¿Es la Educación un
factor de equidad social? ¿Todos los alumnos ingresan a la escuela con
idénticas potencialidades? ¿Qué significa el concepto de “Educabilidad”? ¿Cuál
es la incidencia de las condiciones materiales de vida, en el éxito escolar?
¿Cómo se generan los déficits de “Educabilidad”?
Hasta ahora se ha insistido fundamentalmente en la idea
según la cual la educación es un importante factor de equidad social. Numerosas
evidencias empíricas confirman la validez de esta correlación. Sin embargo, los
datos también indican que los resultados escolares dependen de ciertos factores
de educabilidad asociados a condiciones materiales de vida y origen social de
los alumnos. En América Latina donde vastos sectores de población viven en
condiciones de extrema pobreza, un porcentaje elevado de alumnos ingresaría a
la escuela con deficientes niveles de educabilidad lo que neutraliza los
esfuerzos efectuados por las instituciones educativas. En consecuencia es
necesario considerar que si bien la educación es un factor de equidad social,
ciertos niveles básicos de equidad social son necesarios para que sea posible
educar con posibilidades de éxito.
Secuencias de los
procesos de transformación educativa.
Los procesos de transformación educativa en América Latina
han adoptado una secuencia en la cual se comenzó por la reforma institucional
y, más específicamente, por la descentralización y la creación de sistemas de
medición de resultados. A pesar de la significativa heterogeneidad de situaciones
que existen en la región, se ha tendido a utilizar la misma secuencia en
contextos diferentes. Esta uniformidad ha provocado una situación en la cual
algunos actores pierden de vista el sentido de estos procesos. Los
procedimientos de gestión tienden a perder su carácter de instrumentos para el
logro de mejores niveles de calidad educativa y se transforman en fines en sí
mismos. El desafío futuro consiste en crear mayores grados de adhesión al
sentido de las transformaciones, a través de mecanismos de gestión que permitan
la coexistencia de secuencias diferentes, adaptadas a la heterogeneidad de
situaciones tanto sociales y económicas como culturales, y a través de
estrategias centradas en el cambio pedagógico. En este sentido, serán
necesarias políticas integrales con respecto a los docentes, cuya
profesionalización se convierte en una necesidad. La nueva pedagogía estará
basada en el objetivo de aprender a aprender, lo cual significa que el docente
ya no deberá solamente transmitir conocimientos sino la capacidad de aprender a
lo largo de toda la vida.
Relaciones entre el
sector público y el privado.
Los procesos de transformación educativa han estimulado las
alianzas del sector público y el privado. En las últimas décadas se superaron
algunas dicotomías tradicionales en este campo y se abrió la perspectiva de una
mayor articulación entre instituciones. Al respecto, parecería necesario
comenzar a definir estrategias de acción específicas con respecto a la
articulación entre la escuela y otras tres instituciones en particular: la
familia, los medíos de comunicación y la empresa.
Equidad y educación
Una de las ideas centrales de los procesos de transformación
educativa ha sido la hipótesis según la cual la educación es un factor de
equidad social. La prioridad a la educación en las estrategias de desarrollo
estuvo siempre basada en el argumento según el cual ella es la única variable
que afecta simultáneamente a la equidad social, a la competitividad económica y
al desempeño ciudadano. Las evidencias empíricas que avalan esta hipótesis son
numerosas y bien conocidas por todos y no vale la pena repetirlas aquí.
Al respecto, los análisis sobre la distribución del ingreso
en América Latina coinciden en señalar que la desigualdad en la región es
significativamente más alta que en otras regiones del mundo con similares
niveles de desarrollo. Para citar sólo un ejemplo, el estudio reciente de Juan
Luis Londoño sobre pobreza, desigualdad y formación del capital humano en
América Latina mostró que, en promedio, un país latinoamericano tiene un coeficiente
de Gini 4.1 puntos más alto que otros países con un ingreso per cápita similar.
Asimismo, las evidencias disponibles muestran que la pobreza aumentó durante
toda la década del ochenta tanto en términos absolutos como relativos y, si
bien a partir de 1990 se nota una disminución en términos relativos, el número
de personas que viven en condiciones de pobreza sigue aumentando.
Las condiciones materiales de vida de los alumnos son un
factor fundamental del éxito educativo. Todas las mediciones sobre logros de
aprendizaje y sobre desempeño educativo coinciden en señalar que los resultados
están asociados al status social y al nivel de ingresos de las familias. Pero
estas mediciones también indican otro fenómeno menos obvio que el anterior: por
debajo de la línea de subsistencia, los cambios institucionales o pedagógicos
tienen un impacto muy poco significativo en los resultados escolares.
