miércoles, 29 de abril de 2009

¿La Economía para los economistas y la Educación para los educadores?

El perverso círculo vicioso entre Pobreza y Educación invita precisamente a analizar mejor esta intersección. La exclusión educativa está vinculada no únicamente a la falta de acceso a la educación, sino también al acceso a la mala educación y ninguna de ellas se resuelve sólo desde la política educativa, sino con otra política económica y con otra política social. Por ello, luchar por el derecho a una educación gratuita y de calidad para todos implica no sólo exigir más presupuesto para la educación, sino también más presupuesto para la salud, la vivienda, el trabajo, la seguridad social, y mejores condiciones de vida de la población en general. El derecho a la educación implica asegurar los derechos económicos y sociales que permiten liberar tiempo y asegurar condiciones esenciales para aprender, disfrutar del aprendizaje y aprovecharlo para mejorar la propia calidad de vida (Tomasevsky 2004a,b).

La Economía se nos presenta como un saber científico, encargado de la difícil tarea de “asignar recursos escasos a fines múltiples”, respondiendo a leyes naturales del mercado. No obstante, otra definición de Economía, inspirada no en las leyes del mercado, sino en las necesidades de la gente, nos dice que “la economía, en su expresión más profunda y abarcativa, es el sistema que se da una comunidad o una sociedad de comunidades e individuos para definir, generar y administrar recursos
a fin de determinar y satisfacer las necesidades legítimas de todos sus miembros” (Coraggio 2004a: 169). La propia “escasez de recursos” no es un dato de la realidad, sino una decisión política: alguien decide cómo se generan y distribuyen los recursos. Pero ese proceso no es transparente ni visible a la conciencia ciudadana.

El tema de la Pobreza se ha dejado en manos de economistas y de los organismos internacionales, quienes son los encargados de definir y medir la pobreza, establecer los objetivos y plazos, calcular los costos y decidir las fuentes y modalidades de financiamiento. Los pobres aparecen solamente como sujetos con carencias, poseedores de un mal que requiere ser “aliviado”, y no también como sujetos con talentos, capacidades y potencialidades que requieren ser aprovechados y desarrollados, sujetos que piensan, sienten, aprenden, son creativos y expertos en resolver problemas y en apreciar los momentos de felicidad, en sortear las mil y un dificultades que les pone la vida cada día.

La “Estrategia Nacional para Aliviar la Pobreza”, requisito establecido por el FMI y el Banco Mundial en sus negociaciones con cada gobierno nacional, es un documento técnico, lleno de cifras y gráficos, que elaboran los Ministerios de Economía de cada país junto con las agencias internacionales pero con escasa o nula información y participación social, e incluso de otros ministerios.

No obstante, la Economía, la Pobreza, el Presupuesto, no deberían ser vistos como temas de los economistas, sino como temas y problemas ciudadanos, pues nos afectan a todos. Es deber y derecho de todo ciudadano interesarse, comprender y participar en la definición de la política económica y social, en la asignación de los recursos públicos y rendición de cuentas en torno al presupuesto nacional, al presupuesto de cada gobierno local, del sistema educativo y de la institución escolar a la que asisten nuestros hijos, ya sea pública o privada. A su vez, es hoy deber de todo gobierno democrático poner toda esa información a disposición pública, a través de los medios de comunicación, boletines informativos, sitios web institucionales, etc. Los planes de desarrollo, las estrategias nacionales de alivio de la pobreza, las Cartas de Intención firmadas con el FMI, las negociaciones en torno a los tratados de comercio internacional, la necesidad o no de nuevos préstamos, el manejo de la deuda externa, etc. deberían ser materia de consulta y debate público, no negociaciones en nombre del pueblo pero a sus espaldas. Es fundamental acercar Economía y Sociedad, Economía y Educación y comprender mejor sus interrelaciones.

Si antes la Economía podía parecer ajena a la educación y la Pobreza una condición externa al sistema escolar, hoy su imbricación está a la vista, desafiando las visiones sectoriales y las especializaciones estrechas, convocando al pensamiento complejo y a la acción convergente, trans-disciplinaria y multisectorial, desde el nivel micro hasta el macro. (Morin 1999, 2004).


Recuperado de http://www.lpp-uerj.net/olped
El 4 de febrero de 2009
Justicia educativa y justicia económica
12 tesis para el cambio educativo
Estudio encargado por el Movimiento Internacional de Educación Popular y Promoción Social FE Y ALEGRÍA
Rosa María Torres
Instituto Fronesis

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