Latinoamérica, epicentro actual de la crisis sanitaria mundial, sigue siendo una presa deseada para los inversores extranjeros. En los últimos meses, en plena época de estragos pandémicos, cinco países del continente sufrieron severas amenazas de las multinacionales. Estas se apoyan en el régimen mundial vigente que protege las inversiones extranjeras por sobre los intereses nacionales. Otras naciones arriesgan futuras presiones y demandas en tribunales de arbitraje.
El
blanco: Perú, México, Argentina, Bolivia y Guatemala. Las armas: amenazas
o demandas ante tribunales internacionales de arbitraje ante medidas tomadas
durante la pandemia. O bien, simplemente, oídos sordos ante la solicitud de los
Estados de posponer arbitrajes en curso. El objetivo: evitar a las
transnacionales cualquier posible pérdida de ganancias a causa de la crisis
actual. Síntesis del Estudio de 20 páginas “Haciendo malabares. América
Latina entre la crisis de la pandemia y el arbitraje de inversiones”
( https://longreads.tni.org/es/isds-covid19-alc )que
acaba de publicar el TNI (Transnational Institute), centro de investigación e
incidencia política con sede en Ámsterdam, Holanda.
América
Latina y el Caribe pagan el precio de haber firmado, en las últimas décadas,
470 tratados de comercio y protección de inversiones. De los cuales se han
originado 282 demandas -en todo caso conocidas públicamente- de inversores
extranjeros contra Estados,resueltas en tribunales de arbitraje
internacional. La gran mayoría de las sentencias favorecieron a las empresas
trasnacionales con un costo de 31.000 millones de dólares estadounidenses,
cifra astronómica que los Estados debieron desembolsar. Más inabordable aún, el
monto que reclaman los inversores en las demandas pendientes cuyas cifras se
conocen y que ascienden a 40.000 millones de dólares.
“Los
tratados de protección de inversiones ya no se consideran remedios de último
recurso, sino herramientas importantes en el arsenal de los inversores”,
señala un documento de la Oficina inglesa de Abogados Simmons and
Simmons citado por las investigadoras Cecilia Olivet y Bettina Müller,
autoras del estudio del TNI.
La
guerra de los peajes
Perú fue la
primera nación en el mundo en recibir amenazas por medidas tomadas durante la
pandemia. En abril del 2020, el Congreso aprobó una Ley que suspendía el cobro
de peajes durante la emergencia para facilitar la circulación de personas y
mercancías. Varias concesionarias que administran el pago del uso de rutas
anticiparon la intención de llevar la medida a un arbitraje internacional. La
presión surtió efecto. El ejecutivo trasandino abrió en junio un proceso de
inconstitucionalidad de dicha ley ante el temor certero frente a las sanciones
que podrían producir las denuncias si se presentaran ante el Centro
Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones (CIADI),
organismo del Banco Mundial.
Debilitar
el control soberano de la energía
Las
amenazas contra México se dieron a partir de decisiones que su
gobierno tomó en el terreno energético como consecuencia de la pandemia.
Suspendió, para asegurar ahorros y controlar el mercado energético nacional, la
entrada en operación de plantas de energía renovables, ligadas a
multinacionales energéticas europeas que cuentan contratos leoninos. Entre
estas empresas, las españolas Iberdrola, Naturgy o Acciona, la italiana Enel y
la francesa Engie.
Tal
como lo confirma el Estudio del Transnational Institute, algunas de las
empresas españolas *afectadas* ya comenzaron a preparar demandas de
arbitraje contra México. Así mismo, empresas canadienses,
insinuaron que las medidas del gobierno azteca podrían violar el TLCAN
2.0. Bufetes de abogados especializados -como DLA Piper o
Crowell&Moring- ofrecieron sus servicios a las empresas “perjudicadas”.
La
deuda eterna
A Argentina las
últimas amenazas le cayeron por su deuda externa. El Centro de investigación
holandés recuerda que el 22 de mayo, en medio de la pandemia, el país
sudamericano no pudo pagar parte de su deuda pública con un grupo de bonistas
internacionales, entre ellos BlackRock -la empresa estadounidense de gestión de
inversiones más grande del mundo. Esto se produjo en medio de la negociación de
toda su deuda externa heredada del Gobierno anterior y que asciende, según
cifras del TNI, a 66 mil millones de dólares.
El
Transnational Institute lanza la hipótesis que las presiones de diferente tipo,
entre ellas de parte del Bufete de Abogados White & Case – que asesora a
los tenedores de bonos argentinos liderados por BlackRock- pudo haber tenido un
impacto en el precio final de negociación. El 17 de junio dicho Bufete había
publicado un comunicado donde expresaba que “nuestro Grupo está considerando
todos los derechos y recursos legales disponibles”. Entre las posibilidades
de recursos legales está la de iniciar una demanda de arbitraje de inversiones.
