Para
Freire ¿Qué se necesita para ser Docente? ¿Qué exigencias tiene la tarea de
enseñar? ¿Es posible entender el pensamiento pedagógico de Paulo Freire
desligado de un proyecto social y político?
“La maestra democrática, coherente,
competente, que conoce su gusto de vida, su esperanza de un mundo mejor, que
certifica su capacidad de lucha, su respeto a las diferencias, sabe cada vez
más el valor que tiene para modificarlo en la realidad; la manera consistente
con que vive su presencia en el mundo, saber que su paso por la escuela es sólo
un momento, pero un momento importante que amerita vivirlo plenamente”
(Pedagogia da autonomia).
Así
es que entiendo la preocupación de Paulo Freire por señalar los saberes
necesarios para la práctica educativa crítica. Freire es muy exigente en lo que
respecta a ese profesional insustituible. En Pedagogía de la autonomía, Freire
sostiene que para ser maestro se necesita: rigurosidad metódica, investigación,
respeto a los saberes de los educandos, criticidad, ética y estética, dar
cuerpo a las palabras a través del ejemplo, tomar riesgos, aceptar lo nuevo,
rechazar cualquier forma de discriminación, reflexión crítica sobre la
práctica, reconocer y asumir la identidad cultural, tener conciencia de lo
infinito, reconocerse como un ser condicionado, respetar la autonomía del ser
del educando, tener buenos sentidos, ser humilde, tolerante, aprender la
realidad, ser alegre y esperanzador, estar convencido de que el cambio es
posible, ser curioso, ser competente a nivel profesional, ser generoso,
comprometido, ser capaz de intervenir en el curso del mundo.
Enseñar
exige libertad y autoridad, amerita ser consciente al tomar decisiones, exige
saber escuchar y reconocer que la educación es ideológica, exige estar abierto
al diálogo y, finalmente, exige querer mucho a los educandos. Luego, concluye
hablando de la necesidad de que el maestro se forme continuamente, proceso en
que “el momento trascendental es el de la
reflexión crítica sobre la práctica. Es así, pensando críticamente en la
práctica de hoy o de ayer que se puede mejorar la práctica de mañana”
(Freire).
Para
Paulo Freire, uno de los primeros saberes es el “saber del futuro como un problema y no como algo inexorable. Es el
saber de la Historia como posibilidad y no como determinación. El mundo no es.
El mundo está siendo”. Resulta imposible entender el pensamiento pedagógico
de Paulo Freire desligado de un proyecto social y político. Por ello, no se
puede “ser freireano” sólo cultivando sus ideas. Ser “freireano” exige, por
sobre todas las cosas, comprometerse con la construcción de “otro mundo
posible”. La “pedagogía sin fronteras” de Freire es una invitación para
transformar el mundo.
Esa
afirmación de Paulo Freire tiene absolutamente todo que ver con el lema del
Foro Social Mundial: “otro mundo es posible” y para construir ese otro mundo
posible fue que Paulo Freire propuso su pedagogía de la lucha. Esa es la razón
que nos hace enseñar y aprender: nuestro saber está puesto todo a disposición
de una causa.
Las
enseñanzas de Paulo Freire para la formación del maestro no están sólo en sus
teorías. Por el contrario, se ven reflejados coherentemente en sus prácticas.
Noten, por ejemplo, su preocupación por no promover la invasión cultural cuando
asesoró al gobierno de Guinea-Bissau (Freire).
Para
Paulo Freire la alfabetización debe ser significativa, y sólo lo es cuando es
producción cultural y no reproducción cultural. Freire dio el ejemplo en el
libro escrito conjuntamente con Donaldo Macedo, en el cual reflexionaban sobre
su experiencia en Guinea Bissau (Freire y Macedo). A partir de su análisis
sobre la experiencia obtenida en Guinea-Bissau, Freire reconoce que existieron
ciertos “trazos populistas” y crítica el hecho de que los diferentes grupos
étnicos no hubiesen tomados en cuenta. Su proyecto de alfabetización no tuvo
éxito principalmente porque los diferentes grupos sólo hablan la lengua local y
no pudieron aprender a hablar portugués, lengua oficial, y si la aprendían no
la usaban, situación que los llevaba de vuelta al analfabetismo.
Paulo
Freire insistió en un programa de post-alfabetización para dar continuidad a la
formación inicial. Reconoció que las dificultades para el proyecto de una
alfabetización bilingüe eran enormes, sin embargo, solía afirmar que la
experiencia les hizo aprender muchas lecciones. Una alfabetización emancipadora
no podría tener continuidad frente a la “invasión cultural” portuguesa y
eurocéntrica. Si la colonización tenía por objetivo “desafricanizar” (Freire),
la nueva educación debería reafricanizar la cultura. Reafricanizar significaba
para Freire, descolonizar las mentes de los colonizados.
Enseñar
portugués era indispensable, puesto que ere el único idioma común, escrito,
hablado e impreso, empero, no podíamos olvidar que ese idioma era la lengua del
colonizador. Paulo Freire no era populista para renunciar a la lengua
portuguesa. Él intentaba darle un nuevo significado a la enseñanza de la lengua
portuguesa en Guinea-Bissau mientras que insistía en alfabetizar también en la
“lengua del pueblo”. Freire solía decir que a fin de cuentas es a través de
ella que el alfabetizado “nombra su propio mundo”.
