La educación no es una receta contra el desempleo
es, sobre todo, el proceso necesario e insustituible para formar ciudadanos y
ciudadanas que se pregunten los porqués de la existencia.
El discurso se vuelve cada vez más uniforme y el
esquema educativo más homogéneo y más simple. Agentes sociales, partidos
políticos y asociaciones de distinta índole parecen cada vez más imbricadas en
el discurso de moda: educación, empleo y mercado. Cualquier llamamiento a la
necesidad que el futuro de la democracia tiene de las Humanidades y del término
humanismo aplicado a la educación se entiende como un gesto de rebeldía
trasnochada, cuando no de arrogancia y de falta de perspectiva de futuro.
Diferentes agencias que se dedican a los estudios
sociales y económicos como la OCDE y expertos de entidades como la Comisaría de
Educación de la Unión Europea (UE) señalan la importancia de la formación, el
desarrollo de ciertas competencias para una mejor inserción en el mercado
laboral y la mejora de los sistemas escolares, como los caminos más fiables
para superar la crisis social y económica en la que viven inmersos más de 20
millones de desempleados en la UE, y que es especialmente virulenta con los y
las jóvenes.
La crisis económica se presenta como una
consecuencia de la falta de formación de la juventud y de las competencias
necesarias para hacer que la economía sea más dinámica y competitiva y tenga
más capacidad para hacer frente y superar las crisis. Según Pablo Gentili,
secretario general de CLACSO: “Una bella pero muy mal contada historia que
vuelve heroica la labor educativa y que acaba condenándola ante las aparentes
evidencias de su ineficacia para responder a los retos del presente”.
La ecuación más educación igual a más y mejores
empleos y a más ingresos debe tratarse con mucho cuidado y de manera muy
reflexiva. La educación, si puede arrojar luz para un futuro mejor, es para
mejorar la calidad del trabajo en un mercado laboral más solidario, vertebrado
sobre la equidad y la cooperación, para conseguir una economía sostenible que
no apunte al crecimiento como único fin y objetivo. Pero la educación no puede
convertirse en un proceso para mantener la dramática economía de guerra en la
que vive más de la mitad de las personas del mundo, incluidos varios millones
de españoles.
La educación no es una receta contra el desempleo
es, sobre todo, el proceso necesario e insustituible para formar ciudadanos y
ciudadanas que se pregunten los porqués de la existencia. “Cada vez que
desaparecen los porqués se produce un vacío que se llena de cosas malas. Una
democracia entra en crisis cuando se deteriora el medio ambiente de los
porqués”, Manuel Rivas.
Es una lástima que las autoridades europeas y
españolas no afronten las injusticia del mercado de trabajo, la discriminación,
la injusticia social que a diario se perpetran en el modelo económico que sufre
la sociedad, y apoya la mayoría de los gobiernos de la Unión Europea, entre
ellos el español.
Ese está produciendo un cambio drástico que será
perjudicial para el futuro de las democracias. El discurso monótono del mercado
y la intoxicación de la educación por términos y estrategias que proceden de la
economía, hace que la finalidad, el objetivo y los contenidos tengan un sentido
y no otro, dejando fuera a la comunidad educativa de decisiones tan importantes
como la construcción del currículo, la utilidad de la evaluación o el papel de
la institución escolar en la sociedad. Se educa para incrementar la renta y se
progresa para incrementar los datos macroeconómicos.
En realidad nos empujan hacia un entorno centrado
cada vez más en el crecimiento y el éxito, en el que la rentabilidad importa
más que la imaginación y el gusto por la vida.
Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2017/12/11/la-monotonia-del-discurso-educativo/
Por
Corresponsal del
portal español El diario de la Educación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario