martes, 24 de enero de 2012

El liberalismo en la educación

Existe un amplio arsenal, en los diarios aparecen los "tecnócratas" en la Economía con su discurso de eficiencia y ajustes ¿En Educación sucede lo mismo? ¿Qué funciones cumplen? ¿Reproducir el orden social o crear una sociedad mejor? Ante esta situación ¿Qué hacer?




Es importante, para poder ejercer una visión crítica de la educación actual, conocer cuáles son los mecanismos por los que ésta sirve, bien a la democratización social orientada al cambio, o bien a la reproducción del sistema social. Sutiles mecanismos de reproducción social se ofrecen a menudo bajo discursos que pretenden promover una pretendida “igualdad de oportunidades” que en teoría, y bajo el valor del mérito, posibilitaría las condiciones necesarias para una pseudo- democratización del sistema. Esta fue la principal baza de la democracia liberal para justificarse socialmente, apelando a la capacidad de las clases populares de promocionarse en el escalafón social, lo que se ha llamado movilidad social ascendente. Desde la perspectiva de la filosofía política (Althusser), de la sociología (Bordieu, Bodelot, Establet), o de la semiología (Berstein) diversos autores probaron en los años 70 y 80 la falsedad de este enunciado: En realidad a través de la educación, las clases, fundamentalmente, se perpetuaban a sí mismas.

En la actualidad existen interesantes corrientes de pensamiento crítico, dentro del campo de la educación, que tratan de ofrecer alternativas a la educación reproductora, especialmente en lo que respecta al tratamiento educativo actual de las diferencias de tipo cultural y a la marginalización de las diferencias socialmente no bien toleradas.

Desde una perspectiva que persigue crear las condiciones necesarias para que se dilaten los márgenes de admisión social de la diferencia cultural, a través del conocimiento del “otro”, Henry A. Giroux habla de la necesidad de reconsiderar las relaciones de dominación entre el centro y los márgenes. Para ello desde la educación cabría defender una auténtica igualdad de oportunidades, reinterpretando las formas en que el conocimiento puede ser reorganizado para facilitar la reescritura de los límites. No podemos olvidar la llamada ya Pedagogía de la Liberación, especialmente en lo que tiene que ver con la educación de adultos y con las “comunidades de aprendizaje”, cuyo máximo representante e impulsor ha sido Paulo Freire.

En una educación de carácter democrático, por medio de las leyes, recursos e itinerarios educativos, habrían de crearse las condiciones necesarias para una mayor igualdad atendiendo la diversidad, ya que lo que hace a las sociedades democráticas es aquello que contribuye a hacer a las personas más iguales y reconocidas socialmente. Sin embargo los sistemas educativos, en mayor o en menor medida siguen sirviendo al mantenimiento de una sociedad jerarquizada y estratificada y en ocasiones sirven para segregar, estigmatizar o excluir a determinadas personas o grupos sociales. Pero los “restos” que el sistema genera producen marginación, exclusión y conflicto social, ante dichos conflictos el poder no responde con más y mejor educación, ni en general con políticas que den pie a mayores oportunidades sociales, sino que desde la óptica de la culpabilización del sujeto, se responde con más control y/o represión.

Ante la dificultad, expresada por determinados líderes de elites culturales identitarias, para que puedan convivir “bajo el mismo techo” diversos mundos; hemos de reivindicar una vez más una educación que eduque a y para una ciudadanía cosmopolita. Este tipo de educación, no debería servir para conformar identidades definidas y permanentes, sino para posibilitar procesos de relación e identificación que facilitaran a todas las personas el vínculo social necesario para sentirse miembros, de pleno derecho, de una comunidad abierta y acogedora.

