domingo, 23 de febrero de 2020

Significado de "Ecología" para P Freire

ECOLOGÍA

El término “ecología” resulta de la unión de la palabra griega oikos, que significa casa, y logos, que significa estudio o tratado. En las décadas de 1960 y 1970, la ecología se caracterizaba como el estudio de las relaciones entre los seres vivos entre sí y éstos con el medio ambiente. Deonísio da Silva comenta la nota Ecología afirmando que “inicialmente era una rama de la biología, pero en el transcurso de las últimas décadas consolidó su emancipación científica, ocupándose también del impacto de los procesos tecnológicos que alteran las condiciones de la vida humana en el intercambio con otros seres que habitan esta misma casa, la Tierra” (SILVA).


El filósofo francés Edgar Morin comenta que el término griego oikos, que significa hábitat, dio su origen a la ecología y a la ecúmena (la tierra habitada, concebida como universo). Para el autor de O Método, la noción de ecología aparece como Haeckel (1866), que instituyó un nuevo campo en las ciencias biológicas: el de las relaciones entre los seres vivos y los medios donde viven (MORIN).

Para Fritjof Capra, uno de los más conocidos físicos-teóricos de la actualidad, investigador y divulgador del pensamiento ecológico, la noción de Ecología debe “concebir el mundo como un todo integrado” y no solo “centrado en el ser humano”. Es por eso que este cientista californiano entiende el concepto de “visión ecológica” solamente cuando el término “fuera empleado en un sentido mucho más amplio y profundo que el usual”. De ahí el denominar “Ecología Profunda” como un concepto emergente a partir de un paradigma denominado por él de “visión de mundo holista, que concibe al mundo como un todo integrado y no como una colección de partes disociadas”. Para el autor de O Tao da Física, “la percepción ecológica profunda reconoce la interdependencia fundamental de todos los fenómenos y el hecho de que, individuos y sociedades estamos todos encajados en los procesos y ciclos de la naturaleza” (CAPRA).

Paulo Freire destaca que “la ecología gana una importancia fundamental en este fin de siglo. Ella tiene que estar presente en cualquier práctica educativa de carácter social, crítico y liberador” (FREIRE,).

Tanto en Capra como en Freire se percibe la emancipación o mayoría de edad del concepto de ecología, exactamente por adquirir la comprensión de que los procesos naturales interfieren objetivamente en las esferas subjetivas de la conciencia humana y ésta, a su vez, en las instancias objetivas de la naturaleza.

Cuando Paulo Freire afirma que “urge que asumamos el deber de luchar por los principios éticos más fundamentales como el respeto a la vida de los seres humanos, a la vida de otros animales, a la vida de los pájaros, a la vida de los ríos y bosques” (FREIRE) él quiere enfatizar exactamente la co-pertenencia a aquello que Capra denomina  “la tela de la vida”, esto es, la percepción de que la característica de la ética ecologista reside justamente en la urgencia necesaria de que redimensionemos nuestros valores, ya no más a partir de una concepción antropocéntrica, sino de “una visión de mundo que reconoce el valor inherente de la vida no humana” (CAPRA).

Es muy importante recordar “que Paulo Freire escribe en su Pedagogia da indignação: “No creo en la amorosidad entre mujeres y hombres, entre los seres humanos, si no somos capaces de amar al mundo” (FREIRE).

Amar al mundo según Freire, preside nuestra capacidad de amarnos y corresponsabilizarnos por la casa común, la Tierra. La frase de Freire sintetiza de manera magistral su amor por todo lo que es natural. Por lo que es de la Vida.

A pesar de que el término Ecología aparece solamente en sus últimos escritos, lo cierto es que la praxis ecológica humana podría ser el otro nombre de la inmensa producción intelectual relativa al ideario político-pedagógico freiriano. Probablemente sea ese el sentido que caracteriza a la “eco pedagogía” a  la que Moacir Gadotti hace referencia en sus obras y que vuelve a enfatizar en la Presentación a la cuarta edición brasileña de “Ecopedagogia e cidadania planetária”, de Francisco Gutiérrez, esto es, como “una pedagogía que promueve el aprendizaje del sentido de las cosas a partir de la vida cotidiana” (GADOTTI apud GUTIÉRREZ). Para el autor de Pedagogia da terra, Paulo Freire “puede ser considerado uno de los inspiradores de la ecopedagogia con su método de aprendizaje a partir de lo cotidiano. Son principios fundamentales de la pedagogía freiriana” (GADOTTI).

Podemos entender tanto la Ecología Profunda como la amorosidad presente en el legado freiriano como elementos significativos sintónicos con el pensamiento de la complejidad, donde “la conciencia ecológica se profundiza en conciencia eco -antropológica; se desarrolla como conciencia política en la toma de conciencia de que la desorganización de la naturaleza suscita el problema de la organización de la sociedad. Esa conciencia eco-política, suscita un “movimiento” de mil formas individuales (éticas y dietéticas) y colectivas, existenciales y militantes” (MORIN).

Sin querer polemizar sobre las muchas y variadas vertientes que cohabitan en el concepto de ecología, sean ellas sensatas, sensacionalistas, a lo largo de las últimas décadas del siglo pasado, creemos que propuestas como “ecomunitarismo”, cuya paternidad se debe al filósofo Sírio López Velasco, se revelan fecundas y realizadoras, en el ideal freiriano, en el sentido de una inserción y transformación de la realidad antropológica social consubstanciada en el trabajo permanente de rescate de la dignidad del sujeto/individuo. Todo ser oprimido puede y debe ser más al entender que sus situaciones límites son desafíos que demandan la solidaridad amorosa de los seres humanos comprometidos con un ideal de vida y de mundo, de insospechable eticidad y de comprobada radicalidad en la transformación socio-político-cultural, a fin de que la autonomía del sujeto sea la verdadera bandera erguida por el asta de la auténtica realización de la humanización del humano.




Autor Humberto Calloni

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