Situación y desafíos en América Latina
La educación
representa el hito clave y transversal en las fases de desarrollo del ciclo
vital considerado en este panorama social. Se trata de la principal herramienta
de que disponen los Estados para disociar los orígenes sociales de los
individuos de sus logros en términos de bienestar a lo largo de
En una perspectiva
de ciclo de vida es importante examinar, a su vez, la situación educativa según
sus distintas etapas. Así, la educación preescolar ha adquirido relevancia como
política pública en la región, dada la evidencia de su impacto positivo en las
trayectorias a lo largo de los ciclos posteriores. La situación en la región es
heterogénea en cuanto al acceso al ciclo preescolar, con países que tienen
matrícula casi universal y otros en torno a 30%. Si bien las desigualdades
socioeconómicas no parecen muy relevantes en la asistencia hacia el final del
ciclo preescolar (tres a cinco años), existe alguna evidencia proveniente de
encuestas de hogares de que éstas son más amplias en edades más tempranas. Además,
existen marcadas disparidades de acceso entre zonas urbanas y rurales y
respecto de poblaciones provenientes de pueblos originarios. A nivel de
enseñanza primaria el acceso es prácticamente universal, pero es necesario
concentrar los esfuerzos en la progresión oportuna y la conclusión del ciclo
por parte de los grupos sociales más postergados.
El acceso y la
progresión oportuna hacia el nivel secundario y en él es bastante menor que en
la enseñanza primaria y la situación entre países resulta más heterogénea: la
tasa neta de asistencia en este nivel llega a 88%, en comparación con 97% en el
de primaria. Al enfrentar el ciclo de alta secundaria, los jóvenes ya tienen
oportunidades para incorporarse al mercado de trabajo, lo que desincentiva su
retención, sobre todo si enfrentan condiciones adversas de carácter económico,
académico, de integración o formación de identidad. A la heterogeneidad entre
países se suma una heterogeneidad cada vez más pronunciada dentro de los
países, que produce diferencias entre zonas urbanas y rurales, estudiantes
pobres y no pobres o de distintos estratos socioeconómicos, indígenas y no
indígenas, entre otros factores de discriminación.
En general, el
acceso al último ciclo educativo de educación postsecundaria está reservado a
una porción relativamente pequeña de los jóvenes de la región. En el grupo
etario de 25 a 29 años de edad, sólo 8,3% ha logrado concluir al menos cinco
años de educación postsecundaria (duración típica de una carrera
universitaria), con una estratificación según quintiles de ingreso per cápita
muy marcada, ya que por cada 27 jóvenes de estratos de altos ingresos (quinto
quintil) sólo uno de bajos ingresos (primer quintil) logra concluir cinco años
de estudios postsecundarios.
En cuanto a los
factores de desigualdad, las condiciones socioeconómicas de los hogares, así como
también la educación formal alcanzada por los jefes y jefas de hogar, resultan
determinantes de las diferencias en los resultados del aprendizaje y la
progresión en el sistema educativo, lo que muestra que el sistema educativo no
logra cumplir una de sus principales funciones, a saber, disociar los logros de
los niños y jóvenes de las condiciones diferenciales de origen con que llegan a
dicho sistema. A ello se suma el acceso a servicios de enseñanza de calidad muy
dispar. El peso de la reproducción social de la población no recae en una sola
institución sino más bien en una estructura institucional, donde las acciones
del sistema educativo se articulan especialmente con las acciones de las
familias y con lo que pasa en sus entornos comunitarios más inmediatos. Los
atributos de los hogares siguen revelándose como la causa principal de las
diferencias en los resultados del aprendizaje.
A las desventajas
socioculturales con que llegan al sistema educativo los estudiantes de menores recursos
se suma su acceso a servicios de enseñanza de una menor calidad relativa
respecto de los estudiantes de mayores recursos, lo que refuerza la desigualdad
de trayectorias de aprendizaje. En décadas recientes, la expansión del acceso
al sistema educativo hacia sectores tradicionalmente excluidos ha ido
acompañada de una mayor segmentación de la oferta y una marcada expansión de
los gastos de bolsillo y las escuelas privadas.