Esta situación sugiere que una parte de la explicación del
problema de las dificultades para elevar los resultados de la acción escolar
está vinculada con el deterioro de las condiciones de educabilidad con las
cuales los alumnos ingresan en la escuela. El concepto de educabilidad no se
refiere a factores hereditarios, de carácter biológico o genético
inmodificables por medio de políticas sociales. La educabilidad se refiere, en
cambio, a dos tipos de factores distintos: (a) un desarrollo cognitivo básico,
que se produce en los primeros años de vida y está vinculado a una sana
estimulación afectiva, buena alimentación y condiciones sanitarias adecuadas, y
(b) una socialización primaría mediante la cual los niños adquieren los
rudimentos de un marco básico que les permita incorporarse a una institución
especializada distinta de la familia, como la escuela.
Las informaciones disponibles sobre el desarrollo social en
las últimas dos décadas indican que las familias, en una proporción importante,
no podrían garantizar a sus hijos las condiciones materiales de vida que
permitan el desarrollo cognitivo básico. Pero, además, también se habrían
deteriorado las posibilidades de garantizar la socialización primaria sobre la
cual se apoya el aprendizaje escolar.
Si bien el tema de la socialización primaria ha sido poco
estudiado hasta ahora, existen numerosos indicios que justifican la necesidad
de prestarle mayor atención, en el marco de un análisis acerca del papel de la
dimensión cultural, en los procesos de desarrollo social.
El primer indicador de este fenómeno es que la pobreza se ha
urbanizado. La urbanización de la pobreza implica mucho más que un mero
fenómeno de migración espacial. En muchos casos implica la ruptura de las redes
tradicionales de solidaridad y de protección y la pérdida de buena parte del
capital social existente. Una de las expresiones más visibles de este fenómeno
para el caso de niños de origen popular es la aparición de lo que se ha
denominado "niños de la calle", que están hoy más solos que nunca.
Los análisis habituales sobre la relación entre educación y
equidad social se efectuaron en el marco de una economía y una sociedad basadas
en tecnologías y en modelos de organización del trabajo de tipo
"fordista". Las transformaciones productivas recientes, efectuadas en
un contexto de creciente globalización de la economía y de utilización
intensiva de las nuevas tecnologías de producción, están modificando
profundamente los vínculos tradicionales entre economía y sociedad y entre
educación y equidad social.
A este respecto ya se ha mencionado la hipótesis de D. Cohen
acerca de que la carencia de ideas provoca mayor exclusión que la de riquezas y
las economías productoras de ideas cuyo principal motor es el conocimiento son
aún menos equitativas que aquellas que fabrican objetos y emplean mano de obra
de modo intensivo. Con las nuevas tecnologías de producción, que rechazan
cualquier disfuncionalidad y requieren un nivel de calificación semejante de
todos los trabajadores, se acrecienta la natural tendencia a agruparse según
parámetros de calidad y calificación (los mejores con los mejores y los
mediocres con los mediocres). Y con la posibilidad de expansión,
descentralización y externalización de algunas áreas, esta tendencia aparece
también, como parte de un proceso más amplio, en cada unidad de producción.
En este contexto, es válido volver a mencionar que la
segmentación y la desigualdad están presentes no sólo entre grupos sociales
sino también en el interior de los grupos, afectando la representación que cada
uno tiene de sí mismo, y que provocan un sufrimiento mucho más profundo por el
hecho de que se perciben más como una carencia personal que como un fenómeno
estructural.
Las nuevas desigualdades generan problemas de educabilidad
distintos de los tradicionales. Aquí no estaríamos frente a deterioros
orgánicos irreversibles desde el punto de vista del desarrollo cognitivo sino
frente a problemas de tipo sociológico y antropológico ligados a la ruptura de
las códigos básicos de comportamiento social. Las crisis de representación
están acompañadas por fenómenos de crisis de valores y de estructura de la
personalidad que afectan fundamentalmente a las familias y perturban seriamente
las posibilidades de aprendizaje de los alumnos. Los indicadores extremos de
estos fenómenos, entre los cuales se pueden mencionar el consumo de drogas, la
violencia y la delincuencia, aparecen especialmente en los jóvenes y
adolescentes, es decir, particularmente en la enseñanza media.
En síntesis, es necesario reconocer que el objetivo de
lograr mayor equidad social a través de la educación no depende sólo de cambios
en la oferta pedagógica. La equidad es un fenómeno sistémico y, por lo tanto,
sin modificaciones sustanciales en los patrones de distribución del ingreso
será muy difícil avanzar en los logros educativos que permitan a la población
tener acceso a niveles de educación adecuados para su incorporación productiva
a la sociedad.
Obviamente, esto no significa subestimar la importancia de
las modificaciones en la oferta pedagógica. Desde este punto de vista y en el
marco de las condiciones descritas hasta aquí, sería posible postular, al
menos, dos conclusiones principales:
• dar más prioridad a la educación inicial en las
estrategias de transformación educativa, y
• asignar mayor importancia a los factores no directamente
cognitivos en las innovaciones pedagógicas (formación ética, dimensión afectiva
del aprendizaje, etcétera).
Extraído de
Educar en la sociedad del conocimientoJuan Carlos Tedesco
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