El presente análisis tiene como objeto dar a conocer la importancia que tiene la praxis de las pedagogías críticas en materia educativa a nivel internacional, ya que la influencia del neoliberalismo en la práctica docente, ha repercutido desfavorablemente en los procesos educativos de distintas naciones ante el corporativismo de Estado, cuya finalidad es crear condiciones en las aulas que propicien los procesos productivos a través de la capacticación, y que a su vez incentiven la oferta y la demanda en el mercado laboral, donde el valor de los seres humanos se conceptualiza como plusvalía, midiendo el esfuerzo y la cognición a través del merito y no de acuerdo a los procesos de formación académica o de sus capacidades, dando como resultado, la marginación y el rezago en los grupos sociales más vulnerables, mismos que son lo que menos oportunidades tienen de inserción social y a una educación digna y de calidad.
Aunado a lo anteriormente
expuesto, la brecha de la desigualdad en el contexto educativo es abismal y
quedó potencialmente al desnudo ante la pandemia ocasionada por el SARSCoV-2 o
mejor conocido como COVID-19, ya que, ante el cambio repentino de clases
presenciales a clases remotas de emergencia como lo ha mencionado en distintas
participaciones el Doctor Manuel Gil Antón, profesor-investigador del Centro de
Estudios Sociológicos del Colegio de México (COLMEX), se evidenciaron los
grandes vacíos que el neoliberalismo ha dejado en materia educativa.
Presentación
Antecedentes
históricos
Históricamente, desde que la
humanidad comenzó a relacionarse a través de fuerzas productivas, las clases
sociales significaron un obstáculo para quienes no pertenecían a los grupos
priviligiados del poder político, económico, comercial, cultural y educativo.
Sin embargo, la Revolución Industrial marcó significativamente el destino del
contexto internacional, ya que el desarrollo tecnológico trajo grandes avances,
pero a su vez, graves consecuencias que atentaron con los derechos y dignidad
de los grupos más vulnerables de la Sociedad Internacional.
A partir de dicho suceso
histórico, la gobernanza mundial quedó a merced del capital, y la ganacia se
concibió como sinónimo de éxito con la incorporación del trabajo del hombre en
los procesos productivos. Sin embargo, el hartazgo social, resultado del
liberalismo económico avasallante para la clase trabajadora, trajo consigo
movimientos sociales en Europa del Este, mismos que culminaron con la
Revolución Rusa de 1917, parteaguas de un contexto mundial con carga ideológica
antagónica.
Ante el fracaso del
liberalismo clásico en el periodo de entreguerras, se acuñó la reinvención de
un nuevo capitalismo, pero ahora con la intervención del Estado como encargado
de crear políticas públicas corporativistas a finales de la década de los
setenta, mejor conocido como Neoliberalismo, cuya expansión tomó mayor
relevancia con la caída del muro del Berlín, lo cual, significó el fin de un
mundo bipolar y el predominio de un sistema que marcó una gran brecha de
desigualdad social y falta de oportunidades para los grupos más vulnerables
hasta nuestros días.
En el neoliberlismo, los seres
humanos representan un número en las estadísticas del escenario global, es por
eso, que la educación dejó de ser relevante para el sistema como un derecho por
medio del cual, las sociedades a través del conocimiento transformen la
realidad de sus contextos, sino que, su plusvalía está orientada a la incorporación
en el mercado laboral para incentivar los flujos de capital financiero y la
automatización de los procesos productivos, así como, el corporativismo
académico.
El mundo ante la
pandemia
A finales de 2019, el contexto
mundial interactuaba en aparente normalidad a pesar del evidente debilitamiento
del sistema internacional neoliberal, sin embargo, en el mes de diciembre se
dio a conocer a través de distintos medios de información, que una epidemia
originada en un mercado de animales en Wuhan, capital de la provincia de Hubei
en China central, ocasionada por un nuevo coronavirus SARSCoV-2 o mejor
conocido como COVID-19, estaba situando en alerta a los países cercanos al
continente asiático.
