En
esta publicación, el autor hace referencia a la “Intoxicación Lingüística”, a
un uso que se da al lenguaje, fijando sentidos como el de estos términos. Ante
esto, es necesario una escuela con capacidad de dar una mirada crítica.
Eficiencia
El
diccionario la define como virtud y facultad para lograr un efecto determinado.
La noria de la producción capitalista implica la acción conjunta de varios
procesos. Los diversos agentes económicos que actúan en el capitalismo tienden
a la maximización del beneficio y al crecimiento económico. Esto es lo que los
economistas del sistema denominan “eficiencia”. La palabra suena bien, pero lo
que en realidad significa es reducción de los costes laborales y uso creciente
de la tecnología. Esto es, despidos cada vez más frecuentes y numerosos,
sueldos cada vez más bajos, empleo cada vez más precario. En suma, la
aceleración de la noria del capital, el aumento de la “eficiencia” se traduce
en mayores gastos sociales.
Productividad
La
eficiencia suele ir acompañada del concepto de productividad. Nos dicen que el
aumento de la productividad es esencial. Pero si se mira de cerca, el término
productividad es, por lo menos, ambiguo, en particular cuando se aplica al
conjunto de la economía. Es algo difícil de medir. Así, si un grupo de
trabajadores aumenta la producción de una empresa a costa de su salud, ¿es
buena la productividad? Como se sabe, existe un abismo enorme entre los
beneficios de la productividad y los salarios de los trabajadores a lo largo de
los últimos decenios. Las fantasías de los economistas del sistema nos quieren
convencer de que el aumento de la productividad se traduce en mayores salarios.
Cualquiera puede comprobar esta falacia. La realidad es la precariedad en el
empleo, los contratos basura, el trabajo semiesclavo de mujeres y niños para
sobrevivir, etc. El énfasis de los economistas oficiales en la tecnología como
factor decisivo y su fijación en el libre comercio lo venden como beneficio
evidente para los trabajadores. Pero, aparte de los contratos basura, el
resultado ha sido eso que se denomina deslocalización (externalización), tanto
del trabajo especializado como no especializado.
Flexibilidad
Así,
para facilitar a los empresarios el despido, se habla de “flexibilidad”, concepto
que se emplea como panacea para resolver los problemas de la economía. En
realidad es un término doloroso para todo trabajador y trabajadora
desempleado/a. Cuando un sector de la economía o una empresa ha tenido pérdidas
se dice que ha tenido un “crecimiento negativo”. El concepto de “pérdidas” se
utiliza para indicar que una empresa ha ganado menos que el año anterior, por
ejemplo, que ha ganado 32 mil millones en vez de los 35 mil el ejercicio
anterior.
La
población de un país se cosifica en “capital humano”, “material humano”,
“recursos”, “consumidores”, etc. Semejante lenguaje inhumano se encarga de
incluir en los balances algo que no es calculable, contable. Si se prescinde de
su contenido religioso del siglo XVI, ¿qué significa hoy la palabra “reforma”?
El diccionario de la lengua recoge su sentido positivo de innovación o mejora
de algo. Cuando se habla de innovación y mejora de una sociedad, se utiliza el
término de “revolución”, y para dar marcha atrás el de “contrarrevolución”.
Pero para darles la vuelta a las reformas (mejoras) de la sociedad no existe la
palabra “contrarreforma”. Se hacen reformas en una casa para mejorarla, pero no
para empeorarla. Aplicada al empleo no es así. El Banco Mundial ha reconocido
que las reformas del gobierno militar convirtieron a Chile en un laboratorio de
la “escuela de Chicago”, y que no se informó al público de los cambios
efectuados. Esa experiencia se denominó “una lección de pragmatismo”.
Considerando que el Banco Mundial apoyó a Pinochet, el nombre refleja su propio
pragmatismo.
Extraído
de
La
Intoxicación Lingüística
El
uso perverso de la lengua
Vicente
Romano
Colección
TILDE
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