miércoles, 20 de agosto de 2014

Responsabilidad ética de los docentes


¿Qué sentido le otorga P Freire a la responsabilidad Ética de los docentes? ¿Cómo concebir el trabajo desde este punto de vista? ¿Qué significa “corporificación de la palabra”? ¿Cómo resignificar el quehacer docente? 
 

Un planteamiento primordial en la Pedagogía de la autonomía (Freire) es la responsabilidad ética en el ejercicio de la tarea docente. Freire considera que la ética debe acompañar toda la práctica educativa, especialmente el trabajo de formar a los educandos. Reconocer esta responsabilidad ética resulta vital en el trabajo pedagógico. Freire señala que la mejor manera de luchar por ella es “vivirla en nuestra práctica, testimoniarla, con energía, a los educandos en nuestras relaciones con ellos, en la manera en que lidiamos con los contenidos que enseñamos, en el modo en que citamos autores con cuya obra discordamos o con cuya obra concordamos”.

Es entonces en la propia práctica docente, en la relación que se establece con los educandos, donde los docentes podemos manifestar esta responsabilidad ética, otra de las responsabilidades que el trabajo de educar requiere es el rigor metodológico, los docentes necesitamos desarrollar capacidad crítica, concebir el trabajo no como un recitado de contenidos, sino como una actividad creadora que enseñe a pensar reflexivamente; y para ello debemos desarrollar una actitud investigativa y cuestionadora; para que, lejos de repetir lo que los textos (contenidos) dicen, sin relacionarlos con la realidad y con nuestra propia existencia, propiciemos el otorgamiento de sentido y significado al proceso educativo.

Así, otra condición de esta responsabilidad ética a la que Freire se refiere es la necesidad de que la enseñanza exija la corporificación de la palabra en el ejemplo, por lo que se hace necesario ser coherente entre el decir y el hacer, para que los alumnos puedan encontrar coherencia y verdad en nuestro pensamiento. el decir y el hacer requieren hacerse visibles de manera coherente, es decir, que el propio profesor crea en lo que hace y que las personas que lo observan puedan dar credibilidad a su trabajo, es necesario que los docentes resignifiquemos nuestro quehacer docente, que construyamos un sentido diferente al que el neoliberalismo nos desea imprimir, sólo como los ejecutores de programas y políticas que el estado neoliberal pretende impulsar. Es preciso que los docentes, cuando leamos, dialoguemos y nos comuniquemos. de ese modo, seguramente podremos reconstruir el sentido del trabajo docente desde una perspectiva más humana, menos enajenada y enajenante.

Otro de los planteamientos relacionados con este aspecto es el que señala Freire cuando afirma que enseñar exige la convicción de que el cambio es posible, lo cual requiere tener la certeza de que este mundo puede ser transformado, tener la certidumbre de que para nosotros, los maestros, una de las vías es la educación, para lo cual es necesario que entremos en procesos de extrañamiento y análisis de lo que acontece en el mundo, en el poblado donde vivimos, en el propio centro de trabajo.

¿Para qué extrañarnos de lo que pareciera parte del contexto? Para negar la aceptación de que así son las cosas; para poder cuestionar, analizar, proponer y actuar para modificar lo que es necesario transformar. Por ello se hace necesario estar atentos y vigilantes de las prácticas que discriminan, explotan, desprecian, etc. estas son generalmente aprendidas por imitación, porque han estado presentes de manera permanente entre nosotros y nosotras. Hemos aprendido a convivir con ellas, encontrándolas como parte del contexto, así como su justificación. Sobre todo en el actual contexto neoliberal, que de manera impositiva, encubierta, simbólica y permanente nos envuelve.

Por lo dicho hasta ahora, se requiere una actitud diferente por parte del docente y de los educandos; asumirse como sujetos históricos, es decir, personas que se insertan, deciden, eligen e intervienen en la realidad, personas que pueden romper con el pensamiento cosificado. a través del trabajo dialógico, iniciar y progresar en un proceso de reconocimiento de la propia incompletitud, de tal forma que se pueda avanzar en la toma de conciencia de ser sujetos inacabados, por lo que siempre se deberá estar atento para continuar construyendo la Historia como posibilidad y no como determinismo; ello posibilita continuar construyéndose a través de la problematización del futuro a construir.

Freire considera que enseñar exige buen juicio, humildad, tolerancia y lucha por la defensa de los derechos de los educandos, y sobre todo la visión esperanzadora de que es posible el cambio. Esto debe ser algo intrínseco a la actividad docente. la alegría y la esperanza son puntos también necesarios que no se deberán perder, sino compartir y defender, especialmente la esperanza. es la condición que forma parte de la naturaleza humana; por tanto, quien la pierde se deshumaniza y se transforma en una persona desesperanzada, que se paraliza, pues ha perdido el ímpetu que ofrece el anhelo, los maestros y maestras no podemos ser sujetos desesperanzados, porque estamos cerca de muchos adultos, jóvenes y/o niños, ellos y ellas toman sin querer el ejemplo de lo que somos, de lo que pensamos y de lo que hacemos, por lo que nadie debería ser un sujeto desesperanzado sino que, por el contrario, ante tanta perversidad que vive la sociedad actual, nosotros y nosotras, y en especial los maestros y maestras, debemos tener la necesidad de ser sujetos esperanzados.

El deseo esperanzado permite asumir decisiones, elecciones para poder intervenir en la conformación de la historia, la transformación de las condiciones que afectan, oprimen y laceran la situación humana, como sucede con una gran población de hombres y mujeres que viven en condiciones económicas y sociales humillantes, así, quien no vive en esa situación tiene que ser sensible, debiéndole lastimar el hecho de que otros seres humanos existan en tales circunstancias, por lo que deberá participar en la transformación de las condiciones que los oprimen.


Extraído de
Los círculos de cultura: una posibilidad para dialogar y construir saberes docentes
Guadalupe Juárez Ramírez
Profesora de educación Primaria. licenciada en educación y magíster en educación. Docente del Programa de licenciatura en intervención educativa en la Universidad Pedagógica nacional-Hidalgo (UPn-H). Asesora técnica Pedagógica en el Programa Nacional de Actualización y Capacitación de Maestros en Servicio.
En
Paulo Freire, Contribuciones para la pedagogía
Moacir Gadotti, Margarita Victoria Gomez, Jason Mafra, Anderson Fernandes de Alencar [compiladores]

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