sábado, 7 de enero de 2012

Las marcas del liberalismo en la educación

Los siguientes párrafos fueron escritos en el contexto de una España “en crisis”. Reflexiona sobre las razones que dieron origen al sistema educativo, sus funciones, y las causas de los problemas actuales ¿La Educación está al servicio de la construcción de una comunidad democrática?




Un sistema educativo democrático, que se precie, necesariamente ha de establecer un marco legislativo adecuado y posibilitar los recursos y las condiciones ambientales para que todas las personas, sin excepción, puedan adquirir los conocimientos, capacidades y habilidades necesarias para poder articular un proyecto de vida, o bien reconstruir nuevos proyectos en cualquier momento de su desarrollo vital.

Uno de los desarrollos del poder en la modernidad incipiente (finales del S. XVIII y principios del XIX) estuvo marcado por la construcción del conocimiento y el acceso al mismo. Otro por favorecer las condiciones que hicieran posible el desarrollo de las identidades nacionales en las naciones- estado.

Fue el liberalismo político, desde el poder, quien lideró ambos desarrollos. La democracia se va conformando como un nuevo orden liberal que instituye nuevos mecanismos de control y dominación. La función de la educación se erige como central entre los instrumentos de reproducción social. Necesariamente en la educación residía la clave para el control del conocimiento y para el desarrollo del proyecto identitario y de solidaridad nacional al que apelar en los momentos precisos y en función de los intereses de las elites.

El “sueño de la ilustración”, se vincula al predominio de la razón y al progreso. Pero es a este sueño de la razón al que Goya, y en cierta medida Niestzche, se refieren como “creador de monstruos” y esto sucede en la medida en que se consolida y hace hegemónico, en el seno de la Ilustración, el proyecto liberal: En su vertiente económica del mercado libre que se autorregula y en su vertiente político-filosófica como el legítimo derecho de los individuos “más aptos” para hacer prevalecer sus intereses, bajo el dominio del mérito, la selección natural y la lucha por la vida que caracteriza al darwinismo social. Atrás quedaban relegados al olvido discursos que contribuyeron a “las luces” como el criticismo kantiano, la crítica al dominio absoluto de la razón instrumental, el “no todo vale” en lo que respecta al progreso. No eran justificables desde la ética kantiana ni el dominio absoluto de la razón instrumental, ni el progreso por sí mismo y como único fin y en contra muchas veces del interés humano.

Los ilustrados liberales idearon unas ciencias sociales a su imagen y semejanza. El saber científico quedaría establecido por la ciencia positiva como verdad objetiva y desde este nuevo paradigma se leen a su vez los discursos sociales. A partir de August Compte se establecen las bases por donde, en lo sucesivo, habrían de discurrir las ciencias sociales, y entre ellas las ciencias de la educación. Es Compte el primero que extiende el método positivo a lo social.

Este interés en Compte y en sus continuadores, ha sido causante de que durante mucho tiempo y hasta nuestros días algunas políticas sociales, y entre ellas algunas educativas, hayan reducido a la persona a la categoría de objeto, cosificándolo y sentando las bases bien del proteccionismo paternalista, bien de la culpabilización de este sujeto. Del determinismo divino o destino, se pasa al determinismo humano, la persona no sería la medida de todas las cosas, sino que será la ciencia la que hará de las personas el objeto de su análisis.

También en las llamadas ciencias de la educación sucede lo mismo, la persona no es sujeto de la educación sino objeto de ella, un recipiente de asimilación. Esta perspectiva impediría realizar el principal fin de una educación de carácter democrático, que sería la socialización crítica del sujeto; la educación de un sujeto autónomo ante la educación y ante su propia vida, con derechos y responsable de sus actos, sujeto de derechos y deberes sociales. Con el positivismo en educación los seres humanos estarán en disposición para ser barajados, clasificados, normativizados, adoctrinados o adiestrados, como objetos de la ciencia positiva. El interés en Compte era la predicción y el empleo de la ciencia para el control de la naturaleza, incluida la humana. El círculo lo cierra el concepto de “utilidad” (introducido por utilitaristas), que justificaría el mayor bien para el mayor número, la eficacia social había de someterse así a la satisfacción de las mayorías que cuentan, en las democracias actuales los que cuentan en el mercado del voto y del trabajo. A la clasificación y selección se añadiría la segregación del “material” (humano) considerado no útil en un momento determinado.

Hoy, en la denominada por Manuel Castells “Sociedad de la información” y ante el nuevo paradigma globalizador, el sistema educativo formal ha dejado de significar el principal sistema generador del conocimiento y conformador de las adscripciones e identidades nacionales. Es este profundo cambio de contexto histórico, en el que se desarrolla el conocimiento, uno de los factores que han originado lo que desde medianos de los 70 se viene denominando “crisis de la educación”, (Junto a este se pueden citar la revolución en las telecomunicaciones y el desarrollo de Internet, los cambios efectuados en la familia y en sus roles tradicionales, la creciente importancia de la llamada educación no formal e informal y la preocupante falta de vínculo entre el desarrollo de una determinada formación académica y la consiguiente promoción laboral, entre otros), y que al mismo tiempo ha propiciado que se hable, cada vez más de sociedad educadora.

Autor
Antonio Fuertes Esteban
Antonio Fuertes Esteban es presidente de ATTAC ACORDEM, un proyecto cuyo objetivo es combatir el capitalismo financiero especulativo
Atackmallorca.es 

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