domingo, 19 de enero de 2014

La escuela de Fráncfort y sus seguidores en la Pedagogía Crítica



¿Qué propone la Escuela de Fráncfort? ¿Qué implicancias tienen para el desarrollo de una Pedagogía Crítica? ¿Cuál es el sentido de la Educación? ¿Qué principios pedagógicos sostienen?

En primera instancia, la teoría crítica de la Escuela de Fráncfort propone una reflexión de carácter universal, a partir de la analítica sobre grandes problemas de orden estructural que aquejan a la humanidad, visibles en la forma como se emplea la razón para planear el mercantilismo y consumismo, la tortura y la muerte, dejando de lado al ser humano como factor de trascendencia y proponiendo, en cambio, la generación de engranajes perversos para su degradación, con el único fin de satisfacer goces de poder egolátrico, económico y político.

Los principales integrantes precursores de la Escuela de Fráncfort fueron: Herbert Marcuse, Erich Fromm, Theodor Adorno, Walter Benjamin, Max Horkheimer, Jürguen Habermas, Oskar Negt y Hermann Schweppenhäuser, quienes como estudiosos de las ciencias sociales, propugnan por una transformación social y política de la sociedad, al tiempo que, desde una mirada epistemológica, cuestionan los enfoques empiristas o positivistas lógicos y del racionalismo, ya que estos se erigen como razón instrumental, culpable de la dominación tecnológica y de la dominación devastadora del hombre sobre la naturaleza. Sus principales postulados están fundamentados, primero en la Tesis 11 de Feuerbach “los filósofos han tratado de interpretar el mundo ahora se trata de transformarlo”. Segundo en una crítica a la ilustración homogeneizante y en un rescate al criticismo kantiano, tercero, en una mirada critico/reflexiva sobre Auschwichtz.

Sobre la base de los anteriores planteamientos, las disertaciones y los debates de los pensadores críticos de esta escuela se preocupan por abordar la problemática social y humana desde una crítica a los contextos consumistas, mercantilistas, nazis e industriales que degradan al ser humano; esto se efectúa a partir de una construcción interdisciplinaria y de fundamento filosófico que entrecruza saberes antropológicos, sociales, ético, políticos, psicoanalíticos que se constituye en la génesis de esa construcción colectiva denominada teoría crítica, como saber transdisciplinario, constituido desde los debates en torno a temas como la razón, la libertad, la subjetividad, la industria, la industria cultural, el autoritarismo, el carácter social, la acción política, la comunicación, la estética, el arte y la ética.

De la teoría crítica, constituida en la Escuela de Fráncfort, los postulados que más se han acogido en la educación han sido los de Jürgen Habermas por tener un carácter más pragmático. Estos se caracterizan por concentrarse fundamentalmente en el problema del conocimiento e interés y en el de la acción comunicativa.

Educación y teoría crítica
Al establecer una comparación con los planteamientos sociológico-filosóficos de Habermas se tiene que, la educación y el quehacer pedagógico, la práctica del educador no se pueden comprender separadas de una constante reflexión crítica sobre el saber educativo, que se constituye en la unión de la práctica pedagógica, con un estudio e investigación rigurosas de conceptos y teorías que deben constantemente actualizar el educador.

El sujeto educativo, si pretende ser pedagogo, debe mantener una actitud crítica, perseverante, forjada y cualificada en procesos investigativos permanentes, que requieren de una evaluación constante del quehacer educativo en orden dialéctico con un enriquecimiento persistente del intelecto a partir de una disciplina de lectura y análisis de teorías universales actuales. Ejercitar este hábito de constante investigación-acción le sugiere al educador asumir una actitud de compromiso que le posibilite comprender en esencia sus prácticas y saberes pedagógicos, su labor educativa, la de todos los estamentos que están involucrados en esta: su misma vida; su propia racionalidad; su capacidad de pensar por sí mismo; su capacidad de ser crítico y creativo, su competencia investigativa; su entrega. Así como las necesidades, los intereses y los conocimientos que poseen los estudiantes, los padres de familia y demás personas con las que construye. En pocas palabras, “comunidad educativa”.

De esta manera, el educador, junto con su comunidad educativa, puede vivir la educación como una acción crítica, creativa e investigativa que conduzca a la trascendencia y a la emancipación de su comunidad humana. La educación, como crítica, debe invitar a agudizar la mirada sobre sí mismo y sobre las cosas, las personas y el cúmulo de interacciones que se presentan en el entorno. Agudizar la mirada supone preparación, trabajo intelectual, cuestionamiento constante, para que se puedan descubrir, por un lado, las lógicas de estructuración y, por el otro, el significado y sentido del conocimiento, para constituir y consolidar una nueva episteme.
La educación como creatividad debe proponer espacios donde se despliegue la curiosidad, la imaginación, el asombro, la fantasía y por medio de estas, la propuesta de innovaciones que den movimiento al pensamiento y a las transformaciones individuales y colectivas.

La educación como investigación debe encerrar los dos anteriores elementos (crítica y creatividad) y por medio de estos, construir en los profesores, estudiantes y padres de familia la necesidad y el interés por la consolidación del conocimiento, el pensamiento y con ello la transformación y crecimiento de la dignidad humana.

