jueves, 24 de mayo de 2012

Educación Popular, ciudadanía, democracia y políticas públicas

¿Qué es la “Educación Popular”? ¿Es posible hablar de “democracia” si predomina el “analfabetismo político”? ¿Qué estrategias se deben llevar a cabo para lograrla? ¿Qué políticas públicas pueden ayudar? En síntesis ¿Cómo democratizar la democracia?



Muy relacionada con el tema de los movimientos sociales está la problemática de las relaciones de la EP con la política, la democratización, la ciudadanía, el poder local y las políticas públicas. Como se planteó en el ya referido seminario de Córdoba, al parecer, la vocación política de la EP parece circunscribirse en el actual periodo histórico en las posibilidades que dan las “democracias de baja intensidad” predominantes en los países de América Latina.

En efecto, se plantea que “desde los movimientos sociales y desde múltiples expresiones de las organizaciones de la sociedad civil, se enfatiza la necesidad de democratizar las democracias, darle sustantividad a través de la participación activa y permanente de la ciudadanía y de radicalizarlas al devolver el poder al mandato al pueblo y con un ejercicio participativo y democrático del gobierno”.

En estas luchas democratizadoras la EP cuenta con una rica experiencia, acompañando procesos de vigilancia ciudadana, de gobiernos locales progresistas, de participación ciudadana en asuntos públicos y de interlocución con instituciones estatales encargadas de políticas sociales. Pero también ha venido consolidando un legado reflexivo acerca de las posibilidades y limitaciones de estos ámbitos y categorías políticas, tal como se confirma en el corpus documental analizado.

Ya se ha señalado cómo uno de los campos temáticos preferidos, tanto en la caracterización del contexto de EP como en su redefinición conceptual, ha sido el relacionado con los nuevos sentidos de la democracia, la ciudadanía, lo público y la sociedad civil. Con el ánimo de no repetir las consideraciones hechas, nos detendremos, inicialmente, en las consideraciones encontradas en los textos, en torno a la categoría de ciudadanía; luego retomaremos las alusiones a otros temas cercanos como la democracia, lo público, el poder local y las políticas públicas.

Es común encontrar en los artículos y eventos realizados desde CEAAL, insistentes referencias y llamados puntuales sobre la importancia de lo ciudadano en la construcción democrática, en sus relaciones con lo popular (Zarco), en su responsabilidad en la construcción de lo común a partir de la afirmación de la diversidad y la diferencia (Zarco). Así mismo, se resalta el papel de la EP es el fortalecimiento de la ciudadanía y la democratización de todos los espacios cotidianos y privados.

Para efectos de este balance, nos detendremos en retomar los aportes de un texto que desarrolla de manera sistemática el tema de la relación entre ciudadanía y EP. Se trata de la intervención de Jorge Osorio en el Taller “Educación Popular y Construcción de Ciudadanía” desarrollado en el I Foro Mundial Social (Porto Alegre, 2001). Para el ex secretario del CEAAL, hay seis contribuciones de la EP en la construcción de ciudadanía:

1. Desde la EP es posible construir una educación para los derechos humanos y la paz, a partir de prácticas concretas en torno a su defensa, promoción y exigibilidad de los mismos. La EP ha contribuido a ampliar el concepto de ciudadanía como derecho a tener derechos.

2. La EP ha contribuido a entender la ciudadanía como un proceso de comunicación e identidad, más que una categoría jurídica. Así, la acción educativa popular para construir ciudadanía es una práctica cultural, presente, por ejemplo, en las experiencias de desarrollo local, de recuperación de memoria colectiva, de formación de dirigentes.

3. La EP ha posibilitado la construcción de ciudadanía en cuanto a reconstrucción de nuevos sentidos de vida; a partir de Freire, la EP es una educación en valores éticos y estéticos.

4. La EP ha contribuido a construir ciudadanía, como pedagogía que reconoce y articula diferencias y diversidad; así, se ha convertido en una propuesta educativa de la no discriminación, de la interculturalidad y del diálogo de saberes.

