¿Podemos
pensar en una sociedad justa, sin una escuela inclusiva? ¿Cuál debe ser el
papel de la “equidad”, al momento de hablar de políticas educativas? ¿Podemos pensar en una mejor democracia? ¿En qué
consiste una redistribución equitativa de bienes culturales?
El desarrollo de sociedades más justas e igualitarias solo será
posible si todas las personas, y no solo quienes pertenecen a las clases y
culturas dominantes, reciben una educación de similar calidad que les permita
aprender a niveles de excelencia, y si se favorece la interacción de
estudiantes de diferentes contextos sociales, culturas y con distintas
capacidades y experiencias de vida. La verdadera igualdad de oportunidades pasa
por la igualdad de capacidades para actuar en la sociedad y por aumentar las
posibilidades de las personas para optar y decidir (Sen, A.); por ello es
preciso avanzar hacia políticas sociales que sitúen a las personas en el centro
de un proceso de desarrollo humano sostenible, garantizando unos beneficios
mínimos para toda la población que les permitan vivir con dignidad, valorando
la diversidad y respetando los derechos de todas las personas con el fin de
construir sociedades más justas e igualitarias de forma estable.
El interés por la equidad como objetivo de las políticas
educativas, a través de diferentes estrategias como la focalización, la
discriminación positiva o la acción afirmativa, adquirió mayor fuerza en la
década de los noventa, pero no fue la principal prioridad de los sistemas
educativos, más preocupados por la calidad en términos de eficacia y
eficiencia, lo cual explicaría la persistencia de las desigualdades y la
segmentación de los sistemas educativos de muchos países de la región. Las políticas
de focalización, prolongadas en el tiempo, pueden terminar estableciendo un
régimen segmentado en la calidad de las prestaciones: educación y salud para
pobres y para el resto (CEPAL).
Para avanzar hacia una mayor inclusión educativa y social es
preciso que la equidad sea una preocupación central en la toma de decisiones de
las políticas educativas de carácter general y no reducirse a medidas de
carácter periférico orientadas a corregir los efectos secundarios de políticas
que no se inscriben en una lógica de justicia (García-Huidobro). Las políticas
de focalización no han logrado el impacto deseado dada la magnitud de las
desigualdades en la región y su enfoque homogeneizador. La equidad no significa
tratar a todas las personas igual, sino dar más a quien más necesita y, sobre
todo, ofrecer a cada persona los recursos y ayudas que requiere para estar en
igualdad de condiciones de aprovechar las oportunidades educativas y lograr
resultados de aprendizaje equiparables. Para alcanzar este objetivo es preciso
hacer una redistribución equitativa de los recursos humanos, materiales,
tecnológicos y financieros, estimando cuál es el costo de ofrecer una educación
de igual calidad en distintos contextos y a personas con diferentes
necesidades, y prestando mayor importancia a medidas de carácter preventivo,
como la educación y cuidado de la primera infancia, y el desarrollo de sistemas
de apoyo para las escuelas y estudiantes con mayores necesidades.
Extraído de
La atención educativa a la diversidad: las
escuelas inclusivasRosa Blanco
En Calidad, equidad y reformas en la enseñanza
Álvaro Marchesi, Juan Carlos Tedesco, César Coll
Coordinadores
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