Una educación democrática ha de proporcionar al sujeto el aprendizaje del conjunto de saberes y formas de interpretación de la realidad que coexisten en la sociedad. En ese sentido educar no debe constituir la base de inoculación cultural o adoctrinamiento de una cultura dominante. La educación ha de contemplar dos supuestos básicos: La universalidad, y ello entraña la comprensión de la diferencia cultural, y por otra la configuración particular de lo social, las representaciones culturales plurales propias del contexto donde la persona desarrolla su socialización, que proporcionan al sujeto el anclaje en su mundo y que alimentan su particular forma de humanidad. También ha de proporcionar a los sujetos de la educación el necesario espíritu crítico para el progreso y perfeccionamiento de lo social, para posibilitar el cambio y romper así el círculo mágico de reproducción de “lo dado”.

El educativo no es un sistema aislado al que venerar o culpabilizar. La educación se desarrolla en el conjunto de la sociedad y el fracaso de la educación es el fracaso de la sociedad y de su escasa cultura democrática. Es por ello, que es apremiante para una sociedad educadora, que se implique activamente y se comprometa con la educación de las futuras generaciones. Para ello la ciudadanía habría de responsabilizarse, en principio exigiendo a los poderes públicos una educación pública de calidad, plural, laica y abierta a lo diverso. Capaz de promover valores democráticos, de compensar las desigualdades y de aumentar las oportunidades para todas las personas sin excepción.

Este es el primer reto si no queremos quedar a merced de los adoctrinadores y del mercado. La educación privada realmente existente hoy día, que en su mayoría es religiosa, selecciona y educa en función de una ideología instituida y de las diferencias de estatus y de riqueza- hay una educación para ricos y una educación para pobres-, con lo cual no puede servir a la causa democrática.

Yo tuve un profesor de biología que estaba empeñado en demostrarnos, que el universo se rige por la curva de Gauss. Todo en la naturaleza es aleatorio y estadísticamente se distribuiría según una curva normal, él empleaba cultivos microscópicos, que según él se ordenaban y disponían normalmente. Lo que constituiría la norma, lo que se espera de las cosas se situaría en el centro de la curva, lo que no se comprende muy bien, se situaría al margen, hacia los extremos, aislado.

Yo no comprendía nada, pero como nos caíamos bien, me aprobó. Cuando más tarde estudié pedagogía me di cuenta de que toda la vida me habían estado tratando como un ser aleatorio en movimiento y ora bien me situaban unas veces en el centro, ora bien otras veces al margen, fuera de la norma, del canon de lo que se espera de uno. Muchos profesores distribuían las notas según la norma de la clase ¿Qué quiere decir esto? Pues que hacían la media aritmética de las notas de todos los alumnos y a los que tenían la nota que se correspondía con esta media los situaban en el centro de la curva, eran los alumnos normales, los demás se alejaban o acercaban de esta norma en función de su nota, pretendido reflejo de las capacidades, motivación y conducta de los alumnos. Eso sí, de ningún modo medía esta nota la adecuación y actualidad de los planes de estudios, ni la formación del profesorado, la actitud, el compromiso y las metodologías empleadas, ni mucho menos las dificultades de origen sociocultural en los alumnos.

Las políticas normativas basadas en la eficacia y eficiencia y que se vuelven a poner de moda, impelen a los enseñantes a ser sólo enseñantes, no educadores. Desde una nueva apelación a la “autoridad” y a la meritocracia, se comienzan a cuestionar los avances de la educación activa, laica y de los movimientos de renovación pedagógica. Quien no se adapta a unos límites normativos, en cuanto a rendimientos, cada vez cuenta menos a la hora de la programación de los planes de estudio y de la planificación de los enseñantes, esto lleva progresivamente a algunos alumnos a una temprana situación de retraso e inadaptación escolar y a la segregación o al temprano abandono del sistema educativo.

Los test de inteligencia que se desarrollan desde el famoso de Binet y muchas de las escalas de personalidad, inventarios, que han continuado empeñándose en clasificar, distribuir y seleccionar a la gente, se guían por una norma muchas veces cultural, ya se sabe, el anglosajón, blanco de clase media… etc,…… , si algún niño o niña se desliza un poco hacia abajo por cualquier motivo el día de la prueba, lo tildaban de deficiente en una buena temporada!!!! De ese círculo ya difícilmente se salía. Imaginaos si le llegan a hacer una prueba a algunos de esos maravillosos, pero maltratados por la vida, niños de la película, seguro que les sacan algo “feo”…. En fin, vaya con la campanita de gauss o curva de distribución normal, ¡cómo persigue a algunos!, sólo con que alguien con poder y/o influencia social o científica, se haya tomado la pequeña molestia de definir una norma.

