¿Cuál es el sentido de “contradicción” para Freire?
En
los orígenes griegos de la filosofía, con Heráclito de Éfeso, “contradicción”
figura como la “madre” de todas las cosas, en el sentido de que todo lo
existente se sustenta y se transforma en la relación de oposición con su
contrario. Por eso, todo lo que existe está en constante cambio. Modernamente
ese concepto es retomado por Hegel, que presenta la contradicción en la forma
de de “lucha de la conciencia” por el reconocimiento o para convertirse en
conciencia de sí para sí, en la dialéctica con la otra conciencia como
conciencia del otro. En la justificación de Pedagogia
do oprimido, Freire retoma la dialéctica entre el señor y el siervo. Aún
como presupuesto histórico, Marx afirmó que las leyes del pensamiento corresponden
a las leyes de la realidad y que ambas son movidas por la contradicción. El
pensamiento es dialéctico y la realidad es dialéctica. La dialéctica es
contradicción externa e interna; unidad
de las contradicciones o identidad,
pero también la ciencia muestra cómo las contradicciones pueden ser
concretamente idénticas; como las unas se transforman en las otras y viceversa.
Es por eso que la razón no puede tomar a las contradicciones como cosas
muertas, petrificadas. Ella debe considerarlas como ellas son: “cosas vivas,
móviles, luchando una contra la otra en y a través de su lucha” (LEFREVRE,
1979,
p.
192). Los momentos contradictorios están situados en la historia con su parcela
de verdad, pero también de error. Ellas no se anulan una a la otra y su contenido
se mantiene y es superado a cada momento. Para que pueda emprenderse una acción
transformadora, es indispensable que se comprenda la historia y sus
contradicciones, a fin de superarlas de forma gradual.
En la
economía la contradicción se presenta en la forma de lucha de clases, y la
historia humana puede ser entendida a partir del principio de que no hay una
dialéctica permanente de las fuerzas entre poderosos y débiles, opresores y
oprimidos. Como se lee al inicio del Manifiesto Comunista, de Marx y Engels, la
“historia de toda sociedad pasada, es la historia de la lucha de clases”. Sobre
esa base económica de la contradicción social se yergue la superestructura: el
Estado y sus instituciones, así como las ideas económicas, sociales, políticas,
morales, filosóficas y artísticas. Marx propone la inversión de la pirámide
social, eligiendo al proletariado como la fuerza capaz de destruir a la
sociedad capitalista y de construir una nueva sociedad. Pero, para que ello
suceda, los trabajadores necesitan tomar conciencia de que están dominados por
la ideología de la clase dominante. La forma de pensar la vida y la sociedad es
dictada por las ideas que produce la burguesía para mantener la desigualdad
social, a pesar de que parezca absurdo que la humanidad entera trabaje y
produzca, subordinándose a una minoría de grandes empresarios.
En la
justificación de Pedagogia do oprimido, Freire
retoma ese lenguaje de la contradicción como lucha de clases. A pesar de usar
la metáfora hegeliana de la dialéctica del amo y el esclavo, el lenguaje ahí
utilizado es nítidamente marxista: “en la contradicción, los oprimidos
incorporan inconscientemente al opresor”. Pero, por otro lado, a pesar del
tenor opresivo de la contradicción social, en ella opera una negatividad productiva,
que se mueve en la dirección de la superación: los oprimidos, al tomar
conciencia de su situación de opresión y al emprender una acción global de
transformación de la sociedad, son los agentes de su propia liberación y de la
liberación de los opresores. “Sólo el
poder que nazca de la debilidad de los oprimidos será lo suficientemente fuerte
para libertar a ambos” (FREIRE). Al buscar su liberación, en un
primer momento, los oprimidos tienden a ser opresores, porque la “estructura de
su pensamiento se encuentra condicionada por la contradicción vivida en la
situación concreta en que forman su conciencia” (FREIRE). En esa
contradicción, ellos entienden que la realización humana consiste en
convertirse en igual al opresor que incorporaron de forma inconsciente. Su
conciencia está marcada por la situación en la que están “sumergidos”. Se
reconocen en su contrario, pero aún no luchan por la superación de la
contradicción. “Uno de los polos de la contradicción que pretende identificarse
con su contrario” en lugar de reconocerse a sí mismo como otro, frente al
reconocimiento de aquello que le es opuesto (p. 33). Esto porque, en una
sociedad llena de contradicciones, la conciencia de los oprimidos, en su
relación con la conciencia de los que oprimen, se convierte en dualista. “La
situación de opresión en la que se forman, en la que realizan su existencia,
los constituye en esta dualidad, en la que se encuentran prohibidos de ser”,
porque hospedaron la conciencia opresora y a partir de ella ven al mundo (p.
34).
Pero en el
proceso de concientización los oprimidos se reconocen como limitados por la
situación concreta de opresión, y paulatinamente, se dan cuenta de la falsedad
del “ser para sí del opresor”. Descubren que su modo de pensar está
condicionado por las contradicciones de la situación existencial, y que su
ideal de ser humano es el ideal del opresor (FREIRE, 1979, p. 57). Como
contradicción del opresor, que en ellos tiene su verdad, sólo superan la
situación en la que se encuentran cuando el hecho de reconocerse en su
condición de oprimidos los compromete en la lucha por liberarse (FREIRE). Continuando en la perspectiva hegeliana, lo que caracteriza a la
conciencia servil del oprimido en relación a la conciencia del señor, es
afirmarse como “cosa” o como “conciencia para otro”. Pero el proceso de
concientización busca recolocar al ser humano oprimido en su lugar de sujeto,
para superar la contradicción de clases y afirmar una sociedad de sujetos, cuya
conciencia supere la contradicción, la ruptura, y pase a vivir la verdadera
dialéctica del movimiento histórico, especialmente el orden natural del mundo
del trabajo, colocando nuevamente la cuestión de la praxis
Autor
Luis Gilberto
Kronbauer
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