- La socióloga Marina Subirats atribuyó a una
‘utopía disponible’ el gran aumento del apoyo al independentismo que se ha
vivido en Catalunya los últimos años. No ve, sin embargo, ninguna ‘utopía
disponible’ a la que pueda recurrir la ciudadanía ante el shock social que
está causando la epidemia de este coronavirus
¿Qué repercusión
tendrá la pandemia del Covid-19 en nuestra sociedad, tanto en cuanto a
mentalidad individual como colectiva? Queremos analizar su impacto a través de
la opinión de analistas con reflexiones interesantes a aportar.
La socióloga Marina
Subirats atribuyó a una ‘utopía disponible’ el gran aumento del apoyo al
independentismo que se ha vivido en Catalunya los últimos años. No ve, sin
embargo, ninguna ‘utopía disponible’ a la que pueda recurrir la ciudadanía ante
el shock social que está causando la epidemia de este
coronavirus.
Estamos ante una
situación inédita para las generaciones recientes. Millones de afectados, miles
de muertes por un virus que desde China se extendió a todo el mundo. Los
gobernantes imponen a la ciudadanía que se quede en casa y sólo salga en
ocasiones excepcionales e imprescindibles. No nos lo habían dicho nunca. ¿Están
nuestras sociedades preparadas para digerir esta situación?
Si hablamos desde
el punto de vista sanitario, se ha demostrado que no. No era previsible que
esto tomara esta dimensión. Es normal que no estuviera a punto. No había modo
de responder muy rápidamente. Uno de los problemas más graves es que faltan
mascarillas, guantes…, que parecen cosas relativamente baratas y sencillas.
Sanitariamente estábamos seguramente más preparados que otros muchos países
pero no lo suficiente.
Si hablamos desde
el punto de vista personal, la mayoría de la gente está respondiendo bien. Se
demuestra que hay un nivel de civismo relativamente elevado y que ante una
pandemia, una situación que tensa mucho todo el sistema y que es angustiosa, la
mayoría de la gente está respondiendo con civismo. Es cierto que nos
encontramos con personas que no reaccionan así y que cuesta entender porqué se
comportan así. Este es un problema diferente, que no afecta a los otros, los
forasteros, los pobres, los jóvenes… Nos afecta a todos. Desentenderse es
absurdo.
Políticamente, la
respuesta que está dando España y su gobierno está a buen nivel. No soy médico
y no puedo opinar de los aspectos técnicos de cómo se está atendiendo la
sanidad pero viendo cómo está respondiendo el gobierno, dando la cara,
preocupado… Si lo comparamos con Estados Unidos, da la impresión de que aquí
los poderes públicos han respondido mejor.
Cuando esta
pesadilla pase ¿todo volverá a ser igual que antes o prevé cambios en la
mentalidad individual y colectiva?
De una manera
inmediata todo seguirá igual. La globalización se ha desarrollado a ritmos
diferentes dependiendo de los ámbitos. Se ha desarrollado muy rápidamente en la
economía. No se ha dado en la política, o mucho más lentamente. Y culturalmente
no sólo no se ha dado sino que ha generado un repliegue nacionalista o
localista. En muchos casos, vemos expresiones de extrema derecha que van en
esta línea.
La gente tiene
miedo de perder identidad y la extrema derecha lo aprovecha. Se puede producir
un inicio de cambio cultural en el sentido de que la gente entienda que esto
nos afecta a todos, que lo que ocurre en un lugar tiene importancia global.
Tenemos el fenómeno del calentamiento global que ya estaba produciendo esta
sensación. La reacción ante la pandemia va en este mismo sentido. La gente se
va dando cuenta de que la deforestación de Brasil también nos afecta aquí. Se
empuja así una conciencia global que estaba muy retrasada respecto a la
economía y se necesita porque, si no, hay un desequilibrio enorme.
¿Es previsible que
la globalización que hemos vivido los últimos años encalle o retroceda por
miedo a nuevas pandemias como esta? ¿Veremos una globalización diferente?
