Paulo Freire
distinguía una “Educación liberadora” de otra “Bancaria” ¿Cuál es el mensaje?
¿En qué se fundamenta? ¿Hacia qué apunta
la pedagogía freireana? ¿Qué significa
“horizontalización de las relaciones humanas”?
Paulo Freire denominó «educación bancaria» a una manera de
entender la educación como relación «vertical», o sea, en la que uno (el
educador) otorga y otros (los educandos) reciben conocimiento. Existe, por
tanto, en este modelo pedagógico una separación tajante entre los roles de
educador y educando. La educación bancaria se concibe como narración de unos
contenidos fijos, o como transmisión de una realidad que no requiere
reelaboración y que se presenta como la única posible.
Según Freire, la educación bancaria supone una violencia en
la medida en que se efectúa desde la sordera hacia el otro que está siendo
educado. Como afirma el propio Freire:
Referirse a la
realidad como algo detenido, estático, dividido y bien comportado o en su
defecto hablar o disertar sobre algo completamente ajeno a la experiencia
existencial de los educandos deviene, realmente, la suprema inquietud de esta
educación.
Respecto a esta «absolutización de la ignorancia» Freire
relata cómo aprendió, gracias a una lección que siempre recordaría, que no hay
educación sin escuchar, ni sin considerar a nuestro interlocutor maestro y
sabio. Y también hubo de toparse, como alfabetizador, con la naturalización de
la ignorancia por parte del propio sujeto oprimido. En relación con esto cuenta
cómo comenzó una charla con un juego de preguntas y respuestas gracias al cual
reveló irrefutablemente la sabiduría de los campesinos analfabetos que decían
ser ignorantes, que creían serlo. En realidad, podemos matizar, los campesinos
se sentían ignorantes pero no lo eran. De hecho, esto es lo que la pedagogía de
Freire pretende evidenciar en un primer momento, en un proceso socrático por el
que la sabiduría de los educandos sale a relucir.
Por supuesto, descubrir la sabiduría del otro requiere
humildad por parte del educador. Como el propio Freire afirma:
No hay [...] diálogo
si no hay humildad. La pronunciación del mundo, con el cual los hombres lo
recrean permanentemente, no puede ser un acto arrogante.
Freire se opone a toda arrogancia y a la separación tajante
entre los participantes en un proceso educativo:
La educación debe
comenzar por la superación de la contradicción educador-educando. Debe fundarse
en la conciliación de sus polos, de tal manera que ambos se hagan, simultáneamente,
educadores y educandos.
En realidad, toda educación liberadora, en oposición a la
educación bancaria, posee un destacado carácter recíproco, es decir, se da «de
todos con todos». Esto presupone un sentimiento profundamente arraigado en el
educador de que el otro vale, además de una sincera fe en los hombres, en su
poder creador para dotarse de un destino, y en que este destino puede adecuarse
a sus necesidades profundas. Dice:
Su creencia debe estar
empapada de una profunda creencia en los hombres. Creencia en su poder creador.
Además, Freire relaciona la educación bancaria con una
suerte de prohibición de ser feliz, un desafortunado distanciamiento entre los
hombres que se relaciona con un doloroso rechazo a la vida. El educador
bancario es, y en esto Freire sigue muy de cerca a Erich Fromm, un
«necrófilo». En términos generales, el pedagogo brasileño
coincide con la propuesta de «humanizar» la vida que desarrolla Fromm en sus
obras. Para el psicólogo, la vida humana ha de racionalizarse, no en el sentido
de intelectualizarla, sino en el de humanizarla, es decir, haciendo que
responda a las necesidades específicamente humanas. Esta humanización implica
el desarrollo de una equilibrada vinculación afectiva con los otros hombres y
con el mundo, ya no gobernada por la cosificación, sino trasmutada en una
suerte de amor maduro que describe bellamente como una relación fraterna (Fromm).
En sus reflexiones demuestra la humana necesidad de fraternidad, porque para él
la felicidad siempre es con el otro, nunca solitaria.
Según Freire, una tarea fundamental para todo educador sería
la identificación y superación de su propia verticalidad psicológica que lo
predispone en contra del diálogo. Pero la pedagogía freiriana parece apuntar
más lejos que la visión psicologista de Fromm. En este sentido, como afirma el
profesor Dussel:
[...] no es la sola
inteligencia teórica o moral (esto se supone, pero no es el objetivo
principal), ni siquiera el desbloqueo pulsional hacia una normal tensión del
orden afectivo (à la Freud, que también se supone), sino algo completamente
distinto: Freire intenta la educación de la víctima en el proceso mismo
histórico, comunitario y real por el que deja de ser víctima.
La horizontalización de las relaciones humanas que propone llevar
a cabo en el acto educativo es una ubicación factual del oprimido fuera de la
estructura opresora. Es decir, en toda educación liberadora se realiza de hecho
la utopía de unas relaciones humanas auténticas, que desde la perspectiva del
pedagogo brasileño han de ser «horizontales». Y esto apunta a una doble
transformación: en el corazón de la persona y en las estructuras sociales.
La interacción horizontal es ya una realización de la utopía
de una sociedad sin oprimidos, es decir, una sociedad estructurada de forma que
no cohíba la expresión de las personas. La utopía, pues, está ya presente en el
medio para lograrla. No es un fin ajeno al momento actual, sino que se
encuentra necesariamente en el proceso educativo. Pero, para que acontezca esta
encarnación del ideal y «sane» el hombre, es preciso vencer a la carga
ideológica que el sujeto oprimido ostenta, incorporada a sí mismo. Se requiere
combatir contra los obstáculos que operan en sentido contrario y se oponen a
nuestra salud, obstáculos que pesan como un lastre dentro de nuestro espíritu.
En este sentido, en las líneas que siguen voy a profundizar en las relaciones
entre educación
bancaria e «ideología», entendiendo esta última como el
lastre que dificulta lo que para Freire no es sino una normalización de la
existencia humana. La pedagogía del oprimido, en este sentido, es una
rectificación efectuada en el interior y el exterior del hombre por él mismo,
siempre desde su libertad, que lo conduce a su carril, a la senda que había
perdido. Según Freire, que irradia un considerable optimismo, esto es posible.
Pero no podemos olvidar las nefastas consecuencias de la falsa conciencia que
uno porta en sí mismo, porque es precisamente su detección el primer paso del
proceso de «concientización», al que tanto se refiere nuestro pedagogo en sus
obras, que devuelve a la persona el dominio de sus propias riendas.
Extraído de
IDEAS FILOSÓFICAS QUE FUNDAMENTAN Marcos Santos Gómez
Profesor adscrito al Departamento de Pedagogía, Facultad de Ciencias de la
Educación, Universidad de Granada (España).
En Revista Iberoamericana de Educación. N.º 46 (2008), pp. 155-173
No hay comentarios:
Publicar un comentario