Por
Miguel Andrés Brenner
Facultad de Filosofía y Letras
Universidad de Buenos Aires
Junio de 2020
Miguel Andrés Brenner
Facultad de Filosofía y Letras
Universidad de Buenos Aires
Junio de 2020
RESUMEN
Lo sustancial de
la enseñanza en la escuela es el aprendizaje, vaya noticia, obvia de por sí. La
pregunta que nos formulamos tiene que ver con la reticencia del alumnado a
dicho aprendizaje, en particular en la escuela secundaria. Los indicios que
ofrecemos no son los únicos posibles de considerar, aquí nos abocaremos a
pocos. De ahí el título del presente texto: faltan ideas, sobran instrumentos y
curricular presente, ética ausente.
La reticencia
señalada se relaciona a un curricular como instrumento de la enseñanza y, a su
vez, a la ausencia de ideas fuerza materializadas en una praxis ética.
Y concluimos con el siguiente interrogante: ¿No será que la falta de testimonio global hace a la
resistencia de los contenidos a aprender por parte de los alumnos y, por ende,
la no creencia en la escuela?
A fin de nuestro derrotero, atravesaremos de manera
crítica por el siguiente sendero: la política, la lengua, la ciencia, el
curricular y la ética, siempre teniendo en cuenta la problemática ambiental,
desembocando en la metáfora pandemia/enemigo.
Quizá no sea prolijo desde el punto de vista académico un
lenguaje en primera persona, angustiado por la actual pandemia, como docente
que pretende enseñar desde un curricular, con alumnos supuestamente indolentes
hace tiempo que han sentido una ética ausente del mismo, siendo éste uno de los
motivos de su displicencia hacia la enseñanza, donde sobran instrumentos pero
faltan Ideas, donde sobra currículum pero falta Ética.
Palabras de inicio
El presidente George W. Bush (h) abre la caja de pandora
de una Irak contenida represivamente por el dictador Sadam Husein que, con el
pretexto de sus armas de destrucción masiva contra la población de su país, sin
prueba alguna, la invade. Se desata así una de las formas del terrorismo en el
mundo, mientras que ningún país apela a alguna institución internacional para
condenar a los EE.UU. La hipocresía
globalizada desde el punto de vista político y económico podemos trasladarla a
otro nivel.
Nadie a nivel mundial ha condenado el terrorismo marcado
por la depredación del medio ambiente (tóxicos y químicos en la agricultura, semillas
genéticamente modificadas – transgénicas-, hacinamiento en las ciudades,
deforestación incontrolada, eliminación de la biodiversidad, desplazamiento de la
vida silvestre de sus hábitats naturales, calentamiento global, etc.), que
concluyó en una pandemia. Nadie se imaginó la misma, más allá de algunas voces
que no tuvieron pantalla mediática. Las instituciones de poder, independientemente
de las diatribas entre los EE.UU. y China, ambas pretendiendo el poder
hegemónico mundial, nunca reconocieron públicamente en serio una voluntad firme
para evitar la depredación mencionada.
Lengua que se enseña
¿Ello, acaso, no es también educativo, o mal educativo? Nicolás Maquiavelo tuvo una virtud, la de no ocultar las
intenciones del poder político con un lenguaje seductor, provocativo,
ambivalente, que desde ciertas posiciones filosóficas se signa como la diatriba
del significante vacío, pero sin la lucidez de un Aristóteles que diferenciaba
conceptos equívocos de unívocos. Valga el ejemplo de la siguiente cruda
afirmación: “(…) el odio se gana
tanto con las buenas acciones como con las malas. Un príncipe, para conservar
el poder, es a menudo obligado a ser perverso, porque cuando el grupo (ya sea
pueblo, soldados o nobles) del que juzga necesario para mantenerse, está
corrompido, es conveniente seguir su capricho para satisfacerlo, pues las
buenas acciones serían tus enemigas.”[1]
Curricular presente, ética ausente. ¿Qué significación
implica el “cuidado de la casa del hombre” en la escuela cuando dicho cuidado
globalmente es ausente? ¿Será a modo de una obsesiva pulcritud en la limpieza
del hombre individual de clase media mientras defeca el universo a mano?
