La escuela, y los Sistemas Educativos están presentes desde antes que nuestros nacimientos, por eso corremos el riesgo de “naturalizarla”, pero es una institución con historia, que responde a ciertos intereses ¿Cómo podemos ubicarla en el contexto histórico humano?
La época capitalista surge desde el siglo XIII de nuestra
era, cuando la liberación que ejecutan los siervos de la gleba crea las
colonias iniciales alrededor de los castillos feudales europeos que conocemos
como burgos, denominación que posteriormente permitirá nombrar a dichos colonos
como burgueses y definir la clase social moderna de la burguesía: organización
social e histórica creadora del capitalismo, entendido como el modo de
apropiación y producción triunfante después del feudalismo, que basado en el
trabajo liberado de los siervos de la gleba “convertidos en burgueses y
obreros”, generará la sociedad capitalista, que con su íntegra organización
operativa y simbólica creará el trabajo acumulado autoreproductivo que
identificamos como capital, y sus propias instituciones: la ciencia, el arte,
el Estado, la religión, la familia y la filosofía modernas, que se organizarán
a lo largo de los siglos posteriores al XIII como un proyecto educativo que madura
lentamente hasta alcanzar una cúspide cuando en el último cuarto del siglo XIX
se conforman los Sistemas Nacionales de Educación, gracias al impulso que la Ley Ferry establece en
Europa desde la época de 1879-1882.
Desde las liberación inicial de los siervos de la gleba
“aquellos zarrapastrosos que crean los primigenios burgos”, hasta la creación
de los lujosos Ministerios Nacionales de Educación “que organizarán la
educación social en torno a las escuelas controladas desde un poder central
dinámico de una educación laica, gratuita, científica y para todos”, han pasado
seis siglos y se requirió todo esa historia para que la cultura burguesa (y/o
moderna) se creara, autonomizándose, autorregulándose y autoreproduciéndose
para conformarse como el universo simbólico hegemónico desde el siglo XIX, y la
fuerza histórico-política y moral que definirá la educación como escolaridad.
En tanto la Escuela se conformará como la Institución por
Excelencia para formar al ciudadano y a los trabajadores requeridos por el
sistema, ubicados en todo el espectro social: profesionales, obreros
calificados, políticos, artistas, intelectuales, mujeres y lumpemproletariado
que sirviera de ejército industrial de reserva, para solucionar los problemas
laborales y de orden público que generan las recurrentes crisis capitalistas.
En medio de esta construcción histórico-social se conforma
la pedagogía moderna entendida como el impulso y la conceptuación normativa de
la práctica educativa, y el mejor recurso para regir la conformación del ser
humano moderno, el modelo a crear y promover por parte de los burgueses,
quienes acumulando triunfos crecientes, iban desplazando a los antiguos
propietarios del mundo feudal, quienes terminarán en la guillotina y en otras
formas de desplazamientos, cuando el poder capitalista ha llegado a controlar
el conjunto de la
sociedad. En esta panoplia de fuerzas e intereses se
requerirá construir un ser humano servidor de las nuevas fuerzas sociales, y
nada mejor que la conceptuación normativa para educarlo en la modernidad: la
pedagogía moderna.
Aquí es donde tenemos que situar a Rabelais (1494-1592),
Comenio (1592-1670), Descartes (1596-1650), Rousseau (1712-1778) y los demás
grandes creadores del pensamiento pedagógico moderno, quienes conformarán la línea
triunfante de la manera de educar capitalista y permitirán definir y construir
una pedagogía moderna, que con los grandes hitos de la Ilustración y la
eclosión de la Ciencia
Moderna en el siglo XIX, se difundirá hasta formalizaciones
crecientes que la definen rigurosa y sistemáticamente, para normar las
prácticas educativas escolarizadas establecidas en los Sistemas Nacionales de
Educación: la cúspide del proyecto educativo burgués.
