Según Freire, la “arqueología de la concientización”
remite a aquel momento en que Theilard de Chardin llamó de hominización en la
evolución del ser humano, esto es, al surgimiento del ser humano en su
especificidad y diferenciación en relación a los animales de otras especies.
“Fue a través de ese proceso natural que surgió la concientización en el proceso
de la evolución”. Cuando surge la concientización hay reflexión: hay
intencionalidad dirigida al mundo”.
El ser humano se vuelve indiferente, esencialmente
diferente a los animales. Desde entonces él “no sólo sabe sino sabe que sabe”.
“Al pensar de esta manera la arqueología de la conciencia, considero que, a
través de la problemática de la relación entre el hombre y el mundo, el hombre
pasa a crear nuevamente, volver a ser, que es el proceso natural”, porque la
intencionalidad de la conciencia humana no es sofocada por las situaciones
alienantes (FREIRE. En: TORRES, 1978, p. 30).
La conciencia continúa ahí como “misteriosa y
contradictoria capacidad humana de distanciarse de las cosas para hacerlas
presente. Ella es la presencia que tiene el poder de presentificar” (FIORI,
1967, p. 14). Con ellas se tiene acceso a la “arqueología”, en una tentativa de
expresar la forma originaria de la conciencia que, desde su surgimiento, se
caracteriza por la intencionalidad, y demostrar que el método de concientización
corresponde a la propia dinámica espontánea de la conciencia, pero que es
negada en situaciones históricas concretas de opresión/alienación. Esa dinámica
de tender para algo como objeto y de orientarse reflexivamente en la praxis es
restituida en la concientización para que la conciencia y el método, el método
y la conciencia, se correspondan uno al otro.
Álvaro Vieira Pinto considera que “en su arqueología,
la conciencia es método, es camino para algo que no es ella, que está fuera de
ella, que la circunda y que ella aprehende por su capacidad de idear. El método
es la forma exterior materializada en actos, que asume la propiedad fundamental
de la conciencia: la intencionalidad (apud FREIRE, 1970, p. 56). Freire adopta
la concepción fenomenológica de la conciencia, la tesis de que la
intencionalidad trascendental de la conciencia caracteriza la especie humana
desde su origen, porque le permite retraer sus horizontes, objetivarlos, y
dentro de ellos, sobrepasar los momentos y las situaciones que intentan agarrarla
y reducirla a la condición de objeto.
Al contrario, movida por el impulso que la hace
trascender, la conciencia puede volverse reflexivamente sobre esas situaciones
y momentos para juzgarlos y juzgarse. La reflexividad de la conciencia
intencional posibilita la objetivación, por ello la conciencia es capaz de la
crítica. Desde el primer momento de su constitución, al objetivar su mundo
originario, la conciencia ya es virtualmente reflexiva. Es presencia y
distancia del mundo: la distancia es condición de la presencia. Al distanciarse
del mundo, constituyéndose en la objetividad, se sorprende, en su subjetividad.
(FIORI, 1974, p. 15)
En esa perspectiva de la “arqueología de la
concientización” la subjetividad es objetividad, reflexión y mundo, forman una
unidad dialéctica en permanente movimiento. Todavía según Fiori, la reflexión
es, ella misma, praxis, porque en la dialéctica conciencia-mundo el educando se
descubre y se afirma como sujeto que instaura el mundo de su experiencia, que a
su vez puede ser objetivado nuevamente.
Esto significa que la conciencia del mundo y la
autoconciencia se instauran conjuntamente, evidenciando la correlación entre el
conquistarse, hacerse a sí mismo, sujeto, y conquistar el mundo, hacerlo más
humano. Aún según el mismo autor, Freire no inventó las características
antropológicas de las que estamos tratando aquí. Él pensó y practicó un método
pedagógico que busca devolver a los seres humanos oprimidos la oportunidad de
redescubrirse por medio de la retomada reflexiva del propio proceso en el cual
ellos se van descubriendo, manifestando y configurando: “método de
concientización” (FIORI, 1974, p. 15).
Desde el surgimiento de la conciencia, los seres
humanos pueden confabular sobre los sucesos de su cotidiano, contar sus historias,
memorizar sus hechos, domesticar sus miedos y sus angustias; pueden buscar
nuevos caminos frente a las dificultades y a los problemas concretos. Desde que
despertaron del sueño y se convirtieron en seres de conciencia, pueden verse
como autores y testigos de sus historias y pueden afirmarse como sujetos
capaces de la crítica y también de la acción transformadora del medio en el que
viven. Es eso precisamente que remite al origen de la humanidad, del lenguaje,
de la cultura; en una palabra, del surgimiento de la conciencia intencional,
condición sin la cual no haría sentido hablar de la concientización como
método.
Por
Luiz Gilberto Kronbauer
Extraído de
DICCIONARIO Paulo Freire
Danilo R. Streck, Euclides Redin, Jaime José Zitkoski
(Orgs.)
No hay comentarios:
Publicar un comentario