miércoles, 18 de mayo de 2016

Escuela de los vouchers

El académico estadounidense Michael W. Apple, un duro crítico del sistema de "libre elección" y vouchers en educación. Apple (Nueva Jersey, 1942), uno de los autores más relevantes de la corriente de "educación crítica", es profesor de la Universidad de Winsconsin y ha desarrollado su trabajo en torno a los vínculos entre poder, conocimiento y escuela.


Su visión sobre nuestro país es bastante clara. "Chile fue un modelo en el mundo en la implementación de vouchers y agendas neoliberales", señala en una entrevista con El Mostrador Cultura+Ciudad. "Creo que es un experimento fallido, aunque no soy un romántico respecto de lo que reemplazó".
Por eso, para el académico "la tarea no es volver al pasado, porque antes las escuelas también se dividían de acuerdo a las clases sociales, y antes a ratos tampoco se respetaba a los profesores, y eran mal pagados".
"Por tanto, no debo ser leído como que tengo una visión romántica del pasado, que todo antes era mejor, antes de que se hiciera cargo el Banco Mundial. No estaba bien, pero la respuesta tampoco es economizarlo todo, eso no ha funcionado", advierte.

Charlas sobre educación crítica

Apple tiene obras son reconocidas a nivel mundial, destacándose entre ellas Ideología y CurrículoEducación y Poder y Educar como Dios manda. Es profesor de los Departamentos de Currículum e Instrucción y de Estudios de Políticas Educativas en su universidad.
Sus invaluables aportes le han llevado a ser considerado como uno de los académicos más influyentes del Siglo XX en el campo educativo. Su viaje a Chile, un país que ya conoce de visitas anteriores, está siendo organizada conjuntamente por el Departamento de Educación de la U. de Santiago y la Facultad de Ciencias de la Educación de la UPLA.
En Santiago, Apple brindará el lunes la charla "Teoría y Práctica en la Educación Crítica", el martes "Entendiendo la 'política' detrás de las Reformas Educacionales" y el miércoles "No es sólo neoliberalismo", todas en el Salón de Honor de la Casa Central de la U. de Santiago, donde el 24 recibirá la máxima distinción de esta Casa de Estudios. El jueves, viernes y sábado posteriores estará en Viña del Mar, con otras dos charlas.

Origen humilde

La larga trayectoria de Apple como maestro, primero, y académico, después, lleva la impronta de su infancia, en el seno de una familia pobre de origen ruso judío. Se crió en un barrio negro de la localidad de Patterson, una de las cunas del movimiento obrero estadounidense y sede de las primeras huelgas generales del país. Su madre era comunista y su padre, socialista. Apple fue el primero de su familia en terminar la secundaria.
A esto se suma que tanto su padre como su abuelo y él mismo, de niño, fueron trabajadores gráficos. "Trabajar en una imprenta era el oficio más radical de la clase trabajadora, y su radicalismo se debía a que permitía a las personas ser letradas y críticas".
"Se asumía que el rol de la persona que trabajaba en una imprenta, al menos en la historia de mi familia, y del oeste de Estados Unidos, tanto en el sur como en el norte -que es una historia de gente luchando por educarse porque la palabra impresa era casi sagrada- era darle a la gente una forma de pensar acerca de sus vidas. Así que desde que fui niño, no puedo recordar un momento en que no deseara ser maestro", rememora.

