“De lo que se
trata es de ir abriendo, a nivel local, nacional y continental … espacios cada
vez más amplios de autonomía con respecto a la dictadura del mercado
trasnacional y a su cultura; autonomía primero intelectual y moral, es decir
capacidad de pensar con su propia cabeza y de escoger el sistema de valores que
corresponde a las aspiraciones más profundas de cada uno; autonomía, por
supuesto, política, expresada en las organizaciones populares, sociales y
políticas; autonomía económica en formas de autogestión y de cooperativas”…“El
papel de la vanguardia puede ser el de dirigir desde arriba las luchas,
elaborando los proyectos, tomando las decisiones fundamentales, bajando sus
orientaciones al pueblo y limitándose a buscar su consenso; o puede ser el de
promover la iniciativa del pueblo, estimulando su búsqueda, su reflexión
colectiva, su investigación participativa, respetando la autonomía de las
distintas instancias de poder popular” Giulio Girardi.
En Educación Popular decidimos tomar partido por el
pueblo como sujeto, el sujeto popular en un largo proceso de emancipación y
resistencia (Rebellato). Camino superador, complejo y dialéctico.
Pero debemos advertir que “no jugamos a ganar” para
salir de la marginalidad, porque no jugamos del lado de los “favoritos”
vencedores de la historia sino del lado de los vencidos de hoy. No jugamos a
ganar, sino a ganar-perder-ganar…, y estamos dispuestos a una nueva Redota, si
la misma implica ganar la dignidad que somos, o la dignidad que pueda quedar en
la idea de política que conservaremos en una nueva síntesis.
Para esa “nueva” (vieja-nueva…) política educamos
al pueblo, nos auto-educamos como sujeto popular en movimiento constante,
caminando por las rayadas huellas de la historia.
Esta idea de una síntesis política y educativa en
constante superación puede ser (y de hecho es) pasto para las fieras
posmodernas del análisis del discurso y la retórica. Muy a tono en cualquier
clase media intelectual de cualquier metrópoli latinoamericana, formadora a su
vez de la tecnocracia que nos gobierna y “nos educa”. En la pedagogía nacional
también el snob ha sido la regla, mientras que los problemas del Sistema
Educativo mantienen tendencias invariables desde la época de la CIDE (2) (por
ejemplo, en enseñanza media superior). Una pedagogía de espaldas a la
educación, muda-enmudecida ante la política, sin horizonte.
Pero ¿con qué herramientas contamos para avanzar?
Nos enseñaron que la construcción del sujeto popular se basa en arribar a una
síntesis que referencia al conjunto pero: ¿cómo? ¿Representamos las iniciativas
populares o generamos espacios para el protagonismo popular directo?
El vino nuevo en odres nuevos. Para nosotros la
lucha social vale en sí misma, no precisa que alguien la represente, porque se
puede presentar ella misma y disputar poder. Para la política partidaria
convencional la lucha social es incompleta, requiere de la polea del partido.
Por eso comprender la diferencia entre el momento de coincidencia y de
divergencia de las valoraciones de las luchas sociales nos puede ayudar a
trazar una estrategia política que no le llene las bodegas a “un partido de
representantes” que sintetizan y se alimentan de las luchas sociales que
representan, pero que terminan fagocitados por el sistema, sin espacios de
autonomía política.
Lo otro ya es conocido: el perfilismo, la retórica,
etc. Educar a “nuestros representantes” es lo que hemos tratado de hacer como
pueblo, haciéndole el caldo gordo a… el progresismo. Básicamente nuestros
antecesores le dieron la oportunidad al Frente, que “representaba” a un
movimiento popular ausente en el sistema político. Pero a nuestros
descendientes deberíamos dejarles el botón de muestra que como generación la
historia nos exige.
Quizás el Frente Amplio se esté acercando a lo que
implicó en el país vecino el “peronismo”: en constituirse la oposición y el
oficialismo a la vez (ser en sí mismo un “sistema de partidos”) y en domesticar
a las expresiones organizadas de la sociedad civil.
Pero igualmente bajo el progresismo ¿no les parece
que cuando luchamos y conquistamos la dignidad con independencia nos sentimos
dueños de nuestro propio esfuerzo? Sin embargo no hemos sido capaces de hacer
de nuestra independencia un espacio pedagógico, ni de acumulación de poder,
corriendo el riesgo de alimentar la vieja mecánica política de la polea de
transmisión.
Educar al sujeto colectivo que somos implica poner
la independencia arriba de la mesa y hacer de ella un desafío, que acompañe
nuestra pelea por un proyecto popular nacido, sentido y defendido desde abajo.
Este problema político-educativo (el de la
auto-educación colectiva del sujeto popular) nos lleva a ser creativos en
buscar otras combinaciones entre la dinámica instituyente e instituida, entre
el contra-poder y el doble poder, entre lucha social y disputa política.
En este sentido, el economista y pedagogo brasileño
Marcos Arruda enseñaba a fines del siglo pasado que hay dos factores que pueden
explicar lo “terminal o no” de esta crisis del sistema: “el agravamiento de las
las contradicciones del propio capitalismo” y la “capacidad creativa de los
trabajadores” de “introducir nuevas formas de organización del trabajo, de la
producción, el consumo, las finanzas, el comercio, el conocimiento y el poder
político”. Cuando coincidan estos dos factores una gran transformación
ocurrirá.
Para ese otro “futuro posible” me parece más
acertado el Tambero que el Tropero de Buenaventura. Dice la “Experiencia” del
Tambero que a veces no hay que cuidar la “punta” porque el pueblo se encarga.
El pueblo es el estratega.
POR: PABLO DÍAZ
Revista
Hemisferio Izquierdo / Nro 4
* Profesor de la Universidad de la República.
Integrante del Movimiento por la Tierra.
Fuente:
http://www.hemisferioizquierdo.uy/#!Educación-popular-y-lucha-social/nnsaa/5797dc1b0cf24688e1992a65
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