Ciencia que se enseña y evalúa
Mientras tanto, las ciencias sociales, si de ciencia se
habla, “no quisieron” entrever un futuro inmediato con predicciones de posible desestabilización
democrática, como la de Fernando Lugo en Paraguay que fue golpe de Estado pero
no lo habría sido, igualmente acaeció con Dilma Rousseff y Lula da Silva en
Brasil, e igualmente con la destitución de Evo Morales en Bolivia. Así, tampoco
dichas ciencias, que se proclaman como tal, pudieron prever la posibilidad de
movilizaciones contra el país supuestamente “más exitoso” de América del Sur,
Chile; tampoco el cambio de rumbo de quien sucedería a Rafael Correa, bajo el
propio paraguas de Rafael Correa. ¿Ello, acaso, no es también educativo, o mal
educativo? Y dada la depredación, ¿acaso no pudo entreverse y publicitarse con
fuerza, a la vez, la posibilidad de una pandemia. ¿Por qué? Por cuanto la
academia mira su propio ombligo, centrada en “hacer carrera”.
Y la ciencia se enseña, también se evalúa actualmente
mediante pruebas instituidas por la OCDE. En Argentina se aplican las Pruebas
PISA supeditadas al manto jurídico de la Ley Nacional de Educación nº 26.206, sancionada
en el 2006. Si política, económica y ambientalmente se ignora la ética, ¿con
qué altura moral, por ende, desde el poder hegemónico puede evaluarse a los
alumnos estandarizadamente, sin considerar las críticas a dicha forma de
evaluación? Curricular presente, ética ausente.
Ciencia cuyos supuestos no se critican
Mientras el curricular de la escuela pública se empeña en
enseñar el “cuidado individual del medio ambiente”, se ha denostado con Zygmunt
Bauman[2] a
la modernidad sólida en favor de una modernidad líquida, pero no se ha puesto
en duda la condición de liquidez, sin destino alguno, hasta su apoteosis
neoliberal, metáfora proveniente de las ciencias naturales, con su escasa carga
significativa desde la química para explicar el por qué de lo humano. La
ausencia de fines ha convertido al presente en una especie de presente perpetuo
sin destinación, donde la ocultación de las finalidades se muestra en la
sobrevaloración de los medios. Así es que importe más la gramática que el
contenido, la forma que el concepto, el espacio que el tiempo. Así es que en la
academia importe más la metodología de la investigación que los resultados
sustanciosos de la misma, por lo que, en sentido hegeliano, el entendimiento pese
más que el pensar, o sea en la persistencia de un excesivo corte analítico que de
lo realmente grave y fundante, por lo que ríos de tinta corren para ocultarse
en los archivos de las producciones doctorales o de maestría que no hacen a un
genuino aporte para la humanidad. La llamada liquidez de la modernidad no
desoculta las razones de la misma, en este caso la depredación señalada, que ya
no es líquida, sino sólida, en cuya modernidad (sea sólida o líquida) convive
la mayor parte de la humanidad, que es pobre o excluida. Sin embargo, tanto la
liquidez cuanto la solidez, ante la inesperada pandemia, se diluyen en la
ausencia de sentido explicativo alguno.
También se ha ocultado que la misma noción de modernidad
es consecuencia de la colonialidad del poder, de un poder globalizado en virtud
de las tecnologías de la información y la comunicación, en virtud de los Big-Data
y la inteligencia artificial, donde nuevamente se percibe que pesa más el
instrumento que el fin, el medio más que el ser humano. Clama hasta el cielo la
pregunta que Dios hace a Caín, “¿dónde está tu hermano Abel?”, quien le
responde “¿acaso soy yo el guarda de Abel?”. El querer ser omnipotente como
Dios y el desconsiderar al hermano son dos caras de la misma moneda, el origen
del mal o bien el pecado de origen. Blande como un hacha sobre el cuello el
riesgo de establecer las condiciones de posibilidad de un neoliberalismo más
furioso aún con el aislamiento actual ante la pandemia del COVID-19, por cuanto
se acentúa el miedo al otro y no la solidaridad. Es posible gracias a los Big-Data
y la Inteligencia Artificial reconocer los lomos de burro del pavimento de una
ciudad, ¿pero no es posible reconocer focos ígneos en zonas silvestres que son
pulmones del mundo?
Curricular presente, ética ausente
Igualmente, es difícil entrever con certeza cómo será el
mundo pos-pandemia, lo que sí es fácil entrever es que no hay voluntad desde
quienes ejercen el poder hegemónico de un reconocimiento del origen de la
pandemia: un capitalismo depredador, que tiene nombres y apellidos en danza. Se
encuentran los optimistas, los pesimistas, los creyentes en un Estado
fortificado en oposición a la privatización de lo público del neoliberalismo.
Nadie sabe aún cómo será la cosa. Sin embargo, la falta de voluntad para el
reconocimiento es el síntoma de permanencia de la especulación
financiera/parasitaria con el excesivo peso de una deuda externa, cuyos
acreedores la originaron a sabiendas que era insostenible para lo que se
denomina sostenibilidad sin chupar la vida de los pueblos, la depredación de lo
humano.