Como
recuerda el TNI, “White & Case no es un estudio jurídico más”. Forma
parte de la élite de grupos especializados en arbitraje de inversiones,
habiendo participado en por lo menos 73 casos inversor-Estado llevados adelante
en el CIADI.
Pero
aún más relevante, enfatiza el centro de estudios, es el hecho que White &
Case fue el bufete que representó a 60.000 tenedores de bonos italianos que
demandaron a la Argentina (el caso Abaclat) en 2007 al no aceptar la
reestructuración de la deuda después de la crisis del 2001. Esta oficina legal
aseguró en 2016 un pago de 1.350 millones de dólares para esos 60.000 bonistas.
Ninguna
tregua
A
pesar del pedido expreso de Bolivia para que se suspendan,
dadas las consecuencias de la pandemia en su debilitada economía, las demandas
de empresas privadas en tribunales arbitrales, la negativa fue la única
respuesta.
Según
José María Cabrera, actual Procurador General del país andino, los cuatro
juicios de arbitraje internacional representan más de 3 mil millones de dólares. Se
solicitó una suspensión en dos de ellos en el sector minero. Uno, con la
multinacional suiza Glencore y el otro con el inversor estadounidense Julio
Miguel Orlandini Agreda. Las dos solicitudes fueron denegadas por el ente
arbitral.
Guatemala, que argumentó el
estado de calamidad nacional producto del COVID-19, solicitó la suspensión de
un laudo arbitral favorable a la empresa estadounidense TECO, representada por
los abogados White & Case, de un valor de 21 millones de dólares.
Integrando los intereses, la suma que debe pagar el país centroamericano es del
orden de 36,5 millones de dólares. Para Guatemala, entre los países más
empobrecidos del continente y con un sistema hospitalario ya colapsado, ese
monto le representaría la posibilidad de instalar 108.000 camas extras para
pacientes afectados por el coronavirus. O aumentar en un cuarto el presupuesto
especial destinado para hacer frente a la pandemia. Un juez del Distrito de
Columbia, Estados Unidos, rechazó tal solicitud.
Futuro
aún más preocupante
Los
cinco países mencionados en la investigación del TNI no son más que ejemplos.
La tendencia se perfila más peligrosa y global. Muchos grupos de abogados al
servicio de las transnacionales vienen especulando desde el inicio mismo de la
pandemia, con nuevas demandas.
El
bufete Ropes& Gray, por ejemplo. opina que «para las empresas
con inversiones extranjeras, los acuerdos de inversión podrían ser un
instrumento poderoso para recuperar o prevenir las pérdidas resultantes de las
medidas gubernamentales relacionadas con el COVID-19».
En
decenas de comunicaciones a sus clientes corporativos, los abogados de las
empresas identifican medidas tomadas por los gobiernos que podrían originar
demandas invocando las amplias protecciones que establecen los acuerdos de
inversiones vigentes.
Por
ejemplo, Colombia, Honduras, Paraguay y Argentina han tomado medidas
durante la crisis que proveen apoyo directo a los usuarios de agua, tales como
suspender la desconexión del servicio por falta de pago. El grupo notarial
Hogan Lovells advirtió que esas medidas “podrían alentar a los
inversores extranjeros a recurrir a las protecciones que figuran en los
tratados de inversión”.
Por
su parte, Chile y Ecuador han facilitado la emisión de licencias obligatorias
que buscan evitar que las patentes sobre medicamentos y equipos puedan ser
monopolizados por una empresa. Sin embargo, los abogados de arbitraje en
materia de inversiones consideran que las medidas de los “gobiernos (…)
de obligar a los fabricantes a que vendan medicamentos a precios muy reducidos
o de quedarse con la propiedad intelectual o difundirla a terceros sin permiso” constituyen
una expropiación y podrían dar lugar a demandas en virtud de tratados de
inversión, explica el Informe del Transnational Institute.
El
futuro está abierto y el punto de ruptura no lejos. Muchas empresas jurídicas
ven en la situación de pandemia -como contraofensiva contra medidas sociales
tomadas por los gobiernos- la posibilidad de salvar los platos rotos y
recuperar inversiones para sus defendidos y ganancias para ellos mismos con el
mecanismo de las demandas arbitrales.
También
es cierto, que la “voracidad” de las transnacionales y sus asesores jurídicos
en época de crisis sanitaria está llegando a un extremo tal que podría poner en
cuestión, de cara al futuro, la aceptación de los Estados de esos
mecanismos perversos en los acuerdos internacionales. Si
gobiernos-Estados confrontaran esas presiones estarían escuchando a importantes
actores de la sociedad civil internacional que impulsan el desconocimiento del
arbitraje y la anulación de estos mecanismos coercitivos en el futuro.
Autor:
Sergio Ferrari
Fuente
de la Información:
https://rebelion.org/ni-la-pandemia-le-da-respiro-a-america-latina/
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