domingo, 19 de diciembre de 2010

América Latina: un continente desigual, una educación desigual

América Latina tiene el record de desigualdad mundial. Si bien no es la región más pobre (en ese listado, África se lleva por lejos el primer puesto) sí es el lugar del mundo donde existen mayores diferencias entre los que más tienen y los que menos tienen. Ese mapa social y económico tiene un traslado también al área educativa. La región experimenta una desigualdad de acceso educativo muy alta, tanto entre países, como al interior de éstos. También, por supuesto, se constata una gran diferencia de posibilidades de educarse respecto del origen socioeconómico que se tenga. 

Pero esta desigualdad tuvo su recorrido histórico a lo largo del siglo XX y los primeros años del presente. Las formas de esta desigualdad fueron mutando, así como también se fue trasformando el foco de la misma (por ejemplo, el desplazamiento paulatino de la educación primaria a la secundaria como ámbito educativo reservado a los sectores sociales más favorecidos). 

El desarrollo económico así como la implementación de políticas públicas, no fue un proceso homogéneo, sino más bien un camino accidentando donde los distintos países encontraron trabas diferentes. Los balances educativos que pueden hacerse en cada caso, están íntimamente relacionados con las estructuras de desigualdad presentes en otras áreas de la vida social: países con una historia de exclusión social y marginación atravesaron casi todo el siglo XX con bajos niveles de escolaridad, mientras que las sociedad que lograron una mayor integración social en años más tempranos, fueron también las que lograron una inclusión educativa más universal.

A continuación les proponemos indagar un poco más en ese mapa educativo regional, que es a la vez un espejo de nuestras desigualdades sociales profundas así como también un visor de las potencialidades que existen luego de un siglo de (sub) desarrollo.


La educación argentina a principios del siglo XX: un panorama prometedor
El Instituto Internacional de Planeamiento de la Educación (IIPE), perteneciente a la UNESCO, se especializa en el monitoreo de distintos parámetros educativos en el mundo. Dentro de él se desarrolla el programa SITEAL (Sistema de Información de Tendencias Educativas en América Latina) que elabora informes y análisis acerca de la relación entre la dinámica social y la tarea educativa en la región. Recientemente el organismo publicó un "Atlas de la desigualdad educativa" que arroja algunos datos muy reveladores sobre nuestra actualidad regional, como también acerca del origen de los éxitos y fracasos de la escolarización en América Latina.


En un primer cuadro comparativo, el estudio establece los alcances la finalización de la escolarización primaria. En 1955, solamente la Argentina lograba llegar al 80% de su población con esa meta cumplida. Por el contrario, no era pocos los países que no lograban ni el 20% y grandes naciones como Brasil y México tenían deficultades para expandir la escolarización básica siquiera al 50% de su sociedad.

Este primer dato habla de dos cuestiones centrales para pensar el trayecto de la educación argentina. En primer lugar, la existencia en nuestro de país de un proyecto educativo de aspiraciones universales ya a finales del siglo XIX. Desde las preocupaciones sarmientinas, pasando por la ley 1420 y las disposiciones del gobierno de Yrigoyen sobre el uso del guardapolvo como símbolo de igualdad social en la escuela, fueron pilares que ayudaron a una escolarización temprana expandida para los marcos regionales de la época, que rápidamente superó la idea tradicional de educación para las elites. En segundo lugar, la democratización social y económica propuesta por los gobiernos peronistas de 1945 a 1955 creó las bases materiales para que ese proyecto educativo universal pudiera extenderse a toda la geografía nacional y consiguiera reproducirse en el tiempo.

Sin embargo, no era lo que ocurría en otras partes del continente: ya sea pequeños países centroamericanos como los inmensos Brasil y México, la mayoría de los países tenían serias dificultades para lograr que su población reciba una educación básica para todos. La razón fundamental hay que buscarla en las profundas asimetrías sociales y culturales que aún conservaban a mitad del siglo XX. Brasil era un país con una fuerte tradición esclavista, y para 1955 había pasado tan sólo 67 años desde que la esclavitud se aboliera oficialmente. Otros países tenían una escasa urbanización lo que implicaba una población rural mayoritaria, dispersa y muy empobrecida, que la alejaba material y culturalmente de la enseñanza institucional.

En cuanto a la educación secundaria, para 1955 era todavía de un acceso muy restringido, donde sólo la pertenencia a un estrato social elevado garantizaba la continuidad de los estudios. Al igual que en la inicial, Argentina lleva la delantera pero con un porcentaje de escolarización muy inferior (menos del 25%) en un contexto regional donde la norma era tener tan solo un 10% o menos de la población con estudios secundarios finalizados.