La ciencia de la educación, al igual que la ciencia en general, también puede ser empírico-analítico; hermenéutica o crítico-social. De esta forma, la educación, si es empírico-analítica entonces será eminentemente técnica, si es hermenéutica su interés será práctico y finalmente si es crítico-social, será emancipatoria.

Una educación que se centra en el interés histórico-hermenéutico da gran importancia a la forma como las personas que participan en la comunidad educativa construyen el conocimiento a partir del sentido que le dan a la vida y de las interacciones comunicativas mediante las cuales se comprenden y comprenden el mundo de la vida que les rodea. Finalmente, la educación, entendida como ciencia crítico-social, se debe centrar en la autorreflexión y debe favorecer el desarrollo de la razón en profesores, estudiantes y padres de familia, de forma que favorezca la comprensión y la transformación de su propia realidad tanto individual como colectiva.

Una educación crítico-social debe liberar a la persona de toda repetición, mecanización o dependencia del pensamiento de otros. Es una educación emancipadora que le permite a la persona transformarse y transformar su entorno de manera consciente.

Educación y actuar comunicativo
La educación como acción comunicativa supone una comunidad educativa, entendida esta última como un tejido forrado en la interacción, el consenso, la discusión y el entendimiento construido en la racionalidad. Es decir, la comunidad se cualifica en la comprensión y el entendimiento sobre los intereses, las necesidades y el conocimiento comunes, que se deben encontrar en los debates y en los consensos racionales constantes.

La acción educativa no solo puede ser comunicativa, sino que también puede ser instrumental o estratégica. La acción educativa instrumental, como su nombre lo indica, se interesa únicamente por habilidades físicas y como tal se queda manejando códigos restringidos que les impiden, tanto a profesores como a estudiantes, construir conocimientos complejos y cualificar su pensamiento.

La acción educativa estratégica se preocupa por la forma como se va a instaurar la educación, es decir, se queda centrada en el interés por las estrategias, las planeaciones y los programas que se deben emplear para educar, en consecuencia, se descuida el contenido del conocimiento como tal. Dada esta preocupación, si el acto educativo se queda centrado solamente en la estrategia de quedar manejando códigos restringidos y de dominar hábilmente para acceder a ciertos conocimientos, no va a crear e inventar nuevas propuestas.

La acción totalizadora, la que da respuesta a la necesidad críticocreativa de la persona, es la acción comunicativa que contienen dentro de sí a las dos anteriores, pero que las supera al combinarlas y al agregarles, además, elementos que como el debate, la discusión, la comprensión y el entendimiento alimentan la razón y el entendimiento racional del colectivo.

Hacia una teoría crítica de la enseñanza
La construcción de una teoría crítica de la enseñanza la logra el maestro, cuando asume una actitud y un actuar permanente investigativo desde y sobre su propio quehacer y saber pedagógico (investigación y acción). Esto requiere la adopción de la autorreflexión crítica que permita mirar todas las condiciones subjetivas y objetivas de la naturaleza, características y funciones de la labor educativa en medio de contextos concretos. Esto trae como consecuencia que se efectúe un proceso del sí mismo como persona, maestro; su conocimiento teórico, su capacidad intelectual, compromiso investigativo; su convicción educativa, el respeto por sí mismo y por el otro; el deseo de transformar críticamente su entorno; el conocimiento que tenga del estudiante, sus condiciones sicológicas, sociales, epistemológicas; axiológicas y culturales; el conocimiento de las realidades particulares de su comunidad educativa conjuntadas con el conocimiento universal que tenga sobre las realidades económicas, políticas, socioculturales y pedagógicas de lo que está sucediendo en el campo local, regional y global, así como la forma en que estas inciden en su comunidad educativa y en las relaciones pedagógicas, formas de construir conocimiento y estructurar el pensamiento que se da en el aula de clase.

A su vez, la autorreflexión debe conducir a dar participación crítica y consciente por parte de todos los miembros de la comunidad educativa, lo cual se debe cimentar en una intervención reflexiva y creativa, fundamentada en una problematización permanente, que ha de conducir a una investigación-acción de carácter crítico.

La investigación-acción con enfoque crítico comienza a partir de la detección de las dinámicas y los problemas vitales que se presentan en el aula de clase. Su método se cimenta en el diálogo y la participación (su finalidad) se centra en elevar la autoconciencia de los sujetos que participan en esta acción, en cuanto a su potencial colectivo como agentes activos de la historia. Por otra parte, la investigación crítica vincula los procesos educativos despersonalizados a las opciones y las acciones de sus sujetos, con el fin de eliminar las consecuencias inadvertidas y contradictorias de la acción educativa.



Extraído de:
Actitud y pensamiento crítico.
La problematización de los contextos en la construcción del conocimiento*
Luis Ernesto Vásquez Alape
Universidad de La Salle, Bogotá, Colombia

1 comentario:

Anónimo dijo...

el texto nos permite visualizar, aspectos que se deben tener en cuenta en nuestros trabajos formativos para la transformación histórica y voluntad de poder y conocer.

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