Para Paulo Freire la educación es un acto político, por lo
tanto un trabajo colectivo, que reeduca a todos los sujetos y actores
involucrados. Implica una postura y una actitud frente al mundo y al hombre,
que son diferentes unos de los otros, con sus culturas y creencias. No son las
teorías modernas o los conceptos abstractos que educan.
Es la práctica concreta que, al ser pensada a la luz de la
teoría, transforma la realidad histórica de cada pueblo. En suma, esta es la
pedagogía de Paulo Freire -una praxis transformadora de las estructuras y de
las personas, presente en todas sus obras, especialmente en Pedagogía do
oprimido, Educação como prática da liberdade, Pedagogia da autonomía y
Pedagogia da esperança. É
l siempre afirmó que no era creador de un “método de
alfabetización o de concientización”, sino lo que proponía como educador de la
liberación de los oprimidos era un conjunto de principios, de valores
pedagógicos respaldados por la realidad histórica. No es posible hablar de
Paulo Freire sin mirar nuestra práctica educativa, manchada de autoritarismo y
de opresión. Y eso duele mucho porque implica descubrir y liberar las prácticas
del opresor que impregnamos dentro de nosotros mismos.
La pedagogía de Freire es una pedagogía colectiva, radical,
innovadora y liberadora que propone subvertir el orden social vigente en todos
sus niveles: personal, micro y macro estructural. No es una didáctica o una
táctica política. Incluso si un conjunto de técnicas o de pequeñas acciones
como el debate en círculos, la forma de coordinar una planificación, un curso
de capacitación, una reunión de padres o de un gremio estudiantil, la
distribución colectiva de tareas para profesores, funcionarios y alumnos en la
realización de un evento y el estudio de pequeños grupos, hacen parte del
ejercicio democrático, del combate al autoritarismo y por lo tanto, de la
desconcentración del poder.
El trabajo colectivo ayuda a construir autonomía con
responsabilidad. Desafía la superación de los límites personales y valoriza la
actuación de cada trabajador/educador que tenga como compromiso la práctica de
una pedagogía de la liberación o de la “educación como práctica de la
libertad”. En el trabajo colectivo podemos ejercitar su “teoría de la acción
dialógica” que presupone dos momentos fundamentales: el reconocimiento de la
deshumanización y el compromiso colectivo con un proceso de humanización del
hombre, que sólo se puede dar en las actividades colectivas.
Ambos, construidos dialógicamente, en un proceso de
problematización que relaciona los hechos de la realidad histórica entre sí,
con sus causas y efectos; lo simple y lo complejo; lo local y lo global, lo
nuevo y lo viejo. En ese momento se promueve la aproximación entre teoría y
práctica, se permite comprender mejor el funcionamiento de la sociedad en la
medida que va desnudando la realidad. 98 En sus propias palabras: “No hay
utopía verdadera fuera de la tensión entre la denuncia de un presente, que se
hace cada vez más intolerable y el anuncio de un futuro a ser creado, construido
política, estética y éticamente, por nosotros, mujeres y hombres” .
El paso que se debe dar, en la perspectiva freiriana,
presupone riesgos, porque lo nuevo no está listo y acabado, necesita ser
construido desde el proyecto hasta la ejecución. Y eso da miedo. Muchas
personas prefieren llevar una vida mediocre para no correr riesgos, no salir de
lo mismo. Pero la construcción de lo nuevo exige osadía, creatividad, valentía,
respeto por lo diferente. Exige romper con prácticas y costumbres enraizadas.
Paulo Freire decía que la lucha de clases es uno de los motores que mueve al
mundo, pero no es el único. Y él, con mucha sabiduría y experiencia de
liberación colectiva, reservó a la capacidad de soñar, la calidad de motor
fundamental para la construcción histórica de una nueva sociedad. Para el
desarrollo de una pedagogía de la liberación, Paulo Freire no presenta en sus
obras categorías puras. Pero podemos destacar algunos valores y principios
pedagógicos fundamentales.
El más importante de ellos, que está presente en casi todas
sus obras, es la dialogicidad, porque para él el diálogo es la matriz de la
democracia. El segundo es el trabajo colectivo, junto con el respeto al
conocimiento hecho en la experiencia vivida de cada sujeto: “Nadie educa a
nadie, nadie se educa solo; las personas se educan entre sí, mediatizadas por
el mundo”. Y además podemos agregar: la ética, la tolerancia, la política, la
esperanza y la capacidad de indignación y autonomía.
Todos esos principios constituyen los “ladrillos” en la
construcción del protagonismo y de la emancipación popular y no pueden ser
pensados aisladamente sino de forma integrada, totalizadora. Esos principios
nos permiten ver la vida y las potencialidades humanas en todas sus
dimensiones.
El capitalismo nos dividió, nos fragmentó. Necesitamos
urgentemente reaprender a construirnos completamente. Y para eso es necesario
que desarrollemos acciones concretas que sean realizadas colectivamente y un
conjunto de actividades que sean puestas a disposición de las nuevas
generaciones para que ellas se den cuenta que el camino no es único. Y que no
existe un solo camino, sino una nueva forma de caminar, como nos enseña el
poeta Tiago Homen de Melo: nuevos caminos se hacen al andar. Y pueden ser mucho
más placenteros, pueden dar mucho más sentido a nuestras vidas de lo que ofrece
la sociedad actual. Actualmente, en que los medios de comunicación toman cuenta
del imaginario popular, vendiendo un modo de vida que solo benefició al
mercado; en que la ideología del consumo y el individualismo competitivo se
convirtieron en objetos de vida, y el límite del sueño se constituye en aquello
que el dinero puede comprar, la pedagogía de Paulo Freire es de una actualidad
impresionante. Más que nunca en la historia humana, resulta urgente iniciar un
proceso de revelación de la realidad, de desideologización del sentido común y
de la práctica cotidiana. Todo eso puede ser construido solo con el trabajo
colectivo.
Por: Moacir de Góes
Extraído de
DICCIONARIO Paulo Freire
Danilo R. Streck, Euclides Redin, Jaime José Zitkoski
(Orgs.)
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