Sindicatos y gremios de les trabajadores de la educación del sector básico, medio y universitarios, de la ciencia y la cultura, colectivos de investigadoras(es) y educadores(as) populares del mundo, así como actores sociales, reunidos los días 25, 26 y 27 de septiembre de 2020, en el I Congreso Mundial de educación: en defensa de la educación pública y contra el neoliberalismo educativo declaramos que:
La pandemia del COVID-19 generó una situación
inédita de parálisis global programada, que desnudó las profundas desigualdades
del sistema, pero que también se convirtió en una oportunidad para el gran
capital en su propósito de avanzar en una redefinición de sus procesos y
dinámicas, con elementos de mayor exclusión y dominación. La ola de
privatizaciones de los servicios básicos y de interés social ocurridas en las
últimas décadas, hizo que los sectores sociales más empobrecidos y la clase trabajadora
fueran los más afectados por la crisis de la pandemia.
Tal parálisis se imbricó con la crisis económica
del capital que venía eclosionando en una nueva recesión económica mundial. En
ese contexto vimos surgir gobiernos neo- conservadores con políticas de corte
fascista como el de Trump o Bolsonaro, que con sus políticas negacionistas de
los riesgos para la salud del COVID-19 llevaron a miles de seres humanos a los
hospitales y a la muerte. Muchos gobiernos, siguiendo el ejemplo de Trump y
Bolsonaro, privilegiaron las ganancias por encima de la vida humana. Esto
debe ser enfrentando por los pueblos y sus organizaciones sociales y sindicales
en el plano de las ideas, la movilización y la organización.
La actual coyuntura mundial es de crisis profunda
del sistema capitalista que lo lleva, una vez más, a intentar colocar sobre las
espaldas de los y las trabajadores los costes de esta situación.
Con lo que respecta a educación, la pandemia del
COVID-19 ha servido de pretexto para avanzar en la agenda neoliberal de
sociedad educadora, la cual se concreta con novedosas formas de privatización
educativa, asociadas al acceso a la conexión a internet y la posesión de
equipos para participar en las clases remotas y virtuales.
El experimento de la virtualidad en casa está
siendo usado para colocar una disputa que no existía en febrero de 2020, entre
educación presencial en la escuela versus educación virtual en casa. El
capitalismo sabe que no puede suprimir de manera impune y rápida las escuelas,
pero está creando el imaginario social sobre la obsolescencia de lo escolar.
Con ello procura dar entrada a las corporaciones tecnológicas y de contenidos
educativos digitales al “mercado educativo”, lo cual va acompañado de una
desinversión sostenida en la actualización y formación docente para contextos
digitales como el actual.
La propuesta de educación virtual, híbrida y
multimodal ha encontrado a millones de niños, niñas y jóvenes sin posibilidades
reales de continuar sus estudios. No son ellos, los y las jóvenes y los más
chicos(as) quienes están dejando los estudios, es el sistema capitalista quien
los está dejando fuera, al romperse el papel igualador de condiciones de
aprendizaje asignado a la escuela.
A pesar de ello, la docencia internacional ha
asumido por cuenta propia y con el acompañamiento de sus gremios y sindicatos
la tarea de actualizarse para enfrentar los actuales desafíos pedagógicos. Los
educadores del mundo somos un digno ejemplo del compromiso con la continuidad
del derecho a la educación, en condiciones cada vez más adversas, quienes hemos
garantizado de manera real el sostenimiento del vínculo pedagógico con los y
las estudiantes.
Los/as docentes han sido sometidos al acoso
laboral, sobre carga en sus horarios y tareas, encerrados/as en sus casas,
resolviendo por su cuenta la continuidad de la actividad educativa. Situación
que además, ha incrementado la jornada de trabajo por las tareas de cuidado y
sostenimiento del hogar, afectando especialmente a las trabajadoras docentes
con hijes menores o adultes mayores a su cargo Esto lo ha hecho el magisterio
mundial con el mínimo o ningún reconocimiento de los gobiernos.
Ello no oculta la emergencia de nuevas formas de
privatización, al transferir a las familias, docentes y estudiantes las
responsabilidades de los Estados nacionales de garantizar las condiciones
mínimas para ejercer el derecho a la educación. Son ahora las familias,
docentes y estudiantes quienes deben comprar o repotenciar computadoras, pagar
planes de datos para el acceso a internet e incluso adquirir plataformas
privadas para poder dar clases virtuales. Esta privatización está siendo
ocultada con una estruendosa cortina de humo comunicacional de los gobiernos
algunos de los cuales, incluso, han sostenido un supuesto éxito educativo en la
pandemia, con frases oportunistas sobre la vocación docente.
Algunos gobiernos de manera irresponsable han
intentado convocar a una vuelta a clases en medio del ascenso de los contagios,
sin que aún se cuente con una vacuna y sin las adecuadas condiciones de bio
seguridad, cuestión que expresa con claridad que sus mayores preocupaciones
están en reactivar la economía capitalista en crisis, a costa de la seguridad y
vida de les niñes, familias y les trabajadores de la educación, exponiendo a la
inmunización por rebaño.
Mientras el capital hoy defiende la escuela como
guardería y sitio para transmitir conocimientos funcionales al modo de
producción, nosotros defendemos la escuela del pensamiento crítico, de la
solidaridad, del encuentro humano, del vínculo con la transformación social.