Ante una sociedad
internacional incrédula y la expansión acelerada de un virus fuera del
continente y de mortales proporciones, la Organización Mundial de la Salud
(OMS), anuncia al mundo que la epidemia, debido a los ritmos de contagio y como
medida de prevención de acuerdo a los protocolos internacionales, se declara
como pandemia el 11 de marzo del 2020.
Fue hasta ese momento, que se
desnudó dramáticamente el rezago y las grandes desigualdades en el contexto
educativo a nivel internacional. El virus sólo evidenció un sistema
escolar mundial fracturado desde hacía décadas, cuyos principales actores:
estudiantes y docentes, quedaron a la deriva y sólo como espectadores de los
planes emergentes por parte de las autoridades educativas de diversos Estados, cuyo
resultado ha sido exclusión, la gran brecha de la desigualdad, abandono escolar
y adoctrinamiento, pero ahora, de manera no presencial, materializando así, la
pedagogía del oprimido de Paulo Freire (2005), hoy más vigente que nunca.
El derecho a la
educación universal ante la digitalización de la educación
A pesar de los aparentes
esfuerzos de distintas instituciones educativas de todos los niveles escolares
por proyectar a la sociedad internacional que habría continuidad del ciclo
escolar en una “nueva normalidad” virtual, los procesos de
enseñanza-aprendizaje en América Latina y en otras partes del mundo, parecieran
predestinados a la memorización enciclopédica, la repetición, la
estandarización de las herramientas pedagógicas y la meritocracia con carácter
cuantitativo, cuyo objetivo, es dar continuidad al nuevo paradigma
internacional impuesto por los organismos internacionales para satisfacer los
intereses del corporativismo mundial, a través de estadísticas que sólo
recrudecen la realidad y que omiten las necesidades de los grupos más
vulnerables de cada Nación, violentando así, el derecho a la educación
fundamentado en el artículo 28 de la Declaración Universal de los Derechos
Humanos.
Ante un panorama internacional
de incertidumbre y escepticismo, la democratización de la educación es una
necesidad inmediata para salvaguardar y reincorporar socialmente a los
explotados y oprimidos, ya que es inconcebible que el escenario para que
se desarrollen las condiciones de aprendizaje, la construcción del conocimiento
y la formación de ciudadanas y ciudadanos críticos, basado en las pedagogía
críticas, sean a través de medios, donde las y los estudiantes sólo son
receptores de información y la instrucción para que adquieran hábitos que los
conduzcan a la ignorancia, cuya única esperanza, son las voluntades y la
vocación de las y los docentes, que a través de alternativas como, la didáctica
comeniana, pero en la nueva era digital, generen estrategias que conduzcan a la
formación y no a la capacitación de los estudiantes, mediante herramientas
efectivas y una pedagogía homologada para transformar el contexto y dejar
atrás las prácticas obsoletas que el neoliberalismo impuso desde hace décadas.
Por otra parte, el Estado debe
garantizar el acceso al uso de las tecnologías de la información a las y los
estudiantes de todo el país, sobre todo a los que viven en zonas marginadas,
poblaciones rurales e indígenas, mismas que son las que menos alcance tienen a
una educación digna y menos oportunidades para tener mejores condiciones
laborales y de vida, en virtud de que los nuevos procesos educativos, a través
del uso de herramientas tecnológicas sean un derecho y no un privilegio
exclusivo de quienes ostentan el poder económico.
