martes, 23 de julio de 2013

Los pedagogos críticos americanos


El continente americano está marcado por grandes diferencias, allí conviven el centro del poder mundial, y su “patio trasero”. El sur se caracteriza por las enormes diferencias sociales. En este contexto surgieron diversas expresiones de pedagogías críticas, que apuntan a cuestionar el orden vigente ¿Cuáles son los principales exponentes? ¿Qué caracteriza sus puntos de vista?



Los pedagogos americanos establecen una reflexión crítica desde el centro mismo del sistema educativo y los requerimientos fundamentales para crear ambientes pedagógicos en los cuales el sujeto educativo (sujeto/maestro; sujeto estudiante), se encuentre consigo mismo y con el otro como persona, con todas sus potencialidades y se reconozca en su pensar, sentir y actuar como hombre y mujer constructor de libertad y esperanza, al tiempo que como impugnador activo de la negación que se hace del ser humano, desde su privación a la educación, a la reflexión crítica, a ser sujetos direccionadores de su propia existencia, dada la marginalidad a la que han sido remitidos por un sistema colonizador, discriminante, de exclusión, de marginamiento y de irrespeto por las diferencias. Proponen didácticas, currículos, mediaciones y relaciones pedagógicas propiciadoras de ambientes pedagógicos favorecedores de crítica, creación, autonomía personal en el sentido de la emancipación colectiva y estructural. Sus principales representantes son Paulo Freire, Henry Giroux, Peter Mc Laren y Hugo Zemelman.

Para Freire, la pedagogía, ante todo es un acto amoroso, de compromiso ético y político, que permite empoderar a aquellos que no tienen voz, dar la posibilidad de la palabra a aquellos que les ha sido imposibilitada su expresión. El método fundamental es el diálogo a partir del reconocimiento del otro y su dispositivo principal, la pregunta, desde esta comprensión, el maestro lo primero que debe hacer es escuchar a ese otro estudiante, desde sus vivencias y experiencias, pues allí se encuentran las palabras vitales que constituyen su universo “las palabras generadoras”, que en el reconocimiento (por parte del maestro) y el autorreconocimiento (por parte del alumno) se legitiman como dinamizadoras del proceso de conocimiento, de alfabetización antropológica, epistémica, sociocultural, ética y política. Generar ambientes pedagógicos que permitan el reconocimiento y el autoconocimiento, ya que estos son el germen de la educación liberadora, de la pedagogía como práctica de la libertad.

De esta manera, el acto de educar se convierte en la generación y en la dinamización de un proceso de concienciación en el cual el estudiante se piensa como un “ser situado en el mundo” al tiempo que descubre, de manera crítica, el “lugar que ocupa” y el que debería ocupar como “ser humano”.

De lo que se trata, entonces, es de “aprender a leer el mundo para escribir su historia”, es decir, leer la natura y la cultura con todos sus elementos y el cúmulo de sus relaciones políticas, económicas, sociales y culturales, al tiempo que de escribir su historia, por lo tanto, de transformarla.

El sujeto educador es un constructor de esperanza, por eso la pedagogía para Freire, ante todo, es un proyecto humanista que debe favorecer la estructuración del pensamiento y la reestructuración de la conciencia en el sentido individual y colectivo.

Por su parte, Henry Giroux centra su reflexión en la interacción cultura-educación, lugar desde donde denuncia la manera como el sistema educativo está cruzado por el mundo del mercado y los medios masivos de comunicación que empobrecen la mentalidad de las personas, especialmente la de los niños y los jóvenes. Giroux propone una pedagogía crítica como pedagogía de la resistencia, en la que se sostiene que los currículos educativos planteados en el sistema no son prácticas desprevenidas, sino elaboraciones efectuadas intencional y polarizadamente por las fuerzas económicas, políticas, sociales y culturales que detentan el poder en una sociedad determinada. En su libro Los profesores como intelectuales plantea que:

El profesor, ante todo, debe ser un trabajador intelectual crítico/reflexivo que desde la construcción de una argumentación sólida nacida de una visión académica profunda de las realidades económicas, políticas y sociales, cuestione y le proponga herramientas a sus estudiantes para cuestionar las estructuras de poder que dan génesis y legitiman formas de conocimiento productoras de unas verdades y estilos de vida degradantes de las maneras de pensar y de percibir el mundo que conllevan a privilegiar y enaltecer los ámbitos del mercado y a quienes los detentan a favor de sus intereses particulares.
Frente a esta realidad, la pedagogía desde el centro mismo el sistema educativo y de la escuela deben construir resistencias, favoreciendo la construcción de un pensamiento crítico y creativo en los estudiantes, para que ello se dé, el primer paso que se ha de dar es que los profesores se sientan y conviertan en intelectuales, profesionales reflexivos sobre su propia condición y situación y sobre las exigencias que demandan las prácticas pedagógicas como prácticas éticas, políticas y disciplinares.

