros alumnos de la escuela pública desclasados, con aspiraciones moldeadas y cortadas de acuerdo a modelos del mercado, marcados por valores individualistas, egoístas, ajenos a lo que sucede en su entorno, sin proyección a futuro sino  para acumular más y más y visitar a Disney como quien siendo musulmán aspira en la vida la visita a la Meca.


Lamentablemente somos poco conscientes de que los modelos neoliberales acompañados de ideologías conservadoras nos están llevando a una manera de pensar, de conformarnos de manera determinista, que  el retroceso de las condiciones de vida de la población se ha ido pauperizando. Ahora la polarización no es entre explotadores y explotados, sino como siempre entre ricos y pobres. Las instituciones que estudian las estadísticas de nuestros países nos hablan que la pobreza y la miseria extrema en el continente han ido creciendo. ¿Es que los modelos económicos aplicados, fundamentados en disminuir la pobreza de la población, no han cumplido sus objetivos? Entonces ¿por qué se siguen empleando? Es más, seguimos consintiendo en usarlos. Sabemos que para la aplicación de las recetas recomendadas  se ha contraído mucha deuda externa, incluidos la asesoría y los procedimientos para solucionar el problema. Nos vendieron, por ejemplo, la "canasta básica" que se garantizaba sería cubierta por un salario básico. Pero en realidad los salarios mínimos no alcanzan para cubrir los costos de dicha canasta. ¿Qué hacer?


La cultura económica dominante en el país trata de convencernos de que estamos en un proceso nuevo, pero lo concreto es que la población siente que la bonanza no "gotea", no "chorrea", pero si se aprecia signos de poder económicos y signos de que el mercado es el que marca el ritmo. Complacientes apreciamos desde la escuela cómo lo sembrado en el aula se esfuma fuera de sus paredes. Un calendario cívico que recuerda y se regocija en hechos históricos, pero no en la solidaridad, en la reflexión sobre nuestra vida cotidiana, en la valoración de nuestra diversidad, en el respeto al otro. No nos oponemos a que se recuerde a los personajes que fundaron y aportaron a la patria, sino ir más allá de sus biografías, reflexionar lo que ellos habrían pensado en iguales situaciones. Pasamos del poder virreinal a un poder civil, militar y luego civil que respondían a intereses externos e individualistas. Es decir se repite aquello de que la economía sigue exacerbando su crecimiento "hacia afuera" indiferente ante el sufrimiento de las mayorías por la brutal contracción del consumo "hacia adentro". Como si César Vallejo hubiese profetizado con su poema Masa esta situación cuando dice "Al fin de la batalla, / y muerto ya el combatiente, vino hacia él un hombre/ y le dijo: "No mueras, te amo tanto!" Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo."


La educación sigue siendo ‘mecida’ por promesas y propuestas sin horizonte, pues el egoísmo y la sapiencia de pocos quieren someter a muchos. Ahora sinónimo de calidad para este gobierno es contar con un Colegio Mayor Secundario, creado por voluntad omnímoda de un Presidente ególatra; de escuelas emblemáticas (escuelas públicas notables reconstruidas por estar deterioradas); de un plan de capacitación docente que llegará a miles de docentes que urgidos por un empleo calificado, se someten a un mandato que les permita seguir teniendo un sueldo asegurado. ¿Saben cuánto tiempo demorará para que ingresen todos los docentes a la Carrera Pública Magisterial? Unos veinte años.


Nuestra educación nacional se parece al discreto encanto de la burguesía, en donde el Presidente  y las agencias de financiamiento están invitados a realizar una nueva reforma educativa, pero el Ministerio no estaba preparado para ello. Al darse cuenta que no puede realizarla, este "selecto grupo" se reúne y a partir de algunas ideas tomadas del Proyecto Educativo Nacional emprenden "su reforma", con los resultados que podemos apreciar hoy. Nos regocijamos por los pequeños logros sin contar la historia concreta: los resultados en el logro de mejoras en el aprendizaje son poco representativos si se conociera la inversión realizada.


Tenemos que recuperar la utopía y su valor como transformadora de la sociedad y para ello debemos recuperar el valor de la crítica. Debemos empezar a cultivarla en nuestros alumnos, en nuestra participación en instituciones, en la exigencia de nuestros derechos ciudadanos si queremos dejar de ser y contentarnos con ser discretos porque nos sentimos cómodos en la burguesía del siglo XXI. (29.05.10)


Luis Miguel Saravia C.

Educador

Lima – Perú




 

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