Cuestionamiento a la educación

En aquella época, cuenta Apple, además la idea de ser profesor tenía otro valor: era un trabajo permanente, con una pensión, y era respetado.
"Como fui pobre, sólo pude ir a una escuela nocturna, en un centro de formación docente de muy poco prestigio, que había empezado como una escuela normal de dos años pero que cuando yo ingresé comenzó a ser de cuatro años y uno podía obtener un grado de bachiller", recuerda.
Allí preparaban a los estudiantes no para hacer clases en colegios de clase media o alta, sino que asumían que volverían a los barrios pobres de los cuales provenían. "Y yo quería eso, para mí era muy importante hacer eso".
Sus estudios se vieron interumpidos cuando fue llamado a realizar su servicio militar obligatorio. También allí lo colocaron en un programa de formación docente, donde la tarea era disciplinar a los jóvenes -especialmente los pobres- para que sirvieran en el Ejército.
Finalmente, Apple obtuvo su grado de bachiller, casi al mismo tiempo que cursaba un magíster en la Universidad de Columbia. Ya entonces comenzó su reflexión sobre la educación que se brindaba a las masas, y comenzó a cuestionarla.
"Nos enseñaban como si no tuviéramos cerebro. Éramos entrenados –y esa era la palabra que usaban, yo uso 'educar'- para volver a los colegios y hacer lo mismo con los niños, para tratarlos como si sólo se tratara de ser buenos trabajadores", recuerda.
"Cada vez más comencé a ver la educación como un acto político, lo que es efectivamente, es un acto de influencia, que nunca es neutral", reflexiona.
Para Apple la pregunta ya era no sólo qué se debe enseñar, sino de quién es el conocimiento que debían enseñar.
"¿Por qué estamos enseñando esto? ¿Por qué fracasan todos estos niños? Había tenido 50 niños en mi sala en la escuela primaria, y todos eran pobres. Muchos de ellos terminarían en la cárcel, o abandonando los estudios. Me quedó claro que si no me comprometía con un currículum más sabio políticamente, incluso aunque no lo creyera ideológicamente, también yo fracasaría. Así que por razones teóricas, prácticas y políticas, me vi cada vez más empujado hacia eso", dice.

EEUU y neoliberalismo

De estudiar la educación, Apple pasaría luego a examinar todo el sistema político. Y fue así como empezó a estudiar el neoliberalismo y su influencia en la escuela, en un país donde estaba fuertemente vinculado a la raza y la clase social.
"Si rastreas su historia, se trata de darles a los padres la opción de donde colocar a sus hijos", explica. "Y en la idea del neoliberalismo como la elección de los padres no puede entenderse en Estados Unidos, y creo que en Chile, Argentina, Brasil y muchos otros países, o en Sudáfrica, a menos que entiendas que se trata de proteger a los niños frente a la cultura y los cuerpos del otro: el pobre como otro, el indígena como otro, el negro como otro, el de otra clase social como otro".
"Cada vez más me fui dando cuenta de cómo Estado Unidos se estructuraba racialmente y de acuerdo a las clases económicas", remata.
En ese sentido, gran parte de su lucha contra los programa neoliberales de “elección” por parte de los padres debe entenderse no sólo como una preocupación intelectual personal acerca de las políticas económicas, los planes de elección y sus efectos, sino como vinculados a la historia que él entiende.
"Por ejemplo, por qué estamos desfinanciando las escuelas públicas, quién va a la escuela pública, quién no va, adonde se está yendo el dinero, qué es lo que está encubriendo la 'elección', quién se beneficia con ello. Esto se fue haciendo cada vez más claro a partir de mi experiencia trabajando en los barrios pobres, de que la mayoría de los padres blancos y pudientes querían 'proteger' a sus hijos de niños con peor rendimiento, que tendían a ser negros o morenos y pobres. Así que no puedes entenderme a mí si no entiendes la intersección entre clase y raza", señala.
Para Apple, como ha mostrado en sus libros, la clave es que no hay ninguna evidencia sólida que demuestre que el neoliberalismo mejore la educación. "Sí sabemos que hay una creciente segregación, y sí sabemos con toda certeza que beneficia ampliamente a los niños pudientes y a sus padres", lamenta.
Un ejemplo concreto es el estado de Wisconsin, donde reside. Allí hay planes de “vouchers”, y los padres pueden elegir mandar a sus hijos a escuelas “chárter” o privadas, usando dinero público. Un ochenta por ciento de ellos ya está enviando a sus hijos a escuelas privadas. El dinero es tomado desde las escuelas públicas y enviado hacia los padres pudientes que los apoyan.
Pero al mismo tiempo no hay suficiente dinero para mantener los empleos de los profesores. Los docentes en este estado no han tenido un aumento salarial en ocho años, los sindicatos han sido destruidos, las comunidades ya no tienen apoyos educacionales, los libros de texto tienen catorce años de antigüedad y más, y el tamaño de las clases está creciendo, dice.
"En algunas ciudades de Estados Unidos predicen que clases que solían ser de 25 alumnos, serán de 50 o 60. Así que sabemos empíricamente que todo esto no es algo bueno".