Si bien, el mundo ha cambiado
significativamente en los últimos meses, los procesos educativos a nivel
internacional se han esquematizado a través de prácticas tecnológicas impuestas
por quienes controlan las decisiones al exterior e interior del Estado, dando
por hecho, que toda la población estudiantil tiene acceso a la compra y el
manejo técnico de un dispositivo para interactuar a distancia y en la
virtualidad, así como, la unificación de un lenguaje tecnológico, mismo que
sólo ha propiciado que la brecha de la marginación, el abandono escolar y la
desigualdad sea escandalosamente preocupante, ya que, si a ello sumamos el
panorama económico poco alentador por la grave recesión que se avecina,
misma, que de acuerdo a expertos tendrá repercusiones económicas más
catastróficas que las acontecidas en la década de los años treinta, cuyo
impacto más severo, se verá reflejado en el incremento de millones de
pobres y en pobreza extrema, en ese contexto, será muy difícil para muchos
continuar el paso que implica el proceso de aprendizaje basado en el uso de
herramientas tecnológicas; de la disposición del Estado dependerá crear las
condiciones presupuestales que implica el aseguramiento del acceso y derecho a
una educación basada en un contexto digital gratuito, así como, dignificar la
inclusión que ha quedado de manifiesto sólo en la retórica y minimizar el
impacto para las comunidades más vulnerables, porque los discursos son parte de
la historia, pero las acciones serán decisivas para transformar el futuro
inmediato.
Las pedagogías
críticas y el neoliberalismo educativo en la nueva normalidad
El neoliberalismo se define
como la teoría política y económica que tiende a reducir al mínimo la
intervención del Estado de acuerdo a la concepción del diccionario de la Real
Academia Española (RAE 2020).
El Neoliberalismo es en
esencia, el nuevo rostro del viejo capitalismo, mismo que históricamente tuvo
sus orígenes con los mercaderes venecianos y cuyo mayor esplendor durante el
periodo de la Revolución Industrial –finales del siglo XVIII- cuya
característica más importante fue la creación de la máquina de vapor, la cual
logró perfeccionar las herramientas que aceleraron los procesos de producción
en serie, aunado a ello, se dio el descubrimiento de la electricidad, lo cual
incentivó la producción industrial para cubrir las necesidades humanas con
fines de lucro.
Durante el siglo XIX se
desarrollaron y modernizaron los procesos de manufactura a gran escala y la
sobreproducción tuvo que ser atendida de manera inmediata, por lo que se
crearon las primeras estrategias de comercialización para incentivar la venta
de productos e inducir a las sociedades al consumismo, es decir, comprar más de
lo que se necesita.
En el contexto internacional,
al finalizar la Segunda Guerra Mundial se acrecentaron las desigualdades
sociales, sobre todo en lo que respecta a cuestiones laborales, por lo que la
actividad sindical y la expansión del socialismo a nivel mundial se situaron
como una seria amenaza al capitalismo mundial, el cual, ya había tenido
periodos de colapso, por lo que, algunos Estados intervinieron en la economía
con programas de bienestar social para regular los mercados internacionales.
Entre 1945-1947, con el inicio
de la Guerra Fría se gestó el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y
el Acuerdo General de Aranceles Aduaneros y, dando fin a los programas de
bienestar social, ya que occidente buscaba el control económico, comercial y
financiero internacional a través de la deuda externa adquirida por los países
periféricos con los organismos multilaterales, mediante un comercio y políticas
económicas desiguales.
Es así como surge el
neoliberalismo, es decir, la reinvención del viejo capitalismo con un nuevo
nombre hacia finales de los años setentas, como una estrategia para
contrarrestar la crisis del sistema occidental, cuyo origen reside en los
países más avanzados y promovido por las grandes elites del capital financiero
y monopólico transnacional, acumulando la riqueza en una minoría y obligando a
los países débiles, bautizados como “emergentes” a poner en práctica políticas
que culminan con el empobrecimiento acelerado de la población.
El neoliberalismo transforma
todo en mercancía, incluyendo a los seres humanos, mercantilizando los
servicios básicos, y lo más importante del presente análisis, considerando que
es el factor del desarrollo de una nación, la educación.
Las pedagogías críticas tienen
como objeto, crear las condiciones para un desarrollo en el mercado laboral
bajo la premisa de la libertad, donde el pensamiento no se vea abrumado por las
intenciones del liberalismo económico, cuya conceptualización de “progreso”, es
el disfraz del neoliberalismo y la globalización.
