¿Qué propone la
Escuela de Fráncfort? ¿Qué implicancias tienen para el desarrollo de una
Pedagogía Crítica? ¿Cuál es el sentido de la Educación? ¿Qué principios
pedagógicos sostienen?
En primera instancia, la teoría crítica de la Escuela de
Fráncfort propone una reflexión de carácter universal, a partir de la analítica
sobre grandes problemas de orden estructural que aquejan a la humanidad,
visibles en la forma como se emplea la razón para planear el mercantilismo y
consumismo, la tortura y la muerte, dejando de lado al ser humano como factor
de trascendencia y proponiendo, en cambio, la generación de engranajes
perversos para su degradación, con el único fin de satisfacer goces de poder
egolátrico, económico y político.
Los principales integrantes precursores de la Escuela de
Fráncfort fueron: Herbert Marcuse, Erich Fromm, Theodor Adorno, Walter
Benjamin, Max Horkheimer, Jürguen Habermas, Oskar Negt y Hermann
Schweppenhäuser, quienes como estudiosos de las ciencias sociales, propugnan
por una transformación social y política de la sociedad, al tiempo que, desde
una mirada epistemológica, cuestionan los enfoques empiristas o positivistas
lógicos y del racionalismo, ya que estos se erigen como razón instrumental,
culpable de la dominación tecnológica y de la dominación devastadora del hombre
sobre la naturaleza.
Sus principales postulados están fundamentados, primero en la
Tesis 11 de Feuerbach “los filósofos han
tratado de interpretar el mundo ahora se trata de transformarlo”. Segundo
en una crítica a la ilustración homogeneizante y en un rescate al criticismo
kantiano, tercero, en una mirada critico/reflexiva sobre Auschwichtz.
Sobre la base de los anteriores planteamientos, las
disertaciones y los debates de los pensadores críticos de esta escuela se
preocupan por abordar la problemática social y humana desde una crítica a los
contextos consumistas, mercantilistas, nazis e industriales que degradan al ser
humano; esto se efectúa a partir de una construcción interdisciplinaria y de
fundamento filosófico que entrecruza saberes antropológicos, sociales, ético,
políticos, psicoanalíticos que se constituye en la génesis de esa construcción
colectiva denominada teoría crítica, como saber transdisciplinario, constituido
desde los debates en torno a temas como la razón, la libertad, la subjetividad,
la industria, la industria cultural, el autoritarismo, el carácter social, la
acción política, la comunicación, la estética, el arte y la ética.
De la teoría crítica, constituida en la Escuela de
Fráncfort, los postulados que más se han acogido en la educación han sido los
de Jürgen Habermas por tener un carácter más pragmático. Estos se caracterizan
por concentrarse fundamentalmente en el problema del conocimiento e interés y
en el de la acción comunicativa.
Educación y teoría
crítica
Al establecer una comparación con los planteamientos
sociológico-filosóficos de Habermas se tiene que, la educación y el quehacer
pedagógico, la práctica del educador no se pueden comprender separadas de una
constante reflexión crítica sobre el saber educativo, que se constituye en la
unión de la práctica pedagógica, con un estudio e investigación rigurosas de
conceptos y teorías que deben constantemente actualizar el educador.
El sujeto educativo, si pretende ser pedagogo, debe mantener
una actitud crítica, perseverante, forjada y cualificada en procesos
investigativos permanentes, que requieren de una evaluación constante del
quehacer educativo en orden dialéctico con un enriquecimiento persistente del
intelecto a partir de una disciplina de lectura y análisis de teorías
universales actuales. Ejercitar este hábito de constante investigación-acción
le sugiere al educador asumir una actitud de compromiso que le posibilite comprender
en esencia sus prácticas y saberes pedagógicos, su labor educativa, la de todos
los estamentos que están involucrados en esta: su misma vida; su propia
racionalidad; su capacidad de pensar por sí mismo; su capacidad de ser crítico
y creativo, su competencia investigativa; su entrega. Así como las necesidades,
los intereses y los conocimientos que poseen los estudiantes, los padres de
familia y demás personas con las que construye. En pocas palabras, “comunidad
educativa”.
De esta manera, el educador, junto con su comunidad
educativa, puede vivir la educación como una acción crítica, creativa e
investigativa que conduzca a la trascendencia y a la emancipación de su
comunidad humana. La educación, como crítica, debe invitar a agudizar la mirada
sobre sí mismo y sobre las cosas, las personas y el cúmulo de interacciones que
se presentan en el entorno. Agudizar la mirada supone preparación, trabajo
intelectual, cuestionamiento constante, para que se puedan descubrir, por un
lado, las lógicas de estructuración y, por el otro, el significado y sentido
del conocimiento, para constituir y consolidar una nueva episteme.
La educación como creatividad debe proponer espacios donde
se despliegue la curiosidad, la imaginación, el asombro, la fantasía y por
medio de estas, la propuesta de innovaciones que den movimiento al pensamiento
y a las transformaciones individuales y colectivas.
La educación como investigación debe encerrar los dos
anteriores elementos (crítica y creatividad) y por medio de estos, construir en
los profesores, estudiantes y padres de familia la necesidad y el interés por
la consolidación del conocimiento, el pensamiento y con ello la transformación
y crecimiento de la dignidad humana.
