domingo, 1 de julio de 2012

Racionalidad del Modelo Educativo Liberador

¿Bajo qué lógica la escuela puede convertirse en dinamizadora de la emancipación? ¿Cómo construir los objetivos de aprendizaje? ¿Qué significa problematizar la realidad?


Si la práctica como acto de enseñanza es emancipadora, ¿cómo deberíamos concebir el aprendizaje? El aprendizaje es un proceso dialéctico: interpretamos, problematizamos, indagamos, exponemos nuestras dudas; en otras palabras, es una búsqueda permanente de la verdad. Así, lejos de concebir al aprendizaje como algo estático, como un fin en sí mismo, éste es un proceso inacabado, donde el ser humano día a día va creciendo y hace crecer a los otros.

Para dar coherencia y capacidad de materialización al modelo educativo propuesto, se requiere de una racionalidad de nuevo tipo, que propugne la emancipación. En el contexto emancipativo en el cual se enmarca la construcción del modelo educativo, esta nueva racionalidad debe sustentarse en los principios de la crítica y de la acción para el cambio. Para ello se debe dotar a los estudiantes de los elementos teóricos que les permitan combatir las formas de alienación a la que están expuestos, por los valores y prácticas de la cultura dominante. En ese sentido, es fundamental que todos participen activamente en el proceso de producción de conocimientos.

En esa nueva racionalidad, los objetivos de aprendizaje tienen un papel fundamental, al orientar la finalidad del acto educativo y explicitar en forma clara y fundamentada los aprendizajes que pretenden fomentarse en un espacio de aprendizaje. Por ello, los objetivos de aprendizaje deben ser construidos desde un espacio de consenso colectivo, como parte de esa discusión social.

Por lo expuesto, se requiere que no existan programas elaborados de antemano. Es en el hacer educativo en el cual los diferentes actores sociales reconstruyen permanentemente el programa escolar. Es decir, todos los actores sociales, desde sus roles y capacidades, deben participar en su determinación. Los programas escolares se construyen en términos del interés y de la experiencia de los actores sociales, emergiendo de los problemas de la vida diaria y de aquello que ha configurado nuestro pasado y presente. Así, los programas no son impuestos, se organizan y se constituyen con la visión del mundo que se tenga. Por ello es necesario reconocer que existen diferentes posiciones sociales y culturales, y relaciones de poder, en los espacios de aprendizaje.

En esa nueva racionalidad la evaluación debe ser vista, como un proceso, como lo exponen Neill y Pansza,

…que permite reflexionar al participante de un curso sobre su propio proceso de aprender, a la vez que permite confrontar ese proceso con el seguido por los demás miembros del grupo, y la manera como el grupo percibió su propio proceso. La evaluación así concebida tendería a propiciar que el sujeto sea autoconsciente de su proceso de aprendizaje.

 La evaluación así entendida cumple una función de crítica, de problematizar la realidad, lo que nos permite comprender los aciertos y errores que todos cometemos.

La nueva racionalidad requiere que nos podamos apropiar de nuestras propias historias, y no como ahora, que son eliminadas producto de la educación tecnocrática. Para ello, es necesario privilegiar los vínculos con la sociedad. Esa nueva racionalidad, vista como un proceso dialéctico de análisis crítico y transformación de la realidad social, política y cultural, debe tender progresivamente a eliminar las fronteras entre la teoría y la práctica, y entre los entes educativos y el resto de la sociedad. Dentro del proceso de ir eliminando las líneas divisorias entre las entidades educativas y la sociedad, es primordial que los centros educativos propicien la creación de espacios públicos para que los ciudadanos puedan discutir sus problemas sociales y políticos. A través de este proceso, el modelo educativo se nutriría de los problemas que enfrenta día a día la sociedad, así como de la cultura popular, dándole también cabida, en el proceso de creación de conocimiento, a los que siempre han sido marginados.



Extraído de
CONOCIMIENTO LIBRE Y EDUCACIÓN EMANCIPADORA
Jose L. Aguilar C.
UNIVERSIDAD DE LOS ANDES
CONOCIMIENTO LIBRE Y EDUCACIÓN EMANCIPADORA
BARQUISIMETO – EDO. LARA – VENEZUELA
Volumen 15 Nº 1
Enero-Abril 2011




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