Los mal llamados paraísos fiscales funcionan como prostíbulos del
capitalismo. Se hacen allí los negocios turbios, que no pueden ser confesados
públicamente, pero que son indispensables para el funcionamiento del sistema.
Como los prostíbulos en la sociedad tradicional.
Conforme se acumulan las denuncias y las listas de los personajes y
empresas que tienen cuentas en esos lugares, nos damos cuenta del papel central
y no apenas marginal que ellos tienen en la economía mundial. “No se trata de
“islas” en el sentido económico, sino de una red sistémica de territorios que
escapan a las jurisdicciones nacionales, permitiendo que el conjunto de los grandes
flujos financieros mundiales rehuya de sus obligaciones fiscales, escondiendo
los orígenes de los recursos o enmascarando su destino.” (La era del capital
improductivo, Ladislau Dowbor, Ed. Autonomia Literaria, Sao Paulo, 2017, pag.
83)
Todos los grandes grupos financieros mundiales y los más grandes grupos
económicos en general están tienen hoy filiales o incluso casas matrices en
paraísos fiscales. Esa extraterritorialidad (offshore) constituye una dimensión
de prácticamente todas las actividades económicas de los gigantes corporativos,
constituyendo una amplia cámara mundial de compensaciones, donde los distintos
flujos financieros ingresan a la zona del secreto , del impuesto cero o algo
equivalente y de libertad con respecto a cualquier control efectivo.
En los paraísos fiscales los recursos son reconvertidos en usos
diversos, traspasados a empresas con nombres y nacionalidades distintas,
lavados y formalmente limpios. No es que todo se vuelva secreto, sino que con
la fragmentación del flujo financiero, el conjunto del sistema lo vuelve opaco.
Hay iniciativas para controlar en parte a ese flujo monstruoso de
recursos, pero el sistema financiero es global, mientras las leyes son
nacionales y no hay un sistema de gobierno mundial. Asimismo, si se puede ganar
más invirtiendo en productos financieros, y encima sin pagar impuestos, es un
negocio redondo.
“El sistema offshore creció con metástasis en todo el globo, y surgió un
poderoso ejército de abogados, contadores y banqueros para hacer que el sistema
funcione… En realidad, el sistema raramente agrega algún valor. Al contrario,
está redistribuyendo la riqueza hacia arriba y los riesgos hacia abajo y
generando una nueva estufa global para el crimen.” (Treasured Islands:
Uncovering the Damage of Offshore Banking and Tax Havens, Shaxon, Nicholas. St.
Martin’s Press, Nueva York, 2011).
El tema de los impuestos es central. Las ganancias son offshore, donde
escapan de los impuestos, pero los costos, el pago de los intereses, son
onshore, donde son deducidos los impuestos .La mayor parte de las actividades
es legal. No es ilegal tener una cuenta en las Islas Caimán. “La gran
corrupción genera sus propia legalidad, que pasa por la apropiación de la
política, proceso que Shaxson llama de `captura del Estado’”(Dowbor, pag. 86).
Se trata de una corrupción sistémica. A corrupción involucra a
especialistas que abusan del bien común, en secreto y con impunidad, minando a
las reglas y los sistemas que promueven el interés publico, en secreto y con
impunidad, y minando nuestra confianza en las reglas y sistemas existentes,
intensificando la pobreza y la desigualdad.
La base de la ley de las corporaciones e, de las sociedades anónimas, es
que el anonimato de la propiedad y el derecho a ser tratadas como personas
jurídicas, pudiendo declarar su sede legal donde quieran e independiente del
local efectivo de sus actividades, tendría como contrapeso la trasparencia de
las cuentas.” (Dowbor, pag. 86) Las coimas contaminan y corrompen a los
gobiernos, y los paraísos fiscales corrompen al sistema financiero global. Se
ha creado un sistema que vuelve inviable cualquier control jurídico y penal de
la criminalidad bancaria. Las corporaciones constituyen un Poder Judicial
paralelo que les permite incluso procesar a los Estados, a partir de su propio
aparato jurídico.
The Economist calcula que en los paraísos fiscales se
encuentran 20 trillones de dólares, ubicando a las principales plazas
financieras que dirigen estos recursos en el estado norteamericano de Delaware
y en Londres. Las islas sirven así como localización legal y de protección en
términos de jurisdicción y domicilio fiscal, pero la gestión es realizada por
los grandes bancos. Se trata de un gigantesco drenaje que permite que los
ciclos financieros queden resguardados de las informaciones.
Por: Emir Sader
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