Paulo
Freire escribe Pedagogía del Oprimido (1969) en una secuencia de exilios y de
escape de dictaduras militares. Se trata de un ensayo, según él mismo lo
señala, elaborado desde la experiencia. Dice compartir la autoría con los
oprimidos del mundo, que hablan por su voz. Indica que la obra está dirigida a
los hombres de izquierda, es decir, aquéllos que se plantean que el mundo debe
ser transformado. Así, desde las primeras páginas, Freire se identifica con
personas, grupos y movimientos que se plantean un cuestionamiento riguroso de
la sociedad existente y señalan una mirada hacia futuros más promisorios y
humanos para todos.
En
un inicio, la obra cobra referencias más teológicas que religiosas. La palabra
humana, que imita la divina, pasa a ser elemento protagónico. La palabra nombra
y a la vez supera la realidad por el hecho de nombrarla, y es también acción
transformadora. Así, la palabra (lenguaje) viene a ser el espacio ontológico
donde nos movemos, pensamos y actuamos.
El
libro Pedagogía del Oprimido transcurre en un lenguaje que se aleja tanto del
habla de los poderes dominantes (orden, progreso, crecimiento económico,
mercado, libre competencia) como de los términos del marxismo tradicional (lucha
de clases, proletariado, burguesía, socialismo, comunismo). No obstante,
Freire, hasta el final de su vida (incluso se lo escuchamos personalmente) se
declaraba marxista. En el libro subsisten algunas categorías marxistas, tales
como: opresión, alienación, praxis, concientización, dialéctica, pero amparadas
por otras que se imponen: humanización, liberación, iluminación, ser más,
diálogo. Toda la obra, por cierto, se acompaña de una dialéctica de términos
contrapuestos: liberación/ opresión; humanización/ deshumanización; diálogo/
imposición;domesticar/ transformar. No obstante, esta dialéctica puede estar en
el mismo grupo social, incluso en la misma persona.
Otra
característica de Pedagogía del Oprimido es la integración interdisciplinaria e
incluso transdisciplinaria en el discurso. Desde enfoques sociológicos
(imposición alienante/ liberación y transformación, inserción crítica),
incluyendo los psicológicos (sadismo de opresores, comportamiento neurótico,
racionalización), escatológicos (iluminación, acto de amor, ser
más),educacional (pedagogía liberadora, diálogo crítico y liberador, educación
con mediación del mundo),en una síntesis discursiva y filosófica. Se trata de
un ejercicio de conectividad, de integración, de confluencias.
Más,
hay otro aspecto de la mayor relevancia en la obra. Se trata de la propuesta
abierta a la construcción colectiva de un proyecto socio-educativo-cultural. Y
todos los seres humanos (sin excepción) estamos convocados a este proceso.
Veamos este proyecto desde sus propósitos, los oponentes y las acciones que
involucra.
Propósitos:
La búsqueda del conglomerado humano es la libertad, la humanización, el ser
más. Esta búsqueda constituye un acto de amor, ligado también con la libertad y
la justicia. Se trata de una tarea urgente, ineludible. Sus primeros
protagonistas han de ser los oprimidos, pero a la larga tenemos que
involucrarnos todas las personas, eso sí, asumiendo siempre el punto de vista
de los oprimidos. Desde la situación concreta de estos, tejeremos esperanzas y
utopías, siempre desde una mirada crítica. Los oprimidos no sólo han de
liberarse a sí mismos, sino también han de liberar a sus opresores. La libertad
es para todos, sin excepción.
Visualizar
el camino: El camino a la liberación de todos los seres humanos implica la
unidad entre la reflexión y la acción (praxis). Es acción pedagógica, cultural
y también política. No hay otro camino que el de la práctica de una pedagogía
liberadora, desde la cual ha de afianzarse el liderazgo revolucionario, que en
vez de sobreponerse a los oprimidos y continuar manteniéndolos en el actual
estado de “cosas”, establece con ellos una relación permanentemente dialógica.
En
el momento en que los oprimidos descubren claramente al opresor, y se
comprometen en la lucha organizada por su liberación, empiezan a creer en sí
mismos. Así, trascienden su complicidad con el régimen opresor. Este
descubrimiento, sin embargo, no se da sólo a nivel intelectual, sino que debe
estar asociado a un intento serio de reflexión-acción.
Concepción
de los seres humanos: En la mirada de Paulo Freire, los seres humanos somos
seres inconclusos y conscientes de nuestra inconclusión y en permanente
movimiento, tras la búsqueda de SER MÁS. Somos también seres en relación,
dialógicos, antes que individuales. Somos seres que habitamos la palabra, y con
ella nombramos el mundo y al nombrarlo ya lo estamos transformando. No
obstante, la historia de la opresión nos ubica en una situación donde el mundo
se compone de opresores y oprimidos. Aquéllos han desarrollado un ejercicio
permanente de dominación que genera en los oprimidos situaciones de dicotomía,
no reconocimiento de sí mismos, de dependencia, entre otras. No obstante, los
oprimidos tienen la posibilidad de transformarse transformando, de buscar la
libertad y la humanización plenas.
Oponentes.
Entre los factores que se oponen a este proceso de liberación y humanización
están el miedo y recelo a la libertad, fruto de un proceso histórico de control
deshumanizado que convierte a los oprimidos en objetos, acción que también
convierte a los opresores en otra forma de oprimidos. Además de las condiciones
objetivas de la dominación, existen también condiciones subjetivas de la misma.
Es cuando se propicia la dependencia emocional que propicia una visión inauténtica
del mundo y de la historia, y persiste la alienación que hace que la
dependencia sea cada vez mayor.
Acciones.
Es importante, en un inicio, que los oprimidos se reconozcan a sí mismos como
seres humanos, en su vocación histórica y ontológica de ser más. Ello implica
tan bien reconocerse como oprimidos, alienados y dependientes de otros. Y algo
más profundo, es reconocer que alojan en sí mismos la opresión y la alienación,
y hasta quieren ser como sus opresores. Luego, es relevante la problematización
de la realidad y de las acciones y creencias humanas que las soportan. Todo
esto ha de conducir a una búsqueda compartida, dialógica, de iluminación y de
liberación desde situaciones y momentos históricos concretos, mediante acciones
reflexivas o reflexiones accionadas (praxis). La inserción crítica, objetiva y
subjetiva en la realidad es transformadora. Pero las acciones no sólo han de
apuntar a la liberación de los oprimidos, sino de todos los seres humanos.
Por
Julio C Valdez/ Venezuela
Fuente:
http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/75254