En el neoliberalismo, la
libertad no es un concepto real, tanto para las y los docentes como para los
estudiantes, ya que, esta representa una amenaza para el sistema educativo,
debido a que formaría individuos valientes y progresistas. Por lo tanto, para
minimizar el impacto del sistema en el ámbito académico, la construcción del
humanismo es un mecanismo de transformación en la libertad, ya que el trabajo
intelectual transforma las relaciones sociales entre todos los integrantes de
la sociedad, y para materializarlo se deben asumir compromisos en las aulas.
Entre las grandes
contradicciones del neoliberalismo en materia educativa, es que muchas de las y
los docentes están saturados de una ideología liberal, en lo que al campo
conservador de la educación se refiere, es decir, se limitan a cumplir con los
planes y programas de estudio alineados al contexto internacional, para
inconscientemente contribuir a la precariedad en el sector. Dicha situación
lleva consigo, represión en la enseñanza-aprendizaje y el corporativismo del
plan de estudios, es decir, los Estados promotores del liberalismo económico,
son los responsables de los estándares internacionales y todas las regulaciones
que ello conlleva, por lo tanto, la educación es considerada como un subsector
de la economía.
Actualmente las agendas
internacionales en materia educativa, las condiciona los mercados financieros y
comerciales, mismos que crean los patrones de las reformas educativas y
permiten a la inversión privada a trazar la regulación en el sector,
propiciando así, el ensanchamiento de la polarización de clases sociales.
Mientras, quienes ejecutan las
directrices del neoliberalismo, buscan un ataque presupuestal en contra de las
escuelas públicas, comenzando a definir el éxito académico relacionado a la
acumulación de capital y a cubrir las expectativas de los mercados, laboral,
financiero y comercial, por eso, la mayor parte de las reformas
educativas contemporáneas no tienen objetivos sociales, sólo burocráticas y
administrativas, despojando a las y los docentes de sus grandes capacidades a
favor de la tecnocracia, convirtiendo a las y los docentes en trabajadoras y
trabajadores de escritorio e impartiendo cátedra con visón corporativista, a
tal grado, de que gran parte de la comunidad estudiantil, así como las y los
egresados creen en el discurso dominante y no distinguen la auto represión.
Dicha situación genera grandes vacíos de concientización, empobreciendo sus
habilidades, pensamiento y la degradación de sus talentos.
La praxis de las
teorías críticas
Por su parte, McLaren (2005)
afirma que hoy más que nunca necesitamos aplicar pedagogías críticas capaces de
contrarrestar el neoliberalismo contra la educación escolar, lo cual significa
que las y los docentes se deben de autoevaluar constantemente, con el objetivo
de no formar parte de la desigualdad académica propiciada por la
mercantilización, mediante el desarrollo de una resistencia intelectual
encaminada a la liberación.
En la actualidad, el mundo se
ha caracterizado por la mercantilización del aprendizaje, la Sociedad
Internacional se han obstinado en privatizar la educación pública, ejemplo de
ello, es el surgimiento de centros educativos sin un estricto control en apego
a la legalidad y a los requerimientos básicos que debe de cumplir un espacio de
aprendizaje, propiciando el surgimiento de escuelas de muy baja calidad
formativa, el abaratamiento intelectual y generando ganancias millonarias a los
que lucran con el sector, además de su estrecha relación con las casas
editoriales y las evaluaciones estandarizadas que buscan medir el conocimiento
temporal y memorístico, y no una comprensión y razonamiento del aprendizaje.
Por lo tanto, las pedagogías
críticas deberían de considerarse como una estrategia que impulsen la
transformación de los espacios educativos, en contextos de liberación y con
ello, contrarrestar el impacto desafortunado del proceso de mercantilización en
la educación, donde lejos de crear espacios instruccionales, se fomenten nuevas
formas de construir un contexto sin dominación de ningún tipo y materializar la
igualdad de derechos y oportunidades.
Económicamente, las pedagogías
críticas buscan darle poder a la sociedad, mediante la reflexión de las
prácticas que realizan en la cultura dominante, la cual se caracteriza además
por ser clasista.
