Perfilar a la
pedagogía que nos impulsa
Desarrollamos enseguida los perfiles básicos de la pedagogía
de lo cotidiano, que llegan hasta su formulación presente que la presentan como
materialista y lenta, según argumentos que encontrará más adelante.
Por el contexto donde se presenta, hace especialmente
hincapié en la formación profesional de pedagogos y pedagogas, al considerarlo
un tema que nos concierne de forma relevante en una universidad con estudios en
la
especialidad. Indicada la ruta a seguir, comencemos a
recorrerla.
El contexto inicial
Inicio afirmando que los argumentos aquí ofrecidos hay que
ubicarlos en los significados de una pedagogía, la cual hemos de entender como
una norma de la práctica educativa que al adjetivarse como de lo cotidiano,
alude tanto a su filosofía de filiación como sus vínculos históricos y su
búsqueda fundamental: situarse en el principal nivel de definición de la
realidad, en tanto la vida cotidiana es donde se reproduce el vigor social,
esto es: donde generamos y regeneramos nuestras condiciones de vida, tanto
instrumentales como simbólicas; ambas materiales, según sus tipos de energía.
La finalidad destacada es definitoria para la norma
educativa que avanzamos. Intelectualmente podemos asociarla a las
conceptuaciones existencialistas, fenomenológicas, y a las filosóficas de la Ágnes Heller
marxista, que impugnando las concepciones idealistas y fetichizadas del
socialismo realmente existente, contribuyeron a construir una filosofía y una
sociología de la vida cotidiana que nos situó conceptual y metódicamente en el
nivel más perentorio de definición de la realidad, el lugar donde se concreta
la historia: la vida cotidiana.
En este acontecer de todos los días es donde comemos,
descansamos, trabajamos, laboramos, amamos, peleamos, somos comprometidos o
cínicos; y en fin -y en el contexto de la educación escolar-, donde aprendemos
o enseñamos; donde producimos conocimientos o simulamos que lo hacemos; o más
grave aún, reproducimos saberes escolares inocuos útiles a nuestros alumnos
solo para sacar calificaciones, y perpetuar la ignorancia construida.
La pedagogía de lo cotidiano es por tanto la norma educativa
que rige la formación de la persona priorizando sus condiciones de vida diaria,
pues en esta dinámica es donde surgen las circunstancias para formarse o
deformarse, para educarse o deshumanizarse; y para socializarse en uno
cualquiera de nuestros procesos de socialización: el primario (o familiar), el
secundario (o escolar) y el terciario (o civil y profesional).
Esta aseveración nos conduce a destacar otro contorno básico
de la pedagogía de lo cotidiano: nos referimos constantemente a la definición
de educación como formación de la persona alejándonos de entenderla sólo como
escolaridad; tal y como lo asume el conocimiento común de nuestras sociedades;
en las cuales ser educado es ser escolarizado.
Alejándonos de esta formulación reductiva creemos que la
educación antes que nada es formación de la persona, y por ello apropiación,
ingreso en el dominio del mundo, del uso de sus instrumentos y símbolos;
humanización o socialización que tiene niveles y/o etapas: inicialmente nos
formamos (o deformamos) en la familia; con esta socialización primaria
ingresamos a la Escuela, institución que nos dará la socialización secundaria,
que nos capacitará o no para la vida
adulta, definida como civil y profesional; aun cuando no necesariamente
universitaria, en tanto hoy tenemos profesiones sin escolaridad, que
estrictamente podemos considerar oficios; que pueden llevar a sus agentes a
actividades de servicios o a vivir de los negocios financieros, como sostienen
tantos ideólogos neoliberales.
Esta tesis nos lleva a sostener que la pedagogía de lo
cotidiano puede ocuparse de cualquier tipo de formación y que amplía el campo
laboral del o la pedagoga más allá de la Institución Escolar,
donde la ubicó el triunfo generalizado de la educación capitalista; y conlleva
a recuperar el esfuerzo pedagógico para aplicarlo en educaciones
desescolarizadas, como son la familiar, la producida por los medios masivos de
información, y la requerida por diversas instituciones. Organizaciones sociales
que en sus actividades requieren re-educar a empleados, pacientes, usuarios
comerciales y ciudadanos en el sentido estricto del término: nacionales de un
Estado que deben aprender nuevos requerimientos de participación que fueron
dejados de lado por la Institución Escolar. A consecuencia de una
escolarización fracasada o por la emergencia de nuevas necesidades productivas
y/o políticas exigentes de renovadas formas de participación civil.