La expansión educativa: 1955 a 2005
En estos 30 años se produjo una marcada expansión de la matricula educativa y de los porcentajes de finalización de la educación formal. Si bien este proceso alcanzó a prácticamente todos los países de la región, cabe destacar las profundas asimetrías en los tiempos y la profundidad lograda por cada país.


Por ejemplo, en 1965, mientras Argentina y Uruguay encabezan el ranking superando el 80% de educación primaria completa, países como Guatemala no llegan al 30%. Sin embargo el dato a destacar para mediados de los sesenta es el avance de Brasil, México, Perú, Chile y Ecuador. En todos estos casos (que además, por peso demográfico constituyen la mayoría de la población latinoamericana) se constata un avance significativo de las tasas de escolarización primaria que tiende a superar ya el 60%.

Este proceso fue de la mano del proyecto norteamericano para la región conocido como "Alianza para el progreso" y que tuvo su momento de gloria durante la presidencia de Kennedy. Este proyecto buscaba contrarrestar la creciente influencia de la revolución cubana, así como distintos liderazgos populares que pretendían cambiar aspectos profundos de la realidad regional. El programa contemplaba la financiación por parte de los Estados Unidos de diversas áreas sociales y económicas para los países latinoamericanos. Entre ellas, la educación. Este programa de ayuda e influencia política tenía como uno de sus ejes aumentar drásticamente los niveles de alfabetización primaria, dentro de la concepción de que una educación básica y tendiente a la universalidad iba a contribuir a morigerar los niveles de exclusión (y así contrarrestar los fundamentos de los movimientos revolucionarios) a la vez que entrenaría a la población en saberes indispensables para ingresar al mercado de trabajo industrial y urbano. 

Se puede decir que gran parte de este programa se cumplió, en tanto que la universalización de la educación primaria fue un recorrido que la mayoría de los países latinoamericanos transitó entre los 60 y fines de los 90.

La tendencia regional en las décadas del setenta, ochenta y noventa fue, en el ámbito de la educación primaria, de achicamiento de la brecha entre los países. Aunque habría que detenerse en algunos casos dónde este proceso fue mucho más lento y dificultoso, se puede afirmar que el conjunto de los países latinoamericanos masificaron el ingreso y egreso de la escuela primara, llegando casi todos a superar el 80%. Para 2005, Brasil, Colombia, México, Paraguay y Perú, que arrastraban una historia de exclusión educativa profunda consiguen superar el 90% de finalización de la escuela primaria entre su población infanto-adolescente. Este hecho se completa con otros logros como la declaración de Venezuela y Bolivia como territorios libre de analfabetismo en 2005 y 2008, respectivamente. Si bien esta certificación es realizada por los directamente por los gobiernos, la UNESCO ha reconocido oficialmente que estos países cumplieron las metas del pograma Educación Para Todos que busca bajar los niveles de analfabetismo por debajo del 4% de la población.


Lo que aparece como conclusión respecto de los logros en la casi universalización de la educación primaria para el territorio latinoamericano es, por un lado, la constatación de que una política pública sostenida en el tiempo tiene un impacto concreto en la realidad social. También, que este logro educativo desprendido de otras metas sociales y económicas, no alcanza para achicar la brecha social y de distribución del ingreso.


Parte del discurso en boga hasta hace unos años, señalaba a la extensión de la educación básica como un aspecto suficiente para iniciar un camino de igualación social. Muchos eran los que defendían la idea de que la educación era la única herramienta para asegurar la inserción social y económica de la población históricamente excluída. Sin embargo, el logro de tener hoy cerca del 90% de cobertura educativa primaria, no se ha traducido en cifras similares de ocupación laboral o abandono de situación de pobreza. Por el contrario, las crisis económicas de los últimos años han empujado a amplios sectores de la población a la marginalidad y la pobreza extrema. En América Latina, aún con algunos años de crecimiento económico tiene, en promedio, al 50% de su población por debajo de la línea de pobreza, al mismo tiempo que logró matener (e incluso avanzar en algunos países) el nivel de escolarización.


El quiebre de la educación secundaria
El estudio del Instituto Internacional de Planeamiento de la Educación señala un dato revelador de la educación en América Latina: si la región ha logrado cierta homogeinización en sus niveles básicos educativos, se mantiene una desigualdad alarmante en las tasas de finalización de la escuela secundaria.


