Según un estudio, depende más de la compasión, del interés personal y de
la envidia.
Una nueva investigación sugiere que conseguir la igualdad social no es
el principal criterio para la redistribución de la riqueza, sino que cuando
compartimos nuestros bienes nos movemos más por la compasión, el interés
personal y la envidia. Conociendo la importancia de estas actitudes para la
gente, es posible deducir entonces su filiación política.
La redistribución de la riqueza está arraigada en la compasión, el
interés personal y en la envidia más que en la búsqueda de la igualdad o de la
justicia, ha descubierto un estudio de la Universidad de California en Santa
Bárbara publicado en PNAS, del que informa en un comunicado.
La redistribución de la riqueza es el
principal conflicto del mundo desde hace siglos. Y aunque la búsqueda de la
justicia y de la igualdad social parece explicar por qué la gente distribuye o
comparte su riqueza, o pretende que sus gobiernos la apliquen, esta
investigación ha determinado que en realidad no es así. Hay algo más.
Entender las ventajas económicas y
políticas de la redistribución no es algo natural, según este estudio,
aunque los seres humanos hemos aprendido a lo largo de la historia a
relacionarnos con los demás para lo mejor y para lo peor. Este proceso ha
construido sistemas de neuronas que nos motivan a actuar eficazmente en las
situaciones que nos conducen a dar, a tomar y a compartir.
La evolución del espíritu humano ha
puesto en evidencia la complejidad de la política pública y de la
redistribución de la riqueza que los gobiernos vienen intentando, sobre todo, a
partir del siglo XIX. Se percibe por lo general como típico de determinados
personajes.
En la concepción social actual,
existe el Yo, el Otro en una situación peor que la mía, y el Otro que
está en una condición más ventajosa que la mía. Para comprender la lógica que
está detrás del apoyo o de la oposición a la distribución de la riqueza, estos
investigadores se han concentrado en tres posibles motivos o causas: la
compasión, el interés personal y la envidia.
La compasión
Nuestros antepasados vivían en un
mundo sin seguridad social, pero han compensado estos déficits a través de la
ayuda mutua: cuando alguien tenía hambre, su vecino compartía la comida y
pasaba al revés cuando la situación se invertía, explican los investigadores.
Esta dinámica evolutiva creó una
motivación espontánea por ayudar a los que lo necesitan. La compasión es la
emoción que anima a esta ayuda basada en la necesidad del otro. Pero al mismo
tiempo, las personas tienen en cuenta también su propio bienestar y el de su
familia.
De esta forma, un motivo concurrente
es el interés personal. Las personas, cuando han ayudado a los demás sin tener
en cuenta sus propios intereses y los de su familia, han sido seleccionadas a
lo largo de la evolución.
Este interés propio puede limitar el
alcance de la compasión y aumentar el apetito de uno por lo que otros tienen.
De esta forma descubrimos que el tercer motivo oculto detrás de la distribución
de le riqueza es la envidia, centrada en aquellos que tienen más que yo.
Nuestros ancestros tampoco tenían
gente sin techo o millonarios en el Pleistoceno, pero a lo largo de la
evolución actuaron con otros seres humanos que estaban desamparados. Detrás del
afán por la redistribución de la riqueza, rigen hoy los mismos motivos que
existían en la época de nuestros homólogos ancestrales. Esos homólogos
ancestrales son el Otro peor y el Otro mejor, según los investigadores.
La percepción que tiene una persona
de nuestro tiempo sobre la redistribución, sobre el hecho de que esta última
sea deseable o indeseable, depende por todo ello de lo solidaria que sea, de su
envidia y de lo que espera obtener de la redistribución, explica este estudio.
La redistribución viene con la compasión
Para testar esta hipótesis, los investigadores han preguntado a los
participantes en el estudio si apoyaban o se oponían a la redistribución de la
riqueza, y han medido al mismo tiempo su disposición hacia la compasión, la
envidia y el interés personal.
De esta forma descubrieron que los que apoyan la redistribución son los
que muestran más compasión, y que los que esperan beneficiarse de ella son los
que se manifiestan más envidiosos.
Este mismo esquema se repitió en los cuatro países objeto del estudio:
Estados Unidos, Reino Unido, India e Israel. El hecho de que los resultados
sean similares en países tan diferentes puede deberse a una naturaleza humana
evolucionada que es compartida por diversas culturas, según los investigadores.
Este resultado es importante porque si podemos conocer el grado de
compasión, de envidia o de interés personal, o lo que una persona espera que
puede ganar o perder por la compasión, entonces es posible predecir no sólo su
opinión sobre la redistribución, sino también su afiliación a un partido
político, ya que la afiliación política es un indicador claro de las actitudes
hacia la redistribución de la riqueza, señala el estudio.
Pero si la compasión y la envidia hacen más atractiva la redistribución,
estos criterios utilizan itinerarios diferentes y pueden conducir a
preferencias políticas diferentes. Cuatro participantes sobre cinco declararon
que durante los últimos 12 meses habían ayudado a los pobres. Según los
investigadores, la compasión ha sido el motivo, no el interés personal o la
envidia.
El hecho es que sólo algunos de los motivos que llevan a la gente a
apoyar a un gobierno que propugna la redistribución, son los que inclinan a las
personas a ayudar a los pobres. Aunque muchas veces pensamos que el apoyo a la
redistribución es la misma cosa que querer ayudar a los pobres, no es verdad.
La envidia, sin embargo, funciona de otra manera. Y puede estudiarse la
elección que provoca la envidia. Si los impuestos sobre los ricos aumentan por
encima de determinado nivel, entonces los ingresos de los gobiernos empiezan a
disminuir porque hay menos incentivos a la inversión y la productividad, decae
la actividad económica y sube el paro.
Tomando como base esta idea suficientemente extendida, los
investigadores preguntaron a los participantes si preferían reducir los
impuestos a los ricos y generar mayores ingresos públicos para ayudar a los
pobres, o si preferían subir los impuestos a los ricos y disponer así de
menores ingresos para los pobres.
Un participante sobre seis prefiere esta última opción. Esta voluntad de
penalizar a los pobres para gravar a los ricos sólo puede explicarse por la
envidia de los participantes, según los investigadores.
Por último, está el tema de la justicia. Generalmente se piensa que la
gente se pronuncia por la redistribución porque le atrae la igualdad social.
Introducido este tema en la investigación, los resultados mostraron que la
igualdad no explica sus actitudes sobre la distribución. Sin embargo, la
compasión, la envidia y el interés personal, sí.
Por: Tendencias 21
Referencia
Support for redistribution is shaped by compassion, envy, and
self-interest, but not a taste for fairness. Proc Natl Acad Sci USA.
July 2017:201703801. doi: 10.1073/pnas.1703801114
Fuente: http://www.tendencias21.net/La-distribucion-de-la-riqueza-no-es-solo-cuestion-de-justicia_a44082.html
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