La pedagogía llega así a su máximo significado histórico
moderno, y recupera su sentido histórico, al tiempo que llega a un límite
importantísimo: iniciar su proceso de escolarización.
El significado
histórico de la pedagogía
Esta tesis nos lleva a recordar que la pedagogía -tanto en
el mundo antiguo como en el medieval-, fue el impulso educativo social que
guiaba la formación de los seres humanos que requerían las sociedades en juego,
fijando normas y estableciendo el qué, cómo y cuándo educar, en tanto la acción
formativa, es indispensable para la infraestructura de la sociedad, en tanto
requiere formar las personas que la reproduzcan.
Desde este modo de concebir podemos afirmar que la pedagogía
moderna se conforma como consecuencia de los intereses económicos, políticos y
culturales de la burguesía y que es un instrumento útil para ejercer la
educación hasta que desaparecen los burgueses, transformados en capitalistas.
Dicho de otra manera: los burgueses, aquellos zarrapastrosos
que lenta y paulatinamente derrotaron a los dueños del poder feudal, y a fines
del siglo XIX crearon los Sistemas Nacional de Educación, tuvieron un gran
proyecto cultural que transformo la cultura medieval creando al ser humano
moderno, quien en su época burguesa creo cultura, sabiduría y ciencia, formando
el mundo luminoso del Renacimiento y más tarde la Ilustración; al tiempo que
dieron paso a la autonomización del capital, el cual en su dinámica crea a los
capitalistas, nuevos dueños del poder que se desinteresan por la cultura, por
los logros de la sabiduría y convierten el conocimiento en una mercancía
maquilada en la Escuela, y que será de su propiedad, en tanto los Sistemas
Nacional de Educación estarán destinados a crear buenos ciudadanos y
trabajadores, y dejarán de preocuparse por formar seres humanos, personas que
amaran el desarrollo, la inteligencia, la sabiduría y el bien.
El conocimiento se privatiza, se lo restringe a los límites
de la institución escolar, y la pedagogía lentamente comienza a volverse un
recurso para organizar el conocimiento producido en la Escuela, el escolar, muy
diverso al científico. La pedagogía se va reduciendo, al punto de transformarse
a lo largo del siglo XX en un recurso cada vez más instrumental para producir
la promoción escolar, pues se necesitaba reconocer el esfuerzo escolar con
títulos y grados, que ya difícilmente eran útiles para la sociedad, y sólo
servían para los fines instrumentales de la ciudadanía y la dinámica laboral.
Esta situación explica cómo a fines del siglo XX, comienza a
hablarse y escribirse sobre la “teoría pedagógica” como un recurso para
recuperar el poder explicativo y normativo de al menos una parte de la
pedagogía; y cómo a comienzos de este siglo XXI algunos sostenemos que la
pedagogía puede recuperar su significado histórico y volver a ser un impulso
formativo social que vuelva a crear los seres humanos que requiere una sociedad
más justa, más bella y más enriquecedora, que la actualmente dominante: la
sociedad hoy convencional.
Sostenemos en consecuencia, la alta importancia de la
pedagogía en su significado histórico, y creemos que puede ser el mencionado
impulso social para formar seres humanos, que nos permita ir más allá de lo
escolar y sostener un concepto amplio de educación, que sirva para atender
muchas líneas de trabajo de la formación humana desatendidas por la pedagogía
escolar o reducida, y nos de muchas de las soluciones sociales que hoy
requerimos con urgencia. Una pedagogía así puede ser pensada como analógica y
de lo cotidiano, y por ser la conceptuación que permite explicar las tesis
expuestas anteriormente, pasamos a exponerla en síntesis, entendiendo que hemos
despertado su interés por recuperar el significado histórico de la pedagogía, y
por tanto su gran fuerza social.
Extraído de
La importancia de la pedagogía desde la conceptuación de la
pedagogía de lo cotidiano
Autor
Luis Eduardo Primero Rivas,
Universidad Pedagógica Nacional
No hay comentarios:
Publicar un comentario