El término “Activismo” en el lenguaje de Freire
El término “activismo” forma parte del
vocabulario de Freire cuando él se encausa en la lucha a favor de la liberación
de su pueblo marginalizado del proceso de escolarización. Su propuesta
educacional se basa en las dimensiones principales de libertad y de práctica
humana solidaria. Para Freire (1978), el activismo consiste en la tendencia del
sectario de simplemente actuar sin analizar los resultados de sus propias
acciones. Por el hecho de querer siempre imponer su opinión, el sectario no
respeta la opción de los otros.
En este sentido, para Freire (1978), el
activista tiene dificultades de trascender los mitos, fijándose en las verdades
a medias y en los slogans. Ya en la perspectiva freiriana, la postura de los
radicales, diferentemente de la postura de los activistas, se centra en las
acciones en base a estrategias que priorizan el diálogo, la reflexión sobre las
acciones, a fin de ampliar el debate y llegar a posibles consensos. Por lo
tanto, el activista se sitúa en el espacio de intersección de la tensión entre
el radical y el sectario. Como no hay existencia humana sin tensión, la
dialéctica es un campo filosófico que nos ayuda a pensar las prácticas
contradictorias, a redefinir las acciones en la perspectiva de la negociación,
del acuerdo, del consenso. Por ello, las prácticas consideradas sectarias son
peligrosas porque se acomodan a las estructuras sociales vigentes, al status
quo.
Ya las prácticas consideradas radicales
implican entendimiento de la visión histórica, teniendo la comprensión de la
historia como proceso que se hace y se rehace cotidianamente. El activista,
según la óptica de Freire, necesita romper el voluntarismo idealista porque
éste no considera el proceso histórico y el pensar dialéctico como mecanismos
que favorecen la superación de las tensiones para llegar a la liberación del
hombre. De acuerdo con Freire en su Aprendizaje con el pueblo no hay otro
camino a seguir sino la “travesía” entre la subjetividad y la objetividad, y al
hacerlo, oscilan muchas veces entre el subjetivismo idealista y el objetivismo
mecanicista, entre el intelectualismo verboso y el activismo que rechazan la
reflexión seria. De ahí que pueden tanto reactivar los matices idealistas como
pueden caer en el “revolucionarismo impaciente” (…). (2001, pp. 134-135,
subrayado nuestro)
Consecuentemente, es necesario tener cuidado
para que tales posturas no se conviertan en obstáculos a la concretización del
auténtico proceso de liberación anotado por la pedagogía freiriana. De manera
coherente, Freire (2000) siempre pensó en la práctica educativa atravesada por
la ética, por opciones políticas bien definidas, por el aspecto de la
producción del conocimiento, por la cuestión de la utopía, o sea, por la
gnoseología y por la estética. Esa coherencia le costó que algunos críticos de
derecha lo rotulen como un no educador o un pensador de la educación sino como
un activista político.
Ante ello Freire respondía: “Es importante
afirmar que los que me niegan la pedagogicidad, ahogada y anulada, según ellos
en lo político, son tan políticos como yo. Solo que, obviamente, en opción
diferente a la mía” (2000, p. 89).
Por Jerônimo Sartori
Extraído de
DICCIONARIO Paulo Freire
Danilo R. Streck, Euclides Redin, Jaime José
Zitkoski (Orgs.)
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