De acuerdo a Giroux en McLaren
(2005), “El conocimiento emancipatorio, nos ayuda a entender, como las
relaciones sociales son distorsionadas y manipuladas por las relaciones de
poder y de privilegios. También apunta a crear las condiciones, bajo las
cuales la irracionalidad, la dominación y la opresión pueden se transformadas y
superadas por medio de la acción deliberadas y colectiva propias de
neoliberalismo” (p. 269).
La hegemonía educativa en el
neoliberalismo, ha tenido gran fuerza dominante en todas las prácticas sociales
de un Estado, si las aterrizamos en materia educativa, nos ayudará a entender
la dimensión de la problemática, ya que el impacto de dicha movilidad social
limita la vida de las y los estudiantes, individualizando su pensamiento y
acciones, así como la formación de estructuras de las clases sociales.
McLaren (2005) menciona que:
“la hegemonía es una lucha en la que el poderoso, gira el consentimiento de los
oprimidos, mismo que ignoran los que participan en su propia opresión”. (p.
276).
El
corporativismo educativo
La mercantilización de la
educación ha propiciado que los grupos con mayor vulnerabilidad, encaminen sus
propósitos de vida como punto de referencia en los simbolismos de visión de un
mundo en común, ocultando sus verdaderos fines, por ello, las aulas deben de
representar un espacio de resistencia para romper con esa coercividad dominante
con rasgos antidemocráticos, opresivos y no transparentes, ya que en materia
educativa hay una estandarización del pensamiento y los procesos.
Por lo tanto, el conocimiento
en el sistema neoliberal, es un instrumento para ser dominado.
De acuerdo a Michel Foucault
en McLaren (2005) “la educación neoliberal dicta las reglas por las cuales se
forman los discursos, la reglas que gobiernan, lo que puede ser dicho y lo que
debe de permanecer callado, quien puede hablar con autoridad, y quien debe de
escuchar” (p. 284).
Por otra parte, el mercado
laboral solicita entre los requerimientos para situar a las y los trabajadores
en la función a desempeñar, el currículum vitae u hoja de vida, mismo que tiene
como objetivo preparar a las y los estudiantes a ocupar dos posiciones
laborales, subordinado o dominante, mismas que forman parte del discurso del
neoliberalismo, cuya finalidad, es que la sociedad lo asuma como propio, sin
embargo, así como dicho adoctrinamiento se ha vuelto una práctica común en las
relaciones laborales.
En el neoliberalismo, el
currículum forma parte de una tradición de la racionalidad instrumental, ya
que, de acuerdo a la pedagogía crítica, es una forma de mirar al mundo en la
que los fines están subordinados a los medios, en el cual, los hechos están
separados de las cuestiones de valor, lo que resta importancia a los principios
democráticos. Por lo tanto, el sistema dominante de los procesos de producción,
alecciona al sector educativo para que éste permanezca implicado en el proceso
de reproducción generacional, donde las escuelas en complicidad con el sistema
lo conceptualicen como un modelo.
Dicho proceso, se gesta a
través de la difusión de los medios masivos de comunicación y las instituciones
sociales que han influido en la instrucción para que las y los estudiantes
adquieran hábitos que los conduzcan a la ignorancia, por lo que sólo a través
del conocimiento se cimentará las bases de los cambios sociales, donde las
voluntades de las y los docentes empleen estrategias que conduzcan las
relaciones sociales a través de herramientas efectivas y una pedagogía crítica
homologada.
Por lo tanto, el mercantilismo
en la educación no garantiza el desempeño académico por conocimiento o
habilidades de las y los estudiantes, sino, el intercambio de capital material
por un desempeño académico, cuestionable en muchos casos, ante un sistema
injusto de relaciones sociales de poder económico, por lo que las y los
estudiantes de la clase subordinada son menospreciados, situándolos en
desventaja en el momento de obtener empleos bien remunerados. Por ello, los
poderes a nivel internacional jerarquizan desde tiempos muy remotos a la
sociedad en clases, así como estandarizan todo lo que esté a su paso.