Si bien los logros y
aprendizajes en la educación formal son muy importantes para la participación
plena en la economía, la sociedad y la política, también, y cada vez más, el
pleno acceso y uso de las tecnologías de la información y las comunicaciones se
impone como condición necesaria para la inclusión social. Mientras la brecha
digital exacerba las brechas en aprendizajes, comunicación ampliada, redes
sociales, acceso a empleo productivo y voz pública, la convergencia digital
ayuda claramente a revertirlas. Si bien el sistema escolar es clave para masificar
el acceso, la formación y el uso de las nuevas tecnologías digitales, los
esfuerzos por compensar a través de la escuela la brecha digital que se da en
el mercado (y que se refleja en la brecha digital entre hogares de nivel
socioeconómico alto y bajo) no han permitido cerrarlas y encaminarse claramente
hacia la convergencia digital.
La disparidad en el
desarrollo de capacidades no sólo se relaciona con los logros educativos, sino
también con los mercados laborales autorregulados que constituyen verdaderas
fábricas de segmentación en niveles de productividad, acceso al bienestar y
pleno disfrute de derechos sociales. Así, la desigualdad estructural (que se
reproduce desde la estructura productiva, los mercados y las instituciones), se
combina con la desigualdad intergeneracional, dado que las brechas se refuerzan
a lo largo de la vida y se reproducen de una generación a otra.
De lo anterior se
infiere la necesidad de un enfoque integral, tanto en las estructuras e
instituciones como en el ciclo de vida. Por eso la importancia, también, de la
educación, en tanto prepara para participar más plenamente en todas las esferas
de la sociedad a lo largo de la vida adulta. Una de estas esferas, pero no la
única, es el mundo del trabajo. La CEPAL ha documentado de manera contundente
que en las condiciones actuales de la mayoría de los países de la región, quienes
no concluyen la educación secundaria completa quedan expuestos a un alto nivel
de vulnerabilidad social, por cuanto los ingresos laborales que recibirán como
reconocimiento de sus logros educativos tenderán a ser bajos, y tendrán un
elevado riesgo de ser pobres y de transformarse en los “prescindibles”, los
excluidos, si tienen que desenvolverse en mercados laborales autorregulados,
sin garantías mínimas ni derechos laborales. Sólo la secundaria completa
permite, desde el punto de vista de las tasas de retorno, mantenerse a prudente
distancia de la línea de pobreza. Es importante ampliar la cobertura de los
niveles superiores de educación a jóvenes que históricamente han estado
privados de ese acceso, a fin de reducir las brechas de perspectivas de vida
que se consagran durante los años de juventud.
Para revertir la reproducción
intergeneracional de oportunidades educacionales, la política educativa tiene
que vincularse con otras medidas de promoción y protección social. En cuanto a
las intervenciones dentro del propio sistema, hay factores claves a destacar:
1)
Extensión de la cobertura de enseñanza
inicial. El cuidado
institucional con financiamiento público para niños menores de seis años tiene
beneficios bien documentados. Por un lado, facilita la integración de la mujer
al mercado laboral, el aumento de su autonomía y el incremento de los recursos
del hogar. Para la cohorte juvenil esto se constituye en una oportunidad para
las madres jóvenes, que así pueden tener más tiempo disponible para continuar
sus estudios y no interrumpir su ciclo formativo. En la medida que el cuidado
intraescolar provee apoyo alimentario, de salud y de estimulación temprana,
compensa las deficiencias de los hogares de menores recursos. Estos cuidados
inciden positivamente en el futuro desarrollo de los niños, pues son esenciales
para el desarrollo cognitivo y psicomotor, la capacidad de atención y los
niveles de actividad y tienen un impacto importante en las perspectivas
educacionales futuras del niño en los ciclos educativos posteriores.
2) Extensión de la jornada escolar en el nivel
de primaria. Los avances en los modelos pedagógicos actuales y las
necesidades educativas del mundo moderno hacen que sea cada vez más importante contar
con jornadas escolares extendidas. Se espera que una jornada más extensa cambie
la relación entre tiempo de trabajo y tiempo de descanso, y que aumente el
trabajo pedagógico para los alumnos en la escuela y reduzca el tiempo de las
tareas domiciliarias. Esto es especialmente importante para los estudiantes que
en el hogar no cuentan con un clima educativo y con espacios que estimulen y
apoyen su formación de modo adecuado. La jornada completa trae aparejadas,
además, externalidades positivas.
