Enseñanza mixta, un gran proceso de alfabetización, la abolición de los
exámenes y los premios, creación y construcción de jardines, entre otras
medidas, fueron la política de la dirección del Partido Bolchevique durante los
primeros años de la primera revolución triunfante.
En 1925, el educador T. E. Segalov
escribió, “La forma en que una sociedad dada protege a la niñez refleja su
nivel económico y cultural existente”. A 100 años de la magnífica revolución
que llevó a la clase obrera en Rusia a construir su propio estado, y la visión
avanzada de los dirigentes del Partido Bolchevique, tuvo su repercusión directa
en la organización de la educación en una nueva sociedad basada en la
expropiación de los medios de producción.
Muchas las medidas más inmediatas
fueron pensadas en los primeros años de la revolución, los años más creativos,
y eran tomadas como medidas transicionales hacia una nueva sociedad por
construir (y sobre los estivos de una vieja sociedad por sepultar), que era el
comunismo y la liquidación de las clases sociales.
LOS PRIMEROS PASOS DE LA REVOLUCIÓN
El primer paso es la creación, en
noviembre de 1917 del Narkompros, el Comisariado Popular de Educación que como
primer medida nacionaliza todas las instituciones educativas y decreta la
separación Iglesia – Escuela (Estado) y la unificación del sistema escolar.
Anatoli Vasílevich Lunacharski, fue nombrado el primer Comisario del Pueblo
para la Educación y la tarea organizativa central que afrontaba era la
administración del sistema escolar.
Aquí se formularon los principios
básicos de la reforma de la enseñanza y creó gran cantidad de guarderías como
educación pre escolar (muy avanzado para la época), y una incipiente
construcción de jardines de infancia llevando la educación obligatoria a partir
de los 3 años de edad combinado con colonias infantiles.
En las primeras medidas del Partido
Bolchevique, se preparaba una inmensa revolución política y pedagógica. Como
primera medida, se construyó desde el estado obrero un gran plan de
alfabetización. Esto se entiende con los datos sobre analfabetismo del régimen Zarista,
que a finales del siglo XIX supera el 78% de la población.
Para los bolcheviques, el problema
del analfabetismo como uno de sus principales retos a superar. Por lo tanto,
todos los jóvenes y trabajadores que supieran leer y escribir fueron movilizados
en un gigantesco plan de alfabetización (mayormente al campo), junto con la
publicación de colecciones populares de los clásicos para ser vendidos a precio
de costo. Los obreros que sabían leer y escribir jugaron un rol clave.
Otra de las medidas más importantes
ni bien la toma del poder, es el establecimiento de la escolaridad mixta y se
le dio a la educación un carácter politécnico y colectivo.
La revolución abolió los
exámenes y decretó que las escuelas fueran regidas por un consejo del que
formaban parte los trabajadores del establecimiento, los representantes de las
organizaciones obreras locales y los estudiantes mayores de doce años. Bastaron
pocos meses de poder obrero, para que se proclamara la gratuidad de la enseñanza
universitaria. También se anularon los deberes y los exámenes así como las
gratificaciones en forma de medallas de oro y plata.
El Narkomprós sostuvo que el sistema
educativo debería hacer posible que el hijo de un obrero industrial fuera
obrero en una fábrica, o director de una industria, o miembro de la Academia de
Ciencias, sin que la elección profesional quedara restringida desde una edad
temprana. Esto significaba educación general universal tanto a nivel de
primaria como de secundaria. Descartaba la posibilidad de la temprana
especialización profesional en las escuelas y del aprendizaje de oficios por
los niños en edad escolar.
De este modo, la Escuela única de
Trabajo, de acuerdo con el programa del Narkomprós, era politécnica, pero no
profesional, enseñaba una diversidad de oficios manuales sin especializar en
ninguno de ellos ni proporcionar una preparación profesional ni comercial.
Los niveles educativos se distribuían
desde los tres a los ocho años como educación preescolar en los jardines de
infancia (que incluía también para los más pequeños guarderías, ya que la mujer
trabajaba igual que un hombre y no podía dedicarse en exclusividad al cuidado
de los hijos). El siguiente escalón sería la escuela primaria, que en este
periodo se hace obligatoria, desde los ocho a los quince años (lo que se
denominó “educación escolar de siete años” en comparación con los planes
quinquenales del gobierno para la economía).
Cuando los bolcheviques llegaron al
poder en 1917 estaban convencidos de que bajo el socialismo la familia “se
extinguiría”. Imaginaron una sociedad en la que los comedores comunales, las
guarderías y lavanderías públicas reemplazarían el trabajo no remunerado de las
mujeres en el hogar, a sabiendas que son las mujeres las que cargan principalmente
con la tareas domesticas, y con la crianza de los niños. Esta eliminación de la
carga del trabajo doméstico sería un aspecto clave de la liberación de la mujer
en la revolución. El problema de la infancia y de la educación, tenía como
punta de lanza la emancipación de la mujer de las tareas domésticas y entre
ellas, de la crianza de los hijos.
Según León Trotsky, la intención
integral de los revolucionarios era el de crear “…un sistema acabado de
servicios sociales: maternidades, casas cuna, jardines de infancia,
restaurantes, lavanderías, dispensarios, hospitales, sanatorios, organizaciones
deportivas, cines, teatros, etc. La absorción completa de las funciones
económicas de la familia por la sociedad socialista, al unir a toda una
generación por la solidaridad y la asistencia mutua, debía proporcionar a la
mujer, y en consecuencia, a la pareja, una verdadera emancipación del yugo
secular.”
A 100 años de la Revolución Rusa,
vemos lo avanzado de las ideas socialistas de los dirigentes del Partido
Bolchevique en los primeros años, encarnados en las figuras de Lenin y Trotsky
y de tantos otros que dieron su vida por estos ideales. Sabemos que no se trata
de repetir mecánicamente en nuestros tiempos esta experiencia, sino de poner en
valor su herencia para las revoluciones que tarde o temprano vendrán. Quedará para otro artículo los retrocesos en
este terreno en el período Stalinista, y el análisis de las diferentes
corrientes pedagógicas en puga en la Rusia Revolucionaria.
En Argentina, son 715.484 los
chicos de 5 a 15 años realizan trabajo infantil y el 47,7 por ciento de
los hogares con niños y adolescentes no cubren la canasta básica y que 5,6
millones de niños son pobres y, de ellos, 1,3 millón está en la indigencia.
Mientras que más tres millones de chicos y chicas de entre 45 días y 5 años que
no van al jardín. Un gran flagelo a la infancia.
Queremos cambiar de verdad el mundo
tal como hicieron los Bolcheviques, expropiando a los expropiadores y rompiendo
las cadenas del capital. Esta pelea no puede darse sino a través del mismo
proceso mediante el cual la clave obrera se organiza y toma conciencia, y
construye su propio partido. Por ello mientras luchamos por la transformación
de la educación, al mismo tiempo luchamos por la emancipación de la clase
trabajadora. Queremos transformar la sociedad para cambiar la escuela, y
transformar la escuela para aportar en la lucha por otra sociedad.
Por
Federico Puy
Docente, Congresal UTE CTERA
Fuente:
https://www.izquierdadiario.es/Educacion-y-Revolucion-rusa-ellos-se-atrevieron
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