Para Peter McLaren el papel que desempeña la pedagogía crítica consiste en contribuir a la creación de una sociedad equitativa sostenida por los valores socialistas de cooperación y solidaridad. La pedagogía crítica presupone el análisis de la realidad a partir de la relación entre experiencia, construcción de conocimiento/saber y orden social, de manera estructural y con una intencionalidad transformadora:

Todo el proyecto de la pedagogía crítica está dirigido a invitar a los estudiantes y a los profesores a analizar la relación entre sus propias experiencias cotidianas, sus prácticas pedagógicas de aula, los conocimientos que producen, y las disposiciones sociales, culturales y económicas del orden social en general […]. La pedagogía crítica se ocupa de ayudar a los estudiantes a cuestionar la formación de sus subjetividades en el contexto de las avanzadas formaciones capitalistas con la intención de generar prácticas pedagógicas que sean no racistas, no sexistas, no homofóbicas y que estén dirigidas hacia la transformación del orden social general en interés de una mayor justicia racial, de género y económica. (Mc Laren)

Hugo Zemelman y el Instituto de Pensamiento y Cultura en América Latina (Ipecal) han propuesto una episteme como construcción de conocimiento desde el centro mismo de la realidad, conciencia histórica y didáctica no parametral que propugnan por la potenciación del sujeto.

El sujeto potenciado es aquel capaz de ubicarse como sujeto histórico, responsable de su propia existencia, a partir de un reconocimiento de la manera como constituye y ha constituido su propia historia y, desde allí, de la forma como percibe y asume los diferentes componentes de la realidad y de las realidades que construye. De esta forma, el sujeto vivencia procesos que le permiten hacer presencia en la realidad histórica como sujeto activo que no solo vive, sino que también reflexiona sus vivencias convirtiéndolas en potenciación de su existencia y aporte desenajenante, transformador emancipatorio de carácter ético y político.

La autorreflexión del sujeto se dinamiza en la discusión y en el debate de sus reflexiones en un ambiente colectivo, en el cual, mediante la conflictualización de sus vivencias y argumentos como vivencia se constituye un nuevo conocimiento sobre sí, que al haber servido como pretexto de discusión potencia al mismo tiempo a los integrantes del círculo de reflexión y a sus prácticas sociales, políticas, éticas y pedagógicas.

La potenciación del sujeto no se da imponiendo sobre sí teorías, ideologías, conceptos impuestos desde fuera, sino que se propone a partir de una lectura efectuada sobre su propio ser, que puede ser cuestionada por problematizaciones planteadas desde otro tipo de experiencias que pueden ser teóricas o igualmente vivenciales.

De esta manera, la opción vital de Hugo Zemelman y del Ipecal, por la construcción de un pensamiento crítico, propone un rescate del sujeto en la historia y como generadores de historia. A partir del planteamiento anterior, la didáctica y la enseñanza se comprenden como dinámicas históricas de carácter ético y político en las que ha de primar el reconocimiento del sujeto en la comunidad educativa, por encima del reconocimiento a los dispositivos parametralizados como: los currículos, las teorías, las normas y las imágenes de poder.

La didáctica no parametral es una postura que comprende el proceso de enseñanza-aprendizaje como un proceso intencional de permanente promoción de ruptura de sentidos y significados en el propio devenir existencial, lo que implica definir al conocimiento como construcción de significados y sentidos, es decir, de redes de representación simbólicas históricas e historizadas; al sujeto concreto como individuo sujetado a su territorialidad contextual y a su subjetividad, lo que hace de él un sujeto dialéctico en tanto que se articula en su sujeción simbólica como sujeto de deseo y como sujeto de inconsciente, sujeciones que se actúan en el mundo de las relaciones situadas, en este caso, en situaciones de enseñanza y aprendizaje concretas. (Quintar)



Extraído de:
Actitud y pensamiento crítico.
La problematización de los contextos en la construcción del conocimiento*
Luis Ernesto Vásquez Alape
Universidad de La Salle, Bogotá, Colombia

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