Los tecnócratas de la educación son tan peligrosos como los de la economía. El inspector de enseñanza, en la película defendía la norma como necesaria para el buen hacer de la clase, porque eso le habría de posibilitar poder tratar, con garantía de éxito a una mayoría de alumnos, pero obviamente un director de escuela y parvulista responsable, y que amaba igual a todos los niños y quería no marginar a ninguno con sus sistemas didácticos, no aplicaba los procedimientos normativos como el inspector.

Por otra parte, es obvio que la media y los porcentajes sirven como justificación de todo, es el dominio de los números estadísticos, el funcionalismo en educación o en política o en medicina…., de sobras sabemos lo que significan estos números cuando tratamos de enfrentarnos en nuestra profesión a un problema concreto educativo o social. Es como la teoría del pollo, cuando yo hice la mili (no había objeción posible entonces, sino deserción y declaración de prófugo si no se incorporaba uno) a los mandos les gustaba decir que todos éramos iguales porque comíamos pollo, se les olvidaba decir que la tropa rasa comía los cuellos, alas y vísceras y las piernas y pechugas se cocinaban en la cantina de oficiales. Lo mismo podríamos decir de la renta per cápita, el PIB y otras lindezas…

En fin, para los que hayan leído este artículo les sugiero imaginación, creatividad, y compromiso. Y hoy puede empezar todo o ser un gran día, plantéatelo así.


Autor
Antonio Fuertes Esteban
Antonio Fuertes Esteban es presidente de ATTAC ACORDEM, un proyecto cuyo objetivo es combatir el capitalismo financiero especulativo
Atackmallorca.es 

lunes, 16 de enero de 2012

Enseñar exige riesgo, asunción de lo nuevo y rechazo de cualquier forma de discriminación

Enseñar exige riesgo, en cambio, una actividad “burocratizada” tiene la certeza de autoproclamarse verdadera. Entonces ¿Qué actitud tomar frente a lo nuevo? ¿Qué sucede con las distintas maneras de discriminar? Los textos de P Freire nos orientan al respecto.



Es propio del pensar acertado la disponibilidad al riesgo, la asunción de lo nuevo que no puede ser negado o recibido sólo porque es nuevo, así como el criterio de rechazo a lo viejo no es solamente cronológico. Lo viejo que preserva su validez o que encarna una tradición o marca una presencia en el tiempo continúa nuevo.

También el rechazo definitivo a cualquier forma de discriminación forma parte del pensar acertadamente. La práctica prejuiciosa de raza, clase, género, ofende la sustantividad del ser humano y niega radicalmente la democracia. Cuán lejos estamos de ella cuando vivimos en la impunidad de los que matan niños en las calles, de los que asesinan campesinos que luchan por sus derechos, de los que discriminan a los negros, de los que subestiman a las mujeres. Cuán ausentes de a democracia están los que queman iglesias de negros porque, en verdad, los negros no tienen alma. Los negros no rezan. Con su negritud, los negros ensucian la blanquitud de las oraciones... A mí me da pena y no rabia, cuando veo la arrogancia con que la blanquitud de las sociedades donde se hace eso, donde se queman iglesias de negros, se presenta ante el mundo como pedagoga de la democracia.

Pensar y hacer de manera errada, por lo visto no tienen en efecto nada que ver con la humildad que el pensar acertadamente exige. No tienen nada que ver con el sentido común que regula nuestras exageraciones y evita que nos encaminemos hacia el ridículo y la insensatez.
A veces temo que algún lector o lectora, incluso no totalmente convertido al "pragmatismo" neoliberal pero ya tocado por él, diga que, soñador, continúo hablando de una educación de ángeles y no de mujeres y hombres. Sin embargo, lo que he dicho hasta ahora se refiere radicalmente a la naturaleza de mujeres y hombres. Naturaleza entendida como constituyéndose social e históricamente y no como un a priori de la Historia.