Como ya hemos mencionado, el
neoliberalismo dicta las pautas y procesos en materia educativa, por lo que, la
meritocracia se convierte en un concepto que deben de asumir las y los
estudiantes que deseen conducirse al éxito, de acuerdo a la concepción
mercantilista, ello conlleva a perder la identidad para aprender a actuar y
pensar de acuerdo a las prácticas estandarizadas, sin embargo, esto no suele
significar el triunfo, ya que no se garantiza que las y los egresados
conseguirán un buen trabajo. La mercantilización de la educación es sinónimo de
jerarquización vocacional, misma que predestina a las y los estudiantes a
competir en la desigualdad.
Actualmente, el conocimiento
se ha tecnocratizado obstruyendo el verdadero objetivo del aprendizaje en el
aula, ya que, es una nueva forma de neoconservadurismo educativo, donde el
mercantilismo es una novedosa idea para predisponer a la comunidad académica a
la meritocracia, convirtiéndose ésta en excluyente, ya que, las oportunidades
son en proporción al poder económico, es decir, las y los estudiantes con
desventaja económica se encuentran posicionados en el último escalafón en la
escala de la meritocracia.
Noam Chomsky en McLaren (2005)
dice que: “El éxito está también correlacionado con rasgos mucho menos
sanguíneos, que la inteligencia, la manipulación, la codicia, la avaricia, la
deshonestidad, el desatenderse con otros, y así lo demás” (p. 319).
Si bien, los usos de las
tecnologías de la información han cambiado significativamente los procesos de
aprendizaje en cuanto al acceso de la información, sin embargo, la
esquematización tecnológica sólo ha enfatizado las prácticas dominantes.
Por eso es tan importante la
pedagogía crítica entre los actores principales del contexto educativo
(docentes-estudiantes), ya que son la voz para transformar las condiciones de
la sociedad.
El sistema mundial, ha
propiciado una ética obsoleta en las relaciones sociales, ya que todo se
percibe a través de la materialización. En el neoliberalismo, las políticas
públicas se gestan, reflejando objetivos de odio hacia los más vulnerables,
donde muchos se han tenido que despojar de su identidad y su autonomía. El
neoliberalismo educativo es un disfraz con pseudónimo de libertad, aunque en la
realidad seamos presos de imposiciones y adoctrinamiento a través de la
enseñanza.
La Revolución Industrial fue
el eje medular de la mecanización de los procesos de producción; las grandes
migraciones del campo a la ciudad, obligaron a los medios de producción a
trasladar la capacitación de la mano de obra hacia la escuela, asumían que eso
traería mayores beneficios y un ahorro significativo, puesto que las y los
trabajadores serían moldeados de acuerdo al sistema educativo liberal, es
decir, la mercantilización de la educación al servicio del capital.
La mercantilización de la
educación, se ha conceptualizado como la interacción entre las y los profesores
y estudiantes como mercancías, donde se instruye para robotizar el pensamiento
capitalizado hacia los procesos de producción, ejemplo de ello, son los
perfiles que en la clasificación de empleos de los diarios que circulan a nivel
nacional o las páginas web que se dedican a la promoción de empleos; de modo
que la educación se forja en un contexto lucrativo, sustituyendo el objetivo
formativo a través de la tecnocratización, donde las y los estudiantes y
docentes, son el medio y no el fin.
El neoliberalismo tiene como
objeto la privatización en los distintos sectores de la economía, mismos en
donde se promueve la idea de que la educación privada garantiza el éxito personal
y profesional, por lo que el corporativismo en manos de empresarios e
instituciones religiosas han contribuido al empobrecimiento y menosprecio de
las y los estudiantes de escuelas públicas, así como, precariedad en las
condiciones laborales de las y los profesores, quienes, en muchos casos tienen
que invertir para asumir los retos que implica ser promotor del aprendizaje y
el conocimiento en las escuelas privadas, ya que, muchas de ellas no proveen a
las y los docentes de las herramientas suficientes para desempeñar su labor, a
pesar de las ganancias que genera el lucro del derecho a la educación.
