En la (re) lectura de las
obras de Paulo Freire salta a la vista una primera constatación: ellas no
presentan contradicciones. Desde los primeros escritos, Paulo Freire trabaja
sobre temas recurrentes, explicando, reviendo, complementando, ampliando. Es un
camino en espiral, todo el tiempo coherente.
De inicio se identifica la
liberación como categoría fundamental de su concepción de educación, presente
ya en los primeros escritos y claramente asumida a partir de Pedagogia do
oprimido. Esta categoría proviene del humanismo cristiano, de raíces europeas,
sobretodo francesas, reelaborada en Brasil en la segunda mitad de los años 1950
e inicio de los años 1960.
Paulo Freire fue el educador
que en aquellos años, sistematizó de mejor manera lo esencial de las propuestas
educativas de entonces, como un sistema de educación de adultos, probado en su
primera fase como alfabetización, de la cual Educação como prática da liberdade
es el fundamento del relato.
Esa propuesta es profundizada
teóricamente en Chile, en el diálogo enriquecedor que mantuvo con aliados
destacados, brasileños exiliados y chilenos comprometidos con que se hagan
reformas radicales en su país durante el gobierno de Allende.
Esa oportunidad y esos
contactos le permitieron sumergirse en la literatura marxista, cuyo producto es
Pedagogia do oprimido. Pero no sólo eso: Extensão ou comunicação amplía
enormemente el abordaje de la educación como un hecho cultural, y los escritos
reunidos en Ação cultural para a liberdade explican conceptos fundamentales,
esclarecen afirmaciones, reafirman las principales categorías de análisis.
La (re) lectura de esas obras
nos muestra cómo Paulo Freire va ampliando la primera noción, aún abstracta, de
persona humana para el concepto de oprimido, situándolo y colocándole fechas, e
incorporando progresivamente la categoría clase social. Más tarde, incluso
debido a la aceptación de críticas realizadas a él, incorporó también las
nociones de etnia y género, ampliando cada vez más la amplitud de esos mismos
conceptos.
El motor de la explicitación
de los fundamentos de la obra de Paulo Freire es la práctica desarrollada y
reflexionada por él. Se trata de la categoría praxis, o sea el movimiento
acción-reflexión. Resulta significativo que, desde las primeras experiencias
como educador, aún en el SESI16 de Pernambuco, Paulo Freire pensara la
educación de jóvenes y adultos a partir de los problemas, en la crítica de una
sociedad injusta y a un sistema económico-social excluyente. De ahí la
valorización del “saber hecho de la experiencia” para, reflexionando sobre él,
criticándolo, ampliándolo, entender la realidad para transformarla.
En toda la obra de Paulo
Freire está presente también la categoría esperanza: el hombre puede cambiar el
mundo; el hombre hace la historia. Es limitado, se lo hace contingente por las
condiciones concretas de la realidad, pero no es determinado por ellas. Con su
inteligencia y con su acción puede y debe cambiar el mundo. A su vez la
educación es, o debe ser, instrumento de esa acción, en la medida que posibilita
al hombre tomar consciencia de la realidad en que vive. En consecuencia, actuar
para transformarla, para la construcción de una sociedad justa y fraterna. De
ahí se deriva la categoría concientización, utilizada por Paulo Freire y por
los participantes de la mayoría de los movimientos de cultura y educación
popular del inicio de los años 1960.
Pero la educación no se
restringe a la enseñanza escolar, mucho menos al entrenamiento profesional. Se
trata de la formación del hombre, considerado como ser inacabado, en permanente
proceso de auto formación. En ese proceso es fundamental partir de la cultura,
entendida como un conjunto de significaciones y representaciones de un modo de
vivir, confrontado con otras formas de vivir.
En los años 1960, el “descubrimiento”
de la cultura y de la cultura popular fundaron todas las experiencias
realizadas. Le cupo a Paulo Freire y a su equipo en el Servicio de Extensión
Cultural de la entonces Universidad de Recife, en base al concepto
antropológico de cultura, crear las famosas “fichas de cultura”, que
inauguraron el sistema de alfabetización de adultos, en el caso brasileño, y en
el sistema psicosocial, en el caso chileno.
A partir de esa
sistematización, Paulo Freire elaboró, aún en el inicio de los mismos años 1960,
una nueva concepción de educación de adultos, con amplia aceptación de la
mayoría de los movimientos de educación y cultura popular, y lanzó las bases
para una nueva concepción general de educación. Otra categoría fundamental en
la pedagogía freiriana, desde la experiencia de los “círculos de cultura”
adoptados en el sistema de alfabetización de adultos, 16 N. de la T. SESI:
Servicio Social de la Industria. Es una entidad privada mantenida y
administrada por la industria. Fue creada para promover la calidad de vida de
los empleados y sus dependientes. Sus actividades incluyen dar servicios en el
área de educación, salud, recreación, cultura y promoción de la ciudadanía.
Está presente en 26 estados de Brasil, más el Distrito Federal. 96 presente en
toda acción cultural y educativa es el diálogo: nadie educa a nadie; los
hombres (y las mujeres, dirá Paulo Freire después) se educan en una relación
dialógica de saberes y de afectos. El diálogo viabiliza metodológicamente el
movimiento de la praxis: a partir de lo vivido y de lo sabido, discutirlos,
criticarlos, ampliarlos, no solo para cambiar la visión del mundo, sino para
transformarlo.
A partir de esas categorías
fundamentales, se recoloca la función política de la educación, así como la
competencia técnica y el compromiso político del educador, cuya acción debe ser
fundamentalmente ética, en el respeto al educando, que es también educador, y
en la coherencia de su acción. Esos elementos definen una nueva pedagogía, la
pedagogía de Paulo Freire; o como dice Agostinho Reis Monteiro, una pedagogía
como concepción general de educación.
El fundamento antropológico
de su pedagogía es el ser humano como ser inacabado y de comunicación, y su
vocación para ser más. Por eso, el amor y la esperanza son una necesidad ontológica.
Pero la historia es una posibilidad que se realiza en un escenario de
politicidad, donde es imposible la neutralidad. En consecuencia, la educación
es fundamentalmente una cuestión y una forma de poder, cuya legitimidad debe
ser problematizada. De ahí la centralidad de la eticidad de la educación.
En síntesis, la pedagogía de
Paulo Freire es revolucionaria; es un rescate del sentido de la utopía. Es
exactamente su dimensión ética que le confiere intensa actualidad e importancia
distinguida. En términos radicales, como dice el mismo Agostinho Reis Monteiro,
es una pedagogía del derecho a la educación. Por eso la permanencia de su obra
y de su pensamiento; por eso la actualidad de su pedagogía.
Por Osmar Fávero
Extraído de
DICCIONARIO Paulo Freire
Danilo R. Streck, Euclides Redin, Jaime
José Zitkoski (Orgs.)
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