3) Incorporación de la tecnología digital
en la educación como una oportunidad fundamental en la batalla por la equidad. La definición
de los criterios para seleccionar modelos de incorporación de las tecnologías
de la información y las comunicaciones a las prácticas de enseñanza debe
subordinarse a las metas que plantean los Estados para la educación en cada
país. Una de las metas prioritarias de los Estados latinoamericanos, así como
de los responsables de sus sistemas educativos, es utilizar la universalización
del acceso a las competencias informáticas como una herramienta clave en la
lucha por disociar orígenes sociales de logros en los aprendizajes, lo que se
concibe como un paso fundamental en la reducción de la pobreza y la desigualdad
y en el fortalecimiento de la integración social.
4) Apoyo a las familias por medio de los programas de transferencias condicionadas.
Es muy relevante ensayar instrumentos y estrategias que apoyen la retención de
los estudiantes en el sistema durante esta etapa escolar, vale decir, avanzar
en la progresión escolar sostenida y oportuna. Al respecto, es importante
considerar los programas de transferencias condicionadas, uno de los pilares
que en las últimas dos décadas los países han construido para comprometer a las
familias de menores ingresos a apoyar la permanencia de los hijos en el sistema
educativo. Estos programas tienen la virtud de mejorar, aunque sea
marginalmente, los recursos monetarios de los hogares pobres y previenen contra
la deserción escolar por costos de oportunidad (la continuidad escolar es parte
del contrato de los programas de transferencias). Sin embargo, dado que ya en
la educación primaria se tiende a la cobertura universal y que la mayor
deserción de jóvenes de familias vulnerables se da en secundaria (pues por su
edad pesa más el costo de oportunidad ante la caída de los ingresos
familiares), resulta clave extender el beneficio para hijos en edad escolar a lo
largo del ciclo secundario.
5) Articulación del sistema de formación para
el trabajo. El camino de la juventud hacia el mundo del trabajo, como se
vio, está muy segmentado según los logros educativos. La formación de
competencias en jóvenes de entre 15 y 20 años es muy relevante para que puedan
integrarse de manera adecuada al mercado laboral con oportunidades
significativas para su futuro. Por lo tanto, se requieren medidas públicas que
focalicen los esfuerzos en este ámbito de la enseñanza, vinculándose esta
oferta educativa con el sector productivo.
6) Compatibilizar la calidad formativa del
sistema de educación superior con la expansión del acceso a sectores
excluidos. En las últimas décadas, el sistema de educación superior en América
Latina y el Caribe ha
mostrado una gran expansión y crecimiento. Sin embargo, su cobertura es aún muy
restringida y se ha concentrado en los niveles de ingresos medios y altos. Para
asegurar una mayor igualdad de oportunidades en este nivel se requieren políticas
que compensen la falta de recursos monetarios y tiempo de los jóvenes que
egresan de secundaria y tienen que trabajar para sobrevivir o aportar a sus
familias.
El presente texto está tomado
de: Comisión Económica para América Latina y el Caribe (cepal), Panorama social
de América Latina, 2010 (LC/G.2481-P/E), Santiago de Chile, noviembre 2010.
Publicación de las Naciones Unidas, Nº de venta: S.10.II.G.6. Cap. 2. Este
documento se preparó conjuntamente por la División de Desarrollo Social y la
División de Estadística y Proyecciones Económicas de la Comisión Económica
para América Latina y el Caribe (cepal), con la participación del Centro
Latinoamericano y Caribeño de Demografía (celade), División de Población de la
cepal, que contó con el apoyo del Fondo de Población de las Naciones Unidas
(unfpa).
Se publica con la
autorización de la Dirección de Documentos y Publicaciones de la Cepal. Por causas de
extensión del documento no se incluyen las gráficas del documento original.
Para obtener mayor información consultar: http://www.eclac.org