¿Qué entiende por “crítica”, la propia Teoría Crítica? ¿Se basa en una filosofía idealista? ¿Qué finalidad declara? ¿En que se distinguen de las teorías tradicionales? ¿Cómo asume las prácticas?
El término “crítica”, para los/as precursores/as de la Teoría Crítica,
supone una oposición férrea a la concepción tradicional de teorías científicas
positivas, negadoras de los hechos y las experiencias, para quienes toda teoría
científica debería responder a las interrogantes, sin críticas ni
cuestionamientos. El componente crítico de la Teoría Crítica,
pone en duda las creencias metafísicas y filosóficas idealistas generales, que
olvidan la diversidad de aspectos influyentes directa o indirectamente en cada
hecho y situación social o natural.
Se considera que la Teoría Crítica no
responde, por ninguna circunstancia, a una filosofía idealista de la historia
de las sociedades ni tampoco asume posiciones de la metafísica ontológica, sino
que, por el contrario, es una teoría con exigencias de validez científica, cuya
experiencia constituye uno de sus elementos fundamentales. Ella critica, por
una parte, e impulsa, por la otra, de manera dialéctica, los procesos
revolucionarios y transformadores. Esta forma de concebir el mundo, comprenderlo
y transformarlo no es posible encontrarlo en los planteamientos de la ciencia
positivista tradicional. Uno de sus elementos centrales, tiene que ver con la
formación misma de la
teoría. Normalmente, las teorías de carácter conservador
tienden a acercarse a posiciones dogmáticas y, en muchos casos, jerárquicas.
Por ello son consideradas como medios apropiados para la explicación de los
hechos, desde una perspectiva puramente deductiva.
Mientras esas teorías convencionales organizan el planteamiento
de los problemas a partir de suposiciones, también teóricas, dominantes, que
tienen relación con la reproducción de las condiciones sociales de desigualdad
actual, como una forma de aceptación pasiva, y fuese producto de una cierta
génesis social o natural, la
Teoría Crítica actúa de manera totalmente opuesta a estas
pretensiones científicas burguesas. La intención no está orientada a la
producción y reproducción de la totalidad, sobre procedimientos científicos
refinados, sino que la idea está orientada hacia cambios parciales,
acumulativos y, generales.
Lo correcto sería que los seres humanos, sobre la base de
una ciencia liberadora, asumieran posiciones poco dogmáticas, sin temor y con
altos niveles de conciencia crítica, con lo que se superaría las desigualdades
y asimetrías personales y colectivas. De esta manera llegaríamos a la
conformación de una sociedad sin explotación y represión, donde existiría el
principio no represivo de la organización social del trabajo, superando con
ello la primacía del rendimiento del trabajo y el capital como forma apropiada
para la existencia de las sociedades capitalistas, altamente injustas y
desiguales, independiente del grado de avance científico y tecnológico. La Teoría Crítica en
consecuencia, tiene por finalidad última, la emancipación total del sujeto y
colectivo de la dominación del capital y el opresor, sea quien fuere y venga de
donde viniere. El objetivo, consiste en alcanzar un momento histórico, por
medio de procesos de concienciación y revolución, para que los seres humanos
vivan de manera libre y autodeterminada, y donde la fuerza del trabajo humano
sea para la satisfacción de las necesidades individuales y colectivas, sin el
perjuicio al medio ambiente ni ejercer comportamientos de dominación de unos/as
pocos/as sobre muchos/as. Así se requiere, superar, a través de los verdaderos
procesos revolucionarios, de la reproducción y legitimación de las actuales
estructuras predominantes, en torno al que la escuela juega un papel
fundamental. Sobre este aspecto, coincidimos con Apple, quien indica:
El planteamiento de la
reproducción también es simple en otro sentido. No habla, y por tanto niega,
que las relaciones sociales capitalistas sean intrínsicamente contradictorias
en algunos aspectos básicos. Como afirmaba anteriormente, al igual que el área
económica donde el proceso de acumulación de capital y la necesidad de extender
mercados y beneficios genera contradicciones internas en la necesidad de
extender mercados de beneficios genera contradicciones internas en la sociedad
(por ejemplo, los beneficios en ascenso y la inflación provocan una crisis en
la legitimidad tanto del Estado como de la economía), en otras instituciones
emergerán igualmente contradicciones parecidas. La escuela no puede permanecer
ajena a este hecho. Por ejemplo, en el Estado las escuelas desempeñan
importantes tareas en la creación de condiciones para la acumulación de capital
(escogiendo, seleccionando y certificando un grupo de estudiantes organizado
jerárquicamente) y para la legitimación (manteniendo una ideología
meritocrática falsa y además legitimando formas ideológicas para la recreación
de la desigualdad.
Con todo, estas dos funciones de la escuela a menudo están
enfrentadas. La necesidad de acumular capital puede contradecir la necesidad de
legitimación, una situación que actualmente es más conflictiva. En la escuela
podemos verlo en la relativa superproducción de individuos cualificados justo
en un momento en que la economía no demanda tanto personal altamente
remunerado. Esta superproducción cuestiona la legitimidad de los modos de
funcionamiento de las escuelas. A nivel más concreto, podemos ver las
contradicciones de las instituciones en el hecho de que la escuela tiene
diferentes obligaciones ideológicas que pueden entrar en conflicto. Se necesita
capacidad de crítica para mantener dinámica nuestra sociedad; por tanto las
escuelas enseñarían a los estudiantes a ejercer la crítica. A la vez, las
capacidades críticas pueden desafiar al capital. Esta no es una idea abstracta.
Estos conflictos ideológicos impregnan nuestras instituciones educativas y
tienen lugar cada día en ellas.
