La analítica efectuada desde una arqueología del saber y
genealogía del poder, propuesta por Michel Foucault, propone una actitud de la
sospecha, a partir de una mirada profunda sobre la historia que en el fondo son
historias, pues “no podemos dejarnos engañar”, al detenernos solamente, en la
historia de los grandes episodios y los grandes héroes, dado que la historia se
constituye en los sistemas de lenguaje entretejidos por toda la humanidad en su
devenir, en la urdimbre que se teje en el día a día, en las pequeñas cosas, en
los órdenes del discurso y en los enunciados de lo cotidiano. Es necesario
realizar un análisis de las unidades discursivas enunciadas por los sujetos,
para develar los entramados de verdad, saber y poder que los sustentan.
El anterior planteamiento sirve para mirar la realidad de
los órdenes discursivos que se tejen en la escuela, en el sistema educativo, de
forma que permitan desentrañar las verdades, los saberes y los poderes que se
entrelazan en esta. Al tiempo, a partir de la propuesta foucaultiana, se debe
comprender al sujeto desde una mirada ética como estética de la existencia,
esto es como ser reflexivo crítico sobre sí mismo (no se le debe negar esta
posibilidad), simultáneamente como obra de arte, creativo, creador y recreador
de su propia existencia, de su propia historia y la de sus contextos.
Desde el punto de vista de la arqueología del saber y la
genealogía del poder propuestos por Michel Foucault, se erige en la enseñanza
como categoría fundamental la del saber pedagógico, pues esta explica que un
objeto, un concepto un sujeto se producen en una condición de saber, es decir,
primero que todo en un campo abierto y plural y no en una disciplina.
¿Qué hace posible la existencia de la pedagogía? Una mirada
crítica cimentada en la valoración y el debate constante sobre las múltiples
prácticas, formaciones discursivas, dispositivos didáctico pedagógicos,
lenguajes, el saber o los saberes pedagógicos que se constituyen a partir de
las mismas acciones e interacciones comunicativas que se presentan en la praxis
cotidiana, compuesta por la cultura, la sociedad y la personalidad (mundo de la
vida), del devenir de la comunidad educativa.
Se hace necesaria una mirada histórica que permita detallar
dichas prácticas, formaciones, dispositivos, saberes y, fundamentalmente, las
condiciones de posibilidad que, desde las dinámicas de lo cotidiano: sus
lenguajes tanto verbales como no verbales; sus enunciaciones, sus órdenes del
discurso singulares y el entrecruzamiento que existe entre estos y las urdimbres
económicas, políticas, culturales, sociales generales en las que se han
originado.
Ver y pensar la pedagogía como un saber implica mirar
formaciones discursivas, prácticas y sujetos, esto permite el acercamiento a
las dinámicas, a los problemas, los hechos y los procesos de la pedagogía:
análisis de la enseñanza del maestro, de la escuela, de la didáctica, del
dominio disciplinar, entendidos como dispositivos, formaciones discursivas,
prácticas, con lo cual se quiere pensar siempre como objetos formados, construidos,
inventados, fabricados, por sociedades, presiones económicas, morales y
políticas, por esquemas de conocimiento y no solo como ideas, sino también
categorías, formas de racionalidad, en fin como palabras.
A partir de la categoría saber pedagógico, el sistema
educativo, la escuela y el aula se entienden como institución donde priman un
poder, un saber y una verdad, por cuanto los docentes como sujetos históricos,
intelectuales, cuestionadores son constructores de órdenes de discurso y son
responsables de la resignificación de la historia desde las dinámicas propias
que exige el ser humano, en general, y la comunidad educativa, en particular, a
partir del reconocimiento de sus propios intereses, necesidades y
conocimientos, así como también del reconocimiento de los intereses, las
necesidades y los conocimientos de los estudiantes, vivenciados desde las
situaciones particulares del aula, donde se entrecruzan multiplicidad de
lenguajes que develan símbolos, significados y sentidos provenientes de condiciones
de posibilidad constituidas y constituidoras de historia.
El saber pedagógico se constituye en la constante
interacción entre los órdenes del discurso del currículo oficial en constante
interacción con los tejidos referenciales, simbólicos y culturales que
constituyen el tejido territorial del currículo oculto, más la reflexión
crítica constante que se debe efectuar sobre estos, para no aceptar las rutinas
como normales y ser constructores de un devenir histórico educativo centrado en
la edificación permanente de acontecimientos, esto es, de dinámicas de
transformación constante centradas en la creación de lo extraordinario, en el
extrañamiento, que consiste en no dejar que lo rutinario se convierta en
familiar.
Extraído de:
Actitud y pensamiento crítico.
La problematización de los contextos en la construcción del
conocimiento*
Luis Ernesto Vásquez Alape
Universidad de La Salle, Bogotá, Colombia
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