El problema que se me presenta es que comprendiendo como comprendo la naturaleza humana, sería una contradicción grosera no defender lo que vengo defendiendo. Pensar como vengo pensando mientras escribo este texto forma parte de la exigencia que me hago a mí mismo de pensar acertadamente. Pensar, por ejemplo, que el pensar acertado que debe ser enseñado) concomitantemente con la enseñanza de los contenidos no es un pensar formalmente anterior al y desgarrado del actuar acertadamente.

Es en este sentido como enseñar a pensar acertadamente no es una experiencia, en que eso -el pensar acertadamente- se tome por sí mismo y de eso se hable o una práctica que simplemente se describa, sino algo que se hace y que se vive mientras se habla de ella con la fuerza del testimonio. Pensar acertadamente implica la existencia de sujetos que piensan mediados por el objeto u objetos en que incide el propio pensar de los sujetos.

Pensar acertadamente no es el quehacer de quien se aísla, de quien se "cobija” a sí mismo en la soledad, sino un acto comunicante. Por eso mismo no hay que pensar sin entendimiento y el entendimiento desde el punto de vista del pensar acertadamente, no es algo transferido sino coparticipado. Si desde el ángulo de la gramática el verbo entender es transitivo, en lo que respecta a ]a “sintaxis" del pensar acertadamente se trata de un verbo cuyo sujeto es siempre copartícipe de otro. Todo entendimiento, si no está “trabajado" mecanísticamente, si no está siendo sometido a los “cuidados" enajenantes de un tipo de mente especial y cada vez más amenazadoramente común que vengo llamando “burocratizada", implica, necesariamente, comunicabilidad. No hay entendimiento -a no ser cuando el propio proceso de entender se desvirtúa que no sea también comunicación de lo entendido. La gran tarea del sujeto que piensa acertadamente no es transferir, depositar, ofrecer, dar al otro, tomado como paciente de su pensar, el entendimiento de las cosas, de los hechos, de los conceptos. La tarea coherente del educador que piensa acertadamente es, mientras ejerce como ser humano la práctica irrecusable de entender, desafiar al educando con quien se comunica y a quien comunica, a producir su comprensión de lo que viene siendo comunicado. No hay entendimiento que no sea comunicación e intercomunicación y que no se funda en la capacidad de diálogo. Por eso el pensar acertadamente es dialógico y no polémico.



Fuente
Pedagogía de la autonomía
Titulo original Pedagogia da autonomia
Autor: Paulo Freire

sábado, 7 de enero de 2012

Las marcas del liberalismo en la educación

Los siguientes párrafos fueron escritos en el contexto de una España “en crisis”. Reflexiona sobre las razones que dieron origen al sistema educativo, sus funciones, y las causas de los problemas actuales ¿La Educación está al servicio de la construcción de una comunidad democrática?




Un sistema educativo democrático, que se precie, necesariamente ha de establecer un marco legislativo adecuado y posibilitar los recursos y las condiciones ambientales para que todas las personas, sin excepción, puedan adquirir los conocimientos, capacidades y habilidades necesarias para poder articular un proyecto de vida, o bien reconstruir nuevos proyectos en cualquier momento de su desarrollo vital.

Uno de los desarrollos del poder en la modernidad incipiente (finales del S. XVIII y principios del XIX) estuvo marcado por la construcción del conocimiento y el acceso al mismo. Otro por favorecer las condiciones que hicieran posible el desarrollo de las identidades nacionales en las naciones- estado.

Fue el liberalismo político, desde el poder, quien lideró ambos desarrollos. La democracia se va conformando como un nuevo orden liberal que instituye nuevos mecanismos de control y dominación. La función de la educación se erige como central entre los instrumentos de reproducción social. Necesariamente en la educación residía la clave para el control del conocimiento y para el desarrollo del proyecto identitario y de solidaridad nacional al que apelar en los momentos precisos y en función de los intereses de las elites.

