¿En qué consiste la Educación Popular? ¿Cuáles son los puntos débiles de la sociedad, sobre los cuales debe actuar? ¿Cuáles son los pasos a seguir para aportar a la búsqueda de la trasformación global?
La educación, para ser
liberadora, precisa construir entre educadores y educandos una verdadera
conciencia histórica.
Y eso demanda tiempo.
Moacir Gadotti
El desarrollo del pensamiento social crítico ha contribuido
notablemente a la comprensión de la constitución del sujeto y su actividad en
defensa de la diversidad, la subjetividad, los valores y la ideología, como
punto de partida para estudiar la realidad y la construcción del conocimiento
social. La educación popular es expresión viva de ello.
Así, razones y sensibilidades sobran para pensar que esta es
otra propuesta para contribuir con la formación de nuevas generaciones
conscientes de la significación de su participación social, así como de las
herramientas para hacerla sentir en la práctica. La educación popular es más que nada un
modo de problematizar y enfrentar los problemas de hoy, una nueva manera de
actuar sobre ellos que ataca justamente sus puntos más débiles, como son los
elementos de desigualdad, poder, intereses de sectores y clases sociales y su
consecuente condicionamiento de las relaciones sociales y los modos de
actuación de los individuos, así como sus modos de interpretación de este
cuadro vital que están experimentando; con ello, puede incidir de manera más
efectiva en su transformación.
Sin embargo, vale pensar en los retos o dificultades que
esta propuesta puede enfrentar en el mundo de hoy, específicamente en nuestra
región.
Las contradicciones sociales en América Latina han llegado a
ser tan fuertes y sostenidas en el tiempo que la claridad de los temas
neurálgicos de nuestras sociedades es alta, y sin duda estos forman parte de la
conciencia cultural de nuestros pueblos. Al respecto, expresa Anderson:
En América Latina
encontramos una combinación de factores mucho más fuerte y prometedora que en
Europa o Medio Oriente. Aquí y solamente aquí la resistencia al neoliberalismo
y al neo-imperialismo conjuga lo cultural con lo social y nacional […] Aquí y
solamente aquí encontramos coaliciones de gobiernos y de movimientos en un
frente amplio de resistencia a la nueva hegemonía mundial.
Este es el paso primero e imprescindible para que el cambio
pase de ser un sueño remoto a ser un sueño posible. Sin embargo, múltiples
factores deben tomarse en cuenta: los intereses de clase, las estructuras
económicas, así como la posición del Estado.
Paradójicamente, el Estado en los procesos educativos, su
centralidad o no, la definición del sujeto que se quiere desarrollar y cómo
articular esto de manera posible en contextos nada fértiles siguen siendo
agendas pendientes.
Sin duda, el éxito educativo dependerá de, para utilizar
palabras de Moacir Gadotti, construir nuevas alianzas entre la sociedad civil y
el Estado. El Estado resulta vital, aunque paralelamente las semillas de la
responsabilidad individual se dejen plantadas con fertilizante diario.
De nada vale pecar de ingenuos, las instituciones educativas
no cambiarán al margen de las sociedades y su estructuración. Sin embargo,
existen ámbitos de incidencia a nivel micro que, paralelamente a la búsqueda de
esta transformación global, pueden ir sembrando, para luego cosechar. Algunos
primeros pasos deben ser los siguientes.
- Promover el
diálogo reflexivo y crítico que se sustente en el respeto a la diferencia y en
la apertura a la interinfluencia de todos los polos del conflicto.
- Generar una
cultura participativa que sólo será auténtica y comprometida en la medida en
que se estimulen la creatividad, la libertad, la diferencia, la autonomía.
- Formular e
implementar programas dirigidos a los jóvenes que estén lejos de ser
asistencialistas, pues sólo así promoverán su actuación comprometida y
creativa, autónoma.
- Diseñar y
aplicar programas que partan de la realidad de los jóvenes y no de la cultura
adulta hegemónica, para que respondan a sus necesidades, ya que únicamente así
les generarán compromiso y un vínculo afectivo estrecho, sentido de
pertenencia.
- Legitimar
las culturas juveniles, entenderlas, comprenderlas como parte de un todo social
y no como un apéndice problemático.
Se trata de desafíos que requieren de la problematización y
de una actuación desde los diversos ámbitos. Contar con una visión crítica de
camino necesario y con una propuesta para ir andando es bastante para concretar
una experiencia con las nuevas generaciones. La construcción social y la
conducción del propio proceso de transformación demandan retomar la
participación de la juventud desde los principios de la educación popular
crítica.
Autora
Claudia Castilla García
Educación popular juventud participación. Una alianza
posible
Licenciada en Psicología por la Universidad de La Habana,
Cuba. Investigadora del Grupo de Estudios sobre Juventud del Centro de
Investigaciones Psicológicas y Sociológicas (CIPS). Profesora Adjunta de la
Facultad de Psicología de la Universidad de La Habana.
En
Paulo Freire, Contribuciones para la pedagogía
Moacir Gadotti, Margarita Victoria Gomez, Jason Mafra,
Anderson Fernandes de Alencar [compiladores]
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