La ciencia de la educación, al igual que la ciencia en
general, también puede ser empírico-analítico; hermenéutica o crítico-social.
De esta forma, la educación, si es empírico-analítica entonces será
eminentemente técnica, si es hermenéutica su interés será práctico y finalmente
si es crítico-social, será emancipatoria.
Una educación que se centra en el interés
histórico-hermenéutico da gran importancia a la forma como las personas que
participan en la comunidad educativa construyen el conocimiento a partir del
sentido que le dan a la vida y de las interacciones comunicativas mediante las
cuales se comprenden y comprenden el mundo de la vida que les rodea.
Finalmente, la educación, entendida como ciencia crítico-social, se debe
centrar en la autorreflexión y debe favorecer el desarrollo de la razón en
profesores, estudiantes y padres de familia, de forma que favorezca la
comprensión y la transformación de su propia realidad tanto individual como
colectiva.
Una educación crítico-social debe liberar a la persona de
toda repetición, mecanización o dependencia del pensamiento de otros. Es una
educación emancipadora que le permite a la persona transformarse y transformar
su entorno de manera consciente.
Educación y actuar
comunicativo
La educación como acción comunicativa supone una comunidad
educativa, entendida esta última como un tejido forrado en la interacción, el
consenso, la discusión y el entendimiento construido en la racionalidad. Es
decir, la comunidad se cualifica en la comprensión y el entendimiento sobre los
intereses, las necesidades y el conocimiento comunes, que se deben encontrar en
los debates y en los consensos racionales constantes.
La acción educativa no solo puede ser comunicativa, sino que
también puede ser instrumental o estratégica. La acción educativa instrumental,
como su nombre lo indica, se interesa únicamente por habilidades físicas y como
tal se queda manejando códigos restringidos que les impiden, tanto a profesores
como a estudiantes, construir conocimientos complejos y cualificar su
pensamiento.
La acción educativa estratégica se preocupa por la forma
como se va a instaurar la educación, es decir, se queda centrada en el interés
por las estrategias, las planeaciones y los programas que se deben emplear para
educar, en consecuencia, se descuida el contenido del conocimiento como tal.
Dada esta preocupación, si el acto educativo se queda centrado solamente en la
estrategia de quedar manejando códigos restringidos y de dominar hábilmente
para acceder a ciertos conocimientos, no va a crear e inventar nuevas
propuestas.
La acción totalizadora, la que da respuesta a la necesidad
críticocreativa de la persona, es la acción comunicativa que contienen dentro
de sí a las dos anteriores, pero que las supera al combinarlas y al agregarles,
además, elementos que como el debate, la discusión, la comprensión y el
entendimiento alimentan la razón y el entendimiento racional del colectivo.
Hacia una teoría
crítica de la enseñanza
La construcción de una teoría crítica de la enseñanza la
logra el maestro, cuando asume una actitud y un actuar permanente investigativo
desde y sobre su propio quehacer y saber pedagógico (investigación y acción).
Esto requiere la adopción de la autorreflexión crítica que permita mirar todas
las condiciones subjetivas y objetivas de la naturaleza, características y
funciones de la labor educativa en medio de contextos concretos. Esto trae como
consecuencia que se efectúe un proceso del sí mismo como persona, maestro; su
conocimiento teórico, su capacidad intelectual, compromiso investigativo; su
convicción educativa, el respeto por sí mismo y por el otro; el deseo de
transformar críticamente su entorno; el conocimiento que tenga del estudiante,
sus condiciones sicológicas, sociales, epistemológicas; axiológicas y
culturales; el conocimiento de las realidades particulares de su comunidad
educativa conjuntadas con el conocimiento universal que tenga sobre las
realidades económicas, políticas, socioculturales y pedagógicas de lo que está
sucediendo en el campo local, regional y global, así como la forma en que estas
inciden en su comunidad educativa y en las relaciones pedagógicas, formas de
construir conocimiento y estructurar el pensamiento que se da en el aula de
clase.
A su vez, la autorreflexión debe conducir a dar
participación crítica y consciente por parte de todos los miembros de la
comunidad educativa, lo cual se debe cimentar en una intervención reflexiva y
creativa, fundamentada en una problematización permanente, que ha de conducir a
una investigación-acción de carácter crítico.
La investigación-acción con enfoque crítico comienza a
partir de la detección de las dinámicas y los problemas vitales que se
presentan en el aula de clase. Su método se cimenta en el diálogo y la
participación (su finalidad) se centra en elevar la autoconciencia de los
sujetos que participan en esta acción, en cuanto a su potencial colectivo como
agentes activos de la
historia. Por otra parte, la investigación crítica vincula
los procesos educativos despersonalizados a las opciones y las acciones de sus
sujetos, con el fin de eliminar las consecuencias inadvertidas y
contradictorias de la acción educativa.
Extraído de:
Actitud y pensamiento crítico.
La problematización de los contextos en la construcción del
conocimiento*
Luis Ernesto Vásquez Alape
Universidad de La Salle, Bogotá, Colombia
1 comentario:
el texto nos permite visualizar, aspectos que se deben tener en cuenta en nuestros trabajos formativos para la transformación histórica y voluntad de poder y conocer.
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