5. La EP aporta a la construcción de ciudadanía al construir una pedagogía de lo político, de la democracia. Ha generado herramientas para generar liderazgos, ganar criterio, poder expresarse e intervenir en espacios públicos.

6. La EP ha contribuido a formar ciudadanía al hacer una apuesta de radicalización continua de la democracia; desde un horizonte de alteridad, la EP se ha buscado ir más allá de lo establecido, de los límites de lo normal y lo oficial.

En resumen, Osorio plantea que la EP debe mirar al futuro a partir de este patrimonio valioso construido en las últimas décadas. Frente al modelo económico y político imperante, la EP debe hacer converger la fragmentación y la pluralidad en una visión de cierta comunidad de pensamiento.
Algo similar sucede con la categoría de lo público y el poder local y las políticas públicas; hay alusiones puntuales y dispersas a lo largo de los documentos, salvo alguna ponencia o intervención en la que alguien se detiene a abordar el tema con detenimiento.

Con respecto a lo público, ya señalamos cómo la Secretaría General del CEAAL en varias intervenciones artículo en La Piragua (N° 18), Encuentro Educar para Construir el Sueño, Taller de la Región Andina y Seminario de la Región Centroamérica) describe los cambios que se están dando en torno a su concepción, en torno a tres sentidos: como el espacio de construcción de significados comunes sobre la vida colectiva, como construcción de institucionalidad y como espacio de definición de políticas.
Por su parte, Carlos Núñez en su artículo en La Piragua plantea que la EP hoy debe reivindicar lo público al “incidir en políticas públicas -y no sólo educativas- y ocupar espacios en la esfera de lo público, antes autonegado”. Destaca que hay muchas personas que provienen de la EP y hoy ocupan cargos públicos en los gobiernos de sus países.
Raúl Leis en el Seminario Latinoamericano de Educación Popular (Córdoba, 2000), en una intervención sobre lo público, hizo una diferenciación entre agenda pública, agenda social y agenda política; la primera, puede ser cuestión del Estado o incorporar intereses ciudadanos; la agenda de la sociedad civil incluye las diferentes reivindicaciones de los movimientos populares; la agenda política es la de los partidos que buscan llegar al poder.
A su juicio, la EP debe tener incidencia en la agenda social, para desde allí incidir en las otras dos agendas. En la medida en que los actores sociales no tengan la capacidad de incidir, entonces las agendas estatal y política no expresan sus intereses. Finalmente se plantean los siguientes interrogantes: ¿Hasta dónde los gobiernos tienen interés en abrir espacios de consulta o de diálogo? ¿Hasta dónde son las estructuras permeables al cambio y hasta qué punto llegan? ¿Les interesa a los partidos, más interesados en acceder al poder, incluir agendas sobre lo social? ¿Cómo fortalecer desde la EP la agenda social y popular?

Con respecto al tema de la Educación Popular y Poder Local, el CEAAL realizó un taller dentro del I Foro Social Mundial (2001), en el cual intervinieron Rocío Lombera de México, Pedro Pontual, de Brasil y Marcelo Mateo de Argentina. A partir de sus aportes, podemos ubicar algunos desarrollos temáticos desarrollados al respecto.