Cómo afecta la evaluación

Apple insiste en que la amplia mayoría de los programas neoliberales beneficia a un grupo muy reducido de personas. "Esto no significa que algunos padres no reciben ayuda, porque los grupos dominantes son muy buenos para usar las quejas que vienen desde 'abajo' de que las escuelas son demasiado burocráticas, que lo son; que no están dando la mejor educación posible, y en muchos lugares es así; y que la clase trabajadora no está siendo bien atendida por escuelas que están desfinanciadas".
"Algunas de estas cosas son ciertas. La tarea de los grupos dominantes es tomar este asunto y usarlo de tal forma que la mayoría de los beneficios vayan al 20% más rico de la población. Ése ha sido el resultado, por lejos, de las políticas neoliberales".
El modelo también ha incidido en la evaluación, ya que, según Apple, para que el neoliberalismo tenga éxito, todos los docentes deben ser obligados a enseñar lo mismo, ya que hay que entregar evidencia de que está haciendo cosas buenas. "Eso significa que tú no puedes enseñar algo diferente a mí, porque de otra manera los test no pueden medir lo mismo".
Hay una cultura en base a constantes auditorias, del nuevo gerencialismo: todo el mundo debe dar evidencia que están haciendo las cosas correctas, según el académico. "Por tanto, la nueva clase media ha ocupado puestos en el gobierno y los ministerios de educación, y ellos creen que están ayudando, realmente lo creen. Pero en realidad lo que tenemos es la 'prueba' merodeando al profesor. Aunque supuestamente queremos que los docentes sean más profesionales y tengan más autonomía, puesto que están siendo examinados todo el tiempo y sometidos a evaluaciones de desempeño, eso significa que tienen que enseñar lo mismo todo el tiempo".

Peligro para la democracia

Sin embargo, eso no es todo. Para Apple lo grave es que este sistema está cambiando nuestra comprensión acerca de la democracia.
"Ahora la democracia es práctica de consumo, democracia es 'elección'. Es como si el mundo fuera un gran supermercado, pero sabemos que sólo algunos pueden entrar al supermercado y comprar lo que quieran. Y alguna gente se vincula con lo que llamo 'consumo posmoderno'. Están afuera, miran los escaparates y se 'comen' las imágenes de los productos. Eso es lo que hace el neoliberalismo", critica.
Por eso, cree que su principal efecto no son los bajos logros entre los niños pobres, o la profunda desprofesionalización de los maestros a través de múltiples formas, sino grandes cambios ideológicos a un nivel más amplio, porque "el neoliberalismo es que no forma ciudadanos, sino consumidores".
"El neoliberalismo dice que la democracia es poder elegir en el mercado, dando una sensación de libertad y democracia que en realidad es destructiva. Crea lo que llamo 'individualismo posesivo': 'mientras tenga lo que es mío, todo está bien'. Es lo que llamo 'Adam Smith, pero sin Adam Smith'".
Apple recuerda que en “La riqueza de las naciones”, Smith dice que “por cada rico se necesitan 500 pobres”, pero que ya en su siguiente libro, sobre la economía moral del capitalismo, advertía que no se puede dejar que el mercado sea el que controle, porque los mercados no tienen ética.
"Así que debemos preguntar si el neoliberalismo impuesto a nuestros niños y docentes puede crear la ética de una sociedad democrática. Yo no creo que pueda. No veo ninguna evidencia de que pueda. Y eso no sólo me preocupa en el caso de Chile, sino también de Estados Unidos. Y como he estado por bastante tiempo en muchos lugares del mundo donde están haciendo esto –dado que el neoliberalismo actualmente es global- le pediría a Chile ser más cuidadoso con lo que está haciendo actualmente", concluye.

Fuente
El Mostrador (Chile)

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