Suponiendo
la perspectiva fenomenológica, según la cual la conciencia se caracteriza por
la intencionalidad, que es esta “misteriosa y contradictoria capacidad humana
de distanciarse de las cosas para hacerlas presente”, o de ser la “presencia,
que tiene el poder de volver presente” (FIORI, 1970, p. 14), en el libro
Educação como Prática da Liberdade, Freire discurre sobre la conciencia
“intransitiva”, “transitiva ingenua” y “transitiva crítica”, (pp. 59-60).
Al
proponer una forma de educación que propicie la reflexión radical, la reflexión
sobre el propio poder de reflexionar y que lleva a la libertad de decisión,
Freire analiza los “grados de comprensión de la realidad” y su relación con el
condicionamiento histórico cultural”. Él denomina “intransitividad de la conciencia” a la condición del ser humano que
está inmerso en su realidad y que aún no tiene la capacidad de objetivarla. La
conciencia intransitiva es el grado de conciencia característico de sociedades
cerradas, cuyos individuos no sobrepasan el “horizonte biológico” de su forma
de vida.
Sus
preocupaciones se restringen a lo vital biológico. Es la conciencia de los
seres humanos, cuya “vida es mera biología”, que aún no se hizo biografía. Se
les escapa la comprensión de problemas que se sitúan más allá de su esfera
biológicamente vital y por eso, aún no son capaces de asumir el compromiso
histórico (FREIRE, 1978, p. 60).
Sin
embargo, potencialmente, en la medida que es dotado de su fuerza intencional,
de su tendencia a trascender, la conciencia humana continúa abierta, pudiendo
superar gradualmente la intransitividad y ampliar su campo de percepción. Puede
ampliar su poder de captación y de respuesta a las cuestiones de su mundo y a
su capacidad de diálogo con los otros en el mundo, hasta alcanzar otro nivel:
el de la conciencia transitiva.
La conciencia
“transitiva ingenua” ya ve la contradicción social, pero aún se mueve en los
límites del conformismo, adoptando explicaciones fabulosas para los fenómenos.
Ella no es capaz del pensamiento autónomo porque no se arriesga a investigar
las causas verdaderas y por ello no es capaz de aventurarse en la dirección del
cambio. Es el tipo de conciencia dependiente, que transfiere la responsabilidad
de la solución de los problemas a los otros. Eso significa que la conciencia
transitiva no es inmediata ni necesariamente crítica.
En el
primer momento del tránsito ella es aún ingenua, caracterizándose por la
interpretación simplificadora de los problemas y por imaginar que el pasado fue
mejor que el presente, además de subestimarse a sí misma. La conciencia
transitiva ingenua tiende al gregarismo y a la masificación. Por el hecho de
satisfacerse con explicaciones fabulosas y de conducirse por la emoción, ella
tiene dificultades para el diálogo, para la argumentación racional y con
frecuencia, aparece irracionalmente sectaria y fanática.
Continuando
su tránsito por el desarrollo de la capacidad de diálogo, la conciencia
transitiva puede elevarse a la condición de conciencia crítica. A su vez, esta
se caracteriza por la profundidad con la que interpreta los problemas y por el
compromiso socio político.
Debido a
que es estructuralmente intencional (ZITOSKI, 1994, p. 55), la conciencia
crítica también se caracteriza por el pensar autónomo y comprometido, que
conduce al compromiso. Ella no es nunca
sectaria, al contrario, mientras más crítica, más democrática y dialógica es la
conciencia (p. 95). La conciencia transitiva crítica substituye las
explicaciones mágicas y en su lugar adopta principios y relaciones causales
para interpretar la realidad.
Ella está
predispuesta a rever su posición y se da cuenta de los prejuicios que deforman
las interpretaciones. La responsabilidad por sus actos, la actitud
argumentativa dialógica y la receptividad frente a lo nuevo son sus
características. Pero el proceso de tránsito hacia la conciencia crítica no es
idealista, éste sucede solamente en el proceso más grande de transformación
social, económica, cultural, acompañado de un trabajo educativo crítico,
dialógico, democrático, en el que desarrolla su capacidad de pensar, de
deliberar, de decidir y hacer opciones conscientes de acción.
Según el
profesor Fiori (1992, p. 68), el cambio de la conciencia no precede a la
transformación del mundo, ni la sucede. Las dos son concomitantes, porque no
existe mundo sin conciencia, así como tampoco puede haber conciencia sin mundo.
La conciencia transitiva crítica es comprometida, ella significa el mundo en un
comportamiento corpóreo: es “logos y praxis” transformadora.
Por Luiz
gilberto Kronbauer
Extraído de
DICCIONARIO Paulo Freire
Danilo R. Streck, Euclides Redin, Jaime José Zitkoski (Orgs.)
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