En el
ámbito de la concepción educacional
freiriana, especialmente en Pedagogia do
oprimido, la comunicación está asociada a la creencia en los seres humanos
oprimidos. Ontológicamente, es necesario que los veamos con la capacidad de
pensar cierto. Según Freire, si falla esa creencia, “abandonamos la idea o no tenemos el diálogo, la reflexión, la
comunicación y caemos en los slogans, en
los comunicados, en los depósitos, en los dirigismos. Esta es una amenaza que
está contenida en las adhesiones inauténticas a la causa de la liberación de
los hombres” (FREIRE, 1970, p. 30)
. En esa
perspectiva educacional, convivir, simpatizar, implican comunicarse, lo que la
concepción tradicional y hegemónica de las escuelas brasileñas rechaza y teme.
Solo la comunicación da sentido a la vida humana. Los quehaceres de
educador-educando y educando-educador ganan autenticidad, si esa interacción
dialógica fuese auténtica y ellos fueran mediatizados por la realidad vivida,
por lo tanto, en la intercomunicación. De ahí que, enseñanza-aprendizaje no
puede suceder en aislamiento, sino en y por la comunicación entre los sujetos
involucrados alrededor, repitamos, de una realidad vivida de manera concreta.
Y, si eso sólo tiene sentido de esa forma, su fuente generadora es la “acción sobre el mundo, el cual mediatiza las
conciencias en comunicación. No será posible la superposición de los hombres
sobre los hombres” (FREIRE, 1970, p. 37).
La
educación problematizadora, al responder a la esencia del ser de la conciencia,
que es su intencionalidad, niega los comunicados y su existencia, optando así
por la comunicación. Por eso, solo el diálogo, que implica un pensar crítico,
es capaz también de generarla. Sin él no hay comunicación y sin ésta no hay
verdadera educación.
Entonces,
la comunicación está vinculada a la cultura y al diálogo. Esto porque en el
proceso de democratización de la cultura ocurre la integración con la realidad
de la misma forma como se da en la existencia empírica. En ese proceso
colaborativo la vocación ontológica de ser sujeto va siendo construida de forma
activa, dialógica y crítica. Para Freire esa interacción dialógica es una
relación horizontal entre los sujetos, mediada por el contenido programático,
transformado culturalmente por la reducción y la codificación, pues “sólo el diálogo comunica” (FREIRE, 1976,
p. 115).
Esto
implica una relación de simpatía en búsqueda de algo y “sólo ahí hay comunicación” (FREIRE, 1976, p. 115). Ese es el
sentido cultural de la mediación comunicativa entre los sujetos históricos. En
esa construcción conceptual, contextualizada histórica y localmente, señala
como variación del concepto de comunicación a la intercomunicación, esbozando
un esquema de esta interacción dialógica y explicitando los elementos
matriciales de la misma: amor, humildad, esperanza, fe, confianza y criticidad.
Se ve la
construcción conceptual contradictoria, explicando matriz y esquema para el
anti-diálogo y el comunicado, rompiendo así con la simpatía. Al traer el
contenido programático de la comunicación dialógica para esa red conceptual,
define también aprendizaje en este proceso, resaltando que sus experiencias
educacionales se basan “en el aprendizaje
de la información a través de múltiples canales de comunicación” (FREIRE,
1976, p. 119 nota al pie).
Además de
eso, en la mencionada obra detalla las fases de elaboración y ejecución
práctica del proceso de alfabetización por la concientización (conocida
internacionalmente como Método Paulo Freire), explicando la esencialidad de la
interacción dialógica, de naturaleza comunicativa, colaborativa y desafiante.
Resalta sin embargo, que la mayor dificultad en el aprendizaje de ese
procedimiento metodológico está en la creación de una nueva actitud dialógica,
en el ámbito de la relación yo-tú, de los dos sujetos en comunicación. Alerta
para la conversión del tú de esa relación en mero objeto, que implica
perversión del diálogo y transformación de la matriz de la comunicación en
comunicados pautados por el par transmisión-recepción.
Freire
trata del concepto de comunicación de forma dialéctica con su par contrario, o
sea, la extensión, en una obra específica (Extensão ou Comunicação) dirigido al
contexto científico tecnológico (al final de cuentas el proceso de comunicación
humana no puede estar exento de los condicionamientos socio culturales),
especialmente en la interacción entre especialista (tecnólogo) y ciudadano
común (trabajador rural).
Afirma
que, como educadores, necesitamos rechazar la “domesticación” de los seres
humanos, asumiendo que la tarea educativa es la comunicación y no la extensión.
La base argumentativa, incluso en este contexto científico tecnológico,
continúa la misma: “Todo acto de pensar
exige un sujeto que piensa, un objeto pensado, que mediatiza al primer sujeto
del segundo, y la comunicación entre ambos, que se da a través de signos
lingüísticos. De esta forma, el mundo humano es un mundo de comunicación”
(FREIRE, 1971, p. 44).
Esto implica la coparticipación activa de los sujetos
involucrados, lo que descarta la acción expositiva, con poca inteligibilidad,
vivida comúnmente por nosotros en esta sociedad llamada del conocimiento. Al
final, según Freire la comunicación verdadera no parece estar en la exclusiva
transferencia o transmisión del conocimiento de un sujeto al otro, sino en su
coparticipación en el acto de comprender la significación del significado. Esa
es una comunicación que se realiza de forma crítica. Recordemos que, en la
codificación pedagógica, hay comunicación verdadera, que es la
intercomunicación.
Por: Fábio
da Purificação de bastos
Extraído de
DICCIONARIO Paulo Freire
Danilo R. Streck, Euclides Redin, Jaime José Zitkoski (Orgs.)
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