martes, 16 de febrero de 2021

INFORMACIÓN E INFODEMIA

 Resulta más difícil fomentar la actitud crítica ante la manipulación de los hechos y los análisis intencionados cuando existe una clara tendencia a adiestrar el pensamiento de la audiencia para que no tenga juicio propio sobre la información que consume.

 


Vaya paradoja: es en la era de la mayor interconexión entre los seres humanos que la desinformación ha aumentando en el mundo hasta tomar proporciones dramáticas por su propagación viral por las redes sociales.

 

A raíz de la pandemia de Covid 19 se ha forjado un nuevo concepto: el de infodemia, que deriva de las palabras información y epidemia, y que ha sido oficializado por la OMS en febrero 2020. 

Nunca antes la humanidad había tenido acceso a tanto volumen de información, lo que no significa que estemos mejor informados. Más bien, es mucho más complicado ahora saber si lo que leemos es verdad o no.

 

La función de los medios de comunicación tradicionales era y sigue siendo la de presentar un amplio abanico de perspectivas, para que a partir de ahí los ciudadanos puedan construir su propia percepción de la realidad.

 

Sin embargo, en el momento que se estimula una participación activa de todos y todas en las redes sociales con el desarrollo de una velocidad de propagación impensable hace solo algunos años, nuestra época se caracteriza también por la falta de una actitud crítica y la poca calidad de los análisis sobre las informaciones

 

En 2020, para más de la mitad de la población del mundo desarrollado la primera fuente de acceso a las noticias y opiniones son el internet y las redes sociales. Se han quedado atrás los libros, la televisión, la radio y la prensa escrita.

 

Como las noticias falsas provienen, sobre todo, de las redes, es función del periodista alejarse de ellas y ofrecer cada vez más conocimientos, análisis y filtro.

 

De manera general es bueno entender que la desinformación busca encajar de manera directa con nuestros gustos, creencias, miedos o deseos, mientras que la información se dirige a nuestro ser racional y a nuestro conocimiento.

 

Se debe considerar que muchas de las noticias falsas no son inocentes y utilizan el conocimiento de la psique humana para impactar en un sentido o en el otro.

 

Resulta más difícil fomentar la actitud crítica ante la manipulación de los hechos y los análisis intencionados cuando existe una clara tendencia a adiestrar el pensamiento de la audiencia para que no tenga juicio propio sobre la información que consume.

 

La situación presente da pie cada vez más a que el usuario asuma como verdad cualquier noticia presentada de una manera que coincida con su ideología, sus valores y sus principios.

Por todas estas razones, cuando se difunden mentiras para favorecer a determinadas organizaciones o a partidos políticos, la desinformación electoral pone en riesgo la democracia; cuando se trata de noticias falsas y alarmistas sobre migrantes, minorías, casos de corrupción, como sobre el Covid 19, estas falsas noticias pueden ser letales. 

 

¿Cómo tratar de mitigar estos peligros que las mismas plataformas en línea no están en capacidad de controlar? Han surgido “fact-checkers”, o verificadores de hechos y de datos. El Fact-Checking Network (IFCN), perteneciente al Poynter Institute, reúne a más de 100 profesionales de 45 países dedicados a analizar la información.

 

Cada uno de nosotros tiene su grado de responsabilidad como consumidor y reproductor de noticias; lo menos que podemos hacer en caso de dudas es comprobar la fuente de la que proviene la noticia, su autor, el día y, si es necesario, hacer una breve búsqueda por internet y controlar el click automático y compulsivo que nos hace compartir tal o tal noticia.

 

 

Por: Elisabeth de Puig

Fuente: https://acento.com.do/opinion/informacion-e-infodemia-8890810.html

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