La
propuesta desarrollada por los principales representantes de la pedagogía
crítica, plantea una fuerte disrupción epistemológica con los acostumbrados
planteamientos de la pedagogía tradicional, los cuales sostienen que en el
proceso educativo se debe tener una comunicación vertical entre el discente y
el educador, la educación pensada con propósitos capitalistas que propendan
sólo por la formación de mano de obra calificada, la escuela desde éste punto
de vista, se percibe como un agente reproductor de información donde el
desarrollo de procesos de pensamiento propositivos y críticos no son
necesarios, el maestro es poseedor del conocimiento, es una agente transmisor
de verdades absolutas y acabadas, de éste modo, el estudiante es sólo un
receptor de información.
Como
alternativa teórico-práctica, se generan los postulados de la pedagogía
crítica, Freire (2005), plantea la educación como una práctica de la libertad,
en la cual se resalta el carácter político y ético del problema educativo.
Desde la propuesta pedagógica Frei reina los nuevos procesos formativos deben
generar un “hombre nuevo” consiente de su realidad y comprometido con su
transformación, resaltando la construcción dialógica, el humanismo crítico, las
prácticas emancipadoras y la reinvención, como aspectos fundamentales para la
constitución de vínculos sociales solidarios (Valencia, 2009). En términos de
Giroux (2000) es la irreverencia y vibración de nuevas perspectivas y posturas
críticas al sistema y a los procesos de aula, como se pueden dar nuevas
transgresiones en las que se desafían los límites propios del conocimiento, en
éste sentido este mismo autor plantea que la pedagogía crítica busca:
1.
Desarrollar condiciones en las que los estudiantes puedan leer y escribir
dentro y en contra de los códigos culturales existentes, y.
2. Crear
espacios para producir nuevas formas de conocimiento, subjetividad e identidad.
Según el
escrito “Pedagogía didáctica: Desde una perspectiva crítica” (Ortega Valencia,
López y Tamayo, 2013), la pedagogía crítica vista por McLaren, está
directamente relacionada con la praxis, puesto que permite ver las diferentes
relaciones de poder: interna y externamente de las escuelas, sobresaliendo la lucha
por la libertad del ser a través de su razón, lo cual es un acto de democracia.
De esta
forma, la práctica pedagógica, según (Giroux, 2003), es una construcción
mediada por la subjetividad, la experiencia y el conocimiento disciplinar, en
donde influyen los intereses políticos y culturales, identificados de la misma
manera por Freire (2005) donde el educando debe ser reconocido como sujeto
histórico-cultural desmitificando al maestro como sujeto educador. De la misma
manera, la adquisición de conocimiento es una de las consecuencias de la
interacción social, de manera que es una actividad que no es individual sino
social, en donde este conocimiento depende de manera elevada de la cultura,
contexto y costumbres, entre otros (McLaren, 1984, p. 267)
La pedagogía
problematizadora de Freire, plantea el diálogo y la investigación como soportes
fundamentales del proceso educativo. En su obra se destacan las características
de la autonomía, la esperanza, la ética y la estética como elementos clave de
los procesos de enseñanza. Freire a través de su propuesta de pedagogía
crítica, invita a los actores del proceso educativo a formar sujetos críticos y
reflexivos, con conciencia colectiva de cambio, de transformación; a que se
parta de su práctica concreta, se vaya a la teoría y se vuelva a la práctica
transformada (Mirabal, 2008).
Estos planteamientos generan nuevas formas de
concebir al estudiante y al docente en los diferentes procesos socioculturales
y políticos de la escuela (Gallego, 2016), en la perspectiva de la pedagogía
crítica, los profesores “han de contemplarse en función de los intereses
ideológicos y políticos que estructuran la naturaleza del discurso, las
relaciones sociales de aula y los valores que ellos mismos legitiman en su
enseñanza” (Giroux, 2001, p. 65) de tal manera que éstos comprendan
teóricamente como se construye la diferencia, ya que ésta puede adoptar
diversas representaciones y prácticas que nombran, legitiman, marginan y
excluyen las voces de los grupos subordinados (González, 2007), de ésta forma
la pedagogía crítica no homogeniza a los sujetos, sino que los valora a través
de las múltiples diferencias (Gallego et al., 2016), comprendiendo aspectos de
convergencia y divergencia humana. Desde la perspectiva de estos tres autores,
Freire, Maclaren y Giroux, se puede hacer una inferencia de los planteamientos
de la pedagogía crítica, los cuales sostienen:
1. El
concepto de pedagogía de frontera: el cual sugiere que los maestros existen
dentro de los límites sociales, políticos y culturales, que son tanto múltiples
como históricos en esencia y que ubican demandas particulares sobre el
reconocimiento y la aprobación pedagógica de las diferencias (Giroux, 1998).
2. Nueva
perspectiva del estudiante, se convierte en un agente autotransformador de sus
realidades, en un “cruzador de fronteras” debido a que constantemente debe
ingresar y salir de los límites construidos en la concepción dialógica de la
escuela y en general la educación como una práctica política (Freire, 2005) y
sociocultural, las diferentes narraciones que los estudiantes de todos los
grupos traen consigo a clases, necesitan ser cuestionadas por sus ausencias, lo
mismo que por sus contradicciones, pero también entendidas como algo más que
una simple mirada de historias diferentes. Tienen que ser reconocidas como
forjadas en relaciones de oposición a las estructuras dominantes de poder
(Giroux, 1998).
Es así como, es necesario que las relaciones
entre docentes y estudiantes estén fundamentadas en saber que hay una estrecha
dependencia entre el conocimiento y el poder, y que es necesario brindar
herramientas para que se genere transformación en la cotidianidad, por lo
tanto, McLaren ve como una “necesidad” que la figura del docente se transforme
y esto sucederá a través de la formación. (McLaren, 2001)
Por lo
anterior, ya que el docente se va transformando, el estudiante sufrirá este
mismo proceso trasformador, puesto que “los estudiantes, como sujetos
luchadores, aprenden a definirse a sí mismos, sino también aprender a afrontar
la experiencia estudiantil desde una pedagogía que sea tanto formativa como
crítica” (McLaren, 1984)
·
La
participación y transformación social: cada miembro del contexto educativo debe
asumir su rol con responsabilidad, fortaleciendo su quehacer como ser social, transformador
y democrático (Sastoque et al, 2014). Los procesos educativos se comprenden
desde una perspectiva humanizante y de significación de imaginarios simbólicos
y su labor consiste en reformar la vida social, promulgando que las
separaciones entre clases baja y alta no son un estado natural.
·
Existe
una distinción entre escolarización y educación, la primera está encaminada a
un control social mientras que la segunda se encarga de transformar la
sociedad: el estudiante es activo, comprometiéndose con su desarrollo y
desarrollo social.
·
La
comunicación horizontal liga las voluntades en intenciones de los sujetos en
iguales condiciones de acción y de vida (Searle, 1982). Se dejan de lado las
posturas verticales de conocimiento, el conocimiento es una construcción
colectiva, crítica y problematizante.
La
pedagogía crítica desde la perspectiva de Freire, Giroux, y Mclaren: su
pertinencia en el contexto de Colombia y América Latina Natalia SÁNCHEZ Gómez
1; Erika María SANDOVAL Valero 2; Ruth Liliana GOYENECHE O. 3; Dany Esteban
GALLEGO Quiceno 4; Leidy Yurany ARISTIZABAL Muñoz 5
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