Cuando vemos que ya
no hay invierno, que llueve de una manera diferente, esto difunde la idea de
que la Humanidad está haciendo algo mal respecto a la naturaleza. Con esta
pandemia, lo mismo. Vemos las guerras pero decimos que suceden lejos. Veíamos
el virus Ébola pero decíamos que pasaba en África, donde son muy pobres y viven
muy mal. Cuando esto toca al centro del mundo occidental, Estados Unidos,
Europa, vemos que lo que pasa en China nos afecta plenamente. El mundo se ha
hecho muy pequeño, todos participamos de todo y un problema generado en un
lugar repercute en otros lejanos. Esto nos llevará a esta conciencia global que
hasta ahora no se ve.
Hablamos mucho de
globalización pero los afectados y los muertos nos impresionan más cuanto más
cerca los tenemos. Los países actuales, las fronteras vigentes ¿siguen siendo
la forma más acertada de organizar las comunidades humanas?
Cambiarán, pero no
al día siguiente. La tendencia será ir hacia poderes supranacionales y a la vez
poderes locales. Las fronteras que hemos conocido, que nos parecían inamovibles
-España, Francia, Italia, etc.-, se irán diluyendo e irán apareciendo las de
tipo Unión Europea por un lado y las de poderes locales, por otro, una
descentralización, sea a escala de países, como Catalunya, o a nivel municipal.
Las grandes ciudades están tomando una personalidad propia en el mundo. Iremos
hacia un nivel más grande y uno más pequeño y el intermedio tenderá a diluirse.
No se puede decir ni cuándo ni cómo porque hay muchos intereses en mantenerlo
todo tal como está.
En la crisis de
2008 se llegó a decir que había que cambiar el sistema capitalista que la había
gestado. No se ha hecho. ¿Esta nueva crisis la digerirá también el capitalismo
sin problemas?
Esta crisis no
cambiará el capitalismo. El capitalismo está en una etapa muy tóxica y muy
negativa para la Humanidad. Crece la conciencia de que está en la base de los
desastres que vemos (no en el caso del coronavirus, probablemente, pero sí en
el ecológico y la desigualdad). Al mismo tiempo, no tenemos recambio y eso
impide que desaparezca o que vaya extinguiéndose. Nos hemos quedado sin
recambio. Durante una época había el equilibrio del terror. Los que querían
huir del capitalismo iban al socialismo y al revés. Había una ‘utopía
disponible’. Ahora tenemos utopías pero disponibles, no. Son utopías que
alguien inventa pero no suficientes para que la gente crea que son posibles. Si
tienes un vestido viejo y no tienes ninguno nuevo no te lo quitarás, aunque
esté roto o hecho un asco. Esto es lo que está pasando con el capitalismo.
Seguramente pasará mucho tiempo hasta que tengamos una manera de organizarnos
diferente no sólo con ideas sino con un funcionamiento al que la gente se vaya
adhiriendo. El capitalismo no desaparecerá de forma inmediata. Otra cosa es que
cada vez hay más gente que piensa en su recambio.
Después de un
derrumbe de estas proporciones, ¿tambaleará nuestro sistema de valores?
¿Cambiarán nuestras prioridades sobre lo que es importante en la vida y lo que
no?
En general, no. La
gente no vive demasiado bien quedarse en casa con la familia. Necesitamos
rutinas y mucha gente está deseando volver a las rutinas. No sientes decir que
la gente está contenta de poder estar con los hijos. Más bien, se quejan. Por
lo tanto, cuando esto acabe, los niños volverán contentos a la escuela y los
padres y las madres volverán contentos al trabajo y lo recordarán como algo que
nos pasó una vez. No nos hará cambiar en cuanto a vida personal. Al día
siguiente no haremos cosas diferentes de las que hemos hecho siempre. Lo que sí
es cierto es que cada vez hay más conciencia de que podemos acabar con la vida
sobre la Tierra.
La solidaridad
entre personas y comunidades, la fraternidad humana y territorial ¿saldrá
fortalecida o debilitada de este episodio?
Seguramente se
establecerá una solidaridad mayor a nivel más local. Las salidas al balcón a
las ocho de la tarde para aplaudir a los sanitarios o a golpear cacerolas
contra el Rey, la gente que se ocupa de los vecinos que están solos y les
llevan comida…, esto puede ayudar a romper las barreras psíquicas. Ahora casi
no preguntábamos por la vida de nuestros vecinos. El nivel de solidaridad de la
comunidad, de la escalera, de la calle, aumentará. Las personas hablarán más
entre ellas a partir de ahora. Al menos, durante un tiempo. A nivel global, no.