La actual crisis ratifica viejas certezas al tiempo
de instalar nuevos desafíos. La certeza según la cual la experiencia educativa
ineludiblemente se sostiene en una actividad presencial ha recuperado
nuevamente valor para el ejercicio docente, tan denostado por la
mercantilización educativa neoliberal. Con todo ello, el retorno a las aulas y
a la presencialidad no puede ser un regreso a aquella realidad naturalizada de
desigualdades expresadas antes de marzo 2020 y con dramatismo durante la
pandemia.
El desafío que enfrenta la generación de
trabajadores y trabajadoras de la educación en el presente es aún mayor: se
trata de pensar y construir respuestas, no solo para la coyuntura, sino que
desde el presente de resistencias se pueda trazar un horizonte estratégico, que
pasa ineludiblemente por la construcción de alternativas pedagógicas que
sustenten una nueva escuela, una nueva universidad.
Asumir de la manera más consistente y responsable
este desafío, supone ir más allá de las fronteras nacionales puesto que lo que
está en juego es precisamente la superación de la crisis de un modelo
globalizado de educación neoliberal.
La universidad pública intenta ser tensionada por
el capital hacia modelos de privatización, lo cual demanda un renovado
compromiso con su carácter público, algo que forma parte de nuestras
preocupaciones centrales.
Por ello, este I Congreso Mundial de
Educación: en defensa de la educación pública y contra el neoliberalismo
educativo acuerda:
Primero: condenar de manera firme y contundente este nuevo
modelo de privatización educativa que se intenta imponer en el marco de la
pandemia del COVID-19. Por ello, se insta a los gobiernos, a que en el periodo
que aún resta de la pandemia se garantice el acceso universal y gratuito al
internet y los planes de datos, así como la dotación de equipos de computación
a docentes y estudiantes. La crisis generada por el COVID-19 no puede ser un
pretexto para imponer el paradigma neoliberal de sociedad educadora ni para
descargar sobre los y las trabajadoras(es) la actual crisis económica mundial;
Segundo: declarar por unanimidad que la educación pública,
gratuita, popular, laica, científica, no sexista, no racista y de
excelencia es para nosotres entendible en un marco de presencialidad,
encuentro, diálogo y construcción compartida del conocimiento en las aulas e
instituciones educativas, y siempre al servicio de los problemas globales,
nacionales y locales de las grandes mayorías Por ello, denunciamos los intentos
de las grandes trasnacionales y corporaciones tecnológicas de promover el
modelo de educación en casa, como una ruta para elevar sus ganancias en
detrimento de las necesidades humanas de aprendizaje de los pueblos;
Tercero: la presencialidad no se opone al uso de la
innovación tecnológica en las escuelas, liceos y universidades, pero ello demanda
el desarrollo de plataformas virtuales independientes y nubes digitales
soberanas en manos de los sistemas educativos nacionales y las organizaciones
sindicales del magisterio. Este tema se convierte en central en la lógica de
frenar nuevas formas de dependencia científica y del conocimiento derivadas de
la dependencia tecnológica. La docencia mundial tiene el saber pedagógico para
trabajar desde cada especificidad el conocimiento que se corresponda al
desarrollo tecnológico en las aulas con una perspectiva igualitaria, de
justicia social, anti patriarcal, feminista, ecológica, crítica, emancipatoria,
de defensa de nuestra memoria histórica y los pueblos ancestrales y
anticapitalista;
Cuarto: Ante la desinversión educativa que viene
ocurriendo en el marco de políticas neoliberales, lo cual se expresa en el
deterioro de las condiciones de trabajo y salariales de les docentes,
planteamos a la OIT y la UNESCO la urgencia de producir una nueva actualización
de las “Recomendaciones de la OIT y la UNESCO relativa a la situación del
personal docente (1966)” y de las “Recomendaciones de la UNESCO relativa a la
condición del personal docente de enseñanza superior” (1997), así como de
sus revisiones posteriores. Se debe garantizar el respeto a los derechos laborales
de la docencia, con pleno acceso a la formación y actualización permanente,
gratuita y en servicio, a cargo de los estados y las instituciones educativas.
Quinto: es urgente abrir un diálogo educativo abierto y
permanente con las organizaciones de los/ las estudiantes y sus familias que
defienden el derecho a la educación en los nuevos contextos de asedio de las
corporaciones tecnológicas, para con ellos y ellas construir rutas de trabajo
compartidas;
Sexto: establecer un plan de unidad en las luchas que se
exprese en la solidaridad activa con todas las formas de defensa de la
educación pública y contra el neoliberalismo educativo que se libren en los
territorios locales, nacionales, continentales y mundiales. En ese sentido
trabajaremos en una ruta unitaria que permita el establecimiento de la segunda
semana de junio de 2021 como la semana mundial de movilizaciones en defensa de
la educación pública, la ciencia y la cultura, en la
cual se coordinen organizaciones de les trabajadores de la educación,
asociaciones de familias y estudiantiles. Trabajaremos en el post congreso para
impulsar la Marcha Global de les Trabajador@s de la Educación, los estudiantes
y las familias y la realización de un Congreso Mundial de Educación Artística y
Cultura;
Séptimo: Transformar el Grupo de
Contacto Internacional que posibilitó llegar a este Congreso Mundial, en
el Espacio de Encuentro Global de las Luchas en Defensa de la Educación
Pública con el propósito de allanar el camino para la conformación de
un espacio estable y permanente, la Coordinadora Internacional de los y
las Trabajadores(as) de la Educación.
Octavo: se aprueba emitir por separado las declaraciones
de solidaridad con las luchas de los pueblos y el movimiento pedagógico que
fueron presentadas ante la mesa de debates.
Participantes en el I Congreso Mundial de educación
2020: en defensa de la educación pública y contra el neoliberalismo educativo
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