En la
visión freiriana, las clases sociales son grupos sociales entendidos
fundamentalmente por su posición en el proceso general de opresión. En las
sociedades tercermundistas, el antagonismo de clase opone de forma
irreconciliable a los oprimidos y a los opresores, o sea, engendra la relación
de oposición dialéctica “entre los que compran y los que son obligados a vender
su trabajo”
El concepto de clase social, asociado a la
lucha de liberación de los oprimidos, es la presencia constante a lo largo de
toda la obra de Freire. Podría significar un abandono gradual del concepto en
sus obras del último período, el hecho de que el término se encuentre presente
257 veces en Ação cultural para a liberdade, y apenas 21 veces en Pedagogia da
autonomia; sin embargo es más correcto observar que en Pedagogia do oprimido el
término es utilizado 61 veces, mientras que en Pedagogia da esperança, escrita
al retomar sus principales tesis después de casi un cuarto de siglo, el
concepto de clase social está presente 172 veces.
Por lo
tanto, no es sin razón que en la reaproximación de su magnun opus, Freire haya
afirmado categóricamente que jamás abandonó este concepto fundamental de su
obra educacional. “Ayer hablé de clases sociales con la misma independencia y
consciencia del acierto con el que ahora hablo de ellas”.
De hecho,
aún en ese período, Freire afirma que es imposible comprender la historia sin
recurrir al concepto de clases sociales y sin llevar en consideración la
inocultable lucha entre sus intereses antagónicos. Rechazando el esquematismo
inaceptable de que la lucha de clases es capaz por sí misma de explicar todo,
no deja de reconocer que ella “no es el motor de la historia, sino con certeza,
es uno de ellos”.
La
educación no puede ser vista fuera del marco de la sociedad de clases. Ahí es
evidente que la humanización y la liberación son imposibles en la medida que la
relación de opresión imposibilita que las dos clases hagan efectiva su
vocación. Ni siquiera el desarrollo integral es viable en la sociedad de
clases, debido a que ella tiene su fundamento en la explotación, tanto de las
sociedades metropolitanas en relación a las periferias, como de las clases
dominantes en relación a las dominadas. “En este sentido desarrollo es liberación.
Por un lado, depende de la sociedad como un todo frente al imperialismo, por
otro, de las clases sociales oprimidas en relación a las clases opresoras”.
Así, el
proyecto humanizador, liberador, es necesariamente de lucha por la superación
de la sociedad de clases. Sin embargo, comprometerse definitivamente en este
proceso no es una actitud inmediata de la clase oprimida. Es necesario que la
consciencia del hombre oprimido se convierta en consciencia de la clase
oprimida, o sea, importa que a las necesidades de clase —las condiciones
objetivas que identifican a la clase en sí— se junte la consciencia de clase,
en el sentido aludido por Lukács. Los oprimidos, “como clase en sí”, no actúan
de acuerdo a su ser, (…) asumiéndose como “clase para sí”, entienden la tarea
histórica que les es propia.
Esa
consciencia, presupuesto de la inserción efectiva en la lucha revolucionaria,
es el “pensar cierto”, o conciencia de clase, objetivo central de una pedagogía
que busca comprometerse con la lucha por la liberación. “Se llame a este pensar
cierto “consciencia revolucionaria” o “consciencia de clase”, es indispensable
a la revolución, que no se hace sin él”.
La
transformación revolucionaria de la sociedad, acto amoroso, humanizador y que
libera tanto a los oprimidos como a los opresores, es realizada por la clase oprimida
organizada de forma consciente en un partido revolucionario. “Esta es sin duda
una de las tareas fundamentales del partido revolucionario -la de empeñarse en
la búsqueda de la organización consciente de las clases oprimidas para que,
superando el estado de “clase en sí”, se asuman como “clase para sí”.
Por Avelino
da Rosa Oliveira
Extraído
de
DICCIONARIO
Paulo Freire
Danilo R.
Streck, Euclides Redin, Jaime José Zitkoski (Orgs.)
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