De la misma manera, y en relación con la gran potencia
del Norte, siendo la industria para la guerra en los EE.UU. uno de los pilares
de su economía, ¿cederá en algo sus pretensiones de gendarme mundial, sostenido
fundamentalmente, aunque no únicamente, por los países que integran la OTAN, a
fin de fortificar el sistema de salud pública, en particular para los sectores
más postergados al respecto que son los latinos y los negros?
Y
en el caso de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, ¿ameritará acaso trabajar en
las escuelas para la institución de una subjetividad cargada de ética, y no
meramente de un curricular? ¿Por qué? Vemos un solo hito desde el punto de
vista propedéutico: ¿cuántos habitantes que no viven en las villas miserias
hubieran hablado, en tiempo de ante-pandemia, de prioridades: ¿es más
importante el agua que el Metrobús, presionando para que dicha prioridad se
haga efectiva?; ¿cuántos hubiesen respondido "estos planeros" son
unos vagos? NEGAR EL AGUA ES UN CRIMEN. Ahora el 29% de los habitantes de las
villas tiene covid-19, con la posibilidad de que se contagie la gente
"bien", que no vive en las villas. RACISMO, XENOFOBIA. Este hito
muestra la necesidad de un curricular presente pero inspirado en una ética
política. Curricular presente,
ética ausente.
¿Quién es el enemigo?
¿Y por qué enseñar que al coronavirus-pandemia se lo
denomina “enemigo”? Enemigos son los humanos destruidos por otros seres
humanos, en cualquier aspecto de la vida.
Elisabeth Badinter[3],
en su libro “¿Existe el amor maternal?”, nos mostraba que en ciertas ciudades
de la Europa occidental durante los siglos XVII y XVIII, cuando no se conocía
el aborto, se descuidaban a los niños pequeños hasta matarlos o desfigurarlos.
También, Jean Fourastié[4],
en su libro “La moral prospectiva”, nos mostraba que en esos siglos había ciudades
en Francia donde de cada cien niños nacidos no llegaban al año de vida la mitad
de ellos. Matar no significa producir vida como tampoco reproducirla. Cuando se
mata, ¿hay enemigo? ¿Había demasiados niños? ¿Eran como enemigos? ¿Molestaban?
Vayamos a nuestra época. En Europa
Occidental hay demasiados viejos. La natalidad es escasa porque perjudica
tiempo para el placer del consumo al cuidar a tantos críos. Y por el avance de
la medicina, la población vieja crece. Y los Estados o privatizan la salud y la
paga quien puede, o gastan más en salud, con lo que se genera déficit fiscal. ¿No
sería acaso funcional matar a los viejos?
¿Puede ser un virus un enemigo o
bien se está proyectando un modo de ser humano sobre un objeto no humano?
¿Qué se proyecta sobre el
coronavirus-pandemia? ¿No será, acaso, aquello de lo humano que excluye, que
oprime? ¿No será, acaso, la misma condición humana calificada como execrable?
Carlos Marx, en el primer capítulo
de los llamados “Manuscritos económico-filosóficos de 1844”, ofrece la
explicación más hermosa de lo que el ser humano significa: “vida que crea
vida”.[5]
¿No será que el capitalismo actual
de base financiero/especulativo/parasitario, neoliberal y
globalizado, de distanciamiento social, colonizador y distópico de alta
tecnología, depredador, racista y patriarcal es quien mata y los
excluidos/oprimidos serían sus enemigos, material de descarte?[6]
Currículum presente, ética ausente
¿No será que la falta de testimonio global, entre otros
motivos, hace a la resistencia de los contenidos a aprender por parte de los alumnos
y, de ahí, la no creencia en la escuela?
[1]
Maquiavelo, Nicolás (1999), El príncipe, Buenos
Aires, Ediciones El Aleph, p.98 https://ocw.uca.es/pluginfile.php/1491/mod_resource/content/1/El_principe_Maquiavelo.pdf (consulta: 10 de
mayo de 2020)
[3] Badinter,
Elizabeth (1991). ¿Existe el amor material? Historia del amor maternal.
Siglos XVII al XX. Barcelona: Editorial Paidós.
[4] Fourastie, Jean (1968). La
moral prospectiva: la moral de ayer, de hoy y de mañana. Madrid: Ediciones
Cid.
[5] Marx,
K. (2005). Manuscritos de economía y filosofía, Buenos Aires: Fondo de
Cultura Económica, p.111
[6] Las cualidades recién mencionadas,
creemos, se mantendrán en el período pos pandemia, aunque no sabemos todavía,
respecto alguna de ellas, de qué manera en su concreción.
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