Acción-reflexión en el pensamiento de Paulo
Freire
Acción-reflexión es una expresión recurrente en
la obra de Freire. Ella designa el binomio de la unidad dialéctica de la
praxis, suponiendo que ésta sea el hacer y el saber reflexivo de la acción. El
saber que realimenta críticamente al hacer, cuyo resultado incide nuevamente
sobre el saber y así, ambos se rehacen continuamente. La expresión incorpora
todo el esfuerzo de la tradición dialéctica en la tentativa del personalismo,
en un ensayo de evitar la separación entre las manos y el cerebro, el hacer y el
saber, el lenguaje del mundo. Ese esfuerzo puede ser ejemplificado con la cita
de títulos como: Penser avec les mains (Denis de Rougemont); Travail et parole
(Paul Ricouer); Filosofía da praxis (Sanchez Vazquez), pero tuvo su inicio en
las Teses sobre Feuerbach (Marx) y en los posteriores escritos de Marx, en los
que, junto con Friedrich Engels, desarrolla la teoría del materialismo
histórico.
Por otro lado, asume rasgos de personalismo,
que asimila este concepto de praxis, dándole una connotación antropológica más
radical, como impulso para superar el dualismo entre reflexión y acción, que en
la sociedad capitalista asume una forma de antinomia capital-trabajo. Paulo
Freire ensaya materializar esa junción en la práctica, sin eliminar los polos
que se encuentran en constante proceso dialéctico.
Específicamente en Ação cultural para a
liberdade. E outros escritos (p. 49), él afirma que la palabra humana es más
que un mero vocablo, es palabra-acción. Así como no puede haber
pensamiento-lenguaje sin un mundo referente, colocando nuevamente la cuestión
del movimiento dialéctico entre la práctica productiva, el producto cultural y
el conocimiento. En esa perspectiva va siendo comprendida, en términos
correctos, la “unidad dialéctica entre teoría y práctica, acción y reflexión,
subjetividad y objetividad, en el análisis de aquella relación a la que nos
referimos antes”.
Parafraseando el título del Prefacio de
Pedagogía do oprimido, “Aprender a decir su palabra” (FIORI, 1970, pp. 9-21),
Freire afirma que en esa perspectiva de la dialéctica, “aprender a leer y
escribir da la oportunidad de entender la implicación del poder de “decir su
palabra”: comportamiento humano en el mundo que comprende acción-reflexión.
Derecho de expresarse expresando al mundo, de decidir, de optar y de crear y
recrear el mundo en el doble sentido del binomio dialéctico. A más de esta
praxis, de esta forma especial de dialéctica acción-reflexión, el conocimiento
resulta idealista y el hacer se convierte en un simple acto mecánico e irreflexivo,
porque “el acto de conocer comprende un movimiento dialéctico que va de la
acción a la reflexión sobre ella” y de ella hacia una nueva acción. Es la misma
dialéctica que se desarrolla entre el hacer y el saber, entre el lenguaje y la
acción, la palabra y el trabajo, porque no puede haber pronunciación del mundo
sin la acción transformadora consciente sobre éste (p. 50). Para Freire existen
siempre dos contextos inseparables: por un lado el contexto teórico, de los
sujetos del conocimiento, y por otro, el contexto práctico concreto de la
realidad social (p. 51).
En este contexto teórico, la
alfabetización/concientización es un acto del conocimiento, pues presupone una
epistemología dialéctica y un método que le corresponde, esto es, un diálogo
entre los sujetos que, juntos, van elaborando el conocimiento y el mundo:
hacer-saber, palabra-acción, acción-reflexión.
Sin embargo, esto significa que la praxis
educativa que se mueve en ese binomio es continuamente la práctica de una
concepción antropológica y epistemológica: es la práctica consciente de seres
humanos, que implica reflexión, intencionalidad, temporalidad o trascendencia,
a diferencia de los meros contactos de los animales con el medio que los rodea.
Los seres humanos pueden reflexionar sobre sus limitaciones y pueden proyectar
la acción para transformar la realidad que los condiciona. Debido a la
dialéctica acción-reflexión, se afirman como sujetos, seres de relación en el
mundo, con el mundo, y con los otros, por la mediación del mundo-lenguaje. Los
seres humanos actúan sobre la realidad objetiva y saben que actúan: pueden
objetivar tanto la realidad como la acción y pueden comunicar eso en la forma
de lenguaje. Así, “aprender a leer es aprender a decir su palabra. Y la palabra
humana imita la palabra divina: es creadora”. Palabra-acción, es la significación
producida en la praxis, que dice y transforma al mundo (FIORI, 1970, p. 20).
Por: Luiz Gilberto Kronbauer
Extraído de
DICCIONARIO Paulo Freire
Danilo R. Streck, Euclides Redin, Jaime José
Zitkoski (Orgs.)
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