Paulo Freire (2005) en su
libro La Pedagogía del Oprimido que: “La educación que se impone a quienes
verdaderamente se comprometen con la liberación, no puede basarse en una
comprensión de los hombres como seres vacíos quienes el mundo llena con
contenidos; no puede basarse en una conciencia especializada, mecánicamente
dividida, sino en los hombres como cuerpos conscientes y en la conciencia como
conciencia intencionada al mundo” (p. 70).
El neoliberalismo es la
reinterpretación más cruda del liberalismo clásico, cuyas repercusiones
económicas y sociales han sido catastróficas para los grupos más vulnerables
del contexto internacional. Visto desde su concepción etimológica más utilizada
por distintos autores, la doctrina neoliberal ha logado convencer a los actores
de las Relaciones Internacionales de, que el éxito es sinónimo de ganancia y
productividad en el mercado global laboral, donde las economías más sólidas son
quienes toman las decisiones del quehacer mundial.
El impacto del neoliberalismo
en materia educativa, está condicionado a las decisiones del corporativismo de
Estado y sujeto a los objetivos y metas de los organismos internacionales,
mismo que a su vez, defienden los intereses de los dueños del capital
financiero y del comercio internacional, se puede decir que, son relaciones de
codependencia producto de la globalización y el flujo monetario.
Si bien, la mercantilización
de la educación ha beneficiado el rol del Estado corporativista, ya que, ante
la falta de capacidad para satisfacer las necesidades de la sociedad es su
carácter de organización socio-política con poder soberano, ha cimentado e
camino para que a través de la privatización, se cubran las demandas de una
parte de la población que busca estatus en un contexto elitista y clasista o
los que por falta de cobertura no tuvieron la oportunidad de incorporarse a la
educación pública.
La tendencia del
corporativismo educativo, está sujeta al lucro como objetivo principal, es el
capitalismo cognitivo, cuya tendencia es al surgimiento acelerado de
instituciones con poca o nula calidad formativa, corrupción entre autoridades y
empresarios, endeudamiento para las familias que buscan incorporarse a la
educación privada, ya sea, a través de las mismas instituciones o por
financiamientos externos, marginación y olvido de las comunidades rurales e
indígenas y clasismo mediático, a través de campañas que mercadean la consigna
de éxito profesional basada en la capacidad de consumo, el mercado laboral y la
banalidad, contrario a lo que debería de considerarse como fundamental
académicamente, como lo es, la calidad formativa y la construcción del
conocimiento a través de la ética y el aprendizaje colaborativo.
Por lo anteriormente expuesto,
es que en las aulas se sigue fomentando la memorización enciclopédica y la
obediencia, cuyo resultado ha sido el esperado por el corporativismo
avasallante, una escolarización predestinada a la capacitación, la automatización
en los procesos productivos, egresados acríticos, mediatizados y serviciales
con un sistema que oprime las capacidades cognitivas, que subestima la
inteligencia y que margina los sectores sociales más vulnerables, tanto na
nivel nacional como internacional.
Cabe destacar que, evidencias
de éxito inmersos en el sistema capitalista que vale la pena mencionar, como lo
es, el famoso caso de los países nórdicos, específicamente lo referente al
finlandés, los cuales tienen una educación pública de calidad en un sistema de
libre mercado, sin embargo, la escuela mexicana, no tiene las condiciones más
elementales, como alimentación, infraestructura e inclusión de personas con
alguna discapacidad, sobre todo en las comunidades más alejadas, para poder
implementar políticas públicas similares. Por lo anteriormente expuesto es, que
las reformas educativas que se han implementado como novedosas, por el hecho de
haber sido modelos ejemplares en otras naciones, han fracasado en nuestro país,
debido a la abismal diferencia en cuanto a las condiciones sociopolíticas,
económicas, culturales y hasta geográficas, arriesgando el futuro de
generaciones de estudiantes, ya de por sí, con un panorama poco alentador.