China está dando una lección. Ha pasado su enfermedad y trata de ayudar a los
demás, les lleva material, técnicos… En Europa, solidaridad poca, y la Unión
Europea tampoco ayuda a que se establezca esta solidaridad.
Que la dureza con
que la dictadura china respondió al estallido de la epidemia se haya mostrado
eficaz para contenerla ¿hará que la gente pierda confianza en los sistemas
democráticos para hacer frente a emergencias como la que estamos viviendo?
No. Nadie quiere
volver atrás y perder libertades. Se ha estimulado mucho el individualismo en
el mundo occidental. Creemos que tenemos derecho a todo. Los derechos conllevan
deberes y de los deberes no se habla nunca. En China han tenido durante mucho
tiempo pocos derechos y muchos deberes. Es una población muy disciplinada. El
tamaño de esta población es tal que o son disciplinados o no saldrían adelante.
Hace falta que vayamos adquiriendo la idea de globalidad, que adoptemos otra
actitud, pero eso no quiere decir que queramos una dictadura sino que pasemos
del individualismo a una idea más comunitaria. Con una decisión voluntaria más
que impuesta.
¿La dicotomía
público/privado se reordenará después de esta experiencia? Ha quedado claro que
la vida de las personas depende de la sanidad pública
Espero que sí. La
privatización de la sanidad en Madrid y los recortes en Catalunya estamos
viendo el desastre que significan. Menos mal que tenemos muy buena gente y muy
dedicada en el mundo sanitario. La gente no está fallando. Está fallando la
infraestructura. Esto tendrá un impacto político. Pedro Sánchez, en su discurso
en el Congreso medio vacío, volvió a nombrar elementos socialdemócratas. Habló
de reforzar la socialdemocracia, cuando había quedado arrinconada durante los
últimos años. Se ha ido desmontando el estado del bienestar, atacándolo,
poniéndolo en duda, poniendo en duda las pensiones… Es muy posible que la idea
socialdemócrata vuelva a aparecer y sea una apuesta importante con el apoyo de
la gente. La idea de que puedes ser un individuo que va por su cuenta y hace lo
que le da la gana se aguanta pensando que todo funciona muy bien y que si hay
algún problema alguien lo resolverá. Cuando vemos que esto no es así, que el
sistema tiene debilidades, debemos preocuparnos más para que funcione. Quizás
habrá una cierta retirada del individualismo y una exigencia mayor por reforzar
lo público y las políticas socialdemócratas.
Las distancias
entre personas acomodadas y vulnerables, entre países ricos y empobrecidos
¿aumentarán después de este episodio?
Esta dinámica viene
del capitalismo. Mientras al capitalismo no le encontramos un sustituto no lo
cambiaremos. Necesitamos una izquierda que dé otro tipo de mensajes y plantee
otros escenarios. Entonces, tal vez la gente la apoyará y se podrá pasar a otro
nivel. Mientras no sea así hay unos grupos poderosos que tienen las palancas
del capital. ¿De qué se ha hablado estos días? De los aspectos médicos y de los
económicos. Nadie ha hablado del miedo a que nos quedemos sin suficiente
población o de otros problemas posibles. La pérdida de clases por parte de los
niños y de los estudiantes se ve como un problema secundario. La gran
preocupación es la economía. Sigue mandando la economía y está en manos de esta
clase corporativa. A corto plazo no cambiará.
