En los ya famosos Black Friday, las empresas de la “nueva economía” digital multiplican sus ya pingües negocios. Coincidiendo con uno de ellos, Amnistía Internacional emitió un informe en que denuncia la persecución sindical en Amazon, una de las compañías símbolo de uno de los sectores más desregulados y de mayor crecimiento en el planeta.
Unos pocos días antes habían circulado documentos
internos de la firma dirigida por Jeff Bezos, el hombre más rico
del mundo según el listado de súper millonarios elaborado regularmente por la
revista Forbes, que desnudaban las mismas prácticas.
El informe de AI está centrado en
algunos países de Europa y Estados Unidos, pero no
es muy difícil deducir que en otras regiones del mundo el panorama debe ser el
mismo o peor.
“La forma de actuar en los países investigados
muestra una cultura corporativa que puede ser extensible a otros”, dijo al
diario barcelonés La Vanguardia Cecilia Denis,
integrante de filial de Greenpeace España, y destacó que sindicatos
de diferentes naciones de la UE presentaron denuncias contra
Amazon por violaciones a la libertad sindical ante la Comisión Europea.
La empresa, dice el informe, “socava los
intentos de su personal de sindicarse y negociar colectivamente, incluso a
través de una vigilancia exhaustiva” del personal.
Quienes trabajan para ella “están corriendo grandes
riesgos en materia de salud y seguridad desde el inicio de la pandemia de la
Covid-19, pero su capacidad de denunciar y negociar colectivamente está
sometida a presiones por parte del gigante del comercio electrónico minorista”,
agrega el documento.
Y recuerda que “el derecho y las normas
internacionales de derechos humanos establecen con claridad que todo trabajador
o trabajadora tiene derecho a fundar sindicatos y afiliarse a ellos, a tener
unas condiciones laborales seguras y a que se respete su derecho a la
privacidad”.
Riesgos y alarmas
En sus informes anuales de 2018 y 2019 Amazon consideró
a los sindicatos como un factor de riesgo y alentaba a sus cuadros medios a
advertir a las direcciones empresariales sobre “cualquier señal de alarma” que
diera cuenta de actividades gremiales. Ergo, que delataran a los sindicalistas.
La pandemia de Covid 19 le ha originado a Amazon, como
a las otras grandes transnacionales de la economía digital (Google, Apple, Facebook, Microsoft,
agrupadas bajo el acrónimo de GAFAM), un crecimiento exponencial de
sus ganancias.
Solo entre julio y septiembre sus ingresos
acumulados aumentaron en 19 por ciento y sus ganancias en casi 14, mientras su
volumen de negocios llegó a poco menos de 228.500 millones de dólares, 18,9 por
ciento más que lo facturado en el mismo período de 2019, y su beneficio neto
trepó en 31,5 por ciento, a alrededor de 29.000 millones de dólares
(escudodigital.com, 30 de octubre de 2020).
La fortuna personal de Bezos ronda hoy los 200.000
millones de dólares, y ha crecido y crecido bajo la Covid 19.
Esos nuevos hombres de negro
Bezos es de esos grandes multimillonarios que
proclama que a ellos no se les puede aumentar los impuestos porque “generan
riqueza con sus inversiones”.
Dice por ejemplo que gracias a su imperio “ha dado
trabajo a muchos miles de trabajadores” y aduce que durante la pandemia
contrató a más de 175.000 personas.
Pero en qué condiciones: la precariedad como
divisa, en todos los planos, desde el salarial a la protección social.
La publicación digital Motherboard reveló
la semana pasada documentación del Centro de Operaciones de Seguridad
Global de Amazon que prueba que la empresa contrató a
la famosa agencia Pinkerton para espiar a líderes sindicales
de sus almacenes en Europa: rastrear sus movimientos,
cuándo, dónde y con quiénes se reúnen, conocer sus estrategias.
También espiaron a organizaciones ecologistas, a
grupos de defensa de los derechos humanos, a abogados.
El informe de Motherboard menciona
específicamente a Polonia como escenario de esas prácticas,
pero la publicación digital española eldiario.es dice
que son también habituales en España, Francia, Reino Unido, Italia, Alemania, República
Checa, Eslovaquia.
A fines del siglo XIX agentes de Pinkerton actuaron
como rompehuelgas, como guardias armados de empresas y en esas funciones
reprimieron a trabajadores. Fueron responsables, por ejemplo, de la muerte de
una docena de obreros siderúrgicos en 1892 en Estados Unidos.
Los detectives de Pinkerton ya no
son aquellos hombres de negro que “trabajaban para la ley” en el Oeste
estadounidense y que popularizaron los westerns. Ahora forman parte del
grupo Securitas y muchos de ellos son híper formados analistas
de datos.
El Centro de Seguridad Global de Amazon está
basado en Seattle, sede central de la transnacional, y en él trabajan también
ex analistas militares del ejército de Estados Unidos.
En España, dice Motherboard,
la empresa tiene abierto un proceso de selección de “antiguos líderes
militares” para convertirlos en directores de operaciones de inteligencia que
comprenden la infiltración en páginas de Facebook, la investigación
a líderes sindicales y el seguimiento a sus contactos, la creación de falsos
perfiles en las redes sociales.
Otro bonito ejemplo de lo que algunos
investigadores llaman “capitalismo de vigilancia” y del que los GAFAM serían la
encarnación por excelencia.
Fuente e Imagen: https://surcosdigital.com/amazon-sus-espias-su-explotacion-su-descaro/
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