Toda
la vida y obra de Paulo Freire estuvieron marcadas de forma coherente y radical
por la decencia, por la honestidad intelectual y por el respeto incondicional a
todas las personas. Freire vivió su tiempo con conciencia, sensibilidad ética y
un amor grandioso por el ser humano, sus causas, sueños, utopías.
Fue
una persona decente, justa, cariñosa. Un apasionado por la vida, por el pueblo
simple, por las personas cercanas. Fue esa decencia, esa coherencia ética que
lo impulsó a luchar siempre por las causas de los hombres y mujeres oprimidos,
personas que sufren injusticias en el mundo entero. En ese sentido podemos
decir que la fuerza de Paulo Freire como maestro y educador se debe no sólo a
la fuerza teórica, sino también a lo que fue como persona, como ser humano, por
su relación con el pueblo, por su postura democrática coherente, humilde y por
su compromiso ético-político con todos los que luchan por la liberación y
humanización de las relaciones humanas. “Paulo Freire es más fuerte por lo que
fue como ser humano que por lo que dijo o escribió. Lo importante era su forma
de relacionarse con las personas, con los educandos, era su respeto por el
otro. Su presencia educaba” (ARROYO,). Freire tuvo conciencia de
que “la profesión docente tiene un componente ético esencial. Su especificidad
está en el compromiso ético con la emancipación de las personas” (GADOTTI).
Su modo de
concebir el proceso educativo está siempre acompañado de rigor ético y de una
postura decente. El ejercicio pedagógico debe ser un testimonio permanente de
nuestra decencia ética. Nuestra práctica testimonial debe volver a decir
nuestras palabras en lugar de desdecirlas. El testimonio inauténtico anula
totalmente la eficacia de mi discurso. “La práctica educativa debe ser en sí,
un testimonio riguroso de decencia. La práctica docente (que no hay sin la
discente), es una práctica integral. La enseñanza de contenidos, al enseñarlos,
conlleva el testimonio ético-político. La virtud de la coherencia exige que se
disminuya la distancia entre lo que decimos y lo que hacemos.
Pedagogía de la autonomía es un bello tratado sobre la
decencia del educador. El texto representa una especie de tratado sobre la
ética y la decencia profesional que debe permear las relaciones entre
educadores y educandos en el proceso de construcción del conocimiento. Es un
texto que llama al compromiso político, pedagógico y lanza el desafío
categórico de la conducta coherente, decente y ética del profesional de la
educación. No es posible una acción pedagógica humanista- liberadora, sin la
decencia ético profesional cimentada en el diálogo, en el espíritu democrático,
en la aceptación de la diversidad cultural, en la amorosidad, en la humildad y
en el respeto de la alteridad del educando.
La eficacia de la educación entendida como
formación integral del ser humano, se encuentra condicionada a la decencia por
parte del educador/a. No es posible educar sin amar al otro y respetarlo como
persona singular, como sujeto capaz de hacer su propia historia. La decencia
por parte del educador exige que lleve en serio su formación permanente.
“Cuando vivimos la autenticidad exigida por la práctica de enseñar- aprender,
participamos de una experiencia total, directiva, política, ideológica,
gnoseológica, pedagógica, estética y ética, en la que la boniteza debe
encontrarse de manos dadas con la decencia y con la seriedad” (FREIRE).
Autores
Sérgio
Trombetta y Luis Carlos Trombetta
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