¿Necesitamos más
que nunca unas Naciones Unidas potentes que tengan un peso determinante en las
decisiones que afectan al conjunto de la Humanidad, como las relacionadas con
el control y lucha contra esta pandemia o es una aspiración inútil, utópica? La
Organización Mundial de la Salud ha declarado la pandemia pero las decisiones
para combatirla parecen ser cosa de cada Estado por su cuenta
Las Naciones Unidas
están en manos de estos grupos financieros. Nunca es directamente pero están
sometidas a los grupos dominantes y, además, de manera creciente. Yo he ido
observando los temas de feminismo y mujeres porque tuve relación con Naciones
Unidas hace 25 años por esta cuestión y ha ido a peor. Lo que se hizo de
feminismo en Naciones Unidas entre 1975 y 1995 hoy no se puede hacer por
cambios en el punto de vista político. Naciones Unidas no es independiente,
como tampoco lo es la Unión Europea. ¿Quién manda allí? ¿Quién tiene la fuerza
para imponer unas directrices? Hay gente que pide una autoridad mundial. Para
mí, no. La autoridad más mundial que tenemos en estos momentos puede ser el
presidente de Estados Unidos y ya vemos qué tipo de desastre es. Con una
autoridad mundial las imposiciones y las desigualdades probablemente crecerían.
Mientras no haya una democratización real de la población y más criterios
políticos, reforzar los grandes organismos es correr el riesgo de empeorar.
Lo mismo ocurre con
la Unión Europea, que, en este momento, podría haber dado un salto adelante y
en cambio se está deslegitimando ante la población. Al final, ha aprobado unos
pequeños cambios económicos pero la presidenta del Banco Central Europeo,
Christine Lagarde, ha sido decepcionante. Estas grandes organizaciones dependen
mucho de en qué manos están y mientras estén en las de los gerentes del
capitalismo no podemos esperar que se pongan al frente de mejoras para todos.
No hay ‘utopías
disponibles’…
Utopías hay, pero
disponibles, no. Hablé de ‘utopía disponible’ al hablar de la independencia de
Catalunya. De alguna manera, este tema ha estado inscrito en la historia
catalana desde la Renaixença. Es una idea subyacente, que aparece en muchos
momentos y en los últimos tiempos se había hecho más visible. Cuando baja el
impulso de la izquierda como utopía, en el caso de Catalunya surge esta otra.
Que estaba disponible significa que estaba en la mente de mucha gente y que se
vendió como si fuera rápidamente posible. No tenemos una utopía disponible de
recambio del sistema económico y del capitalismo. La gente lo vive con
angustia. Pedro Sánchez dijo el otro día que tenemos que revisar todo el
sistema sanitario. Ya sería mucho si, a partir de ahí, sale reforzado el
sistema sanitario y se crea esta conciencia de comunidad más elevada. Por otro
lado, no tenemos unos objetivos colectivos entusiasmantes que puedan hacer que
todo esto desemboque en una mejora.
¿2020 será un año
muy importante en la historia de la Humanidad a raíz de esta pandemia?
No creo. Todo va
tan deprisa que una cosa borra otra. En 1918 fue lo que se llamó ‘gripe
española’ (que parece que de española no tenía mucho), murió muchísima gente y
alguna vez se hace referencia a ella pero ese año se recuerda más por el fin de
la Guerra Mundial. Cuando se derrumbaron las Torres Gemelas en Nueva York
pareció que sería la fecha del siglo, que todo el mundo lo recordaría siempre
pero el paso del tiempo no lo ha confirmado.
Personalmente,
recordaremos estos días diferentes, en los que hemos roto las rutinas. Los
niños y niñas recordarán aquellos días que estaban en casa y tenían a los
padres a su disposición. Cuando salgamos de esto habrá las elecciones catalanas,
cambiaremos de tema y volveremos a los temas de siempre. Y luego habrá otra
cosa. Y así sucesivamente. A menos que esta pandemia sólo sea un primer
episodio y se vaya repitiendo. Entonces sí marcaría mucho. Si ahora pasa y en
dos o tres meses se liquida, dentro de un año lo recordaremos pero tampoco será
muy fuerte.
¿Personalmente, qué
la está impresionante más de esta crisis?
Yo hago una vida
bastante de estar por casa trabajando, supongo que como toda la gente que nos
dedicamos a escribir y leer. Necesitamos nuestro espacio. Se han suspendido los
compromisos de viajes, conferencias, no voy al cine, no salgo a la calle… Me
interesa ver cómo va reaccionando la gente. Los sociólogos no podemos hacer
pruebas en los laboratorios. Si queremos estudiar la sociedad, situaciones como
esta son experimentales, muy interesantes.
por
Siscu Baiges
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