Paulo
Freire argumentaba que para que existiese una nueva sociedad se necesitaba una
nueva escuela, basada en una nueva praxis educativa. Para que esto sucediese,
insistía en la necesidad de reflexionar sobre los métodos utilizados por las
escuelas de los colonizadores. Antes de transformar las estructuras sociales
dominantes necesitamos conocerlas.
Freire
había trabajado en Guinea-Bissau junto al equipo del Idac (Instituto de Acción
Cultural), del cual fue uno de los fundadores, en conjunto con el Departamento
de Educación del Consejo Mundial de Iglesias, ambos con sede en Ginebra. Freire
no se concebía como un especialista neutro. La experiencia de la
alfabetización, iniciada hace cuatro años, integraba un enorme proceso de
“reconstrucción nacional”, poco después de la problemática independencia
decretada el día 24 de septiembre de 1973 y que Portugal sólo reconoció al cabo
de un año, el 10 de septiembre de 1974. La educación era una parte del proceso
de cambio por el cual el país atravesaba.
Amílcar
Cabral, quien muriera asesinado poco después de la independencia de
Guinea-Bissau, había invitado a Paulo Freire, a quien admiraba fervientemente
tanto a nivel intelectual como a nivel de militancia. Amílcar había sido el
líder del Paigc (Partido para la Independencia de Guinea y Cabo Verde). Las
cartas del libro las dirigían a los miembros de la Comisión de Alfabetización,
y, en especial, a Mário Cabral, para aquel entonces, Comisario de Estado para
la Educación y la Cultura de Guinea-Bissau.
La
lucha por la liberación desarrolló en el pueblo la capacidad de escribir su
propia historia. Paulo Freire no fue a Guinea con una receta pedagógica bajo el
brazo, siendo coherente con lo que escribió una vez: “la verdadera ayuda es aquella en que los que participan se comprometen
mutuamente, creciendo juntos en el esfuerzo común de conocer la realidad que
desean transformar”. Juntos elaboraron el programa nacional de
alfabetización y la política educacional del nuevo gobierno. El pueblo necesita
reinventar su sociedad y la educación debería integrar ese gran proyecto
histórico. Sería impensable reproducir la educación de los colonizadores. La
verdadera ayuda es aquella en la cual los que participan se ayudan mutuamente
en un esfuerzo común para conocer la realidad opresora que desean modificar.
Freire afirma en una de sus cartas que “el
tema de fondo no está sólo en sustituir un programa viejo adaptado a los
intereses del colonizador por uno nuevo, pero sí en establecer la coherencia
entre la sociedad reconstruyéndose revolucionariamente y la educación como un
todo que debe estar a su servicio. Y la teoría del conocimiento que ésta debe
poner en práctica implica un método de conocer antagónico al de la educación
colonial”.
La
preocupación sobre la contextualización recorre toda la obra de Paulo Freire.
El conocimiento es una información contextualizada. No existe saber sin
referencia a un contexto. De allí su insistencia sobre la formación crítica del
maestro. Allí está el asidero de su preocupación, por ejemplo, por el proceso
creciente de globalización en la década de los 90, y sus efectos en la vida cotidiana.
La globalización capitalista era una preocupación constante en las últimas
conversaciones con Paulo Freire. En las líneas que presentamos a continuación,
resaltó un análisis crítico sobre ese tema que él tocó en su último libro.
Se
dice, sin embargo, que la globalización de la economía constituye un momento
necesario de la economía mundial, del cual es imposible escapar por sí solo. Se
universaliza un dato del sistema capitalista y un instante de la vida
productiva de ciertas economías capitalistas hegemónicas como si Brasil, o
México, o Argentina tuviesen ser partícipes de la globalización económica de la
misma forma como lo hacen en Estados Unidos, Alemania o Japón. Entonces, se
toma el tren a mitad de camino y no se discuten las condiciones anteriores y
actuales de las diferentes economías. Se nivela el conjunto de deberes entre
las distintas economías sin considerar las distancias que separan los derechos
de los fuertes y su poder de beneficiarse de ellos y la mano suave de los
débiles para ejercer sus derechos.
Si
la globalización implica superar fronteras, la apertura sin restricciones del
libre comercio, termina acabando con los que no pueden resistir. No se indaga,
por ejemplo, si en momentos anteriores de la producción capitalista en las
sociedades que lideran la globalización actualmente, eran tan radicales en lo
que respecta a la apertura que ahora consideran condición indispensable para el
libre comercio. En este momento, le exigen a los otros, lo que no aplicaron
para si mismas. Uno de los elementos más eficaces de su ideología fatalista es
convencer a los perjudicados de las economías sometidas de que en realidad es
tal como dicen, que no hay nada que hacer, sino seguir orden natural de los
hechos, puesto que es algo natural o casi natural que la ideología neoliberal
se esfuerce por hacernos entender la globalización como una producción
histórica (Freire).
Autor
Moacir
Gadotti
La
Escuela y el Maestro
Paulo
Freire y la pasión de enseñar
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