sábado, 21 de abril de 2012

Los rasgos que definen a la Educación Popular

¿Cuál es el significado de “Educación Popular? ¿Qué rasgos los distinguen desde lo político y lo social? ¿Y desde lo Pedagógico y metodológico? Los siguientes párrafos tratan este tema, que es vital, si queremos contribuir a la formación de una sociedad democrática.



Otro ámbito de análisis de los discursos es la identidad discursiva de la educación popular, expresada por algunos como principios, elementos constitutivos o rasgos definitorios de la misma. Es interesante señalar que en la mayoría de las intervenciones dentro de los eventos convocados por el CEAAL (Consejo de Educación de Adultos De América Latina), dichos elementos constitutivos de la EP se dan por supuestos. La preocupación por definir el terreno de la EP sólo es explícita en algunos artículos del número 18 (año 2000) de la revista La Piragua, dedicada a los nuevos horizontes y compromisos de la EP, y en los textos producidos por la Secretaría General del CEAAL.

Es el caso del primer artículo de dicho número de la revista, firmado por la Secretaría General del CEAAL (2000: 14), en el cual se señala que la Educación Popular, “es una acción cultural, pedagógica y política que tiene como principios”:
·                     La comprensión crítica de la realidad para su transformación
·                     A través del diálogo de saberes
·                     Animado por educadora o educador popular
·                     Con una opción ética por los sectores empobrecidos
·                     Y que enfatiza en la autoconstitución de sujetos.

En el primer capítulo de este libro, se definen como “rasgos definitorios de toda práctica de educación popular”:
·                 Su lectura crítica del carácter injusto de la sociedad y del papel que juega la educación
·                 Su intencionalidad política emancipadora
·                 Considerar a los sectores populares como sujetos de su emancipación
·                 Buscar incidir en la subjetividad de los educando y educadores
·                 Poseer unas metodologías participativas y dialógicas.

Por otro lado, para la mexicana Bertha Salinas, “el núcleo específico de la EP puede resumirse en”:
·                 Su metodología educativa, de carácter dialéctico, participativo y dialógico
·                 Su contenido es la realidad y ahora, nuevos temas emergentes
·                 Su larga experiencia de conocimiento y vinculación con el mundo popular
·                 Su compromiso y sentido de mística.

Para Felipe Rivas, de El Salvador, las características que constituyen los cimientos de la EP son:
·                 Propiciar participación
·                 Contribuir a la construcción de sujetos
·                 Promover la relación comunidad, organizaciones, movimientos, gobiernos locales y otros actores
·                 Desarrollar propuesta política liberadora
·                 Buscar articular práctica, teoría, práctica
·                 Construcción colectiva de conocimiento
·                 Diálogo de saberes.

Por último, para Carlos Zarco, en su artículo Debate actual y perspectivas de la EP en América Latina presentado en el Encuentro Educar para Construir el Sueño, realizado en Guadalajara, define como “aspectos definitorios” de la EP:
·                 Una crítica a la educación formal como parte del sistema de dominación
·                 Una educación orientada a concienciar
·                 Su vinculación a los movimientos sociales
·                 Sus contenidos son el análisis de la realidad
·                 Sus métodos participativos.

Estos rasgos identitarios atribuidos a la EP, pueden agruparse en dos ámbitos; unos acentúan lo político social (lectura crítica de la sociedad, opción política y ética por los pobres, vinculación a los movimientos sociales), mientras otros enfatizan lo educativo y metodológico (participación, diálogo, concientización, formación de sujetos). Así mismo, casi todos los autores enfatizan una u otra dimensión, evidenciando una tensión histórica dentro de la EP.

En efecto, la unidad dialéctica entre lo político y lo pedagógico es constitutiva de la identidad misma de la EP: desde su matriz freireana, ha estado presente a lo largo de su trayectoria y alcanzó especial relevancia en las discusiones recientes al interior del CEAAL. Esta fusión entre política y educación en un horizonte de emancipación de los sectores subalternos de la sociedad se ha dado en una doble vía: por un lado, politizando las prácticas educativas al asignarle una intencionalidad transformadora, y por otro, pedagogizando, la política al considerarla como espacio transformativo de prácticas y subjetividades.

Por último, cabe destacar que en algunos textos se señalan dos aspectos que definen la especificidad de la EP: su historicidad y su eticidad. En cuanto a lo primero, la EP aparece como heredera del legado del pensamiento y la obra de Paulo Freire (Núñez); la matriz freireana es referente ineludible y fuente de unidad dentro de la EP (Rezende), sus ideas son utilizadas con frecuencia como fuente de autoridad de los planteamientos actuales y se hacen llamados a la necesidad de releerlo y difundirlo para asumir los nuevos desafíos de la EP.

Otros textos señalan que la EP se constituye ya en una tradición; posee una memoria y unas raíces que le dan identidad y desde las cuales enfrenta los nuevos desafíos. Desde ese acumulado histórico, la mayor riqueza de la EP son “sus modos de hacer las cosas” (Salinas), su “capacidad de desarrollar procesos transversales que recorren de forma dialéctica cambios personales, transformaciones comunitarias, procesos locales que buscan entroncarse y nutrir transformaciones sociales globales” (Goldar).

Finalmente, resulta clave destacar que en estos últimos años ha cobrado especial centralidad la dimensión ética de la EP. Para Carlos Núñez ésta debe liderar la revolución ética, para Carlos Zarco la EP asume una opción ética por los pobres. Dentro de esta misma preocupación, algunas intervenciones registradas en las memorias de los eventos realizados por CEAAL en el período, insisten en hacer de la EP un baluarte ético que contrarreste los valores promovidos desde el proyecto neoliberal y la corrupción generalizada en las esferas estatales y los partidos políticos.

En términos de Pontual, frente a un mudo de exclusión social, violencia y destrucción de la naturaleza, la EP debe –retomando a Freire–, “rescatar valores que constituyen una ética universal de ser humano, la cuestión de la solidaridad, la amorosidad, la emocionalidad, la tolerancia, el respeto al otro en sus diferencias, el gusto por la alegría, la disposición al cambio”.

A modo de síntesis, nos atrevemos a afirmar que la Educación Popular puede hoy entenderse como un conjunto de actores, prácticas y discursos que se identifican en torno a unas ideas centrales: su posicionamiento crítico frente al sistema social imperante, su orientación ética y política emancipadora, su opción con los sectores y movimientos populares, su intención de contribuir a que éstos se constituyan en sujetos a partir del ensanchamiento de su conciencia y subjetividad, y por la utilización de métodos participativos, dialógicos y críticos.



Extraído de
Educación Popular Trayectoria y actualidad
Alfonso Torres Castillo
Sociólogo, politólogo, historiador y educador popular colombiano, es doctor de Estudios Latinoamericanos por la Universidad Autónoma de México

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