Por ejemplo, la Argentina, tenía en 2001 el 71,5 de escolarización media neta, mientras que Gautemala, Honduras y Nicaragüa no logran llegar al 30%, Bolivia, Brasil y Colombia arañan el 50% y Chile y Perú están alcanzando el 70%. Estos datos, a diferencia de lo que ocurre con la educación inicial, muestran una fragmentación regional muy alta. En verdad, la foto actual es consistente con todo un proceso de gran diferenciación entre los países a medida que la escuela media fue aumentado su matrícula.

En 1955 el mapa latinaomericano mostraba niveles relativamente parejos de escolarización media. Con la relativa excepción de Argentina y Uruguay, los estudios medios estaban casi íntegramente reservados a las elite y sectores pudientes. Esta realidad se verificaba desde México a Chile, pasando por Brasil y Colombia. En prácticamente ningún caso las cifras superan el 10%. Cincuenta años después, algunos pocos países logran que esa cifra trepe al 79%, pero también existen algunos que no consiguen siquiera alcanzar el 20%, lo que sigue validando la situación inicial de mediados del siglo XX, de una educación media en beneficio exclusivo de las clases sociales privilegiadas. En medio, se encuentran la mayoría de países y de habitantes, que transitan una escolaridad que va del 30 al 50% de finalización de la escuela media.


Números para pensar
Los datos de escolaridad, al ser cruzados con las principales variables sociales y económicas, parecen advertir que la desigualdad educativa ha tenido un corriemiento del nivel inicial o básico al secundario o medio. Es decir, que la correlación entre las desigualdades de diverso tipo (sociales, culturales, económicas, étnicas, etc) con las educativas parecieran verificarse más hondamente en el nivel secundario que en el básico, donde el objetivo de la universalización de su finalización ha sido alcanzado o está en vías de serlo en la mayoría de los países latinoamericanos. 


Otra conclusión posible, parece ser la cada vez más delgada relación que puede establecerse entre tener un título primario (y aún secundario) y la expectativa por conseguir un lugar estable en el proceso económico y/o productivo. Terminar la escuela ya no es sinómino de ser "empleable" para utilizar el léxico de los departamentos de Recursos Humanos.

Finalmente, podría pensarse que en estos años se ha producido otro desplazamiento en el debate educativo y que, probablemente, se convertirá en el centro de la discusión los próximos años: el problema central ya no sería la matriculización de amplias poblaciones excluidas, sino su permanencia a lo largo del sistema básico y medio, así como también de la reelaboración de contenidos y formas pedagógicas que tengan más que ver con las nuevas necesidades de las personas para desenvolverse en un ámbito económico hostil y altamente dinámico.



 



 



Autores

Federico Vázquez y María Ernestina Alonso
Fuente

http://www.educared.org.ar/

1 comentario:

David Maturana Céspedes dijo...

Los estudiantes de todo Chile y organizaciones sociales, hemos cuestionado profundamente el actual sistema educativo chileno, haciendo un diagnóstico muy crítico, pero certero. Dentro de las consecuencias que ha desarrollado este sistema desregulado e individualista, excluyente. El liberalismo económico es una “reglamentación” de carácter estatal, introducida y mantenida por vía legislativa y coercitiva: es un hecho de voluntad consciente, y no la expresión espontánea del factum económico”, por ello denunciamos la crisis profunda del actual sistema educativo que parte de ese otro sistema:
 La desigualdad en los mecanismos de acceso a la educación superior, que hoy segregan a la población estudiantil en instituciones de diversa índole, discriminándola por nivel socioeconómico y no por las capacidades ni habilidades de los estudiantes.
 Hoy se han levantado instituciones educativas que utilizan los sueños de miles de familias chilenas, como medio para obtener un fin de lucro. Esta concepción de educación vista como un bien de consumo, ha generado falsas expectativas en los estudiantes que, engañados por instituciones que publicitan educación de calidad, ven frustrada la única oportunidad de desarrollar sus capacidades de manera plena.
 El autofinanciamiento del sistema educativo ha condicionado profundamente las capacidades de solventar económicamente las instituciones de educación pública, privándolas de cumplir de manera estricta su misión de desarrollo local y nacional, haciéndolas competir de manera injusta con las instituciones privadas expertas en aumentar el endeudamiento, la pobreza y la marginación social en los jóvenes y sus familias que soñaron con un futuro mejor, pero los intereses terminaron con tales aspiraciones.
Además, vemos que muchas familias sienten la incertidumbre de no poder acceder al derecho de la educación de sus hijos por razones económicas en un país donde los aranceles son de los más altos del mundo, ante lo cual deben hipotecar su futuro con créditos en la banca privada, teniendo muchas veces que escoger dentro de su núcleo familiar a que hijos educar y a cual no.

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