La pedagogía de lo cotidiano también es una conciencia
profesional de la educación asociada a la pedagogía crítica, es decir, a la racionalidad
educativa que describe, analiza e impugna las prácticas educativas capitalistas
y de la historia de la propiedad privada, y por tanto puede afiliarse, aun
cuando va más allá de ellas, a las posiciones conceptuales que he clasificado
como “El marxismo académico y sus aportes educativos”, corriente que engloba a
los creadores de la Teoría de la Reproducción, la subsiguiente Teoría
de la Resistencia y los desarrollos actuales de Peter McLaren y Henry Giroux, a
los cuales hay que agregar los del inglés Basil Bernstein, quien permite
avanzar, entre otros tópicos, en una teoría del currículum útil para el
análisis de los sistemas escolares.
Aquí mismo hemos de agregar a autores como “Noam Chomsky y
Heins Dieterich”, quienes “también deben tener su lugar en el análisis de esta
parte de la historia marxista de la educación”, que asimismo debe recordar a
Don Pablo Freire, con su pedagogía del oprimido y de la esperanza. Estas
referencias permiten ubicar a la propuesta pedagógica que nos ocupa en la
historia de la educación crítica, aun cuando va más allá de la crítica escolar
y se concibe como una crítica radical a la formación humana constituida en la
historia de Occidente, especialmente a la conformada en la tradición judeo-
cristiana; y puede conllevar investigaciones sobre la formación histórica de la
personalidad contemporánea, a donde tiende la pedagogía de lo cotidiano como
filosofía.
En resumen: la pedagogía de lo
cotidiano es una conceptuación de la norma educativa que recuperando la
proporcionalidad propia de sus objetos (de trabajo, de investigación y/o de
análisis), se ubica en sus determinaciones básicas o fundamentales, para
tratarlos con las capacidades requeridas, según sus contextos de uso y de
acuerdo a la jerarquización necesitada por la (o las) intenciones del trabajo
educativo, realizadas con la virtud que requiramos para lograr una buena
influencia educativa, a través de claros procesos de confluencia de nuestros
esfuerzos educativos; que deben ser pensados de una manera relacional -analógica-
y dinámica -dialéctica-, para ubicar y trabajar tanto con sus determinaciones
fundamentales como con sus movimientos.
En este sentido pensamos que es una pedagogía analógica, y
que por ello se aleja de los extremos del idealismo empiro-positivista que nos
quiso llevar a definir a la pedagogía como una ciencia, a los románticos, que
solo la pueden concebir como un arte; y a los judeo- cristianos que han
conducido a una formación humana mutilada y misógina. Cuando en verdad, una
buena pedagogía tiene que regirse por el trabajo directo sobre sus objetos de
atención, y como estos son humanos la gran mayoría de las veces -y/o están
vinculados a acciones humanas-, requieren del ejercicio de la proporcionalidad
propia, la sutileza, la prudencia y en fin, de la hermenéutica, especialmente
la analógica, que nos ayuda a darle sentido, a interpretar los textos con los
cuales nos encontramos en nuestra labor educativa, que la gran mayoría de las
veces son personas de carne y hueso, con todas sus capacidades latentes y/o
patentes, que un buen pedagogo o pedagoga debe recuperar para avanzar en el
desarrollo de la simbolización más humana que se pueda; recuperando el sentido
histórico de la dialéctica de la diferencia, que nos indica que, según dicen
los altermundistas otro mundo es posible, como hace tanto tiempo pensó Karl
Marx.
Extraído de
La importancia de la pedagogía desde la conceptuación de la
pedagogía de lo cotidiano
Autor
Luis Eduardo Primero Rivas,
Universidad Pedagógica Nacional
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