La educación
post-pandemia
Al hablar de neoliberalismo en
materia educativa, cabe destacar que hay un antes y después del COVID-19, virus
que dejó al desnudo los grandes vacíos del neoliberalismo en materia educativa,
la fragilidad del mismo y la gran brecha en la desigualdad social que quedó al
descubierto ante la contingencia sanitaria, en la que se implementaron
directrices académicas de emergencia y con un impacto muy agresivo tanto para
estudiantes de todos los niveles educativos, como para las y los docentes.
Es importante reconocer,
revalorar y profesionalizar la labor docente desde un enfoque formativo de
colaboración y no de autoritarismo en aras del desarrollo nacional. Asimismo,
como promotores del conocimiento, tenemos que asumir la responsabilidad que
implica nuestra vocación de servicio, con el compromiso de romper los eslabones
de las cadenas de adoctrinamiento en las aulas, porque es ahí, el espacio donde
se puede fomentar la libertad de pensamiento crítico, liberar el talento,
proponer soluciones a problemáticas sociales, así como, crear ambientes y
comunidades de aprendizaje en beneficio de la justicia social, desde una base
sólida de pluralidad, equidad, igualdad de derechos y oportunidades, con la
visión de las teorías pedagógicas libertadoras, constructivistas, humanistas y
socioculturales.
La educación en tiempos de
pandemia ha dejado abiertas distintas líneas de investigación, sin embargo, es
importante reflexionar partiendo de la duda, de acuerdo a la retórica de
quienes emiten los discursos, cuál es el papel que debemos de asumir las y los
docentes en las aulas acerca del uso de herramientas pedagógicas eficaces y
eficientes en todos los niveles educativos, cuyo objetivo sea, minimizar las
secuelas de adoctrinamiento emitidas por la televisión u otros medios de
comunicación audiovisual, donde los estudiantes se vuelven sólo receptores de
la información, creando un ciclo de repetidores limitando así, sus capacidades
intelectuales y creatividad.
Si bien, la tecnología nos
superó a las mayorías, pero debemos de asumir la postura de que la “nueva
normalidad” en el contexto internacional, incluye la digitalización de los
procesos escolares para todas y todos los involucrados, esto se suma a una
serie de problemas entre lo académico y la burocracia, ya que, el proyecto de
nación en materia educativa se estancó nuevamente, por lo que, debemos hoy más
que nunca cuestionar y levantar la voz para las autoridades asuman el
compromiso de escuchar y materializar las necesidades de los principales
actores del proceso educativo. Las transnacionales harán todo lo posible por renovar
el capitalismo bajo un nuevo pseudónimo ante la incertidumbre.
Tan sólo para tener una idea
de lo que depara el futuro inmediato, el único país que tendrá crecimiento
económico, será China con un 1.9% de acuerdo al Banco Mundial, mientras, 45
millones de personas en el mundo serán parte de las estadísticas de pobreza y
28 millones en extrema pobreza, un panorama nada alentador.
La reconfiguración del
contexto internacional, a través de los líderes que ostentarán la carrera por
la hegemonía mundial, impondrán nuevos procesos en el ejercicio de las
Relaciones Internacionales, la nueva realidad es aún de gran incertidumbre, sin
embargo, los promotores del capitalismo, a través de una nueva retórica y del
avance de la tecnología en los procesos educativos, buscarán afianzar el
control del contexto mundial, dependerá del magisterio, salvaguardar los
objetivos de las pedagogías críticas y la democratización educativa.
La revolución intelectual en
las aulas, a través del conocimiento y la conciencia crítica, son estrategias
para desmontar toda aquella institución represora de la libertad del
pensamiento.
Las y los docentes tenemos la
responsabilidad de percibir que formamos parte de la clase trabajadora y desde
esa postura asumir la responsabilidad social de nuestra profesión.
Tenemos que replantearnos como
objetivo, revalorizar la figura de las y los docentes a nivel internacional,
pero eso implica un gran compromiso social, porque la pandemia también ha
evidenciado la falta de humanismo, sensibilidad, empatía, solidaridad y
vocación por parte de muchos docentes.
Por: Karen
Campos Rodríguez
Fuente
http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/371284
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