La
escuela crítica debe tener en cuenta que “Producción
masiva significa producción en serie, indiferenciada, simplificación y
estereotipación. Como en la producción comunicativa se trata de productos del
pensamiento, de contenidos de conciencia, esta serialización e indiferenciación
tiene también algo que ver con la producción del pensamiento indiferenciado,
acrítico, esto es, mágico” ¿Por qué existe esta simplificación?
Hoy
día, la mayor parte de la comunicación se hace a través de los llamados medios
de masas, que, como el término de “comunicación de masas”, no deja de ser un
eufemismo. Como es sabido, ni las masas se comunican entre sí a través de esos
medios ni éstos son de las masas, sino de unos pocos que producen masivamente
para las masas.
En
suma, que estos pocos tienen el poder de definir la realidad para los muchos,
de decirles lo que pasa, lo que es bueno y malo, lo que hay que hacer y no
hacer, cómo hacerlo, etc. Este poder de fijar el programa social de cualquier
comunidad es la clave del control social. Lord Nordcliffe, dueño de uno de los
consorcios más poderosos de periódicos de principios del siglo XX, lo explicaba
así, sin pelos en la lengua: “Dios enseñó
a los hombres la lectura para que yo pueda decirles a quién deben amar, a quién
deben odiar y lo que deben pensar”.
Y
lo que nos cuentan suele ser casi siempre la historia de los otros, no la
nuestra. Y si estamos ocupados en vivir la historia de los demás no tenemos
tiempo de preocuparnos de la vida propia. Pues si nos ocupásemos de ella y
descubriéramos cómo la determinan otros, no nos quedaríamos de brazos cruzados
e intentaríamos cambiarla a mejor.
Producción
masiva significa producción en serie, indiferenciada, simplificación y
estereotipación. Como en la producción comunicativa se trata de productos del
pensamiento, de contenidos de conciencia, esta serialización e indiferenciación
tiene también algo que ver con la producción del pensamiento indiferenciado,
acrítico, esto es, mágico.
En
la comunicación, el engaño no sólo se da en el ámbito de los medios primarios,
sino sobre todo en el de los medios terciarios, donde tanto uno como otro
participante necesitan un aparato para poder comunicarse. La técnica de la
comunicación, acelerada a través de las grandes distancias para grandes
cantidades de receptores dispersos, conduce a la simplificación de los signos
en imágenes y abreviaturas lingüísticas. De este modo reducen las posibilidades
de descifrarlas, al tiempo que sobrecargan con nuevas abreviaturas la
percepción y exceden la capacidad de la memoria.
La
mayoría adquiere su conciencia a través del trabajo. Todo el socialismo se basa
en la hipótesis de que hay que hacer conscientes a los seres humanos. Tras esta
ilustración tomarán el destino en sus manos, se emanciparán del poder dominante
de la economía, de los propietarios de los medios de producción. Toda esta
concienciación de la gran mayoría no puede llevarse a cabo en la era de la
retificación global de los medios técnicos, puesto que éstos no fomentan el
trabajo consciente, sino que lo reducen. Esto se efectúa de muchas maneras.
Primero creando tensión. Se trata de un proceso de distracción. Segundo
simplificando la realidad mediante la oferta de las mismas pautas de
comportamiento, que son siempre binarias: bueno y malo, arriba y abajo, falso y
correcto, etc. Estas pautas de comportamiento vienen dadas por la figura
estética del televisor.
En
este proceso se simplifica también la imaginación. A la gente se le presenta
siempre lo mismo, en forma cada vez más primitiva, puesto que con arreglo a la
economía de señales los propietarios tienen que hacer inversiones cada vez
mayores y, en consecuencia, tienen que llegar a un número cada vez mayor de
receptores para hacerlas rentables. Y sólo se puede llegar a audiencias cada
vez mayores excluyendo la diferenciación y volviendo a lo que todos entienden:
coito, violencia, salidaentrada, ascenso-descenso, esto es, modelos muy
sencillos. Con estos pares binarios se tiene así un fuerte efecto dramatúrgico,
pero a costa de una gran pérdida de realidad y de posibilidades de
conocimiento, pues quien selecciona, abstrae, sí, tiene que dejar fuera más y
más cosas. En consecuencia, es de temer una gran época de idiotización a través
de la humanidad medialmente rectificada.
Lo
que cuenta en la prensa es la presentación visual de los contenidos, pues los
estructura al predeterminar modalidades perceptivas, así como lo que puede interpretarse
y conocerse.
Y
es de suponer que siga así mientras persista la relación directa entre
presentación como captación visual y la base comercial del medio. Cuanto mayor
la tirada, tanto más atractiva la presentación y tanto más cortos los enunciados.
La reducción se debe en todos los medios a la economía de señales.
En
la radiodifusión y en la prensa, el lenguaje está sometido a la ley de la
economía de señales, esto es, ganar tiempo y ahorrar espacio para llegar al
mayor número posible de consumidores con el menor gasto posible para el
productor. Así, pues, la ganancia de tiempo es la máxima suprema de su praxis.
En
el ámbito de la prensa y de la radiodifusión hay que distinguir entre ganancia
de tiempo para el productor de la comunicación y ganancia de tiempo para el
consumidor de la misma. Bajo el punto de vista de la autodeterminación la
ganancia del primero no es necesariamente ganancia del segundo, pues tiene que
dar algo de su biotiempo, en el supuesto de que esta entrega valga la pena para
él. Puede traducirse muy bien en “tiempo perdido”, es decir, en tiempo que no
ha compensado sus déficits cognitivos y emocionales, pero el tiempo gastado ya
no vuelve.
Pero
el productor está obligado a reunir a todos los consumidores posibles de su
comunicación a fin de poder amortizar con la participación de los muchos el
gasto técnico que ha invertido. Los receptores quieren entretenerse,
participar, comunicarse, puesto que son seres humanos y no pueden ni quieren
vivir aislados. Pero cuando aprietan el botón de la radio o la televisión o
toman un periódico en sus manos, tienen que aceptar la presentación lingüística
e icónica en las reducciones específicas de cada medio, y abandonar su aparato
perceptivo a comunicaciones heterodeterminadas, sin poder contradecirlas, como
ocurre en la comunicación primaria.
Extraído
de
La
Intoxicación Lingüística
El
uso perverso de la lengua
Vicente
Romano
Colección
TILDE
No hay comentarios:
Publicar un comentario