A partir de notas como “¿Es posible desarrollar una
pedagogía liberadora en la escuela actual?” de Hernán Cortiñas, continúa el
debate sobre los límites y potencialidades de las prácticas educativas.
La pregunta en debate es un interrogante siempre presente para las y los
trabajadores de la educación que buscan o se les impone, por diversas
circunstancias, la problematización frente a su propia práctica. Fue y es
cuestión debatida en extenso por distintos pedagogos y corrientes filosóficas
educativas diversas.
ES Ó NO ES POSIBLE: ¿ES FRUCTÍFERO UN ANÁLISIS
BINARIO DE LA PREGUNTA PRESENTADA?
Como respuesta a la cuestión, se han postulado desde planteos
reformistas de superficie que hablan de cambio y transformación dentro del
sistema educativo tal cual está dado dentro del capitalismo hasta planteos
revolucionarios anulantes según los cuales nada puede hacerse desde el sistema
educativo en el actual estado de situación dado que éste impone límites a la
acción educativa infranqueables y constrictivos.
Se presenta así una lógica binaria de análisis e interpretación de la
cuestión en debate según la cual el sistema educativo y, por tanto, las
prácticas pedagógicas que en él se despliegan, o son salvadoras o son inermes
frente a la transformación de la realidad. Cualquier análisis desde una
perspectiva binaria cae en un reduccionismo como mínimo infructuoso y
pesimistas al mismo tiempo que obtura la postulación de respuestas creativas que
contemplen la posibilidad de análisis intermedios que tengan en cuenta el
¨mientras tanto¨.
Si pensamos la práctica educativa como pedagogía liberadora, salvadora e
infalible, caemos en un reduccionismo que no contempla las condiciones
situacionales limitantes como ser la propia condición de asalariados y
explotados de los trabajadores de la educación, la falta de espacios de
capacitación en servicio, las pésimas condiciones de infraestructura en la cual
debe desarrollarse la labor, las imposiciones de tareas administrativas y
asistenciales a las que los y las docentes nos enfrentamos día a día en
nuestras escuelas públicas, entre muchas tantas otras. Este tipo de posturas le
lavan la cara al capitalismo dándole atribuciones a la educación que ésta no tiene
ni puede abordar.
Por otra parte, si pensamos la práctica educativa como inerme y limitada
al punto de la anulación como herramienta transformadora caemos en un
reduccionismo que no contempla el alcance que la educación tiene dentro de la
lucha de clases. Tampoco se tiene en cuenta que es un espacio en donde la
docencia puede cumplir un rol activo a nivel ideológico, aunque el sistema
educativo tenga límites propios que no permitan transformarlo en profundidad
como queda evidenciado en el sistema de evaluación, calificación y
clasificación de los estudiantes que genera circuitos educativos diferenciados.
La disputa política e ideológica que se puede dar dentro de la escuela,
enmarcada dentro de una organización revolucionaria más amplia, queda así anulada.
En este punto se hace interesante retomar la tercera Tesis sobre
Feuerbach de Marx en donde explica que “la teoría materialista de que los
hombres son producto de las circunstancias y de la educación, y de que, por
tanto, los hombres modificados son producto de circunstancias distintas y de
una educación modificada, olvida que son los hombres, precisamente, los que
hacen que cambien las circunstancias y que el propio educador necesita ser
educado”. Una lectura posible de este planteo sería interpretar que cuando Marx
dice que el educador debe ser educado no lo hace para minimizar el alcance de
la educación misma sino para remarcar la potencialidad del ámbito educativo.
Comprender a la escuela como aparato ideológico del Estado es analizarla
también en su posibilidad de subversión o transformación. Minimizar este
aspecto, o anularlo, es una negación de los cambios reales que la escuela ha
demostrado objetivamente alcanzar. En este sentido, cabe plantearse si es justo
calificar los logros educativos de la docencia, aunque sean limitados e
insuficientes, como partes de un anecdotario que llena de orgullo a docentes
aislados.
¿QUÉ HACE LA DOCENCIA EN EL ¨MIENTRAS TANTO¨?
Por lo expuesto anteriormente, es válido sostener que sería posible una
pedagogía liberadora en el estado actual de situación sólo en tanto práctica de
resistencia, como herramienta para profundizar contradicciones desde la
literatura, el debate, la puesta en palabra y discusión de las miserias que
golpean a toda la comunidad educativa dentro de los límites de este sistema
político y económico en el que nos encontramos inmersos. Es decir que la
respuesta a este problema no puede ser cerrada, no puede plantearse como si o
como no, sino que no queda más que plantear un sólo si, un análisis de grises.
Pese a la precarización laboral, los y las docentes no tiramos la
toalla. Si el hecho de estar precarizados y explotados nos quiebra o nos hace
creer que la tarea realizada es infructuosa o imposibilitada de creación y
recreación de realidades, lo lograron. Entender a la educación desde esta
perspectiva nos habla de comprenderla en términos de pasos que se dan en el
“mientras tanto” caminamos hacia los cambios profundos y sistémicos que
soñamos, buscamos y construimos militantemente. Se delinea así un tercer
planteo posible e intermedio a las dos polarizaciones reduccionistas antes
desarrolladas que expresa una profunda confianza en la educación como
herramienta de quiebre y ruptura que haga posible delinear, pensar y esbozar
caminos de liberación real y efectiva.
La educación siempre es campo de batalla de la lucha de clases. En este
sentido, el fenómeno educativo, debe ser analizado desde una perspectiva de
clase. En el estado de situación actual el sistema educativo es herramienta en
manos explotadoras para generar subjetividades adaptadas al sistema social,
político y económico imperante. Esto no destruye la posibilidad de hacer mella
haciendo uso de dicha herramienta en fogonazos que permitan exponer las
contradicciones intestinas del capitalismo que genera hambreados y excluidos
cuando las fuerzas productivas permitirían, bajo una planificación socialista y
de los trabajadores, asistir a la existencia real del hambre cero a escala
mundial.
En este punto cabe aclarar, una vez más, que ésta no es más que táctica
defensiva y de resistencia hasta que se pueda subvertir y expropiar por
completo el Estado y sus aparatos ideológicos pasando a constituirse como
estado en manos de los trabajadores. Este es siempre el último y real objetivo
de la lucha de clases, en la cual la educación y los sistemas pedagógicos
cumplen un rol fundamental, aunque no sea ni el principal ni el más decisivo en
la disputa. La educación por sí misma no puede transformar nuestra realidad
social sino está ligada a una estrategia política que permita crear un partido
revolucionario que presente una direccionalidad seria y efectiva para movilizar
a las masas trabajadoras hacia la búsqueda y la lucha por su propia
emancipación. Pese a lo antes dicho no se puede desconocer o negar que la educación
es una herramienta fundamental en el ¨mientras tanto¨ más allá de sus
limitaciones.
Por Ana Belinco
Fuente del
articulo: https://www.laizquierdadiario.com/Segunda-vuelta-Es-posible-desarrollar-una-pedagogia-liberadora-en-la-escuela-actual
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