El “sueño de la ilustración”, se vincula al predominio de la razón y al progreso. Pero es a este sueño de la razón al que Goya, y en cierta medida Niestzche, se refieren como “creador de monstruos” y esto sucede en la medida en que se consolida y hace hegemónico, en el seno de la Ilustración, el proyecto liberal: En su vertiente económica del mercado libre que se autorregula y en su vertiente político-filosófica como el legítimo derecho de los individuos “más aptos” para hacer prevalecer sus intereses, bajo el dominio del mérito, la selección natural y la lucha por la vida que caracteriza al darwinismo social. Atrás quedaban relegados al olvido discursos que contribuyeron a “las luces” como el criticismo kantiano, la crítica al dominio absoluto de la razón instrumental, el “no todo vale” en lo que respecta al progreso. No eran justificables desde la ética kantiana ni el dominio absoluto de la razón instrumental, ni el progreso por sí mismo y como único fin y en contra muchas veces del interés humano.

Los ilustrados liberales idearon unas ciencias sociales a su imagen y semejanza. El saber científico quedaría establecido por la ciencia positiva como verdad objetiva y desde este nuevo paradigma se leen a su vez los discursos sociales. A partir de August Compte se establecen las bases por donde, en lo sucesivo, habrían de discurrir las ciencias sociales, y entre ellas las ciencias de la educación. Es Compte el primero que extiende el método positivo a lo social.

Este interés en Compte y en sus continuadores, ha sido causante de que durante mucho tiempo y hasta nuestros días algunas políticas sociales, y entre ellas algunas educativas, hayan reducido a la persona a la categoría de objeto, cosificándolo y sentando las bases bien del proteccionismo paternalista, bien de la culpabilización de este sujeto. Del determinismo divino o destino, se pasa al determinismo humano, la persona no sería la medida de todas las cosas, sino que será la ciencia la que hará de las personas el objeto de su análisis.

También en las llamadas ciencias de la educación sucede lo mismo, la persona no es sujeto de la educación sino objeto de ella, un recipiente de asimilación. Esta perspectiva impediría realizar el principal fin de una educación de carácter democrático, que sería la socialización crítica del sujeto; la educación de un sujeto autónomo ante la educación y ante su propia vida, con derechos y responsable de sus actos, sujeto de derechos y deberes sociales. Con el positivismo en educación los seres humanos estarán en disposición para ser barajados, clasificados, normativizados, adoctrinados o adiestrados, como objetos de la ciencia positiva. El interés en Compte era la predicción y el empleo de la ciencia para el control de la naturaleza, incluida la humana. El círculo lo cierra el concepto de “utilidad” (introducido por utilitaristas), que justificaría el mayor bien para el mayor número, la eficacia social había de someterse así a la satisfacción de las mayorías que cuentan, en las democracias actuales los que cuentan en el mercado del voto y del trabajo. A la clasificación y selección se añadiría la segregación del “material” (humano) considerado no útil en un momento determinado.

Hoy, en la denominada por Manuel Castells “Sociedad de la información” y ante el nuevo paradigma globalizador, el sistema educativo formal ha dejado de significar el principal sistema generador del conocimiento y conformador de las adscripciones e identidades nacionales. Es este profundo cambio de contexto histórico, en el que se desarrolla el conocimiento, uno de los factores que han originado lo que desde medianos de los 70 se viene denominando “crisis de la educación”, (Junto a este se pueden citar la revolución en las telecomunicaciones y el desarrollo de Internet, los cambios efectuados en la familia y en sus roles tradicionales, la creciente importancia de la llamada educación no formal e informal y la preocupante falta de vínculo entre el desarrollo de una determinada formación académica y la consiguiente promoción laboral, entre otros), y que al mismo tiempo ha propiciado que se hable, cada vez más de sociedad educadora.

Autor
Antonio Fuertes Esteban
Antonio Fuertes Esteban es presidente de ATTAC ACORDEM, un proyecto cuyo objetivo es combatir el capitalismo financiero especulativo
Atackmallorca.es 

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