En primer lugar, se establece una distinción entre gobierno local y poder local, dándole a este último un carácter más amplio, en la medida en que incluye al primero y a otros actores que intervienen en la construcción y ejercicio de poder en un territorio específico, no sólo el municipio. El poder local tiene que ver con la capacidad que van ganando los diferentes actores locales para conocer e incidir en su medio.
Para Lombera, en la construcción de poder local, intervienen simultáneamente tres ámbitos: el socioeconómico, el sociocultural y el sociopolítico. El primero busca mejorar las condiciones materiales de vida, el segundo, la construcción de sujetos e identidades culturales y el tercero, la construcción de relaciones democráticas. A su vez, el poder local debe estar atento a otros aspectos como el componente técnico, la dimensión de género, generacional, ecológica, étnica y ética.
Para Pontual, lo local es un espacio privilegiado para construir democracia participativa e inclusión social. La participación requiere de prácticas ciudadanas participativas, de voluntad política para impulsarlas y la creación de mecanismos concretos de cogestión de políticas como es el caso del presupuesto participativo.
El poder local también tiene límites; la garantía de una buena participación y gestión local, involucra otras instancias de gobierno y esto conlleva al cambio de la propia manera de funcionamiento de la máquina pública; ésta debe modernizarse, flexibilizarse, ser transparente e su gestión e involucrar más activamente a los ciudadanos.
¿Cuál es o debe ser el papel de la EP con respecto al poder local? En ninguna de las intervenciones queda claro. He aquí otro reto más para ser retomado y desarrollado al interior del CEAAL.
Finalmente, en el ya citado seminario de Córdoba se acordó asumir el tema de la EP y las políticas educativas. Las referencias al respecto son más bien escasas, salvo algunas afirmaciones generales sobre la importancia de la educación en los procesos de desarrollo y emancipación social. También se afirma que, desde la EP se han generado procesos de rescate de las escuelas, vínculos con la formación de maestros, debates sobre las reformas educativas, interlocución con otros enfoques educativos y generar propuestas curriculares; incluso, en algunos países, educadores populares han tenido presencia e incidencia en los propios ministerios de educación.
Al respecto, Sergio Martinic en la evaluación externa que realizó del CEAAL, destaca otro contexto significativo para la EP: la realidad educativa en la región. Según él, las reformas educativas llevadas a cabo desde la década de 1980, “se han realizado bajo diferentes orientaciones político ideológicas”; en un primer momento, reorganizaron el sistema educativo (descentralización) y mejoraron su eficiencia; en los 90, dichas reformas se orientaron hacia la calidad de los resultados.
Las nuevas reformas buscan garantizar la efectividad y conectividad de las escuelas, el uso de nuevas tecnologías y la flexibilidad y participación en su gestión. Sin embargo, para Martinic, la bondad de las reformas, contrasta con la deteriorada economía de los países, el aumento de la desigualdad en los ingresos y de la pobreza; por ello, aquellas “no logran mejorar los aprendizajes, ni disminuir significativamente las brechas que existen entre estudiantes de diferente origen social”.
Finalmente, en el III Foro Social mundial (2003), Francisco Cabrera de Guatemala afirmó que pensar la calidad educativa desde la EP implica valorar tres pertinencias: la pedagógica, la cultural y la social. También plantea que la calidad educativa está asociada a 4 factores decisivos: la capacidad de los docentes, su vocación, la actualización y apertura del currículo y el tema de la remuneración de los educadores. En ese mismo debate, Pedro Pontual planteó que la calidad de la educación desde la Educación Popular debe acentuar la participación de los distintos actores de los hechos educativos; por ejemplo que las comunidades puedan participar en la elaboración de los currículos.
Queda en evidencia que desde el campo de la EP hace falta profundizar en el debate sobre su papel en la esfera de las políticas educativas. Aquí sería importante que quienes proviniendo de la EP han participado en el diseño y ejecución de dichas políticas desde altas o medianas jerarquías de los ministerios y secretarías de educación, den cuenta de lo que allí se hizo y se aprendió. A mi juicio, el acumulado histórico de la EP al lado de las organizaciones y movimientos sociales puede aportar herramientas a estas y estos para participar activa y críticamente en los escasos espacios que han abierto los gobiernos al respecto, pero no son las altas esferas del poder el lugar de hacer EP.


Extraído de
Educación Popular
Trayectoria y actualidad
Alfonso Torres Castillo
Sociólogo, politólogo, historiador y educador popular colombiano, es doctor de Estudios Latinoamericanos por la Universidad Autónoma de México

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