Se pretende, como deseo sustantivo de la gran mayoría de los
seres humanos, superar la pasividad aparente en la que nos detuvimos a lo largo
del tiempo, del tiempo del dominio de las relaciones sociales determinadas por
el poder, inocuo del capital, en cuyo entorno tienen lugar las diferentes
formas de esclavitud, abandono y desprecio. Aquí destaca la emancipación de las
personas esclavizadas, pero también de quienes esclavizan. No se trata de
descolonizar, solamente, a los colonizados, sino esencialmente descolonizar a
los/as colonizadores/as, con procesos de concienciación sociopolítica y, si es
necesario, a través de prácticas revolucionarias profundas. Se trata entonces,
de la liberación total y permanente del ser humano, de las cadenas de la
esclavitud mental, que garantiza el desarrollo libre del sujeto y del
colectivo. Empero que no será posible el logro de este hermoso objetivo, sin la
participación de las luchas y el combate incasable en todos los ámbitos de
nuestras sociedades. Las batallas de la liberación continua tendrán lugar en
diversos espacios y contextos, uno de ellos de suma importancia tiene que ver
con la producción de teorías científicas explicativas y transformadoras, en el
campo de la investigación en ciencias sociales, ciencias naturales y
matemáticas. Aparentemente las formas de vida, producción y reproducción de las
condiciones de existencia y relaciones de poder en la sociedad capitalista,
impiden el impulso y realización de las transformaciones necesarias. Se cree
que la modernización del sistema capitalista actual, obedece a una razón
natural y genética, incuestionable, científicamente hablando. Sin embargo, la Teoría Crítica no
sólo evidencia sus contradicciones, sino proporciona, desde la perspectiva
científica, posibilidades de transformación.
Tal vez nos podrían decir, con cierta intencionalidad
destructiva, que ninguna teoría científica está en condiciones de generar profundas
transformaciones sociales en determinadas épocas, contextos y realidades. Ésta,
sin embargo, es una posición conservadora y conformista de la ciencia y su
relación-significado con la sociedad. La Teoría Crítica, no obstante, no está
interesada en continuar manteniendo intactas las estructuras del sistema,
establecidas históricamente, con la ayuda de la ciencia conservadora; su
interés, además de producir conocimientos, se centra en los cambios de las
realidades concretas. Ella no asume las prácticas como juicio de valor, que la
ciencia e investigación conservadoras, pretenden suministrarle a sus preguntas
de investigación, procesos e instrumentarios investigativos, la fuerza de una
supuesta objetividad, validez y confiabilidad. Esto significa que existen dos
formas de incorporar las prácticas, de acuerdo con la Teoría Crítica,
como parte esencial de la investigación y su transformación, en lugar de las
otras, las teorías conservadoras, como parte básica de su validez científica,
en abstracto, sin intencionalidad transformadora. Fosenca amplia este punto de
vista mediante el siguiente análisis:
Los efectos del
desarrollo científico y tecnológico sobre el modelo societal pueden resumirse
de la siguiente manera: a nivel ideológico se inculca, en forma constante, una
racionalidad científica que se asume al margen de las determinaciones sociales
y, en tanto tal, libre de prejuicios. Paralelamente, en el ámbito social, se
consolidan las estructuras de acumulación/dominación y
dominación/subordinación. De esta manera, la ciencia se convierte en el
principal medio de consolidación de las relaciones de dominación y las
relaciones de poder que le son propias. Por consiguiente, esta concepción de
ciencia se corresponde con determinados objetivos, los que en última instancia
definen la naturaleza y prioridades en cuanto al desarrollo
científico-tecnológico. La concepción mima de ciencia, la configura un saber de
y para el orden social existente con efectos políticos e institucionales. Lo
anterior supone reconocer un quehacer científico vinculado a los valores, y,
desde luego, a la
política. Es precisamente por su relación con ciertos valores
que le es posible legitimar tanto la selección y delimitación de sus propios
objetos como de sus resultados. Abordar el problema de la relación
ciencia-poder permite conocer, tanto las formas de control político, como las
formas de participación política de los sectores sociales, así como los
discursos sobre el orden, sistema político, representatividad, progreso,
coerción, consenso, etc. El análisis permite avanzar en la comprensión del
aspecto simbólico-mítico que sustenta la dominación y la participación a nivel
socio-político. Los efectos del progreso científico-tecnológico en una sociedad
tienen enorme importancia política, de allí que es necesario reseñar los
principales argumentos orientados a develar la relación entre pensar científico
y hacer político….
El concepto de Crítica, de la Teoría Crítica, a
diferencia de la inexistencia en las teorías científicas burguesas tradicionales,
le proporciona a la ciencia, al conocimiento científico, a los procesos de
investigación y a su relación con las prácticas y realidades que desea
investigar y cambiar, el componente del análisis científico, crítico, de las
contradicciones, que la ciencia debe responder. Se trasciende el mundo de la
explicación-comprensión o simple mejoramiento de las prácticas. Se pasa del
simple esclarecimiento de los fenómenos sociales y naturales, sobre la base de
una supuesta neutralidad y abstracción, a una profunda reflexión de contrarios
y, por supuesto, al logro de otras formas muy diferentes de producción de
conocimiento, con un alto significado social, cognitivo en cada sujeto y en el
colectivo. Por esta razón, compartimos la esencia de la Teoría Crítica y nos
inclinamos por su profundización permanente en cada ámbito del quehacer
científico y, en el campo de las ciencias de la educación, particularmente en
la pedagogía y la didáctica.
Extraído de:
Pedagogía y Didáctica Crítica para una Educación Liberadora
Dr. David Mora
Director Ejecutivo del Instituto Internacional de
Investigación Educativa para la Integración.
En Integra Educativa Nº 4 / Vol. II No. 1